¿Puede Trump arreglar nuestra fallida política exterior?

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    Para cuando la mayoría de ustedes lea esta columna, ya tendremos un nuevo presidente de los Estados Unidos. Donald J. Trump asumirá su segundo mandato hoy a las 11:30 a. m., hora del Este, y muchos estadounidenses tienen la esperanza de que la desastrosa política exterior de los últimos cuatro años bajo el mando de Biden, mejore. Hay buenas y malas noticias.

    Primero, las buenas noticias. No sorprende que los designados por Trump para puestos de política exterior y seguridad nacional sean, en esencia, muy agresivos respecto de China. Sin embargo, como suele hacer, Trump ha desafiado la sabiduría convencional sobre cuál podría ser su política hacia China, no sólo al invitar al líder chino Xi Jinping a asistir a la ceremonia, sino al levantar el teléfono y tener una conversación con su homólogo chino.

    Según un resumen de la llamada, ambos hablaron sobre “comercio, fentanilo, TikTok y otros temas”, y acordaron mantener un contacto regular. De forma errónea se atribuye a menudo a Winston Churchill la frase “es mejor hablar en público que en guerra”, pero no deja de ser una afirmación acertada. Es mucho mejor interactuar incluso con “adversarios”, que negarse a mantener contacto y añadir más sanciones. Quienes prefieren las sanciones a las comunicaciones, son los verdaderos aislacionistas.

    En TikTok, la popular aplicación ha atribuido a Trump el mérito de impedir que la prohibición del Congreso entrara en vigor. Si es cierto, es otro buen movimiento de Trump en favor de nuestras garantías constitucionales de libertad de expresión.

    Lo mismo ocurre con Rusia: los informes de los medios de comunicación sugieren que mantener una conversación con el presidente ruso, Vladimir Putin, será una de las primeras cosas que haga Trump como presidente. Se trata de una gran noticia para toda la humanidad, ya que la peligrosa guerra por poderes de Biden en Ucrania, y su negativa a comunicarse con el presidente ruso, nos han llevado al borde mismo de un intercambio nuclear antes inimaginable. Cuando está en juego el fin de la vida en la Tierra, es imprudente ignorar la posibilidad de una desescalada.

    En Oriente Medio, al presidente entrante Trump se le atribuye haber logrado un alto el fuego en Gaza, logro que la administración Biden parecía incapaz de, o no estaba interesada en, intentar seriamente durante el año pasado. ¿Merece Trump todo el crédito? No lo sabemos. Pero sí sabemos que miles de personas han sido innecesariamente asesinadas, mientras Biden vacilaba y enviaba más armas. La destrucción generalizada de Gaza con explosivos y apoyo financiero estadounidenses, será el legado perdurable de Biden, y una mancha para todos los involucrados.

    La mala noticia es que, debido a la decisión del presidente Trump de nombrar a los asesores más agresivos, estará rodeado de personas que lo alentarán constantemente a confrontar, en lugar de desentenderse. Por ejemplo, su enviado especial para la guerra de Ucrania recientemente ha acorralado a Trump en Irán al declarar un regreso a la fallida campaña de “máxima presión” de su primera administración. La política no logró los resultados deseados cuando se implementó por primera vez, y fracasará nuevamente si es nuevamente adoptada. Porque Irán ha desarrollado vínculos comerciales mucho más amplios fuera de la influencia del gobierno estadounidense, por ejemplo entre los BRICS. No es posible aislar a Irán como fue hecho en el pasado. Al igual que con China y otros países, con Irán sería mucho mejor hablar en voz alta, que hacer la guerra. Esperemos que el presidente Trump lo entienda.

    Sin duda veremos algunas decepciones en la política exterior del nuevo presidente Trump, pero hay sólidas razones para ser cautelosamente optimistas. En particular, si se lo compara con su predecesor.

     

     

     

    Traducción: Ms. Lic. Cristian Vasylenko

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