Agradezco con mucho gusto la invitación del profesor Massimo Citro della Riva para dirigir mi saludo a los participantes en la Jornada Médica de Conmemoración del Holocausto. Ustedes saben bien que nunca he escatimado en mis intervenciones desde el inicio de la farsa psicopandémica, y que mi denuncia –desde Mayo de 2020– anticipó todo lo que ha surgido en estos cuatro años sobre la gestión criminal de este experimento de ingeniería del sistema social neomalthusiano.
Lo que hoy aparece con toda su evidencia, es el plan subversivo de un golpe de estado global, cuyo objetivo es diezmar la población mundial y esclavizar a los supervivientes. La presión para la aprobación del “Tratado contra la Pandemia” de la OMS y para el pasaporte sanitario
–acompañada de la activación de la billetera digital– demuestra que los autores de este golpe no tienen intención de renunciar a sus intenciones criminales, a menos que se enfrenten a una firme y decidida oposición por parte de la población y de sus pocos representantes no vendidos al Foro Económico Mundial, los que valientemente cumplen con su deber.
Hemos visto a la falsa iglesia bergogliana totalmente subordinada a la terapia génica, para cuya producción se utilizan fetos abortados. Hemos visto a médicos y paramédicos matar a personas frágiles y ancianas en cuidados intensivos, mediante el uso de anestésicos. Hemos visto a gobernantes, magistrados y fuerzas policiales desatar una criminalización sin precedentes contra quienes no se dejaron “marcar” [inocular].
Sabemos quién está detrás de estas personas, quién les paga, quién las extorsiona: sus nombres son bien conocidos. Estos asesinos pronto se encontrarán respondiendo por sus crímenes; si no ante el tribunal del mundo, sí ciertamente ante el tribunal de Dios, a quien odian y a quien querrían reemplazar, en su loco delirio de omnipotencia, preludio inexorable de la derrota eterna que se avecina. Los hijos de las tinieblas, los conspiradores del Foro Económico Mundial y la camarilla globalista, quieren establecer “el reino del anticristo en la tierra”, como una falsificación obscena del reino de Cristo Nuestro Señor.
Miren su trabajo: sólo mentiras, engaños, horror, pecado, vicio, violencia, monstruosidad. Y siempre por un precio, porque todo lo que hacen es objeto de intercambio: pagas por tener hijos, pagas por matarlos, pagas por vender sus órganos, pagas por abusar de ellos, pagas por imponer terapias letales, pagas por vivir y pagas por morir, pagas por las mentiras de los medios y por las obscenidades de internet, pagas por el simulacro de amor y amistad, pagas por la quimera de una eternidad digital [trans y post-humanismo]. También pagas para acabar en el infierno, para condenar tu alma. Si bien en las cosas de Dios todo es por gracia, fruto de su amor, de la caridad, de la generosidad, de la magnificencia.
Usted denuncia con razón el holocausto sanitario: con esta expresión pone de relieve, por un lado, la magnitud del crimen cometido por los servidores de la OMS y, por otro, el deseo de “sacrificar” millones de víctimas al Moloch globalista. No perdamos de vista este elemento fundamental: el exterminio –en formas no muy diferentes a las que provocaron los regímenes totalitarios del siglo pasado– nos muestra el aspecto ritual del Gran Reinicio, y revela la cultura de la muerte de quienes lo promueven. Muerte de bebés en el útero de su madre; muerte de enfermos y ancianos en hospitales; muerte de jóvenes arrancados de la vida por las drogas; muerte de la familia en nombre de perversiones y traiciones. Muerte de la belleza, del conocimiento, de la ciencia. Una muerte que afecta no sólo al cuerpo, sino también al alma, apagando la llama de la esperanza que lleva dentro. Y es significativo que quienes niegan la existencia de un infierno sobrenatural, parecen querer hacer todo lo posible para recrearlo en esta tierra, como para vengarse de nosotros por el destino que inexorablemente les espera a estos asesinos psicópatas.
Por lo tanto, continuad con vuestro valiente compromiso, pero nunca perdáis de vista el panorama general de esta batalla trascendental, en la que las fuerzas del Bien y del mal se preparan para el choque decisivo. Es importante entender que la farsa psicopandémica fue sólo uno de los medios para imponer este plan infernal, y que va acompañada de otras amenazas que siguen el mismo guión y bajo la misma dirección. Demuestren esta coherencia de conjunto, y hasta los más distraídos comprenderán, y se rebelarán contra lo que se les impone con fraude y violencia.
Nuestro Señor nos dijo: La verdad os hará libres. Y dijo de Sí Mismo: Yo soy el Camino, la Verdad, y la Vida. Sólo la Verdad de Cristo puede liberarnos de las cadenas de mentiras y falsedades del gran enemigo de la humanidad. Por lo tanto, luchemos esta batalla con la conciencia de que nuestro adversario sólo puede ser derrotado con las armas de la Verdad. No os dejéis vencer por el mal, sino venced al mal con el Bien, según nos exhorta el Apóstol Pablo. Actúen con libertad en el lecho del bien, y el Señor bendecirá su compromiso, como siempre lo ha hecho a lo largo de la historia con quienes lo aman y obedecen Sus Mandamientos. Si ceden en ésto, darán su lado al enemigo, frustrando todos vuestros esfuerzos. Y recordad las palabras del Señor: No temáis, pues Yo he vencido al mundo.
Traducción: Ms. Lic. Cristian Vasylenko