Respondiendo las preguntas más difíciles a las que se enfrentan los libertarios y los anarcocapitalistas

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    International Man: Hoy exploraremos algunas de las críticas más comunes al libertarismo y al anarcocapitalismo.

    Imaginemos dos tribus. Una es cohesionada y está muy unida. La otra promueve el hiperindividualismo. ¿Cuál tiene más probabilidades de ganar en un conflicto?

    Doug Casey: No hay nada de malo en formar grupos cohesionados. Los humanos siempre han sido tribales porque favorece la supervivencia. Muchas manos facilitan el trabajo. Y la especialización y la división del trabajo, cruciales para el progreso, sólo son posibles en grupo. El problema radica en si el grupo es voluntario o coercitivo.

    Y tiene razón. En una guerra, la tribu estructurada como una unidad militar tiene algunas ventajas por sobre un grupo desorganizado de individualistas aguerridos. Pero su única ventaja aparece en la guerra, algo que debe ser evitado a toda costa. ¿Por qué, entonces, los humanos suelen optar por el colectivismo en lugar del libertarismo?

    Desafortunadamente, la institución familiar, que es el fundamento de la sociedad, da un mal ejemplo sin querer. Ésto se debe a que, por su propia naturaleza, la familia es autoritaria y socialista. Los padres mandan y proporcionan comida y alojamiento gratuitos, mientras que desde pequeños los hijos se acostumbran a que las cosas les sean proporcionadas. Dan según sus capacidades y reciben según sus necesidades, un ideal marxista. Así que quizás la familia, que es algo bueno, paradójicamente, hace que la gente empiece con mal pie.

    Peor aún, en el mundo real los argumentos a favor de la libertad y del individualismo son todos intelectuales. Son lógicos, tienen sentido, pero la mayoría de la gente no razona. La persona promedio no vive en un mundo intelectual; vive en un mundo emocional. Actúa según lo que siente, no según lo que piensa. Hace lo que le parece correcto sin pensar en las consecuencias, ni siquiera las inmediatas y directas, por no hablar de las indirectas y con demora. La razón es utilizada a menudo para justificar las emociones.

    Estas son dos razones principales –hay muchas otras– por las que el socialismo es más atractivo que el capitalismo, por no hablar del libertarismo y el anarcocapitalismo.

    Los hábitos socialistas que aprendemos en la familia se ven reforzados por las emociones, los sentimientos y, a menudo, por suposiciones irracionales. A diferencia del libertarismo, el socialismo promete algo a cambio de nada, la perspectiva de seguridad automática, y un almuerzo gratis perpetuo. El socialismo suena mejor para quienes carecen de capacidad de pensamiento crítico. Ese es un verdadero problema y motivo de pesimismo sobre el futuro de la humanidad.

    El problema se agrava por la naturaleza de la política, que saca lo peor de la gente. Cuando se intenta influir en las masas, la emoción funciona cien veces mejor que la razón. Peor aún, quienes se sienten atraídos por la política, buscan el poder y quieren manipular a los demás. La política atrae naturalmente a personalidades criminales.

    Es casi innato que los individualistas, anarcocapitalistas y libertarios, tengan todas las de perder.

    International Man: ¿Cómo responde entonces a los críticos que sostienen que el libertarismo y el anarcocapitalismo son fantasías utópicas e imprácticas?

    Doug Casey: Bueno, ésto puede ser visto desde dos perspectivas: la práctica y la moral.

    En tiempos primitivos, un poder central podía dictar el costo de la comida, el salario de los trabajadores y las normas en todos los ámbitos de la vida. Era contraproducente, pero era posible porque las cosas eran muy sencillas, a diferencia del mundo actual, con miles de millones de personas y billones de transacciones diarias. Las autoridades centrales y el socialismo son incompatibles con una sociedad tecnológica. El colectivismo es inviable a una escala mayor que la de una familia, como demostraron los soviéticos y los maoístas. Resultó que, en el mundo real, el comunismo era la fantasía utópica.

    Más importante aún, cualquier sistema que no sea el libertarismo radical, es inmoral. No me extenderé en los derechos de propiedad, pero basta con decir que la principal posesión del individuo es su propio cuerpo. ¿Y por qué alguien más debería tener derecho a decirle qué debe o no debe hacer con su propio cuerpo? Eso incluye cómo lo usa, lo que ingiere, lo que piensa, lo que dice, y cómo usa sus demás posesiones. Cada persona es un ser soberano.

    Desafortunadamente, los defectos innatos de carácter y las tendencias psicológicas arraigadas de los humanos los llevan a cometer actos autodestructivos, como intentar replicar la familia a gran escala mediante la creación de la institución del estado.

    International Man: ¿Cómo responde a quienes argumentan que el libertarismo y el anarcocapitalismo son, en el mejor de los casos, irrelevantes? Y, en el peor, herramientas utilizadas por poderosos intereses para atomizar a los individuos, haciéndolos más fáciles de controlar y dominar.

    Doug Casey: Los políticos se muestran reacios a tratar a las personas como individuos. Intentan controlar y dominar obligándolas a formar parte de un colectivo.

