Mareas irreversibles: genocidio de Gaza y aislamiento de Israel

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    Inevitablemente Israel desplegará inmensos recursos y enormes sumas de dinero para recuperar el apoyo que ha perdido, sobre todo en las sociedades occidentales. Nuestro imperativo moral es claro: debemos asegurarnos de que este intento de blanquear la historia jamás tenga éxito.

    La creciente antipatía global hacia Israel, cada vez más visible en ámbitos culturales como conciertos, cines y eventos deportivos, subraya un profundo cambio internacional. Esta tendencia plantea preguntas cruciales: ¿Cuánto ha dañado irreparablemente la imagen de Israel el genocidio de Gaza? ¿Qué implicaciones tiene que Israel se haya convertido en el estado más repudiado internacionalmente? ¿Cómo se refleja este profundo aislamiento en la sociedad israelí, y qué revela el hecho de que el genocidio continúe incluso cuando la posición internacional de Israel se desploma tan drásticamente?

    El colapso de la imagen internacional de Israel

    La realidad del creciente aislamiento de Israel quedó quizás mejor resumida en una advertencia del presidente estadounidense Donald Trump al primer ministro israelí Benjamin Netanyahu: “Israel no puede luchar contra el mundo”. La declaración se refiere al aumento sin precedentes del sentimiento antiisraelí a nivel mundial. Este cambio está generando consecuencias concretas: sanciones por parte de países como España, procesos judiciales en tribunales internacionales, llamamientos generalizados a boicots, y la organización de flotillas por la libertad. Estos acontecimientos globales constituyen ahora una seria preocupación estratégica en Washington y en Tel Aviv.

    Es muy probable que los historiadores del futuro marquen este momento como un punto de inflexión en la percepción global de la ocupación israelí. La disidencia, antes marginada y tildada como “radical”, se ha generalizado, sobre todo dentro del Partido Demócrata en Estados Unidos. Las encuestas demuestran un cambio masivo, con la mayoría de los demócratas oponiéndose a la política israelí. Por ejemplo, una encuesta de Gallup reveló que 59% de los votantes demócratas simpatiza más con los palestinos, frente a sólo 21% con los israelíes.

    El genocidio de Gaza no solo provocó disidencia: la oposición abierta a Israel se ha generalizado rápidamente y ha trascendido las líneas partidistas tradicionales. Ésto resulta alarmante para quienes buscan mantener la ilusión de la impunidad israelí. Incluso entre sus bases tradicionales, como el Partido Republicano, se observa una erosión significativa. Una encuesta de la Universidad de Maryland reveló que sólo 24% de los votantes republicanos de entre 18 y 34 años simpatiza más con los israelíes que con los palestinos.

    Esta confrontación global significa, en última instancia, que el mundo ha percibido plenamente a Israel por lo que realmente es y siempre ha sido, ya que el exterminio metódico de los palestinos dejó al descubierto su ideología sionista inherentemente violenta.

    La reflexión en la sociedad israelí

    Netanyahu, quien ha tratado la guerra genocida como una búsqueda personal para recuperar popularidad interna, vive bajo la ilusión de que la opinión mundial está cambiando milagrosamente a su favor. Esta creencia está alejada de la realidad, ya que un segmento significativo de su propia población lo despreciaba incluso antes de que comenzara la guerra. Pocas personas en el mundo lo apoyan actualmente.

    La guerra de propaganda librada por el aparato mediático proisraelí para ocultar el genocidio, que consistió en culpar sistemáticamente a los palestinos, finalmente fracasó. La gente común, amplificada por las redes sociales, derrotó a la maquinaria propagandística dominante que había servido como principal defensa de Israel durante décadas. Además, la erosión del apoyo es tan aguda, que Israel incluso intentó manipular las redes sociales pagando sumas considerables a personas influyentes para que difundieran sus falsedades.

    Esta nueva realidad representa la postura final de la “hasbara” (propaganda israelí para defender en el extranjero el punto de vista y las políticas de Israel). Ninguna cantidad de dinero ni campaña sofisticada puede lograr pulir la imagen de un estado que ha perpetrado tan abiertamente uno de los genocidios mejor documentados de la historia.

    La poderosa e imponente autoridad moral de la narrativa palestina, otrora marginada, ha cobrado fuerza, mientras que la inquebrantable dignidad y resiliencia del pueblo palestino han cosechado una simpatía y un apoyo global sin precedentes.

    Previniendo el blanqueamiento de la narrativa

    La cruda realidad es que, ya sea que sea reanudado el genocidio abierto en Gaza, o que los palestinos sean borrados lentamente bajo un asfixiante sistema de bloqueo y apartheid, el mundo no debe permitir que Israel y su vasta red de partidarios rehabiliten la imagen del país ante la comunidad internacional.

    Inevitablemente Israel desplegará inmensos recursos y enormes sumas de dinero para recuperar el apoyo que ha perdido, particularmente en las sociedades occidentales. El proyecto sionista lanzará un ataque multifacético contra su aislamiento, empleando una serie de estrategias destructivas: agresivas campañas de difamación, intimidación calculada, acciones legales estratégicas, e inversión sin precedentes en redes sociales. Comprenden que el poder de los medios tradicionales para controlar el discurso sobre la ocupación, la violencia y las tendencias coloniales, se ha roto. La batalla por la percepción se traslada ahora a todas las plataformas digitales.

    Nuestro imperativo moral es claro: debemos impedir que este intento de blanquear la historia tenga éxito. Este compromiso se lo debemos a Gaza y a todas las víctimas de Israel. Con casi un cuarto de millón de palestinos muertos o heridos durante un genocidio de dos años –una cifra catastrófica y en aumento– la comunidad internacional debe garantizar que los responsables rindan cuentas.

    Permitir que Israel recupere su imagen equivale a darle la cobertura política necesaria para perpetrar un futuro genocidio. Ésto no puede ser una opción. Debemos utilizar todos los recursos a nuestro alcance para evitarlo. La mancha de este genocidio debe permanecer imborrable.

     

     

     

    Traducción: Ms. Lic. Cristian Vasylenko

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