El Martes 17 de Septiembre, Líbano sufrió uno de los ataques terroristas más generalizados de la historia. De repente, en todo el sur del país los buscapersonas indicaron que habían recibido un mensaje y luego explotaron. Hasta el Martes por la noche se dijo que catorce personas habían muerto, incluida una niña de 8 años. Casi 3.000 resultaron heridas, testimonio de la naturaleza indiscriminada de los ataques. Como las personas que poseían los buscapersonas estaban principalmente asociadas con Hezbollah, la responsabilidad fue rápidamente atribuida a Israel, tanto por Hezbollah como por los macabros partidarios de Israel, a quienes les entusiasma la violencia desenfrenada. The New York Times confirmó rápidamente la responsabilidad de Israel, algo que nadie ha intentado seriamente negar. Éste puede ser un día glorioso para los partidarios de Israel, pero este uso de dispositivos electrónicos personales para la violencia masiva y descentralizada, debería horrorizar a la gente razonable.
Según los “funcionarios gubernamentales” del Times, Israel colocó explosivos plásticos en un gran lote de buscapersonas que Hezbollah encargó a una empresa taiwanesa, la que a su vez ha dicho que sólo autorizó la fabricación de los productos a una corporación diferente en Budapest. Luego fueron detonados a distancia, aparentemente después de que un mensaje hiciera que los usuarios los miraran, aunque el método por el que Israel accedió a la red para enviar los mensajes sigue siendo desconocido. En cualquier caso, si Israel hizo ésto, ha alcanzado un nivel de villanía digno de una historieta. En esencia, Israel convirtió a un número desconocido de humanos en involuntarios terroristas suicidas. Además, si bien está establecido que Hezbollah dejó de usar teléfonos móviles para evitar el espionaje israelí, ésto es particularmente nefasto, porque los buscapersonas son ampliamente utilizados por el personal hospitalario, e Israel no tenía forma de saber quién recibiría finalmente los buscapersonas una vez que ingresaran al Líbano.
The New York Post informa que Hezbollah encargó más de 3.000 buscapersonas, presumiblemente todos modificados por Israel. El Post calificó ésto como un ataque “altamente coordinado”, aunque parece haber sido coordinado sólo en el mismo sentido que una alerta de emergencia. Es cierto que utilizó un alto nivel de experiencia técnica, tanto para colocar de forma segura los explosivos y luego hacer que el calentamiento de la batería desencadenara la explosión, como para ingresar a la red y enviar los mensajes que provocaron el sobrecalentamiento de la batería. Sin embargo, el ataque real no parece estar coordinado en absoluto, ya que Israel no sabía, no podía daber, y ni le importaba, quién tenía los buscapersonas o qué estaban haciendo. Hezbollah es un partido político legal en el Líbano, que brinda una amplia gama de servicios sociales y es una especie de cuasi gobierno en el sur del país. Poseer o estar cerca de un buscapersonas originalmente comprado por Hezbollah, no es indicación de que un individuo sea un objetivo militar válido.
Nada de ésto impidió que las peores personas del mundo elogiaran el ataque por estar “bien dirigido”. Sólo por dar un ejemplo, el terrible David French tuiteó: “Desde el punto de vista del derecho de la guerra, los explosivos de Israel en los buscapersonas representan uno de los ataques más precisos en la historia de la guerra. No puedo pensar en un sólo ataque generalizado contra una fuerza armada que está integrada en una población civil, que haya sido más preciso. Es notable”. Puede que no haya ido a la facultad de derecho como David French, pero estoy bastante seguro de que sabotear dispositivos de comunicación personales para que provoquen explosiones mortales en zonas civiles no es una gran innovación en el cumplimiento del derecho internacional. También estoy seguro de que mucha gente, ha hecho algo mejor que causar 3.000 heridos para provocar 14 muertes. Uno podría pasarse todo el día destacando a los partisanos sionistas que se deleitan con la inclinación de su país favorito por la violencia creativa, pero los lectores estarán familiarizados con el comportamiento de esta gente.
Por supuesto, estas mismas personas deben negar que lo que ha hecho Israel constituya un ataque terrorista. Reconozco que, como ocurre con tantos términos politizados, la gente utiliza “terrorismo” para significar “violencia que no me gusta”, y a menudo es utilizado de una manera tan vaga y descuidada, que parece carente de sentido, y a veces la gente llega al extremo de llamar “terrorismo” a las protestas rebeldes o a la intimidación. Sin embargo, a pesar de todo, incluso si nos gusta el autor y nos disgusta el objetivo, no se trata de un ataque terrorista evidente, por mucho que lo admiren los partidarios de Israel.
En mis escritos intento utilizar una definición interna coherente de terrorismo, que es “el uso de la violencia pública por parte de actores no estatales o de estados encubiertos, especialmente contra objetivos civiles, con el fin de crear miedo para generar un cambio político o social”. Aun así, puede requerirse un cierto grado de juicio y discreción para aplicar correctamente el término. Por ejemplo, lo que Israel ha hecho en Gaza, aunque criminal y con la intención de aterrorizar, no es terrorismo, porque la violencia cometida bajo la bandera de un estado soberano reconocido internacionalmente es simplemente un gobierno. El lanzamiento de un misil de largo alcance por parte de Ucrania contra Rusia es simplemente una guerra. Mientras que la voladura del gasoducto Nord Stream es terrorismo. En algunos casos, ésto es complicado. Hamas es un actor cuasi estatal, pero gobierna Gaza y lo ha hecho durante más de una década, por lo que no está claro si se lo debe considerar un gobierno. De todos modos, incluso sin una definición especializada, la comprensión del terrorismo por parte del profano obviamente incluye cualquier situación en la que se esconden explosivos en objetos, y luego son detonados en lugares públicos. Este es un ejemplo tan claro de terrorismo que, incluso si Israel reconociera formalmente la responsabilidad del ataque, sería difícil argumentar que eso debería impedir que se lo calificara como terrorismo.
Aunque este ataque parece haber tenido como objetivo aterrorizar a Hezbollah y a los libaneses, debería asustarnos a todos por varias razones. La más obvia es que se trata de un nuevo método de asesinato en masa, en una sociedad en la que todos llevamos dispositivos electrónicos. También demuestra que, incluso si se añadieran explosivos a los buscapersonas en este caso, el gobierno podría destruir nuestros teléfonos a distancia haciendo que la batería se sobrecaliente, y potencialmente podría hacer ésto a cualquier persona que no le gustara al gobierno, en cualquier momento. Las posibilidades son infinitas; como utilizar la cámara para esperar hasta que un teléfono esté en una posición tal que una batería sobrecalentada pudiera provocar una explosión e incendiiar una casa.
El riesgo de que ésto intensifique el conflicto en Oriente Medio es otra razón para el miedo. Sin embargo, lo que más debería asustarnos es la violencia y la cobarde hipocresía de nuestra propia clase dirigente, que está tan adoctrinada en la creencia de que son los “buenos”, que no puede reconocer que provocar cientos de explosiones que hieren a miles de personas, es un ataque terrorista, simplemente porque lo llevó a cabo su país favorito. Nada bueno saldrá de esta innovación en violencia política, ni de la nueva frontera en desvergüenza que se abre al admirarla.
Traducción: Ms. Lic. Cristian Vasylenko