Apáguese

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    Las recientes protestas en Bangladesh han dado lugar a otro ejemplo de un gobierno nacional que ha interrumpido Internet y las telecomunicaciones. El gobierno de Bangladesh afirmó que el motivo de la interrupción es ponerle un freno a la desinformación. Tras un desastre natural en 2023, en Libia fue interrumpida Internet para evitar las críticas a las autoridades locales y a su respuesta a la emergencia. Al día de hoy, 39 naciones de todo el mundo han interrumpido Internet en algún momento, por una razón u otra. Lo que antes era un concepto especulativo, ahora se ha convertido en una práctica que pronto será aceptada.

    Las Naciones Unidas han convertido un derecho el acceso a Internet; negar intencionalmente el acceso a Internet a las personas es considerado una violación de los derechos humanos. Sin embargo, cuando se trata de derechos humanos, los gobiernos nacionales tienden a utilizar a organismos internacionales como la ONU como motivo de acción, mientras desestiman esas “reglas” para sí mismos. Esas reglas son torcidas, ignoradas y rotas cuando los gobiernos nacionales lo consideran oportuno. Según Access Now, solo en 2023 se conocieron 283 interrupciones de Internet aplicadas por los gobiernos contra sus ciudadanos, siendo India el más prolífico. El gobierno democrático más grande del mundo considera apropiado ejercer control sobre la información y las comunicaciones de aquéllos a quienes gobierna.

    Las grandes corporaciones tienen tendencia a trabajar con los gobiernos nacionales para poder operar en esas naciones. Rusia y China tienen disposiciones para aislar su acceso a Internet del resto del mundo, junto con “interruptores de seguridad”. El gobierno australiano ha aprobado leyes que permiten a su gobierno federal “apagar la red” si sus líderes lo consideran oportuno. La mayoría de las naciones tienen la posibilidad de hacerlo. Todo lo que se necesita es una crisis como excusa. La disposición sobre una “amenaza contra el interés nacional” permite a los gobiernos aislar a los individuos respecto del mundo y entre sí.

    En Siria, Internet fue interrumpida incluso durante los exámenes de secundaria, en un intento por evitar que los estudiantes hicieran trampa. Dada la extrema rigidez de los estudios y de los exámenes para la escolarización en naciones como Corea del Sur, también podría ser utilizada una excusa similar allí. Los intereses culturales y dirigidos por el estado van a ser razones clave para controlar y negar la información y las comunicaciones. Variará según el interés propio de los regímenes particulares y de los gustos nacionales.

    El gobierno de Estados Unidos intentó aprobar el derecho a utilizar un “interruptor de apagado” de Internet, pero el escrutinio impidió que fuese permitido. Con líderes populistas y alarmistas sobre las crisis en constante cambio que se avecinan, es probable que algún día esa opción esté sobre la mesa. No sorprende que el Reino Unido tenga en su poder imponer un cierre de ese tipo. El público tiene la seguridad de que existen mecanismos de seguridad para evitar que se abuse de él (aunque, dado el miedo del gobierno británico a los memes, puede que no haga falta mucho).

    En una crisis, la información y las comunicaciones son cruciales. Los defensores del poder estatal y de una autoridad central fuerte están de acuerdo, por lo que no quieren que se difundan. La creencia de que los ángeles gobiernan la nación y los magos sabios controlan la economía es omnipresente, y resuena en todo el mundo. La información y las comunicaciones son un acto sagrado de desafío contra el mal y el autoritarismo en sus muchas variantes.

    Controlar Internet y negarle a individuos o a naciones enteras el acceso a la misma es una forma perversa de censura. Es una prohibición de la información y de las comunicaciones, un control de la conversación, un ataque contra toda forma de disenso, incluso contra las opiniones que puedan favorecer el statu quo. El gobierno chino, por ejemplo, ha interrumpido Internet durante más de 300 días en Xinjiang, desde Julio de 2009 hasta Mayo de 2010, en respuesta a los disturbios en esa región.

    Casi se espera que las dictaduras –o las naciones definidas como tiránicas– utilicen esas medidas para mantener a sus ciudadanos en la oscuridad. La prohibición de la expresión y el control de la información son el sello distintivo de esos gobiernos. En su día fueron un pilar de una sociedad distópica. Ahora, quienes afirman adorar la libertad y ejemplificar los derechos humanos y la libertad individual, conciben condiciones y circunstancias en las que una población entera debería ser colectivizada y controlada de esa manera. Un gobierno tan justo y omnipotente en sus razones puede simplemente cancelar Internet y convertir nuestros teléfonos celulares en lastre. El precio de vivir en una sociedad libre; estoy seguro.

