Fallas del sistema de justicia y una solución viable

    0

    International Man: ¿Cuál es el papel del sistema de justicia en una sociedad, y qué debe hacer el estado al respecto?

    Doug Casey: En mi opinión, lo que realmente mantiene unida a una sociedad no son las leyes promulgadas por legisladores o dictadores, sino la presión social, el oprobio social y la aprobación moral. En general, la sociedad se autorregula bastante. Por eso la gente paga sus cuentas en restaurantes aunque no haya policía en la puerta. Los delincuentes son la excepción, no la regla. Aunque, cabe decirlo, tienden naturalmente hacia el gobierno.

    Cuando alguien comete un delito, es llevado a cabo un juicio para determinar el daño causado, quién debe ser indemnizado, etc. Los tribunales determinan estas cuestiones. Pero yo diría que el estado no es parte necesaria de nada de ésto. Al igual que los mercados, la sociedad tiende a autoregularse.

    Con un estado mínimo como “vigilante nocturno” ‒como el descrito por Ayn Rand‒, la función adecuada del gobierno es simplemente protegerle de la fuerza y ​​el fraude. Ésto implica un ejército que defienda a tu sociedad de la fuerza externa, una fuerza policial que defienda de la fuerza dentro de la sociedad, y un sistema judicial que permita la resolución de disputas sin recurrir a la fuerza.

    Podría vivir en una sociedad así; sería una gran mejora respecto de lo actual. Un sistema judicial adecuado, con árbitros o jueces y jurados, formaría parte de ello. Pero también argumentaría que los jurados y los tribunales deberían ser privatizados.

    International Man: ¿Cómo sería un sistema de justicia privatizado? ¿Tendría jurados?

    Doug Casey: Puede haber árbitros, jurados, o ambos. El jurado debería estar compuesto por pensadores independientes que no se dejen influenciar fácilmente por la retórica, ni se dejen presionar por el pensamiento colectivo. Hoy, sin embargo, son simplemente personas al azar que no son lo suficientemente inteligentes como para eludir el deber como jurado.

    En teoría, los jurados pueden contrarrestar el tremendo poder de los jueces. Hoy en día, los jueces son elegidos o designados. Si son elegidos, tienen que hacer campaña como cualquier otro político, y están sujetos a los mismos incentivos perversos que cualquier otro político. Si son designados, la situación puede ser aún peor. Los designados a menudo sólo buscan favores políticos. Si bien son supuestamente más independientes, son aún menos responsables en muchos sentidos.

    En teoría, un jurado es un buen contrapeso al poder del juez. Se necesita una forma de sopesar los hechos y decidir quién tiene razón. Pero la forma en que funcionan los jurados en Estados Unidos hoy en día dista mucho de ser óptima. Antes, un jurado podía anular fácilmente cualquier ley. El proceso se denominaba nulificación del jurado, y era una forma eficaz para que la gente común mantuviera a los legisladores bajo control. Sin embargo, hoy en día es letra muerta.

    Los jurados actuales constituyen una forma de servidumbre involuntaria. Alguien recibe la notificación para el servicio de jurado y está obligado a cumplir, lo quiera o no, o inventar a excusas que el estado se digne a aceptar.

    La mayoría de las personas productivas sienten que tienen prioridades más urgentes en sus vidas que ayudar a decidir casos judiciales que pueden durar meses. Por lo tanto, quienes terminan formando parte de jurados hoy en día, generalmente no tienen nada mejor que hacer, o para quienes los insignificantes honorarios que son pagados, representan una buena suma. Difícilmente son el tipo de persona que debería decidir asuntos importantes, quizás incluso de vida o muerte.

    Además, muchos juicios se centran en conceptos y formas de prueba altamente técnicos, que las personas arrestadas en las carreteras y caminos simplemente no están calificadas para interpretar.

    Peor aún, existe el proceso de selección del jurado llamado voir dire. La idea es dar a los abogados de ambas partes la oportunidad de excluir del jurado a algunas personas que puedan tener prejuicios contra su caso, garantizando así un jurado más imparcial.

    Pero en la práctica se trata de un proceso de interrogatorio mediante el cual los abogados intentan asegurarse de tener un jurado que crea todo lo que les digan. Ésto suele significar que cualquiera que muestre el más mínimo pensamiento independiente, o que prefiera la justicia antes que la aplicación de la ley, será excluido y nunca formará parte del jurado.

    El resultado es que la calidad de los jurados hoy en día está varios desvíos standard por debajo de lo que debería ser. Cualquier persona inteligente tiene opiniones, y en la era de internet, es fácil descubrir la opinión de casi cualquier persona. Independientemente de cómo se alineen sus opiniones, a una u otra parte no le van a gustar en ningún caso, por lo que no pasará el voir dire. Tanto la fiscalía como la defensa prefieren jurados maleables, con mentes fácilmente influenciables. Como resultado, el jurado típico no tiene opiniones más allá de las del clima, los deportes y American Idol. Quienes piensan en términos conceptuales, son descartados como alborotadores.

    Este proceso desbarata el concepto de “jurado de pares”. El tipo de persona que convence para servir como jurado, posiblemente no sea igual a nadie que lea ésto. Si me enfrentara a un juicio, preferiría ser juzgado por doce personas seleccionadas al azar de una guía telefónica, que por el tipo de personas que son seleccionadas para servir como jurado.

