India: la situación es peor que lo que cree

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    La mayoría de los occidentales no saben nada sobre India, más allá de algunas ideas vagas sobre el hinduismo, el yoga, los gurús, y tal vez alguna pizca de Bollywood. Para esas personas, este artículo será un duro despertar.

    Crecí en Bhopal, en el centro de India. Desde que tengo memoria, trabajé en la imprenta de mi padre. Estudié ingeniería en la ciudad cercana de Indore, y fui a la Manchester Business School en Gran Bretaña para hacer un MBA. Regresé a India para establecer una subsidiaria de una empresa británica, la que fue un gran éxito. Cuando vivía en Delhi, escribía para los principales medios de comunicación indios. Viajé mucho por India y por todo el mundo.

    Había regresado a India con la idea de mejorarla. Pero después de 11 años me di cuenta de que India es un barco que se hunde, con una corrupción cada vez peor y más descarada, gente degradada, y una sociedad en desmoronamiento. Nunca conocí a un burócrata o político honesto. Solicité emigrar a Canadá, y mi solicitud fue aprobada en tiempo record de tres semanas.

    Actualmente asesoro a empresas del Este de Asia y de Occidente sobre cómo invertir en India. La mayor parte de lo que les digo les parece exagerado, irreal e increíble. Después de mucho baile, drama y mucho dinero perdido, empiezan a creer lo que les digo. Sin embargo, este aprendizaje nunca es institucionalizado, porque se niegan a comprender a India. Se trata de una forma de corrección política, un veneno que corroe las entrañas de los valores occidentales.

    Cuando era niño y crecí en India, aprendí que “la fuerza hace el derecho”. Se abusa del poder a menudo, y quienes tiene el poder actúan como si tuviesen un derecho otorgado por Dios para explotar y dominar a los demás. La demostración de autoridad puede ser tan extrema, que cuestionarla o esperar que quienes detentan el poder cumplan con su deber, puede llevar a represalias. Quienes tienen autoridad parecen creer que sus puestos no son para servir a los demás, sino para obtener beneficios personales.

    Las personas que muestran respeto parecen haber aceptado dócilmente una posición inferior y servil. Las personas amables deben ocultar su compasión, porque ser amable es considerado debilidad.

    En India, rara vez he visto a alguien con autoridad tomar la iniciativa para resolver un problema del que es responsable. Cuando estaba en la universidad, un muchacho menor de edad que trabajaba en la cocina fue violado y sodomizado por los conserjes. Denuncié el asunto, pero no sólo ninguna autoridad hizo lo correcto −algo que estaba dentro de su poder−, sino que las autoridades y los compañeros de estudios me amenazaron con graves consecuencias si seguía con el asunto. Sin empatía, también se burlaron del muchacho y de mí.

    Sí, hay un elemento de sadismo aquí. Hay un cierto grado de placer que los indios encuentran en el dolor que sufren los demás. La actitud de las autoridades es como la del alto burócrata de Delhi que me dijo que su whisky Black Label sabe mucho mejor, porque sabe que la mayoría de los indios no pueden darse el lujo de beberlo.

    Ésto confunde a los occidentales. Si tuvieran poder, aunque fueran corruptos, en una situación en la que no hubiera nada que ganar ni perder (no habría sobornos que recibir, ya que ambas partes eran pobres, y no habría riesgo de ofender a alguien bien relacionado), harían lo correcto y arrestarían al violador. Estos indios no hacen nada, ni siquiera mueven un dedo, a menos que haya un incentivo: dinero o sexo. Su apatía es insondable.

    Hacer el trabajo de uno puede ser visto como algo afeminado por quienes están por sobre uno. Si puede eludir sus responsabilidades, entonces se lo considera un macho. En esa cultura, rara vez hay orgullo u honor en hacer lo correcto. Si llama a un fontanero para que haga reparaciones, éste considerará indigno retirarse sin dejar un desastre. Puede que haga un trabajo deliberadamente mediocre, aunque hacerlo bien no le lleve más tiempo. Una compleja red de arrogancia, egoísmo, servilismo, casta, tribalismo y pensamiento mágico impulsa este comportamiento. Muestra su desprecio por Ud. y lo domina dejando un desastre. Como la otra cara de la misma moneda, el cliente bien podría menospreciar y explotar a alguien que hizo bien su trabajo.

    Si Ud. hace un mal trabajo, ¿significa eso que no lo vuelven a llamar? Eso no importa a las personas que para empezar carecen de principios y no piensan en el futuro. Hay poca retroalimentación positiva hacia aquellos que quieren hacerlo mejor.

