Cómo el banco central socava la prosperidad

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    Nada bueno puede salir de la Reserva Federal. Es el mayor fiscalista de todos. Diluir el valor del dólar al aumentar su oferta, es un impuesto cruel y siniestro, para los pobres y la clase media.

    Ron Paul, Liquiden la Fed

    La expresión “producción indirecta” no suele ser asociado con la eficiencia, a menos que se sea economista. Sin embargo, aplicados a la producción, los métodos indirectos son la clave de la prosperidad.

    Eugen von Böhm-Bawerk, el gran economista austriaco de finales del siglo XIX y principios del XX, ofreció ejemplos que ilustran cómo funciona esta idea. Imaginemos a un agricultor cuya fuente de agua potable está a cierta distancia de su casa. Siempre que tiene sed, puede ir al manantial y beber de sus manos ahuecadas: una satisfacción agradable y directa de sus necesidades. Si “eficiente” significa actuar directamente para producir un efecto, entonces podría parecer que el agricultor se ha comportado de la manera más eficiente. Sin embargo, necesitará saciar su sed varias veces al día, además de que tiene otros usos para el agua.

    ¿Qué tan eficientes son ahora sus medios directos?

    Así pues, el agricultor cuestiona su metodología, y decide fabricar un balde con un tronco. Con un balde lo suficientemente grande, podría llevar el suministro de agua de un día a su casa. “La ventaja es obvia”, escribe Böhm-Bawerk, “pero requiere un camino indirecto de considerable longitud”. Primero, el agricultor debe talar un árbol. Pero antes de poder hacerlo, debe adquirir un hacha, y así sucesivamente.

    Supongamos que este pobre agricultor es miope y necesita anteojos. ¿Puede satisfacer esta necesidad directamente? Aparentemente no. Necesita lentes y una montura, pero la naturaleza sólo le ofrece minerales que requieren de una gran transformación para que cumplan su propósito. Es altamente probable que dicha transformación supere con creces sus capacidades.

    Estos medios indirectos de producción plantean algunas preguntas:

    El agricultor dedica su tiempo a construir cosas como baldes, no a recolectar alimentos. ¿Cómo va a comer?

    El agricultor podría construir un balde defectuoso, dejándolo inservible. ¿Vale la pena el riesgo de invertir tiempo en intentar construir uno?

    Antes de que un agricultor pueda fabricar un balde, debe saber qué es. ¿De dónde obtiene este conocimiento?

    Así, llegamos a una profunda verdad: los métodos indirectos de producción son altamente beneficiosos pero, como mínimo, requieren tiempo, riesgo, recursos e ingenio.

    A estos métodos indirectos de producción, los economistas los llaman “producción capitalista”. Son llamados “capitalistas”, porque los productos intermedios utilizados en la creación de lo que consumimos, son llamados “bienes de capital”.

    Sin embargo, el tiempo dedicado a la construcción de bienes de capital, es tiempo que no es dedicado a la adquisición de bienes de consumo, necesarios para el sustento. ¿Cómo financiamos este desvío? Con ahorros, ya sean nuestros o ajenos. Ludwig von Mises escribe: “El ahorro y la consiguiente acumulación de bienes de capital […] son ​​la base de la civilización humana”.

    Aquí recordamos una gran falsedad, estampada sobre la entrada del edificio del Servicio de Impuestos Internos (IRS) en Washington, DC, atribuida a Oliver Wendell Holmes: “Los impuestos son lo que pagamos por una sociedad civilizada”. Para creer esta FALSEDAD, deberíamos creer que la civilización NO es promovida por el ahorro y los bienes de capital [inversión], sino por el ROBO.

    El banco central provoca mala asignación del capital

    Los emprendedores necesitan estimar el éxito probable de sus proyectos. Para ello, se basan en el cálculo económico y el sistema de precios del mercado. Usted y yo determinamos los precios mediante nuestras ofertas de compra y venta en el intercambio voluntario diario. Por lo tanto, los precios fluctúan constantemente. A diferencia de la élite gobernante de una economía planificada, o de los participantes en un mundo de trueque, en una economía de mercado los consumidores son quienes emiten a los emprendedores un informe de ganancias y pérdidas sobre la precisión de sus cálculos.

    Incluso con la mejor información sobre precios, los empresarios saben que sus pronósticos pueden ser erróneos. Según Israel Kirzner, von Mises encontró dos defectos en los precios: su incapacidad para “captar la importancia de los costos y beneficios no pecuniarios, y los problemas de medición derivados de las fluctuaciones en el valor del dinero”.

