Los multimillonarios, no los socialistas, son la mayor amenaza para el libre mercado

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    El mayor estudio económico y político sobre el fascismo, publicado por el periodista liberal clásico John T. Flynn en plena Segunda Guerra Mundial, es quizás el resumen más completo y conciso del sistema económico estadounidense actual. La tesis de As We Go Marching (1944) afirma en parte:

    “El fascismo … es una forma de organización social … (1) En la que el gobierno no reconoce ninguna restricción a sus poderes: totalitarismo. (2) En la que este gobierno sin restricciones es dirigido por un dictador: principio de liderazgo. (3) En la que el gobierno está organizado para operar el sistema capitalista y permitir su funcionamiento: bajo una inmensa burocracia”.

    En esencia, el fascismo económico es una forma de capitalismo, no de socialismo. Siempre ha sido así, aunque muchos de los principales promotores del libre mercado hoy desearían que no lo fuera. Pero el fascismo tiene ciudadanía innata en el capitalismo, en la propiedad privada, y no en el socialismo de propiedad estatal. El ADN de la propiedad privada del fascismo es innegable. Hay muchas palabras para describir el estatismo en general, así como para describir nuestro sistema capitalista, corrompido por multimillonarios parásitos. Estas incluyen clientelismo, fascismo, corporativismo, plutocracia y cleptocracia (esta última, sin duda, puede ser aplicada tanto al socialismo como al capitalismo). No tenemos por qué introducir el socialismo a la fuerza. Todos los teóricos socialistas originales lo definieron como la propiedad gubernamental de los medios de producción (al igual que todos los diccionarios antiguos), no como el control regulatorio a través del mecanismo capitalista.

    Y es en el fascismo económico donde se producen prácticamente todas las distorsiones del mercado en la economía estadounidense actual. El socialismo, por otro lado, no representa una amenaza presente ni seria para la economía estadounidense. Y no es debido a que el socialismo sea generalmente impopular, ni a que tenga un largo y documentado historial de devastación económica a nivel mundial ‒aunque ésto también es cierto‒, sino a que el lobby multimillonario que controla ambos partidos de gobierno quiere garantizar sus ganancias mediante subsidios clientelistas, contratos gubernamentales, y regulaciones restrictivas. No abordar correctamente un problema casi invariablemente conduce a soluciones erróneas, y etiquetar el capitalismo fascista y clientelista como una subvariante del socialismo, ya ha impedido que la gente busque una solución a los problemas económicos actuales de Estados Unidos.

    Toda la narrativa de propaganda capitalista ‒al menos entre las fundaciones del distrito de Washington‒ está orientada a una falsa batalla política contra el socialismo ‒amenaza fantasma‒, y ​​es dedicada muy poca energía a combatir la amenaza capitalista ‒muy real‒ del fascismo.

    Siempre que es propuesto un subsidio o una rebaja fiscal para una empresa o sector con conexiones políticas, la respuesta predecible de Reason, el Cato Institute, el American Enterprise Institute y la Heritage Foundation es siempre, en esencia: “Si baja los impuestos, estoy a favor”. Este complejo ideológico financiado por multimillonarios favorece las rebajas fiscales, incluso si sólo bajan los impuestos a una empresa con favores políticos, y no hacen nada para reducir el gasto público (lo que implica que los impuestos, la deuda o la inflación de todos los demás, deben subir). Por eso Estados Unidos y Occidente se encuentran en la situación actual, en la que los multimillonarios siempre tienen la ruleta financiera magnetizada a su favor.

    Y la reacción de los libertarios y conservadores ingenuos que siguen este complejo ideológico es: “Ninguno de tus problemas se debe a que otro sea multimillonario”. Claro que, si Elon Musk recibe U$S 36.000 millones de los impuestos en subsidios directos y contratos (cosa que ya ha hecho, sin incluir las exenciones fiscales), eso significa que el hogar estadounidense promedio es directamente más de U$S 2.300 dólares sólo por causa de Musk. Para muchas familias, perder U$S 2.300 puede, de hecho, crear un problema real donde antes no existía.

    Los libertarios de Washington luchan contra el enemigo socialista fantasma, y prácticamente no hacen nada contra el enemigo más poderoso de Estados Unidos: los multimillonarios atados a los subsidios gubernamentales.

