En septiembre de 2024, el presidente de Argentina, Javier Milei, se dirigió a la Asamblea General de las Naciones Unidas en New York. Si bien muchos elogiaron el discurso como un gran evento libertario contra el statu quo estatista, la verdad es que Milei sigue demostrando que sólo es un lobo con piel de cordero.
Fiel a su estilo contradictorio, Milei comenzó el discurso recordando a la audiencia que él «no es» un político, que «nunca tuvo la ambición de hacer política». Pero esto ya no tiene sentido. Milei había sido diputado durante dos años y, a menos que lo hubieran obligado por la fuerza, voluntariamente ingresó en la política y se convirtió en candidato a la presidencia. Como sea, Milei se convirtió en político.
Naciones Unidas
Milei aprovechó la oportunidad para alertar a las naciones del mundo sobre el peligro de que la ONU no cumpla con «su misión original», y advirtió que la ONU sigue promoviendo políticas colectivistas. Tras ofrecer a la ONU un reconocimiento a su fundación, objetivo principal y principios fundamentales, Milei enfatizó que bajo la tutela de la ONU en los últimos 70 años, aunque el flagelo de la guerra no ha desaparecido, «la humanidad vivió el período más largo de paz global de la historia, que coincidió también con el período de mayor crecimiento económico». Y «no se logró ninguna escalada de conflictos a proporciones globales», dijo Milei, «bajo el manto de un orden que permitió a todo el mundo integrarse comercialmente, competir y prosperar».
Aquí podemos recordarle a Milei que el mundo se ha integrado comercialmente, competido y prosperado a pesar del manto del orden mundial estatista que la ONU —como organización que debe su existencia a la de todos los estados-nación— aspira a mantener por siempre. Y cabe señalar que el crecimiento económico del que habla, no tiene nada que ver con la tutela de la ONU, sino con el libre mercado y el capitalismo; pese a que el gasto público y los impuestos han aumentado significativamente a nivel mundial en los últimos 70 años.
En cualquier caso, según Milei, la ONU dejó de defender sus principios: una organización destinada a «proteger el Reino del Hombre, se transformó en un Leviathan de múltiples tentáculos», que busca decidir «qué debe hacer cada estado-nación», y «cómo deben vivir todos los ciudadanos del mundo». De una organización «que perseguía la paz», pasó a ser una «que impone una agenda ideológica a sus miembros sobre una miríada de temas». Para Milei, el modelo antaño «exitoso» de la ONU —fundado «en la cooperación de los estados-nación»— se remonta a las ideas de Woodrow Wilson, quien habló de la «sociedad de la paz sin victoria», un modelo que ha sido reemplazado por uno «de gobierno supranacional de burócratas internacionales, que buscan imponer una determinada forma de vida a los ciudadanos del mundo». Posteriormente, Milei señaló la profundización de un modelo que exige definir un nuevo contrato social a escala global, redoblando los compromisos de la Agenda 2030, que
… no es más que un programa de gobierno supranacional, de corte socialista, que pretende resolver los problemas … con soluciones que atentan contra la soberanía de los estados-nación y violan el derecho a la vida, la libertad y la propiedad de los pueblos … que pretende resolver la pobreza, la desigualdad y la discriminación con una legislación que sólo las profundiza.
Milei también criticó el nuevo Pacto para el Futuro de la ONU, y sostuvo que la larga lista de errores y contradicciones de la ONU ha resultado en la pérdida de su credibilidad «ante los ciudadanos del mundo libre y la desnaturalización de sus funciones». Y si bien Milei pretende darle a la ONU una estatura cercana a un gobierno mundial, lo cierto es que la ONU no tiene más poder que cualquier Estado-nación sobre sus propios ciudadanos, por más que estos se disculpen con cualquier promoción ideológica que emane de la ONU. Por supuesto, hay grupos de interés preocupados por causas ideológicas que pueden sobornar a los burócratas de la ONU como caldo de cultivo para promover políticas que favorezcan intereses especiales, pero esto no le da a la ONU poder como tal para imponer nada a los ciudadanos del mundo.