    En la economía regulada actual, el valor del dinero es establecido por el banco central. El supuesto propósito de la banca central es proporcionar “estabilidad macroeconómica” controlando la inflación. En cambio, ayuda a financiar los deficits mediante la compra de valores gubernamentales. También actúa como un cartel respaldado por el estado para los bancos comerciales privados del país, protegiéndolos de las corridas bancarias en su papel de “prestamista de última instancia”, nombre inapropiado si los hay, ya que los tenedores de dólares son en realidad los prestamistas involuntarios de última instancia.

    Lejos de controlar el alza de los precios, el banco central actúa como motor impulsor del aumento de aquéllos mediante la inflación [expansión de la oferta monetaria]. El banco central emite una moneda fiduciaria respaldada únicamente por leyes de curso legal, eufemismo para referirse a las armas del gobierno. Aumentar esta oferta monetaria sólo impulsará los precios al alza con el tiempo. El banco central actúa como si este hecho fundamental pudiera ser ignorado.

    Es sabido que subir los impuestos incita a la revolución. Sin embargo, cabe destacar que la práctica legalizada de la banca central de falsificación de la moneda es mucho más segura, porque su robo es menos visible. En lugar de tener menos dólares como resultado de mayores impuestos, los consumidores tienen dólares más débiles como resultado de la falsificación. Sus bolsillos han sido vaciados bajo la forma de precios más altos.

    ¿Qué efecto tienen sobre la economía las prácticas de falsificación del banco central, específicamente en el motor de la prosperidad ‒el capital empresarial? Como explica Murray N. Rothbard en Por una Nueva Libertad: El Manifiesto Libertario, antes de finales del siglo XVIII no existían ciclos económicos de auge y caída. Normalmente los negocios funcionaban sin problemas, hasta que se veían afectados por alguna causa identificable, como guerra o sequía.

    Ciclos económicos

    Para el siglo XIX, existían dos explicaciones para el ciclo económico: una culpaba a la industria, y la otra a las prácticas de los banqueros comerciales (véase el detallado análisis que Rothbard efectúa de esta controversia en su obra Una perspectiva austriaca sobre la historia del pensamiento económico). Dado que el pueblo había cedido el control monetario al estado, culpar a los bancos equivalía esencialmente a culpar al gobierno.

    El economista inglés David Ricardo y sus seguidores teorizaron que la crisis no era inherente a una economía de mercado, sino consecuencia necesaria del auge inflacionario previo que el gobierno creó al interferir en el sistema monetario.

    Sin embargo, la teoría de Ricardo dejó al menos dos hechos sin explicar: (1) la economía en su conjunto se vio afectada, lo que implicó una falla generalizada en las previsiones entre los empresarios, y (2) tanto los auges como las crisis fueron y han sido mucho más graves en las industrias de bienes de capital.

    Von Mises complementó el análisis de Ricardo señalando que el crédito barato no sólo eleva los precios, sino que también envía señales engañosas a las empresas. Hemos visto que el ahorro es condición necesaria para producir bienes de capital. Cuando las personas muestran preferencia por ahorrar, los tipos de interés de los préstamos tienden a ser más bajos. En un mercado libre de obstáculos, el tipo de interés se convierte en una señal fiable para los empresarios de que existe ahorro real disponible para invertir en bienes de capital.

    Cuando el gobierno fuerza artificialmente la bajada del tipo de interés, incrementando el dinero y el crédito bancarios, se produce la misma reacción del mercado, pero con resultados radicalmente diferentes. Los empresarios piden préstamos para invertir en bienes de capital, creyendo que la economía está orientada al ahorro. Pero en realidad, no están ahorrando más; están gastando su dinero en bienes de consumo; la inflación desincentiva el ahorro. Por lo tanto, el endeudamiento empresarial no se ajusta a las preferencias de los consumidores; las empresas tienden entonces a sobreinvertir en bienes de capital, y a subinvertir en bienes de consumo.

    Conclusión

    Por sí sola, la economía funcionaría bien. El problema radica en la intromisión del gobierno a través del banco central. La recuperación total podría lograrse cuando las empresas comiencen a solicitar préstamos de capital, pero la recuperación permanente sólo llegará cuando el control monetario sea establecido en el mercado y sea disuelto el banco central.

     

     

     

    Traducción: Ms. Lic. Cristian Vasylenko

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