    La equidad, la justicia, la confianza, la empatía y la imparcialidad son ajenas a los indios. Les cuesta distinguir entre lo correcto y lo incorrecto. Son indiferentes incluso cuando ser justo no implica ningún costo. Además, si pudieran hacer el bien sin ningún costo personal, preferirían no hacerlo, porque ello puede ser visto como signo de debilidad.

    Los indios están adoctrinados para ser sumisos. El adoctrinamiento es tan profundo, que los indios se dirigen a quienes tienen autoridad ligeramente superior a ellos como “señor”. Tienden a ser serviles, aduladores y zalameros. Ésto no debe ser confundido con respeto, porque el respeto es algo ajeno a los indios. Cuando le llaman “señor”, refleja su visión de Ud. sólo como la figura más fuerte en la interacción, en consonancia con su idea de que la fuerza hace el derecho. Le degradarán en el momento en que esté Ud. en una posición más débil.

    Se es superior o se es inferior; por lo tanto, se es abusador o se es abusado. La igualdad es imposible. Un visitante aprende muy rápidamente que decir “por favor” y “gracias” es considerado un signo de debilidad, y está reservado para quienes desean degradarse.

    Los indios no pueden mantener las instituciones establecidas por los británicos. Estas instituciones han sido vaciadas y corrompidas, volviéndose depredadoras. La constitución y las leyes tienen poco valor. Las únicas fuerzas que impulsan estas instituciones son los sobornos y los vínculos de privilegio. Ya sea que uno se acerque a los más altos líderes políticos o a los burócratas más insignificantes, éstos exigen sobornos abierta y descaradamente.

    Los sinvergüenzas callejeros son muy valorados, y los criminales que escapan de la justicia son celebrados. Un orgulloso pariente mío me dijo una vez que nunca pagaría el alquiler de la casa que había alquilado. Había sobornado a las autoridades locales para que al propietario le fuera imposible desalojarlo.

    Cuando alguien es engañado en una sociedad en la que nadie confía en nadie, rara vez buscan justicia contra el tramposo. En cambio, engañan a los demás. Los hombres abusan de las mujeres, las mujeres abusan de los niños, y los niños abusan de los animales. Los animales atacan todo lo que pueden. Los indios de castas superiores abusan de las personas de castas inferiores, mientras que las personas de castas inferiores luchan con otras personas de castas inferiores para determinar quién es superior. Es un ciclo perpetuo de desconfianza y arbitrariedad.

    La gente en Occidente habla de un sistema de cuatro o cinco castas que fue formalizado por los británicos. Ésto deja la cuestión confusa, ya que da una exagerada sensación de estructura. En realidad, hay 1.400 millones de castas en India. Cada interacción se trata de evaluarle. Termina oprimiendo a los demás, o siendo oprimido Ud. mismo. Las llamadas personas de casta inferior son más conscientes de su casta que las de casta superior.

    En India, la mayoría de los problemas de castas son descriptas en las noticias en voz pasiva. Fulano de tal fue oprimido y abusado. Sí, la víctima es una persona de una casta inferior, pero el opresor suele ser de una casta igualmente baja. Cuando una persona de casta inferior llega al poder, le encanta mostrárselo a los de casta superior. ¿Qué mejor manera de demostrar poder que abusar de los demás y salirse con la suya o, si es plomero, dejar un desastre? Diferentes personas exhiben poder según lo que puedan hacer.

    Mucha gente miente entre dientes. Todo el mundo sabe que todo el mundo miente, pero todo el mundo miente de todos modos. Muchos indios se convencen de sus mentiras hasta el punto de que ya no pueden diferenciar entre realidad y ficción. Aunque no lo necesite ni lo quiera, debe exagerar y mentir, porque sabe que su oyente se calibrará según lo que Ud. diga. Las conversaciones suelen estar impulsadas por ganancias materiales personales. Cada transacción es un juego de suma cero, o quizás un juego de suma negativa, ya que el sadismo puede ser parte de la ecuación.

    1. puede pensar que estará a salvo si trabaja con miembros de su familia, pero ellos pueden convertirse en sus mayores enemigos, ya que incluso ellos le traicionarán. El honor no forma parte del código social. Los indios son gente atomizada y no conocen la lealtad. Los indios esconden oro en sus propias casas, y no se lo cuentan ni siquiera a sus familiares.

    Nunca he tenido (uso la palabra deliberadamente) un contrato honorable en India. Cuando soborna, debe hacerlo con habilidad. Si tiene una disputa legal, el juez y la policía aceptarán sobornos de ambas partes en disputa. Su abogado conspirará con la parte contraria y con el juez que está frente a Ud. para maximizar los sobornos. Ésto puede parecer increíble, pero no cambia la realidad.