De hecho, incluso la entonces canciller de Argentina, Diana Mondino, desmitificó el discurso de Milei. Dos días después, Mondino aclaró que estas agendas –la Agenda 2030 o el nuevo pacto– son de aplicación voluntaria, y dijo que Argentina adherirá «total o parcialmente» a algunas de las cosas incluidas en estas agendas. Mondino afirmó que Argentina nunca se ha desvinculado del tipo de políticas o acuerdos relacionados con estas agendas, pero enfatizó que Argentina no aceptará la totalidad de lo que otros le digan que tiene que hacer. En este sentido, respecto del control de los medios digitales, Mondino aseguró que permitirán que se limiten cuestiones que no consideren éticas.
En octubre de 2024, la subsecretaria de Medio Ambiente, Ana Lamas, afirmó que la administración de Milei persigue «una firme integración de la biodiversidad en las políticas públicas». Lamas destacó el potencial de Argentina «para contribuir al mundo con minerales y recursos críticos».
«Las energías renovables son necesarias para la transición energética», y dejó en claro que no hay un mandato del ejecutivo para salirse de los acuerdos internacionales. Y de hecho, se mantienen en el Acuerdo de París y comprometidos con las metas ambientales, y el Plan Nacional de Adaptación y Mitigación del Cambio Climático sistematiza la política climática de Argentina y contiene el conjunto de medidas e instrumentos a implementar hasta 2030.
Aun así, Milei indicó que fue la adopción de la Agenda 2030 la que puso a la ONU en el mal camino, y denunció a la ONU como uno de los principales promotores de la violación sistemática de la libertad en los confinamientos de 2020, que consideró como «un crimen contra la humanidad». Sin duda, la ONU fue un gran impulsor de los confinamientos, pero también se manifestó en contra de los pasaportes covid en un momento en que muchos Estados los imponían. Pero si en su discurso Milei realmente quería rebelarse contra el statu quo estatista y el establishment internacional, debería haberse centrado mucho más en los principales beneficiarios y culpables de este horrendo avance contra la libertad; es decir, en el espurio negocio de las vacunas que se lleva a cabo entre las compañías farmacéuticas y los estados. ¿Y qué decir de la olvidada lucha libertaria por abolir todos los programas de vacunación obligatoria? Éstos están presentes también en Argentina, y Milei nunca ha luchado contra esta atrocidad.
Argentina
Para Milei, los principios que ordenan el proceso de cambio en Argentina son también los que guiarán la conducta internacional de Argentina. Milei afirmó su creencia en el gobierno limitado, y alegó que todos los pueblos deben vivir libres de tiranía y opresión; como declara Milei, ésto debe ser apoyado diplomática, económica y materialmente, “a través de la fuerza conjunta de todos los países» que defienden la libertad.
Quienes conocen al neoconservador Milei, ya saben que la fuerza conjunta para “defender la libertad» significa permitir que Estados Unidos y la OTAN emprendan guerras injustificadas en todo el mundo, y que el estado de Israel defienda los valores occidentales matando a miles de civiles inocentes en Medio Oriente.
En opinión de Milei, la doctrina de la nueva Argentina es la «verdadera esencia» de la ONU: «la cooperación de las Naciones Unidas en defensa de la libertad». Milei expresó el disenso de Argentina sobre el Pacto por el Futuro, e invitó a las naciones del «mundo libre» a sumarse al disenso y a la creación de una nueva agenda para la ONU: «la agenda de la libertad». Y luego Milei afirmó:
… la República Argentina abandonará la posición de neutralidad histórica que nos caracterizó, y estará a la vanguardia de la lucha en defensa de la libertad.
Argentina ya había abandonado la neutralidad bajo la administración de Milei antes de este discurso. Sin embargo, contrariamente a esta postura, Murray Newton Rothbard —el intelectual más citado por Milei durante todos estos años— escribió que «el libertarismo busca inducir a los Estados neutrales a permanecer neutrales en cualquier conflicto interestatal, e inducir a los estados beligerantes a observar plenamente los derechos de los ciudadanos neutrales». Por otra parte, la frase «mundo libre», que ganó prominencia con la propaganda estadounidense durante la Guerra Fría, no es nueva para Milei, quien la ha pronunciado varias veces, incluso antes de ser presidente.
