Los medios israelíes citaron una dramática fuga como la razón por la que Yuval Vagdani, un soldado del ejército israelí, logró escapar de la justicia en Brasil.
Vagdani fue acusado por un grupo de defensa jurídica palestina, la Fundación Hind Rajab, de llevar a cabo crímenes bien documentados en Gaza. No es el único soldado israelí que está siendo perseguido por crímenes similares.
Según la Corporación de Radiodifusión Israelí (KAN), más de 50 soldados israelíes están siendo perseguidos en países que van desde Sudáfrica hasta Sri Lanka y Suecia.
En un caso, la Fundación Hind Rajab presentó una denuncia en un tribunal sueco contra Boaz Ben David, francotirador israelí del Batallón 932 de la Brigada Nahal israelí. También está acusado por la comisión de crímenes de guerra en Gaza.
La Brigada Nahal ha estado en el centro de numerosos crímenes de guerra en Gaza. Establecida en 1982, la brigada es famosa por su desenfrenada violencia contra los palestinos invadidos. Su papel en las últimas atrocidades genocidas en la Franja ha superado con creces su propio y oscuro legado.
Incluso si estos 50 individuos son detenidos y condenados, el precio exigido al ejército israelí palidece en comparación con los crímenes perpetrados.
Aunque útiles, las cifras rara vez son suficientes como para transmitir el dolor colectivo. El último informe de la revista médica Lancet sigue siendo digno de reflexión. Utilizando un nuevo método de recopilación de datos llamado “análisis de captura-recaptura”, el informe indica que en los primeros nueve meses de la guerra −entre Octubre de 2023 y Junio de 2024−, han sido asesinados 64.260 palestinos.
Sin embargo, capturar y juzgar a los criminales de guerra israelíes no tiene que ver sólo con el destino de estos individuos. Tiene que ver con la rendición de cuentas, expresión ausente en la historia de las violaciones de los derechos humanos, los crímenes de guerra, y los recurrentes genocidios contra los palestinos por parte de Israel.
El gobierno israelí entiende que la cuestión ahora va más allá de los individuos. Se trata de la pérdida del status histórico de Israel como país que se sitúa por encima de la ley.
Como resultado, el ejército israelí anunció que decidió no revelar públicamente los nombres de los soldados involucrados en la guerra y el genocidio de Gaza, por temor a que sean procesados en tribunales internacionales.
Sin embargo, es poco probable que esta medida haga una gran diferencia por dos razones. En primer lugar, ya han sido reunidas numerosas pruebas contra soldados individuales, cuyas identidades son públicamente conocidas, o están disponibles para futuras investigaciones. En segundo lugar, gran parte de la documentación de los crímenes de guerra ha sido involuntariamente producida por los mismos soldados israelíes.
Tranquilizados por la falta de rendición de cuentas, los soldados israelíes han tomado innumerables fragmentos de imágenes que muestran el abuso y la tortura contra los palestinos en Gaza. Esta autoacusación servirá posiblemente como importante cuerpo de pruebas en futuros juicios.
Todo ésto no puede ser visto independientemente de la investigación en curso por parte de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) sobre el genocidio israelí en Gaza. Además, la Corte Penal Internacional (CPI) ha emitido órdenes de arresto contra los principales líderes israelíes, incluido el Primer Ministro Benjamin Netanyahu.
Aunque estos casos han avanzado lentamente, han sentado un precedente de que ni siquiera Israel es inmune a cierto grado de rendición de cuentas y justicia internacionales.
Además, estos casos han otorgado a los países signatarios de la CPI y la CIJ la autoridad para investigar casos individuales por crímenes de guerra, presentados por grupos de defensa de los derechos humanos y de la ley.
Aunque la Fundación Hind Rajab no es el único grupo que persigue a criminales de guerra israelíes en todo el mundo, el nombre del grupo deriva de una niña palestina de cinco años de Gaza que fue asesinada por el ejército israelí en Enero de 2024, junto con su familia. Esta tragedia y ese nombre en particular son un recordatorio de que la sangre inocente de los palestinos no será en vano.
Aunque la justicia pueda demorarse, mientras haya perseguidores, algún día será logrado.
Perseguir a los presuntos criminales de guerra israelíes en tribunales internacionales y nacionales, es sólo el comienzo de un proceso de rendición de cuentas que durará muchos años. Con cada caso, Israel aprenderá que los vetos estadounidenses por décadas, y la protección y apoyo ciegos de Occidente, ya no serán suficientes.
Fue el descarado blindaje que Occidente ha ejercido sobre Israel a lo largo de los años, lo que ha permitido a los dirigentes israelíes comportarse como les parecía adecuado para la llamada seguridad nacional de Israel, incluso si eso significaba el exterminio del pueblo palestino, como ocurre hoy en Gaza.
Sin embargo, los gobiernos occidentales −incluidos para empezar los de Estados Unidos y Gran Bretaña− siguen tratando a los israelíes buscados como héroes santificados, no como a criminales de guerra. Ésto va más allá de las acusaciones de doble moral. Es la mayor inmoralidad y desprecio por el derecho internacional.
Las cosas tienen que cambiar; de hecho, ya están cambiando.
Desde el comienzo de la guerra israelí contra Gaza, Tel Aviv ya ha aprendido muchas lecciones difíciles. Por ejemplo, su ejército ya no es “invencible”, su economía es relativamente pequeña y muy dependiente, y su sistema político es frágil. En tiempos de crisis, apenas es operativo.
Es hora de que Israel aprenda otra lección: la era la rendición de cuentas ha comenzado. Bailar alrededor de los cadáveres de palestinos exterminados en Gaza ya no es una publicación divertida en las redes sociales, como alguna vez pensaron los soldados israelíes.
Traducción: Ms. Lic. Cristian Vasylenko