    Para la mayoría de las virtudes, los vocablos provienen del persa, del turco o del inglés, no de las lenguas nativas de India. Pero el hecho de que las palabras hayan entrado en el idioma no significa que los indios acepten estas virtudes; fueron y se convirtieron en una fachada para los viejos hábitos.

    Todo el mundo construye vallas altas y sólidas alrededor de su propiedad. Todo el mundo hace ésto el día que compra una propiedad, porque sus vecinos invadirán su tierra si pueden. Después de mudarme a Occidente, me llevó años comprender por qué la gente no construía vallas.

    Cuando viajé por primera vez al Reino Unido, me hizo gracia descubrir que los animales no le tenían miedo a las personas ni eran agresivos con ellas. Me sorprendió que quienes estaban en el poder no esperaran servilismo ni reverencia. Durante años me sentí incómodo, como si no estuviera cumpliendo con mi parte de la transacción a menos que pagara un soborno.

    Mis abuelos y mi padre eran honestos en asuntos financieros, y mantenían un alto nivel de autoestima, una anomalía en la India. Hay gente buena, cuerda, moral y racional en India, pero tengo más dedos que el número total que haya conocido de esa clase de indios; pero en tan sólo una mañana puedo conocer a muchos estadounidenses honestos. Según los standards indios, nuestra familia era decente y estaba bien conectada. Me protegió de mucha depravación y me permitió ignorar las historias que escuchaba.

    Entre los indios comunes, las conversaciones giran en torno a calumnias, chismes sobre amigos, discusiones sobre celebridades, supersticiones, y animosidad hacia otros grupos. Los hindúes odian a los musulmanes, los musulmanes odian a los hindúes, y los sijs odian a los hindúes. Estos grupos luchan entre sí, dejando a todos atomizados, pero su odio hacia otros grupos los une superficialmente.

    No creo haber entendido los conceptos de honor y lealtad hasta que viví en Gran Bretaña durante un año. Durante este tiempo, alguien me dijo que no exagerara al hablar bien de la organización para la que trabajaba. Por primera vez, comencé a ver que la gente quería decir la verdad simplemente por la verdad misma. Siempre supe que existía la palabra “verdad”, pero por primera vez comencé a comprender su esencia.

    El principio fundamental para entender a India es que es una sociedad amoral, irracional y carente de valores. Cualquier valor que intente inculcar se deslizará, como agua del lomo de un pato.

    He visto un continuo empeoramiento de la sociedad india. Cualquier gracia y civismo que los misioneros cristianos y los colonizadores europeos inculcaran en los indios, fue lentamente erosionando.

    Recuerdo claramente mi primer día fuera de India. En un viaje en tren desde el aeropuerto Heathrow a Manchester, vi lo que inicialmente pensé que eran casas de aspecto monótono, y vías fluviales y aire limpios. La falta de bullicio y tranquilidad del viaje en tren me dejó desorientado y deprimido. No sabía cómo afrontar una situación en la que no había ataques constantes a mis sentidos.

    Con el tiempo, me di cuenta de que para la mayoría de los inmigrantes indios, esto conducía a una necesidad compulsiva de recrear India en los ghettos a los que se mudaron. Buscan los olores familiares, el ruido y el constante bullicio. Recrean un emocionalismo sin fin, conflictos infructuosos, caos y endogamia intelectual.

    Cuando se nos concedió acceso irrestricto a la escuela de Manchester y, más tarde, a la oficina donde yo trabajaba, mis colegas inmigrantes y yo nos preguntamos a menudo si los británicos eran tan ingenuos como para confiar en nosotros con tanta facilidad. ¿Qué nos impediría robar todo lo que teníamos a la vista? La mayoría de los inmigrantes nunca entiende realmente el significado de “confianza” y “gratitud”. Peor aún, descubren que quejarse a menudo conduce a beneficios; lo único que realmente les importa en el Occidente multicultural. Los valores humanistas y civilizacionales nunca los conmueven.

    Una vez, un amigo y yo salimos a caminar por Manchester. Después de tomar unas copas, se pasó un semáforo en rojo y fue detenido por la policía. Me sorprendió el respeto con el que lo trató el policía. En India, la policía humilla y extorsiona incluso a los pasajeros. Llevaron a mi amigo a la comisaría y, cuando un oficial de policía me llevó allí, le expliqué cómo nos habrían tratado si ésto hubiera sucedido en India.

