La figura política más representativa de la judería internacional asumió la presidencia de Argentina en diciembre de 2023, y rápidamente se produjeron numerosas desregulaciones y recortes del gasto público. Las privatizaciones tardaron más en comenzar. Sin embargo, el gasto público ha aumentado en algunas áreas, como defensa, servicios de inteligencia y prensa oficial.
La política exterior de Javier Milei y sus convicciones más firmes son clarísimas: está plenamente comprometido con Estados Unidos y, sobre todo, con la defensa de Israel y los judíos contra viento y marea. No obstante, aún existe mucha confusión en el aspecto económico, especialmente fuera de Argentina, donde muchos creen que se está produciendo un milagro. Nada más lejos de la realidad.
Equilibrio presupuestario y banca central
Los gobiernos pueden incurrir en déficit sin aumentar la oferta monetaria, mediante la venta de títulos públicos a particulares. Por el contrario, los dos métodos siguientes para financiar el déficit son inflacionarios e imponen nuevas cargas a los contribuyentes. Uno es la venta de títulos públicos a bancos que crean nuevos depósitos a la vista para comprarlos. El otro es la impresión de dinero. La oferta monetaria aumenta, y los contribuyentes se ven obligados a devolver el dinero con intereses a los bancos que adquirieron los valores, o al banco central que emitió el nuevo dinero para el Tesoro. Aun así, los títulos públicos no requieren que los déficits actuales para continuar, y las operaciones del banco central no son incluidos en los datos fiscales del gasto público. Pero si no es con más deuda, la deuda pública siempre es pagada con impuestos o con la impresión de dinero.
Los superávits se producen cuando los ingresos a partir de los impuestos y las empresas públicas superan los gastos, y también son fondos del sector privado y parte de la carga fiscal. Sin embargo, dado que tanto el gasto público total como los ingresos públicos totales deben ser considerados para evaluar el impacto de las finanzas públicas, los superávits pueden ser tan perjudiciales para la economía como los déficits. De hecho, cuando los superévits son utilizados para pagar deudas a los bancos, esto no corrige los desajustes causados por la inflación crediticia, sino que siembra las semillas para más desajustes y distorsiones. Y, por último, dado que los superávits son limitados, no siempre evitarán los deficits financieros. En consecuencia, si el impago no es una opción, el banco central podría volver a prestar dinero recién creado al Tesoro, que lo utilizará para pagar los títulos públicos a vencer. Este proceso provocaría una expansión del balance del banco central.
En Argentina, a pesar de los constantes superávits reportados por el Tesoro, el gobierno de Milei se ha caracterizado por una tremenda impresión de pesos y una emisión regular de deuda pública. En abril de 2025 fue sellado un nuevo préstamo con el Fondo Monetario Internacional. La intervención en el mercado cambiario ha sido decisiva, y la política monetaria ha desempeñado un papel crucial para garantizar que el banco central (BCRA) creara nuevas reservas bancarias constantemente, permitiendo así la multiplicación del dinero bancario. Además, el balance del BCRA ha vuelto a superar el nivel alcanzado antes de la llegada de Milei, lo cual no es alentador; y las declaraciones oficiales del BCRA no tienen nada que ver con la promesa de abolir la banca central.
Política fiscal y presión tributaria
El superávit fiscal es innegociable para Milei, quien ha prometido ejercer el poder presidencial para vetar cualquier medida que amenace el equilibrio fiscal. Dado esto, y que los ingresos del gobierno no son totalmente predecibles, es improbable que las reducciones de impuestos sean sustanciales, para no comprometer los superávits. Por consiguiente, una reducción significativa de la carga tributaria no es una prioridad para el gobierno nacional bajo la dirección de Milei. De hecho, en mayo de 2024 reconoció que los impuestos habían subido, pero argumentó que seguían devolviendo más al sector privado al reducir el gasto. Sin embargo, esto no equivale a reducir las alícuotas impositivas, y los superávits son utilizados para fines distintos del gasto de consumo dictado por el gobierno en el mercado de bienes y servicios.
La carga tributaria y el tamaño del gobierno son el resultado de las dependencias municipales y provinciales, y del gobierno nacional, y los numerosos impuestos son decididos con o sin la aprobación del congreso, de acuerdo con la ley. Una evaluación adecuada de esta carga y su tamaño debe considerar el tamaño y la producción del sector privado. Por ejemplo, hasta enero de 2025, el empleo privado formal cayó más que el empleo público. Es decir, la relación entre el sector público y el privado aumentó en este sentido.