Las Islas Malvinas
En 1982, el Reino Unido y Argentina entraron en guerra por un territorio de ultramar, conocido en Argentina como las Islas Malvinas. La guerra se cobró las vidas de 255 británicos, 3 isleños y 649 argentinos. El Reino Unido argumentó que su reclamación se remontaba a 1765. En 1833, los británicos enviaron un buque de guerra a las islas, y expulsaron a las fuerzas argentinas que habían intentado establecer la soberanía. Argentina dijo que el Reino Unido tomó ilegalmente el territorio ese año, violando el principio de integridad territorial.
Milei se quejó de que la ONU no cumplió con su misión de defender la soberanía territorial de sus miembros, como en este caso de las Islas Malvinas. Y como apelar a los sentimientos patrióticos y colectivistas del estado-nación siempre es efectivo para ganar apoyo popular, el tema estuvo presente también en la campaña presidencial de Milei.
Para la recuperación de las islas, el candidato Milei propuso un acuerdo similar al efectuado entre el Reino Unido y China respecto de Hong Kong. Pasó un cierto tiempo, se cumplieron ciertos objetivos, y el Reino Unido devolvió Hong Kong a China, explicó Milei. Quiere hacerlo teniendo en cuenta la voluntad de la gente que vive en la isla. La idea de Milei pasa por recordarle a los británicos que la forma en que se definan estas cosas favorece a Argentina, y tratar de llegar a un acuerdo que devuelva las islas a Argentina en el largo plazo. Así, Milei estaría buscando una solución pacífica y diplomática que contemple la posición de los isleños.
Ya como presidente, Milei enfatizó que podría llevar décadas intentar recuperar la soberanía sobre las islas. Criticó a otros políticos que se golpean el pecho exigiendo soberanía sin ningún resultado. Dicho ésto, además de admirar a Winston Churchill, Milei también admira a Margaret Thatcher, quien fue la primer ministro del Reino Unido que ordenó el torpedeo del crucero naval argentino General Belgrano en la guerra, que resultó en la muerte de 323 personas a bordo.
Días después del discurso de Milei, la propia Mondino expresó su convicción de que las islas «son y serán argentinas», y destacó que Argentina cuenta con el apoyo de la ONU en el tema. Sin embargo, en febrero de 2024, el secretario de Relaciones Exteriores del Reino Unido visitó las islas y dijo que su soberanía no estaba en discusión. Como Milei reconoce que el territorio está en manos del Reino Unido, consideró que esto no fue una provocación, y que los británicos tenían derecho a decirlo. Y cuando se le preguntó sobre la razón por la que el Reino Unido aceptaría, Milei reconoció que tal vez no quieran negociar hoy, pero dijo que muchas posiciones han cambiado con el tiempo.
De hecho, la retórica de Milei es más moderada que la de su predecesor, quien calificó a las islas como «tierra robada», y a la reivindicación del Reino Unido sobre las mismas como «repugnante». Y si bien la soberanía sobre las islas sigue siendo un tema delicado en toda Argentina, y las unidades de transporte público muestran carteles que dicen “Las Malvinas son argentinas», la realidad es que 99,8% de los isleños votó en 2013 a favor de permanecer bajo soberanía británica. En cualquier caso, las ideas de Milei sobre el tema no son ni sensatas ni anarcocapitalistas.
Primero, porque Milei supone que ambos estados pueden poseer legítimamente cualquier territorio que pretendan poseer y transferirlo voluntariamente. Sin embargo, mientras que los individuos son normalmente los propietarios justos de todo lo que tienen para decidir qué hacer con ello, los estados no pueden reclamar lo mismo: no poseen de manera adecuada y justa toda la superficie terrestre de su dominio. La tierra debería ser propiedad adecuada y justa de los individuos. Así debió ser antes de la guerra, y así debe ser ahora.
Segundo, porque prometer la recuperación de las islas teniendo en cuenta los deseos de los isleños, es más un sueño descabellado que una idea sensata, ya que sería virtualmente imposible que la propuesta de Milei funcionara con una población que definitivamente no se siente argentina, y es muy improbable que alguna vez cambie drásticamente de opinión.
Y tercero, porque incluso si los isleños ya no quisieran pertenecer al Reino Unido, es más posible que simplemente prefieran formar su propio país, sin permanecer bajo la soberanía de ningún otro estado.
