El verdadero golpe del 6 de Enero

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    En mi primera columna tras los sucesos del 6 de Enero de 2021, critiqué a quienes calificaron la protesta como “golpe de estado”, señalando que “algunos de los mismos políticos y burócratas que denunciaron la ridícula farsa en el Capitolio como si fuera el equivalente al 11-S, llevan décadas involucrados en la planificación y ejecución de verdaderos golpes de estado en el extranjero. En sus verdaderos golpes de estado, miles de civiles han muerto”.

    Los medios de comunicación de aquel entonces exageraron la violencia cometida por unos pocos en la protesta para avivar la indignación nacional y las demandas de “justicia”. Más de 1.500 estadounidenses fueron acusados ​​por el incidente, y casi 500 fueron encarcelados, incluyendo escandalosas penas de prisión por delitos relativamente menores, como entrar al Capitolio por puertas abiertas por la policía y filmar el evento.

    Si bien la mayoría de los demócratas y republicanos del Congreso denunciaron duramente a los “insurrectos” del 6 de Enero, algunos congresistas mostraron el escepticismo adecuado ante las narrativas gubernamentales comunmente aceptadas. El representante Thomas Massie, por ejemplo, fue incansable en su búsqueda de respuestas a una pregunta simple pero crucial: ¿Cuántos de los “insurrectos” eran en realidad agentes encubiertos del FBI y otros agentes del orden, y qué papel podrían haber desempeñado en la incitación a la violencia?

    Massie interrogó al entonces fiscal general Merrick Garland en varias ocasiones, pero Garland no cedió. Se negó a decir si había agentes federales encubiertos entre la multitud aunque, por supuesto, debía saberlo.

    La semana pasada supimos un poco más de la verdad. Con la publicación del informe “posterior a la acción” del FBI, perdido hace tiempo, ahora sabemos que más de 250 agentes encubiertos se encontraban entre la multitud. Según el informe, les fueron asignadas funciones, incluyendo el control de multitudes, para las que no eran aptos. Algunos agentes citados en el informe se quejaron de sesgos políticos en el FBI contra los conservadores. ¿Qué otras tareas podrían haber sido asignadas a un equipo encubierto del FBI “politizado”?

    Además de los agentes encubiertos, había más de dos docenas de informantes pagos entre la multitud del 6 de Enero. El representante Barry Loudermilk (republicano por Georgia), quien preside el subcomité que investiga el asunto, plantea una pregunta importante: “Con tantos informantes pagos entre la multitud, queremos saber cuántos había en la multitud, cuántos estaban en el edificio, pero también quiero saber si les pagaron para informar o para instigar”.

    ¿Les pagaron para informar o para instigar? Es una buena pregunta. Sabemos que el evento fue utilizado por la administración entrante de Biden para demonizar y perseguir a la oposición política. Es imposible saber cuántos estadounidenses hubieran querido usar la garantía de la Primera Enmienda[*] a la libertad de expresión para criticar a la administración Biden, pero fueron silenciados por miedo a la persecución, o algo peor. Es fácil concluir, al ver a tantos arrestados y condenados a largas condenas por “delitos” no violentos, que es mejor guardar silencio. En aquel entonces, Estados Unidos aún se encontraba bajo la tiranía del covid, cuando hablar “en contra de la ciencia” podía acarrear la cancelación de la carrera o algo peor. Esta era otra forma de silenciar a quienes no se sumaban al programa.

    Al final, el 6 de Enero de 2021 fue una especie de golpe de estado. Fue un golpe de stado contra la Primera Enmienda. La lección para todos nosotros es que si no ejercemos nuestras garantías de la Primera Enmienda de forma regular pero pacífica, las perderemos sin duda, independientemente de quién esté en el poder.

     

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    [*] Primera Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos; parte de la Carta de Derechos ratificada en 1791, esta enmienda asegura que el Congreso no puede crear leyes que establezcan una religión oficial, prohíban el libre ejercicio de una religión, coarten la libertad de expresión, o interfieran con el derecho del pueblo a reunirse pacíficamente y a presentar peticiones.

     

     

     

    Traducción: Ms. Lic. Cristian Vasylenko

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    Ron Paul
    é médico e ex-congressista republicano do Texas. Foi candidato à presidente dos Estados Unidos em 1988 pelo partido libertário e candidato à nomeação para as eleições presidenciais de 2008 e 2012 pelo partido republicano. É autor de diversos livros sobre a Escola Austríaca de economia e a filosofia política libertária como Mises e a Escola Austríaca: uma visão pessoal, Definindo a liberdade, O Fim do Fed – por que acabar com o Banco Central (2009), The Case for Gold (1982), The Revolution: A Manifesto (2008), Pillars of Prosperity (2008) e A Foreign Policy of Freedom (2007). O doutor Paul foi um dos fundadores do Ludwig von Mises Institute, em 1982, e no ano de 2013 fundou o Ron Paul Institute for Peace and Prosperity e o The Ron Paul Channel.

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