    Además de la violación de derechos y la arrogancia del gobierno, existe un costo para la economía. Un solo día de apagón de Internet podría costarle a la economía estadounidense más de U$S 7.000 millones. Para una nación como Bangladesh, que tiene más de un millón de contratistas en línea, el apagón de varios días, y la imposibilidad de trabajar y comunicarse, ha arruinado los medios de vida de las empresas y de las personas, y ha provocado que muchas familias mueran de hambre. También destruye la confianza extranjera en contratar a alguien de esa nación. Éstas son consideraciones que a quienes trabajan para el gobierno no parecen importarles. Un apagón también elimina servicios cruciales sobre los que el gobierno tiene el monopolio, incluidos los servicios médicos y de emergencias. Es otro ejemplo del peligro de depender del monopolio del estado.

    La Primavera Árabe de 2011 llevó al gobierno de Egipto a utilizar su propio interruptor de seguridad para apagar Internet, lo que imposibilitó todo el tráfico y las comunicaciones móviles desde los dominios egipcios. El gobierno indio ha interrumpido con frecuencia el acceso a Internet en regiones “problemáticas”. Irán utilizó un interruptor de seguridad durante las protestas de 2019-2020 para detener la propagación del sentimiento antirrégimen. La prohibición de las plataformas de redes sociales y el enjuiciamiento de publicaciones o memes en línea es otra capa de la guerra contra Internet. Pero, sobre todo, es una guerra contra el derecho de un individuo a expresarse y a disponer de información, por muy oscura y mal informada que sea esa prensa. Es un derecho de los individuos hacer esas distinciones por sí mismos. Sin la capacidad de comparar diferentes puntos de vista, sólo se conduce a un intelecto y una perspectiva del mundo “embrutecidos”, los que tienden a favorecer la dependencia del estado. Se enviará a más elementos incondicionales a la clandestinidad, lo que confirmará su paranoia y, a menudo, validará sus teorías conspirativas más extravagantes.

    En la era del paternalismo sobreprotector, quienes infectan el gobierno tienen un sentimiento de custodia paternal sobre las masas que gobiernan. Si a eso le sumamos el poder a la antigua usanza, tenemos una combinación de benevolencia y vileza. Ningún mal se hace tan bien como el que se hace bajo la creencia de buenas intenciones. La censura y la prohibición a menudo se hacen con la intención de detener el terrorismo. Resulta que todos los caminos conducen al colectivo Borg; en lugar de celebrar pensamientos diversos, vivimos en un mundo que busca una mente colmena. Una Internet descentralizada, y las muchas formas de redes sociales y de comunicación entre individuos se transforman en una amenaza para la colmena.

    La Internet Society ha informado que en 2024 “cuatro gobiernos nacionales han cerrado el acceso a Internet durante o después de las elecciones”. De hecho, ésto puede convertirse en la “nueva normalidad”, como hemos llegado a escuchar de las élites y de quienes viven dentro del aparato gubernamental. Si su propia versión de la verdad no es suficiente, los gobiernos pueden simplemente negar a los individuos el acceso a todas las demás formas de verdad, desde el arte y el entretenimiento, hasta el lenguaje mismo.

    Las formas alternativas de Internet, como la comunicación satelital e inalámbrica, pueden ser una solución. Como explicó Coldfusion en su video: “Los gobiernos están interrumpiedo repentinamente Internet”. La gente de Singapur e Irán ha utilizado redes descentralizadas para superar las interrupciones gubernamentales. Mientras los ingenieros que trabajan para el estado y las corporaciones hacen todo lo posible para elevar los obstáculos digitales que encarcelan a los individuos y sus sectores del planeta, muchos otros encontrarán una manera de eludir esas restricciones. Si los gobiernos continúan interumpiendo Internet, harán obsoleta su encarnación actual, dando lugar a una alternativa que no pueden controlar.

    Internet es un derecho humano, al menos en el sentido de que las personas deberían tener el derecho de acceder a la misma si así lo desean. No es un derecho. Pero ninguna corporación o gobierno debería asumir que tiene dominio sobre lo que las personas dicen, escuchan o ven. Para bien o para mal, Internet ha permitido que se produzcan diversas conversaciones y expresiones de ideas. Incluso si Internet se convierte en un derecho humano codificado, eso no significa que los gobiernos lo respeten. Inventarán razones para permitirse violar ese derecho, ya sea en una emergencia o en una crisis. No hay nada como la rabieta de los más poderosos que simplemente desconectan el cable de toda la información en línea, porque no pueden expresarse. Es el instinto de un niño pequeño. Eso es lo que le gobierna.

     

     

     

    Traducción: Ms. Lic. Cristian Vasylenko

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