En abril de 2024, tras aclarar que su aliado es Estados Unidos (sean demócratas o republicanos), Milei afirmó que el anuncio de una base naval conjunta con el ejército estadounidense en el territorio argentino de Ushuaia era el mayor acto de soberanía de los últimos 40 años, porque con el mismo se daba el primer paso para comenzar a pensar en la recuperación de las islas. Pero en realidad, no es razonable considerar la presencia permanente de los militares estadounidenses, especialmente en vista de su imperialismo desenfrenado, como un acto de soberanía en ningún sentido, y mucho menos ver ésto como un paso hacia los planes de Milei para las islas.
Y si Milei denuncia a la ONU por no defender la soberanía territorial de sus miembros, ¿qué tal si denuncia más fuertemente a los Estados Unidos por no respetar la soberanía de varios miembros de la ONU hasta el día de hoy? Pero esto no sucederá pronto, porque el embajador de los Estados Unidos ha declarado que los dos países nunca habían tenido una relación tan estrecha.
El sionismo
Luego, reafirmando su agenda sionista, Milei señaló:
[En la ONU] que dice defender los derechos humanos, han permitido que dictaduras sangrientas como Cuba y Venezuela ingresen al Consejo de Derechos Humanos … [En la ONU] han votado sistemáticamente contra el estado de Israel, que es el único país en Medio Oriente que defiende la democracia liberal, al mismo tiempo que demuestran una incapacidad total para responder al flagelo del terrorismo.
Habría que preguntarle a Milei cuánto más sangrientas han sido las dictaduras que menciona, en comparación con la política exterior israelí. Y segundo, si se trata de apreciar o criticar a la ONU en interés del estado de Israel, entonces Milei podría recordar que fue precisamente el estado de Israel el que arbitrariamente se benefició mucho desde el plan de partición de Palestina de la ONU de 1947, que preveía un estado para el sionismo de alrededor de 57% de Palestina, aunque la propiedad de la tierra judía era solo de 10% del estado propuesto. Esta legitimación de la ONU era opuesta a los deseos del pueblo palestino y a los principios consagrados en la ONU, uno de los cuales es el derecho a la autodeterminación.
Si las palabras de Mondino sobre el control de los medios digitales se referían a la libertad de expresión, Argentina no es un gran defensor de la misma. Porque sólo tres días después del discurso, el juez Ariel Lijo, quien había recibido el apoyo del gobierno israelí, declaró culpable al juez de la ONU de haber violado la constitución de Israel.
El embajador de Argentina en su candidatura a la corte argentina, ordenó a la Real Academia Española (situada en España) borrar de su diccionario de la lengua española la quinta acepción de la palabra «judío», que dice «avaro o usurero», por configurar «un discurso de odio que incita a la discriminación por motivos religiosos”. Ese victimismo judío es compartido por el propio Milei, quien ha llegado al extremo de demandar a varias personas por el «delito» de trivializar el holocausto.
Desde que Milei se quejó de que se votara en contra de Israel, mientras que Argentina votó a su favor, no en vano se ha declarado del “lado correcto de la historia» —el de EE.UU., Israel y Occidente— y ha dicho que utilizarán “todos los recursos» para defenderse de los terroristas. Y estar del lado «correcto» es sin duda la razón por la que Milei nombró a un judío como su nuevo ministro de Asuntos Exteriores, después de destituir recientemente a Diana Mondino por votar en la ONU en contra del embargo estadounidense a Cuba.
El sionismo es una política de estado en la administración de Milei. Milei mantendrá su postura antilibertaria mientras tenga tiempo, y seguirá apoyando la narrativa del holocausto, la que en gran medida apunta a la eterna victimización judía que ha ayudado a la agenda sionista desde entonces.