    Como siempre, la izquierda también se equivoca. El problema de la economía no es que los multimillonarios paguen muy pocos impuestos, ni que deban pagar más. El problema es que los multimillonarios pagan demasiados impuestos. Si observamos a todos los multimillonarios más ricos de Estados Unidos, descubriremos que todos ellos se alimentan de la teta pública. Sería difícil nombrar a un multimillonario en Estados Unidos hoy en día que no cobrara cheques del gobierno por al menos sumas que ascienden a un promedio de decenas de millones de dólares al año. Y si cree que puede nombrar a uno así de repente, posiblemente se equivoque.

    Entre los estadounidenses más ricos se encuentran Elon Musk de Tesla, Larry Ellison de Oracle, Mark Zuckerberg de Facebook, Jeff Bezos de Amazon, y Larry Page/Sergey Brin de Google. Todos ellos tienen contratos anuales de nueve o diez dígitos con el gobierno federal, y a menudo también con gobiernos estatales y locales. Y todos, excepto Tesla, están estrechamente vinculados vía contratos con agencias de inteligencia estadounidenses (sin duda, SpaceX de Musk ayuda a las agencias de espionaje con satélites).

    No es que una empresa no pueda operar utilizando únicamente el sector de libre empresa en la economía estadounidense actual; es que los límites de crecimiento de esas empresas están controlados por maquinaciones gubernamentales antimercado. Cuando el gobierno, en todos sus niveles, gasta más de 37% del PBI, es difícil no ser grande y no estar a merced del gobierno. Las ganancias de esas grandes empresas capitalistas suelen estar garantizadas por el estado a través de grupos de presión, contratos, subsidios legislativos y regulaciones del poder ejecutivo del Estado Profundo. Los incentivos monetarios y regulatorios invariablemente distorsionan las fuerzas naturales del mercado, a favor de los plutócratas que dirigen el gobierno estadounidense.

    Los multimillonarios son la principal causa de la ineficiencia económica de Estados Unidos y de los principales ataques a la libre empresa en la actualidad, no el socialismo. Recordemos que la reforma sanitaria bajo Barack Obama se transformó de la prometida “opción pública” socialista durante la campaña de 2008, a los intercambios de atención médica “privados” cartelizados, con cientos de miles de millones en subsidios federales anuales que siguen garantizando las ganancias de las aseguradoras. Ésto sucedió porque los multimillonarios controlan ambos partidos en el Congreso y pueden anular al presidente, a los tribunales y al electorado.

    Obama tuvo un mandato electoral popular para una pequeña porción de socialismo en 2008, y aun así no logró promulgarlo. Tal es el poder del lobby fascista/plutocrático en Washington, y el resultado es que Estados Unidos gasta aproximadamente el doble que los países con medicina socialista, con resultados de salud significativamente peores. El actual sistema de salud privado, cartelizado, es posiblemente menos eficiente que los sistemas abiertamente socialistas de Europa y otras economías desarrolladas. Así pues, si bien es positivo que el socialismo de “opción pública” fracasara con el Obamacare, el libre mercado se distorsionó aún más con el Obamacare “privado” que lo que habría sido si hubiera sido implementada la opción pública (o incluso la socialización plena). Los estadounidenses pagan más por la medicina “capitalista”, que los europeos por la medicina socialista, y ni siquiera viven tanto como los europeos con esa costosa atención médica.

    Si el socialismo es tan malo e ineficiente ‒y lo es‒, ¿cuán grave debe ser la corrupción que subsiste actualmente en el sistema de salud estadounidense para que sea menos eficiente que un plan socialista? Ésto no es una crítica a la libre empresa, la que no tiene nada que ver con el sistema de salud estadounidense. Pero es una dura crítica y una prueba de que el capitalismo clientelar puede ser incluso más devastador económicamente que el socialismo.

    Y el Obamacare es sólo un ejemplo entre muchos. La “Operación Velocidad Máxima” durante el covid consistió en transferir a toda velocidad fondos gubernamentales a universidades y compañías farmacéuticas, garantizando sus ganancias privadas con cientos de miles de millones de dólares provenientes de los contribuyentes y utilizando métodos totalitarios para obligar a nuevos consumidores a consumir sus productos. Además, fue efectuado el rescate financiero de 2008, los subsidios estatales a los fabricantes de armas y a los servicios de vigilancia para las guerras eternas, los subsidios a la inflación y a las tasas de interés para los sectores financiero e inmobiliario, y así sucesivamente. Cada uno de estos subsidios (excepto el rescate de 2008) mencionados anteriormente, distorsiona por separado al libre mercado en más de un billón de dólares anuales de forma continua, más que lo que la opción pública del Obamacare jamás podría haber distorsionado. Y todos ellos favorecen explícitamente a los multimillonarios. Nota: Un billón de dólares equivale a más de U$S 6.500 por hogar estadounidense. Sin embargo, el meme “Ninguno de tus problemas se debe a que alguien más es multimillonario” persiste, generado por los multimillonarios y difundido por personas crédulas que no han analizado a fondo las fuerzas clientelares antimercado de nuestro sistema económico actual.

