La elección de Javier Milei en Argentina en Diciembre de 2023 ha brindado al judaísmo internacional una oportunidad fascinante.
Afirmar que el gobierno de Milei es pro-sionista sería quedarse corto. Además de sus promesas de hacer la economía argentina atractiva para las finanzas internacionales, Milei se ha esforzado por doblegarse ante los intereses judíos, desde honrar a la familia Bibas con un período de duelo nacional y cambiar el nombre de una calle de Buenos Aires, hasta designar a Hamas como organización terrorista y prometer trasladar la embajada argentina a Jerusalén. Los esfuerzos que está efectuando para promover los intereses judíos, hacen que uno se pregunte si debería estar en la Knéset israelí y no en la Casa Rosada.
O quizás hay algo mucho más importante en juego. A pesar de tener un estado soberano por primera vez en 2.000 años, es ampliamente reconocido que la historia judía está marcada por repetidas expulsiones de numerosos países alrededor del mundo. El arte de gobernar rara vez ha sido una fortaleza histórica para los judíos, y la llamada maldición de la octava década sirve como un duro recordatorio de la profunda inestabilidad que a menudo azota a los estados judíos.
Los incesantes ataques de Hamas, los cohetes de Hezbollah en el norte, y los ataques con misiles iraníes contra ciudades como Haifa y Tel Aviv, sumados a las crecientes divisiones internas entre judíos laicos y religiosos, y la carga de una población ultraortodoxa dependiente de la asistencia social, alimentan las dudas sobre la viabilidad a largo plazo de Israel como estado funcional. Ante estas alarmantes tendencias, un plan de salida de largo plazo podría ser la solución.
Entra en escena el Plan Andinia.
Las medidas de Milei para asegurar que Argentina sea un refugio para el judaísmo global han reavivado las afirmaciones de que existe un plan sionista más amplio para colonizar la Patagonia argentina y chilena.
La teoría fue planteada por miembros del Frente Nacional Socialista Argentino a mediados de la década de 1960, y posteriormente difundida por el diplomático chileno y esotérico hitleriano Miguel Serrano. El ex diplomático chileno sostuvo que, durante más de veinte años, judíos disfrazados de mochileros y excursionistas de bajos recursos han viajado por las regiones más remotas y estratégicas del sur de Chile con el apoyo de las autoridades chilenas, el ejército, la armada y la Corporación Nacional Forestal (CONAF), conscientes de que en realidad pertenecen al ejército, la fuerza aérea o los servicios de inteligencia israelíes.
De hecho, Radio Universidad de Chile informó que un número significativo de israelíes viaja por Sudamérica, a menudo justo después de cumplir el servicio militar obligatorio. La Patagonia se ha convertido en uno de sus destinos preferidos. Cabe destacar que, a finales de Diciembre de 2011, el turista israelí Rotem Singer provocó accidentalmente un gran incendio forestal en el Parque Nacional Torres del Paine de Chile, que terminó consumiendo más de 17.000 hectáreas de terreno prístino. Las autoridades chilenas detuvieron a Singer, quien finalmente negoció un acuerdo para pagar aproximadamente 10.000 dólares en concepto de indemnización a CONAF antes de abandonar el país. La indulgencia de la resolución provocó indignación pública en Chile, donde muchos anticipaban una condena de prisión para Singer. Manifestantes se congregaron frente a la Corte Suprema de Chile para expresar su indignación por la decisión del tribunal de ratificar la sentencia.
En una entrevista de 2017, el director de la CONAF para la región de Magallanes reveló que los turistas israelíes fueron responsables de casi dos tercios de todas las expulsiones de Torres del Paine en un período de cinco años. Este preocupante patrón llevó a muchos propietarios de hostales locales a adoptar políticas informales de negación de servicios a ciudadanos israelíes.
Curiosamente, la diáspora judía ha echado raíces sólidas en Argentina durante más de un siglo. La migración judía a Argentina se remonta a finales del siglo XIX, cuando el gobierno argentino implementó una agresiva política de migración masiva para poblar sus vastos y subdesarrollados territorios. Entre 1850 y 1913, Argentina recibió a 6,2 millones de migrantes europeos, principalmente de Francia, Alemania, Italia y España.
Entre quienes llegaron a Argentina se encontraban judíos europeos que huían de los conflictos étnicos en Rusia y Europa del Este. Entre 1889 y principios del siglo XX, miles de inmigrantes judíos llegaron y establecieron colonias agrícolas en provincias como Entre Ríos y Santa Fe. La más famosa de ellas, Moisés Ville, en la Provincia de Santa Fe, llegó a ser conocida como la “Jerusalén de Argentina”, contando con el apoyo de la Asociación de Colonización Judía, fundada por el filántropo judío Barón Maurice de Hirsch.
Estos asentamientos pretendían funcionar como comunidades autónomas. El concepto de asentamientos judíos fuera de Palestina fue considerado seriamente por varios de los primeros sionistas. Theodor Herzl, en su obra fundacional Der Judenstaat (El Estado Judío), mencionó a Argentina como un posible lugar para el asentamiento judío, junto con Palestina. Herzl señaló las vastas y fértiles tierras de Argentina y su escasa población como ventajas, pero su visión era la de una autonomía local en lugar de un estado judío independiente. Esta idea de una patria judía fuera de Palestina finalmente condujo al cisma de la Organización Territorialista Judía, que buscaba establecer la autonomía judía en cualquier parte del mundo, pero estos planes nunca se materializaron.
Sin embargo, la migración judía continuó llegando poco a poco a Argentina. En su apogeo, la Asociación de Colonización Judía poseía más de 600.000 hectáreas de tierra, y para 1920, más de 150.000 judíos vivían en Argentina. Los territorios escasamente poblados del país y su tradición de tolerancia religiosa lo convirtieron en un destino atractivo para los judíos del Viejo Mundo que habían agotado su bienvenida en el Imperio ruso. Con alrededor de 250.000 judíos, Argentina cuenta actualmente con la comunidad judía más grande de Latinoamérica, y la quinta más grande fuera de Israel.
Ahora que Milei está transformando a Argentina en uno de los países más projudíos del mundo, podría convertirse en un refugio para los judíos. Mientras la inestabilidad empaña el futuro de Israel, el entorno geopolítico más tranquilo de Argentina, y su vasto y tranquilo paisaje, podrían convertirla en una alternativa atractiva si el proyecto sionista fracasa.
En un mundo donde la permanencia de Israel ya no está garantizada, Argentina se posiciona discretamente como Plan B.
Traducción: Ms. Lic. Cristian Vasylenko