    En ese momento, vivía en una zona de Manchester con alta criminalidad y, a veces, la policía me seguía cuando caminaba a casa. Le pregunté al oficial de policía por qué nunca me detuvieron ni me interrogaron. Me dijo que me siguieron para garantizar mi seguridad, y que no tenían autoridad para detenerme sin una causa legítima. Por primera vez comencé a comprender el respeto británico por el espacio personal, otro valor que también empezaba a arraigar en mi mente.

    El oficial hizo que mi amigo se sentara durante una o dos horas hasta que se recuperara, y luego lo dejó ir sin ficharlo. Empecé a darme cuenta de que quienes estaban en el poder en Gran Bretaña podían aplicar la ley con flexibilidad, teniendo en cuenta el espíritu que la sustentaba. En la India, las leyes son excusas para la depredación.

    Por supuesto, Gran Bretaña ya no es lo que era. A lo largo de los años la actuación policial ha evolucionado para adaptarse a los desafíos que presenta el mínimo común denominador introducido por los inmigrantes del Tercer Mundo.

    Las estadísticas no resuenan con la psique india. No hay sensación de zona gris; todo es blanco o negro, sin apreciar los matices. Esta falta de proporcionalidad conduce a la indecisión y a la incapacidad de valorar las cosas. Al final, las emociones desenfrenadas impulsan la vida. Llevaba conmigo una parte de esa misma mentalidad. Realinear mi pensamiento con la razón, la moral y los valores occidentales fue una tarea difícil.

    Asistí a una de las mejores facultades de ingeniería de India, y pensaba que era creativo, decidido y completo. Sin embargo, cuando comencé a presenciar interacciones y comportamientos sociales en Gran Bretaña, descubrí que me faltaba confianza. Incluso el tendero parecía más confiado y decidido que yo. Me di cuenta de que mi mente estaba nublada por pensamientos confusos y motivaciones contradictorias.

    Incluso mi educación privilegiada en India me había arraigado en capas y capas de visiones confusas del mundo, y comportamiento deshonesto y calculador. Aunque hice lo mejor que pude, deshacerme de ese lastre y remodelar mi forma de pensar me llevó décadas. Cualquier creencia errónea de la que tomé conciencia y traté de cambiar, chocó con otras creencias y patrones mentales profundamente arraigados. Era como intentar reemplazar un ladrillo roto en el castillo de mis construcciones cognitivas, sin desestabilizar toda la estructura. A veces tenía que emborracharme sólo para encontrar una fugaz sensación de cordura.

    Con el tiempo, noté que comencé a dormir mejor y a sentirme más libre mentalmente. Incluso mi cuerpo empezó a cambiar, y la nube mental que había obstruido mis pensamientos empezó a disiparse. La reconfortante sensación de que quienes me rodeaban me apoyaban, fue de inmensa ayuda. Los pensamientos confusos y contradictorios que provocaban el stress crónico comenzaron a desaparecer.

    Mi abuela solía decir dos cosas que yo pensaba que eran al revés, pero ahora estoy de acuerdo. Ella creía que algunas personas necesitan estar al borde de la inanición, porque si se les da más, se les causa problemas. A pesar de ser una de las personas más igualitarias que conocí (haciendo amistad con su chofer y su sastre), me recordó que no todos merecen un asiento en la mesa, a menos que se esté apto para ello.

    Los “derechos humanos” son un concepto occidental incomprensible para la mayoría de los indios. No pueden entender el respeto por el individuo. Hablarles de “derechos” sólo genera confusión. No pueden diferenciar entre derechos “negativos” y “positivos”. Por ejemplo, cuando se les enseña sobre los derechos de propiedad, aprenden a proteger su propiedad, pero no reconocen los derechos de los demás. Las mujeres, cuando se les enseña que la violación es una violación, pueden comenzar a verla en cada situación y utilizarla como una herramienta para explotar a los hombres. A medida que se les presenta el concepto de derechos, pasan de aceptar sus miserables vidas, a adoptar una mentalidad de víctima resentida.

    No se puede enseñar nada bueno a la gente, hasta que tenga los fundamentos de la moralidad, la racionalidad, la causalidad y otros valores occidentales. Sin estos fundamentos, los frutos de la civilización occidental sólo sirven para transformar las tendencias hedonistas a menudo ocultas de las personas, en algo más malévolo. Todos los frutos de la civilización (educación, vestimenta occidental, prosperidad, instituciones occidentales) han sido pervertidos en India.