    El complejo ideológico en Washington, financiado por los multimillonarios, pretende hacernos temer al socialismo en lugar del fascismo clientelar, como si la estatal Amtrak y el alcalde electo de New York, Zohran Mamdami, estableciendo un puñado de supermercados municipales y haciendo gratuitas las tarifas del metro, pudieran amenazar la libertad estadounidense.

    ¿Cómo podría el pequeño y patético socialismo de Mamdami (si es que llega a ser implementado en una ciudad controlada por Wall Street) amenazar el bienestar económico del estadounidense promedio? No puede. Amtrak tampoco.

    Los multimillonarios desean desesperadamente mantener el paradigma actual de tesis/antítesis del capitalismo/socialismo, siendo la síntesis de compromiso la actual cleptocracia corporativista, posiblemente la más acertada denominación de “fascismo económico”. Ésta impide que el dinero de los contribuyentes fluya a sus arcas. Mantiene sus ganancias privatizadas, y les garantiza contra pérdidas, siempre y cuando controlen los resortes del poder gubernamental.

    Como resultado, tenemos todo lo que aparece en los medios cautivos de comunicación, mezclado en esta falsa dialéctica de socialismo vs. capitalismo, incluyendo incluso inventos absurdos como el “marxismo cultural”. El marxismo cultural es un invento y una farsa, y no tiene nada que ver ni con Karl Marx ni con los marxistas del pasado ni del presente, a pesar de la máxima de Marx en el Manifiesto Comunista de acabar con la familia tradicional y con su ateísmo. La izquierda política _”woke”_ es posiblemente una operación multimillonaria diseñada para mantener a la izquierda centrada en cuestiones sociales absurdas, como los pronombres, en lugar de la continua explotación financiera multimillonaria de las clases trabajadoras.

    Por eso detesto la narrativa de que “Todo lo que no nos gusta es socialismo”. El socialismo es sólo una de las muchas cosas que a los libertarios nos desagradan. Culpar al socialismo de todo lo malo que hace el gobierno, es como decir que todo lo malo que hace un individuo es asesinato; por ejemplo, “el hurto es asesinato”, “la borrachera es asesinato”, “tirar basura es asesinato”. Es absurdo e incluso confunde la definición de asesinato, quizás incluso haciéndolo más defendible verbalmente ante un público irreflexivo.

    Irónicamente, confunde el término “socialismo” que le daría su única oportunidad de resurgir. La gente está desesperada económicamente, especialmente los jóvenes, y sin una alternativa clara a la plutocracia fascista actual. Podrían recurrir a esa vaga alternativa del “socialismo” para evitar la desesperación económica actual. Los libertarios deberían tomar la realidad económica actual como un permiso para odiar a los multimillonarios, ya que el riesgo político del socialismo es nulo, y las ventajas de minimizar la cleptocracia de los plutócratas son prácticamente ilimitadas. En cambio, deberían centrar sus esfuerzos en oponerse a la verdadera amenaza para el libre mercado: los multimillonarios y el fascismo económico. Si hacen eso, e ignoran el falso paradigma capitalista/socialista, podrían descubrir que su mensaje cala hondo en la mente de la clase trabajadora estadounidense, que también es el electorado estadounidense.

    En definitiva, odiar a los multimillonarios que reciben sobornos del gobierno, logrará mucho más que oponerse a la amenaza socialista fantasma.

     

     

     

    Traducción: Ms. Lic. Cristian Vasylenko

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    é o William Norman Grigg Fellow do Libertarian Institute, economista e escritor freelancer publicado por mais de 20 periódicos e sites, incluindo o Ron Paul Institute, a Future of Freedom Foundation, a Foundation for Economic Education, The New American, LewRockwell.com e o Libertarian Institute. Ele escreveu três livros, "A Rogue's Sedition: Essays Against Onipotente Government", e dois livros de recursos acadêmicos para professores de história do ensino médio. Tom possui mestrado em economia aplicada e certificação em cientista de dados pelo Boston College (2021) e é tesoureiro do Partido Libertário de Massachusetts. Ele mora em Taunton, Massachusetts, com sua esposa Cathy e família.

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