La guerra entre Rusia y Ucrania
En opinión de Milei, el Consejo de Seguridad ha sido «desnaturalizado», y la ONU es impotente para aportar soluciones a los conflictos globales, «como la aberrante invasión rusa de Ucrania, que ya ha costado la vida a más de 300.000 personas». Pero Milei no puede favorecer la minimización de las víctimas y una solución rápida, si sigue apoyando a Zelenski y a las intervenciones extranjeras, porque ésto prolonga y empeora los efectos letales y destructivos de la guerra. Además, el doble rasero de Milei es evidente. Dado que Israel ha invadido el Líbano, y también es el invasor y ocupante de las tierras árabes de Cisjordania y de la Franja de Gaza, ¿por qué Milei no llama a la ONU y a su aliado estadounidense a unir fuerzas para expulsar a Israel de estas tierras? Y mientras Milei intenta mostrarse rebelde ante el establishment político mundial, en la misma semana Ursula von der Leyen dice:
La UE y Argentina comparten profundos vínculos y fuertes valores … Tenemos la oportunidad de mejorar nuestra asociación y concluir las negociaciones UE-Mercosur, mientras navegamos juntos las tensiones globales. Seguimos alineados en nuestro apoyo a Ucrania.
La Argentina de Milei busca unirse a la OTAN como socio global. Si bien ésto no implicaría la participación en los conflictos de la OTAN, le permitiría el acceso a tecnología y entrenamiento bélicos que antes no estaban disponibles para Argentina.
Doctrina neoconservadora
Lo que Milei realmente representa, al defender la democracia liberal y mencionar a Woodrow Wilson, tiene todo que ver con la posición de Estados Unidos como principal potencia imperial del mundo. En consecuencia, como representante de la hegemonía estadounidense, la agenda de libertad de Milei implica el dominio estadounidense sobre la mayor parte posible del mundo, no sólo como medio para supuestamente defender la libertad, sino también para defender la paz. Y aquí entra la doctrina de la paz democrática promovida por los neoconservadores. Según esta doctrina, para lograr una paz duradera, las democracias deben abstenerse de entrar en guerra entre sí, por lo que todo el mundo debe ser democrático. Por lo tanto, la guerra para lograr este mundo estaría justificada.
Como la fundación de la ONU tuvo lugar justo después de la Segunda Guerra Mundial, detrás de los 70 años de paz mundial de Milei está el hecho de que los países democráticos de Europa Occidental no han ido a la guerra entre sí desde la Segunda Guerra Mundial, y tampoco hubo una guerra entre Japón y Corea del Sur. Y también está el hecho de que las guerras simplemente han llegado a basarse esencialmente en los intereses de la hegemonía estadounidense, junto con la influencia del sionismo. Entonces, lo que sucedió es que después de la Segunda Guerra Mundial, y con el paso del tiempo, básicamente toda Europa Occidental y varios otros países del mundo se han convertido en vasallos de los Estados Unidos, y muchos de estos países ahora albergan bases estadounidenses. Por lo tanto, la paz relativa desde la tutela de la ONU se explica así: el poder imperial estadounidense no permite que sus vasallos luchen entre sí, ni Estados Unidos ve la necesidad de luchar contra sus vasallos, porque éstos obedecen lo suficientemente bien. Y mientras que para Milei sólo vale la pena mencionar las muertes causadas en la guerra entre Rusia y Ucrania (vasalla de EE.UU.), las múltiples guerras y millones de muertes causadas por Israel, EE.UU. y la OTAN desde la Segunda Guerra Mundial hasta la actualidad, no parecen ser relevantes para él.
En consecuencia, los 70 años de paz global de Milei no se deben ni a la buena o mala tutela de la ONU ni a la democracia, sino a la hegemonía. De hecho, tampoco estallaron guerras dentro de la hegemonía soviética después de la Segunda Guerra Mundial hasta la caída del Muro de Berlín. Y así como la Unión Soviética intervino en Hungría y Checoslovaquia, también lo hizo EE.UU. en varias ocasiones en América Central.
Las élites globales
Con razón, Milei criticó al Foro Económico Mundial por promover políticas absurdas con anteojeras malthusianas, e indicó que la ONU ha promovido políticas que socavan el crecimiento económico y obstaculizan el proceso económico, «hasta el punto de impedir que los países más subdesarrollados del mundo disfruten libremente de sus propios recursos para salir adelante»; con regulaciones y prohibiciones promovidas «por países que se han desarrollado gracias a hacer lo mismo». Asimismo, Milei denunció la promoción de «una relación tóxica entre las políticas de gobernanza global y los organismos internacionales de crédito, exigiendo a los países más postergados comprometer recursos que no tienen en programas que no necesitan, convirtiéndolos en deudores perpetuos para promover la agenda de las élites globales».