    Las instituciones dejadas por los británicos fueron vaciadas, y se volvieron puramente depredadoras y sádicas. Ésto se debe a que, en la India posbritánica, quienes detentan el poder valoran aprovecharse y adquirir riqueza como único propósito en la vida. La India actual carece incluso del vago estado de derecho que existía antes de la llegada de los europeos. Por eso será una mejora cuando India finalmente colapse, y resurja de las cenizas el sistema autoritario similar al de los talibanes que existía antes que los británicos.

    Sin misioneros occidentales a cargo, el cristianismo fue “alimentado” por las supersticiones y el pensamiento mágico indios, y se convirtió en vudú. La gramática cayó en el olvido, y a menudo el inglés fue convertido en pidgin.

    La educación y la vestimenta occidentales fueron adoptadas con mentalidad de culto colonial. La atención se centra en obtener certificados y usar trajes, como si estos símbolos externos por sí solos confirieran status y beneficios materiales. Asimismo, la educación no es vista como medio para promover el crecimiento intelectual, o evolucionar para convertirse en un mejor ser humano. En cambio, impulsados ​​por deseos animales, conveniencia y búsqueda poco ética de recursos, la mayoría de los indios desprecian la idea de la superación personal.

    La educación aplicada a una mente irracional que procesa información a través del pensamiento mágico, se vuelve onerosa, lo que hace que estas personas estén en peor situación que sus contrapartes sin educación.

    La mente india debería haberse vuelto moral y racional, e imbuida de honor, disciplina, respeto e integridad, antes de recibir una educación formal y recibir los frutos de la civilización occidental. Lamentablemente, ésto habría sido, en el mejor de los casos, un proceso que habría durado milenios.

    En Economía existe el concepto de “trampa del ingreso medio”. Prefiero llamar a la situación de India la “trampa de bajos ingresos”. Contrariamente a las creencias de los economistas profesionales, estas trampas tienen fundamentos culturales; es prácticamente imposible escapar.

    La prosperidad no condujo a la paz social, ni al crecimiento intelectual y espiritual. Los indios no entienden el concepto de comodidad. La mayoría de los indios ricos construyen casas extravagantes no para sentirse cómodos, sino para exhibir riqueza y controlar a los más débiles que ellos. Peor aún: la fácil prosperidad de las últimas décadas, que es esencialmente el resultado de los avances tecnológicos occidentales, ha descarrilado la búsqueda de la racionalidad y la moralidad. Las redes sociales son una plataforma para el intercambio de mitos, supersticiones y pornografía. ¡La revolución de las tecnologías de la información no ilumina a las zonas más pobres del mundo!

    Hoy en día, India está más arraigada en el pensamiento mágico y la superstición que en el pasado. El hedonismo es rampante, y las familias se están desmoronando.

    Cuando son elevados a puestos altos, la mayoría de los indios se vuelven arrogantes y sádicos. Se trata más de una creencia genuina de que la arrogancia y el sadismo definen el poder y la clase, que un deseo de enmascarar la propia incompetencia y debilidad psicológica. Ésto sirve también como una forma de lidiar con el complejo de inferioridad profundamente arraigado que les inculca su cultura. Cualquier gracia y civismo que alguna vez los colonizadores imbuyeron en los indios, se ha erosionado.

    La riqueza creada por Occidente hipnotiza a los indios. Sin embargo, no logran comprender los fundamentos de esta riqueza. Comparan a Occidente con los estereotipos de Hollywood: chicas con faldas cortas, promiscuidad, bebida y drogas, alarde de riqueza, trabajo en oficinas lujosas y control de los demás. Ésta es la verdadera alma india, alguna vez oscurecida por la moral victoriana y las restricciones islámicas. Es un regreso a la cultura hedonista precolonial, previctoriana.

    Los británicos fueron una bendición. Sin ellos, la situación siguió empeorando. Con el tiempo, India anulará todos los beneficios que obtuvo de Occidente, y volverá a sus costumbres precoloniales. Se desmoronará, y no me sorprendería que gran parte de su población fuera víctima de la guerra y del hambre, y disminuyera al nivel que tenía antes de la llegada de los europeos.

    La mayoría de los indios no puede pensar en nada más que en dinero, sexo y supervivencia, exactamente lo que se esperaría de una sociedad con un coeficiente intelectual promedio de 77. Cada valor occidental que se les ha dado, ha sido caricaturizado y corrompido para estos propósitos. Los indios no tienen Diez Mandamientos. Son tan inconscientes de estos valores, que permanecen ajenos incluso si se los introducen a la fuerza. No hay nada que se pueda hacer al respecto, excepto intentar comprender qué efecto tendrá en Occidente la inmigración procedente de India y del resto del Tercer Mundo.

     

     

     

     

    Traducción: Ms. Lic. Cristian Vasylenko

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