La estrategia de la permacrisis: los peligros mortales de nuestra “nueva normalidad”

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    “El conflicto no es inevitable. Sin embargo, no tiene sentido considerar la institución estado como una solución al problema de un posible conflicto, porque es precisamente la institución estado la que hace que el conflicto sea inevitable y permanente”. ―Hans-Hermann Hoppe

    En los últimos años nos hemos encontrado con una gran cantidad de “advertencias” y admoniciones alarmistas e histéricas, que predicen la inminente ruina del mundo tal como lo conocemos. Las correcciones del mercado han servido como excusa para que los alarmistas cultiven el pánico ante un colapso sistémico total. Los cambios políticos sorprendentes, como los resultados electorales inesperados, han sido cooptados para apoyar escenarios extremos, prediciendo la caída del orden mundial actual. Especialmente en tiempos turbulentos como los que estamos viviendo actualmente, cualquier cosa puede ser presentada como una amenaza existencial por aquellos que desean explotar y sacar provecho de los instintos básicos y de los miedos primitivos del público en general.

    Pregúntese: ¿cuándo fue la última vez que nuestro orden nacional e internacional no estuvo en estado de emergencia? ¿Cuándo fue la última vez que no nos vimos amenazados por algún tipo de peligro existencial, y cuándo fue la última vez en que no vivimos bajo el temor de alguna crisis inminente y catastrófica?

    Parece que oscilamos entre crisis militares y geopolíticas, y crisis económicas y financieras, un patrón que solo recientemente fue interrumpido por una “emergencia” de salud pública global en forma de la “pandemia del covid”. Pero incluso después de eso, las amenazas de guerra y la agitación económica retomaron sus roles principales como las crisis del día.

    De hecho, si realmente lo piensa, hemos estado en un estado de emergencia constante desde que la mayoría de nosotros podemos recordar. Constantemente se nos dice que estamos bajo asedio, y se perpetuamente nos advierte sobre un peligro inminente. Se nos recuerda constantemente que somos inseguros, vulnerables e indefensos por naturaleza, y que la única manera de protegernos a nosotros mismos y a quienes nos importan, es jurando lealtad y sometiéndonos a una autoridad superior. En otras palabras, se nos insta a intercambiar nuestra libertad por seguridad.

    Y ésta es la trampa más peligrosa de todas. Como dijo Aldous Huxley en su obra magna “Un mundo feliz”:

    “Pero la libertad, como todos sabemos, no puede florecer en un país que está permanentemente en pie de guerra, o incluso cerca de estarlo. La crisis permanente justifica el control permanente de todos y de todo por parte de las agencias del gobierno central”.

    En este estado de “permacrisis”, no puede haber una verdadera democracia (incluso la llamada “verdadera democracia” es en estos días básicamente socialismo glorificado). No se puede esperar que un ciudadano aterrorizado tome decisiones racionales, e incluso si lo logra, la voluntad pública puede ser fácilmente subvertida y totalmente anulada mediante el uso de medidas de “emergencia”, como vimos durante la “pandemia” y durante la guerra de Ucrania. Las leyes pueden ser eludidas, torcidas o incluso directamente violadas, y el gobierno puede asumir “poderes especiales” que contradicen incluso los principios más fundamentales del llamado y supuesto “contrato social”.

    Entonces, sabiendo todo ésto, ¿qué puede hacer un ciudadano racional? Claramente, no es fácil simplemente bloquear los mensajes alarmistas y las abrumadoras campañas de intimidación. Pero incluso si uno pudiera evadir e ignorar por completo la narrativa dictada por el establishment, y propagada por los medios de comunicación dominantes, sobre la catástrofe inminente, todavía hay riesgos a los que realmente vale la pena prestar atención. Muchos malos actores intentan –y siempre intentarán– utilizar cualquier excusa para asustar al público y hacerlo rendirse, y tergiversar todo tipo de amenazas y peligros, pero ésto no cambia el hecho de que todavía hay algunos riesgos que son mucho más graves y legítimos que otros.

    Por ejemplo, la crisis de alza de precios que comenzó después de la imprudencia en el gasto y en la impresión de moneda durante la “pandemia”, y que continúa hasta el día de hoy, es algo de lo que todo ahorrador e inversor responsable debería preocuparse seriamente, a diferencia de la amenaza que planteó la “pandemia” en sí, y los terrores que las autoridades centrales intentaron propagar con tanta vehemencia.

    Lo mismo ocurre con los riesgos monetarios a los que nos enfrentamos desde hace mucho tiempo. La destrucción intencional e implacable de valor, el castigo a los ahorradores y el fomento del endeudamiento, que se apoya en políticas inflacionarias, es sin duda algo que todos debemos tomar muy en serio, y contra lo que debemos protegernos.

    En tiempos de pánico y miedo generalizados, puede resultar difícil para el ciudadano medio distinguir los peligros reales de las distracciones inventadas. Por eso es esencial tener confianza en el propio pensamiento y el juicio crítico. Y la forma de adquirir esta confianza es mediante la educación constante, el debate abierto de ideas, y la apertura mental. Un buen lugar para comenzar esta importantísima labor son las fuentes fiables y orientadas hacia la libertad de información precisa, y de ideas y principios fundamentales, como el Mises Institute, el que ofrece investigaciones y análisis sólidos basados ​​en la Escuela Austriaca de Economía, la que promueven la libertad individual, la razón y la paz internacional.

     

     

     

    Traducción: Ms. Lic. Cristian Vasylenko

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    Claudio Grass
    Claudio Grass é um Mises Ambassador e um consultor independente de metais preciosos sediado na Suíça. Sua abordagem austríaca ajuda seus clientes a encontrar soluções sob medida para armazenar seus metais preciosos físicos sob as leis da Suíça e do Liechtenstein. Ele é o fundador do www.claudiograss.ch e é reconhecido como especialista em história monetária, economia e metais preciosos. Palestrante financeiro e econômico e publicitário. Escreve sobre mercados globais, finanças internacionais, geopolítica, história e economia. Claudio é um defensor apaixonado do pensamento de livre mercado e da filosofia libertária. Seguindo os ensinamentos da Escola Austríaca de Economia, está convencido de que dinheiro sólido e liberdade humana estão inextricavelmente ligados um ao outro.

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