Sin embargo, un mes después del discurso, el gobierno argentino —que se comprometió a pagar la deuda al FMI— confirmó nuevos créditos de organismos multilaterales, en los que se prevé que una potencial cartera de inversiones de uno de los organismos de crédito destine U$S 3.000 millones al sector privado, con foco en diversos objetivos impulsados por las élites globales que Milei denunció, como las energías renovables y la descarbonización de algunos sectores. Además, el apoyo de Milei al imperialismo yanqui-sionista tiene todo que ver con los intereses de ciertas élites globales, como las del complejo militar-industrial. Y como no hay otro costo político más relevante de repudiar estas deudas, que dejar a los líderes políticos de estos países y a los organismos de crédito sin esta forma de robar a los contribuyentes, tampoco hay una forma coherente por la que un libertario pueda defender a Milei en su plan de pagarle al FMI.
Pase libre para la derecha
Milei recordó que el colectivismo y el postureo moral de la agenda progresista han chocado con la realidad, y nunca han tenido soluciones creíbles a los problemas reales del mundo. Y si la Agenda 2030 fracasó, «como reconocieron sus propios promotores», dijo Milei, «la respuesta debería ser preguntarnos si no fue un programa mal concebido para empezar, aceptar esa realidad y cambiar de rumbo». Según Milei, «con las ideas que vienen de la izquierda siempre pasa lo mismo», subrayando que Argentina ya vio “lo que hay al final de este camino de envidias y pasiones tristes: pobreza, embrutecimiento, anarquía y una ausencia fatal de libertad». Para Milei, todavía hay tiempo para alejarse de este rumbo.
Sin embargo, si Milei fuera un político verdaderamente antiestatista, nunca dejaría que la derecha también estatista se saliera con la suya con su propio colectivismo y sus problemas con la libertad, ni tampoco usaría la palabra «anarquía» de manera negativa. Y, en efecto, poco o nada de «anarcocapitalista» queda en los discursos presidenciales del primer presidente «anarcocapitalista» de la historia mundial, que incluso un mes antes de su discurso en la ONU se había tomado la libertad de pronunciar un discurso claramente estatista ante las fuerzas armadas de su país.
Más allá de la desregulación y otras reformas de libre mercado, la administración Milei es en realidad tan estatista, que incluso promueve la industria de defensa como fundamental para el desarrollo nacional.
El discurso y la verdad
De la cruzada para hacer del mundo un lugar seguro para la democracia liberal, ha surgido un mundo menos libertario y, más allá de algunas buenas acciones, el discurso de Milei debe verse como un renovado truco de la Guerra Fría para oponerse al socialismo, y proteger y promover el orden estatista comandado por los EE. UU. en alianza con todos los estamentos sionistas de Occidente. Pero todo lo relacionado con Milei no es sorprendente si se presta atención al hecho de que es sólo otro producto de la propaganda estadounidense, y que llegó al poder con la ayuda de grupos judíos. Y como Milei admira a belicistas como Ronald Reagan y Churchill, pero tiene la audacia de citar a Thomas Paine en su discurso, los fans de Milei deberían aprender de Rothbard:
Lo que se necesita sobre todo es deshacerse de la mitología post-wilsoniana y de la historia a priori de la propaganda estadounidense del siglo XX, y darse cuenta de que el emperador (estadounidense) en realidad está desnudo.
Como era de esperar, la maquinaria propagandística sionista global celebra a Milei, con personajes famosos como Jordan Peterson, Gad Saad, Ben Shapiro y Elon Musk promoviendo este fraude. E incluso muchos libertarios se están subiendo al carro. Mientras tanto, la secretaría de prensa de Milei recibió un aumento presupuestario de casi cinco veces en 2024.
Como sea, los libertarios –más que nadie– deberían evitar promover a un hombre que ha venido a engañar y perpetuar el estatismo y la hegemonía de los genocidas belicistas, porque los ideales de paz y libertad valen mucho más que dejar que un falso héroe reciba la celebración libertaria que no merece. Así que, que el mundo sepa la verdad, que sepa que Milei se ha hecho su propia cama.
Traducción: Ms. Lic. Cristian Vasylenko.
Artículo original aquí.