    Algunos afirman que el libertarismo es irrelevante porque muy poca gente comprende sus principios. E incluso si los comprenden, no los ponen en práctica.

    Pero el libertarismo se expande y se contrae cíclicamente. Por ejemplo, la razón por la que Estados Unidos fue único en la historia mundial, es que fue el primer país fundado sobre los principios del libertarismo. Y esos principios son responsables de su inmenso éxito. Pero a lo largo de la historia de Estados Unidos, a veces esos principios se fortalecen y a veces se desvanecen.

    El libertarismo es básicamente la creencia en el principio de no agresión y la limitación de la fuerza. El anarcocapitalismo va más allá del libertarismo: no cree en la existencia del estado como entidad, como institución. Y hace 50 años, el término “anarcocapitalismo” ni siquiera existía. Ahora es ampliamente debatido.

    Como anarcocapitalista, me gustaría ver no sólo 200, sino 800.000 millones de naciones soberanas en el mundo. La clave es desarrollar instituciones y formas de pensar aceptadas que prioricen la cooperación, no la coerción, en todo.

    International Man: Muchos libertarios y anarcocapitalistas argumentan que privatizar completamente la propiedad resolvería eficazmente el problema migratorio y fronterizo.

    Sin embargo, los críticos afirman que esta visión es irrealista y no representa una solución seria, alegando que, en última instancia, sirve como excusa para la defensa de fronteras abiertas y empeora la situación en la práctica.

    ¿Cómo responde a esta crítica?

    Doug Casey: Llevar a Estados Unidos hacia el libertarismo puro (anarcocapitalismo) es, sin duda, la mejor solución al problema fronterizo. Mucho mejor que muros y guardias fronterizos comprobando si “sus papeles están en regla”. Si 100% de Estados Unidos fuera propiedad privada, sin excepciones, sería responsabilidad del propietario decidir si una persona o grupo podría usarla o invadirla.

    El verdadero problema reside en los sistemas de bienestar social de Estados Unidos. En el siglo XIX, hubo una inmigración inmensa a Estados Unidos. Pero no había ningún apoyo gubernamental. Los recién llegados eran responsables de alimentarse, vestirse y alojarse; de lo contrario, morirían de hambre. Los inmigrantes lo sabían. Como resultado, Estados Unidos atrajo a las personas más emprendedoras y mejores.

    Hoy, sin embargo, los migrantes son muy conscientes de los inmensos sistemas de bienestar social disponibles a nivel local, estatal y nacional, además de lo que ofrecen las ONG, las que se mantienen básicamente directa o indirectamente con el dinero de los impuestos. Existen redes que facilitan activamente el viaje y el sustento de los migrantes. Si la asistencia social fuese abolida, no atraeríamos a este tipo de personas. Se podría argumentar que George Söros podría usar sus miles de millones para importarlos deliberadamente a inmuebles de su propiedad. Pero allí tendrían que quedarse; es un argumento falaz.

    Sin un gobierno que los apoyara, los migrantes se verían desalentados. Claro que podrían robar para ganarse la vida. Pero los ladrones podrían esperar ser tratados con extrema dureza.

    En última instancia, no se puede impedir que la gente entre o salga. ¿Y por qué debería ser hecho? A lo largo de la historia mundial, ha habido grupos que han migrado. Pero la mejor manera de mantener la estabilidad, es con propiedad 100% privada, no con trucos políticos. Los políticos pueden ser corrompidos y sobornados. De hecho, por eso muchos se meten en política. Los anarcocapitalistas se basan en el mercado, no en políticos, burócratas y tropas de asalto, para mantener la estabilidad.

    International Man: El libertarismo y el anarcocapitalismo enfatizan la libertad individual y el intercambio voluntario, pero sus críticos argumentan que ofrecen poca orientación sobre responsabilidades éticas o morales más profundas, más allá del principio de no agresión.

    ¿Cómo ve estas filosofías al abordar cuestiones complejas de ética y moralidad en situaciones del mundo real?

    Doug Casey: Los anarcocapitalistas no pretenden abordar cuestiones de ética y moralidad. Esas cuestiones son decididas por la religión y por la filosofía. El libertarismo y el anarcocapitalismo se centran principalmente en cómo puede la sociedad protegerse mejor del uso de la fuerza y del fraude. En realidad, lo que importa es que las personas no inicien actos de violencia contra los demás.

    Recuerde, sólo hay dos reglas: hacer todo lo que dice que van a hacer, y no atentar contra otras personas ni contra sus propiedades. Con sólo dos leyes, no es necesaria una legislatura. Y el desconocimiento de la ley no es excusa.

    Más allá de eso, pueden creer o hacer lo que quieran. Lo cierto es que, por naturaleza, cada uno vuela unido. Las personas se agrupan en función de lo que les importa. Para algunos, es su raza. Para otros, su religión. Para otros, su forma de pensar. Nada de eso importa mientras no agredan a otras personas ni a otros grupos.

     

     

     

    Traducción: Ms. Lic. Cristian Vasylenko

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