    Si vamos a tener jurados, deberían ser realmente jurados de pares: personas que puedan entender y comprender los hechos del caso. Pero estamos lejos de ser un sistema ideal. Es peor que arbitrario; dado que la mayoría de los empleados del sistema judicial trabajan para el estado, y que en tantos casos se trata del estado contra un individuo, existe un enorme sesgo inherente que se suma al problema de los jurados saturados de hoy en día.

    International Man: En su perspectiva, ¿cuál sería un sistema de justicia ideal?

    Doug Casey: Sería un sistema más equitativo, si jueces y jurados fuesen profesionales que compitieran entre sí basándose en su probada trayectoria de inteligencia, imparcialidad, rapidez y bajo costo. La víctima y el acusado acordarían mutuamente quiénes serían el juez, el jurado o los árbitros.

    Separar la justicia del estado ayudaría a eliminar la capacidad del estado para procesar delitos falsos e inventados, especialmente los delitos sin víctimas. Es necesario que exista una víctima real para presentar cargos, si el estado no puede ser parte en un caso. Ésto por sí solo eliminaría el desperdicio de recursos y las vidas destrozadas como resultado de las diversas guerras de Estados Unidos contra los delitos sin víctimas. Nadie podría ser procesado penalmente por tener preferencias sexuales poco ortodoxas, consumir drogas impopulares, beber alcohol los Domingos, o fumar en un establecimiento privado. Ni por evadir impuestos. Podría sorprender a los estadounidenses saber que la evasión fiscal es un asunto civil, no penal, en la mayoría de los países.

    La mayoría de las acciones legales se centran en cuestiones de responsabilidad extracontractual e incumplimiento de contrato. Es importante mantener las leyes sencillas y concisas, para que la ignorancia sea imposible. Idealmente, sólo dos grandes leyes:

    1. Haz todo lo que dices que vas a hacer.
    2. No agredir a otras personas ni a sus bienes.

    La cuestión es que la justicia se trata de reparar los agravios reales que se han cometido contra las personas y/o su patrimonio, no de aplicar leyes e imponer castigos arbitrarios. Hoy en día, la justicia significa hacer cumplir la voluntad de políticos y burócratas. Un sistema de justicia adecuado se centraría en resarcir a la víctima, no en castigar arbitrariamente al agresor.

    Con una justicia privatizada, alguien acusaría a otro, ambas partes elegirían un árbitro (profesional o no), y esos dos árbitros acordarían un tercero para garantizar que no hubiera empates. Analizarían todos los hechos, no sólo el subconjunto arbitrario de hechos permitidos por los precedentes legales y las maquinaciones del estado. Esa decisión no se centraría en castigar a nadie, sino en resarcir a la parte perjudicada.

    Los conceptos clave son justicia y restitución, no castigo. Si lo pensamos bien, rara vez el castigo tiene un propósito útil; solo da rienda suelta a emociones bajas y reactivas. Puede dar un “buen ejemplo” para disuadir a futuros malhechores, pero sin duda da un mal ejemplo a la sociedad en su conjunto al institucionalizar y justificar la crueldad.

    International Man: ¿Hay alguna esperanza para el actual sistema de justicia?

    Doug Casey: Todo el sistema está altamente politizado, lo que es natural en un sistema estatal. Desafortunadamente, a medida que el país recurre cada vez más al gobierno como solución, la única opción es elegir entre la llamada política de “derecha” y la de “izquierda”. Ésto hará que el sistema legal actual sea aún más disfuncional en todos los sentidos que se me ocurren.

    International Man: ¿Cuáles son las implicancias de ésto para los inversores y para las empresas?

    Doug Casey: Veo a gente condenada por la absurda aplicación de las leyes del mercado de valores, las leyes fiscales y otras. El único ámbito donde las cosas se están volviendo más racionales y libres, es el de las leyes sobre drogas. Incluso a los legisladores y juristas más ingenuos les resulta evidente que son tan estúpidas y destructivas como las que se oponían al alcohol durante la Prohibición.

    De hecho, casi todas las leyes administrativas de la infinidad de agencias de tres y cuatro letras ‒ATF, FTC, EPA, SEC, FDA, etc.‒ crean “delitos” falsos e incluso absurdos. Incluso si no le condenan, si le atacan, Ud. puede costar cientos de miles o incluso millones de dólares en honorarios legales, además de tiempo, pérdida de negocios y daño a la reputación. El sistema se ha vuelto rapaz y kafkiano. Y a medida que el estado acumula más poder con cada crisis, aumenta el riesgo de que sus agentes estatales se fijen en Ud., incluso para personas inocentes y honestas. La tendencia se está acelerando en una dirección negativa. Si la historia sirve de guía, las cosas empeorarán hasta llegar a una verdadera crisis. Son malas noticias para cualquiera con un mínimo de riqueza, especialmente si tiene opiniones políticas impopulares.

    Ésto tiene implicancias muy graves. No sólo para los empresarios y los inversores, sino para la sociedad misma. Ésta es una de las razones por las que soy tan pesimista respecto de las perspectivas del orden mundial actual: no sólo existen distorsiones que duran décadas en la economía y que deben ser eliminadas, sino que todo el sistema legal está podrido hasta la médula. Hay que desmantelarlo; alguien debe reiniciar el sistema y restaurar la justicia como su principio rector; y esa también es una distorsión que no se puede corregir fácilmente ni sin dolor.

    Desafortunadamente, parece que son las peores personas las que tienen el dedo en el botón del “Gran Reinicio”.

     

     

     

    Traducción: Ms. Lic. Cristian Vasylenko

    DEIXE UMA RESPOSTA

    Por favor digite seu comentário!
    Por favor, digite seu nome aqui