Tras varias subidas de impuestos en los primeros meses, las reducciones y supresiones fiscales finalmente han superado a los aumentos y las creaciones de impuestos. No obstante, esto no significa que la carga fiscal haya cambiado mucho. De hecho, más allá del anuncio en julio de 2025 de un importante alivio para muchos contribuyentes autónomos, y algunos recortes en las retenciones sobre las exportaciones, en julio de 2024 fue restablecida una antigua categoría del impuesto a las ganancias para empleados asalariados. Y las alícuotas de los principales impuestos, como el impuesto sobre las sociedades, el impuesto a las ganancias de personas físicas, el impuesto sobre las ventas y la seguridad social (tanto para empleados como para empresas), han sido mantenidos prácticamente sin cambios en comparación con la administración anterior.
En octubre de 2024, la antigua agencia de recaudación de impuestos fue sustituida por una nueva (ARCA), con el objetivo oficial de crear una agencia más eficiente, menos costosa y menos burocrática, para erradicar los «circuitos corruptos» y los «privilegios del pasado». Si bien los costos de ARCA son menores, también ha generado mayor voracidad en el trabajo. Un ejemplo es el restablecimiento en 2025 de la amenaza de demandas o embargos contra los contribuyentes por incumplimiento de sus obligaciones tributarias. Similarmente, en diciembre de 2024 el BCRA anunció medidas respecto de la lista de contribuyentes «no confiables» elaborada por ARCA, en la que incluyen personas físicas y jurídicas por diversas razones. Asimismo, exige a las entidades financieras y empresas de pago que bloqueen los diferentes medios de pago de los contribuyentes «no confiables». Y en febrero de 2025, confirmaron que ARCA penalizaría a los contribuyentes por no cumplir con su domicilio fiscal electrónico.
Inflación y regulaciones
A pesar de los aumentos de impuestos, en septiembre de 2024 dos propagandistas de Milei afirmaron que este había «recortado» la carga fiscal general, ya que, según ellos, las regulaciones y la inflación son impuestos.
En primer lugar, mientras que las regulaciones son normas obligatorias que obstaculizan la libre empresa sin necesariamente implicar una transferencia de propiedad al gobierno, los impuestos son siempre transferencias obligatorias de propiedad al gobierno. Normalmente, las regulaciones implican gastos en los que de otro modo no se incurriría. Pero si algún gasto es incurrido hacia el gobierno en lugar de ir a los privados, ese gasto constituye un impuesto, que debe ser contabilizado en la carga tributaria. En resumen, las regulaciones no son impuestos ni forman parte de la carga tributaria, aunque permiten al gobierno ejercer cierto control sobre el uso de los recursos privados.
En cualquier caso, dejando de lado algunos errores regulatorios, como la interferencia con los aumentos salariales, las desregulaciones de Milei permiten mayor productividad y representan un gran paso hacia una economía más libre.
En segundo lugar, si bien la inflación reduce el poder adquisitivo del dinero, lo que básicamente significa que se roba a la gente, al igual que ocurre con los impuestos, el mayor daño de la inflación no es su impacto en el alza de los precios, sino su impacto en el proceso de generación de riqueza. La inflación distorsiona la estructura de precios y producción, y desvía la riqueza desde quienes la generan hacia quienes no la generan. Sin embargo, antes de septiembre de 2024, la base monetaria oficial (M0) aumentó 128,9% durante el mandato de Milei, y 67% durante la misma cantidad de tiempo antes de Milei. Peor aún, la comparación hasta junio de 2025 muestra un aumento de 287,1% con Milei, y de 137,9% en el período previo de igual duración. Por lo tanto, dado que la única manera inequívoca de cuantificar la inflación es la emisión de dinero, si la inflación es definida como impuesto, el gobierno de Milei aumentó sustancialmente el impuesto inflacionario, independientemente de las cifras de inflación de precios publicadas por el gobierno.
Por lo tanto, no sólo la carga fiscal general no había sido recortada, sino que se había incrementado. Además, como los argentinos ya ahorraban en dólares antes de Milei, y el peso se ha mantenido peor que el dólar para proteger el poder adquisitivo, la constante sobrevaluación forzada del peso, sumada al aumento de precios, ha tenido su propio impacto negativo en el ahorro de la población. Esto, a su vez, afecta negativamente la capacidad de inversión.
Carga financiera y deuda pública
Al financiarse mediante impuestos y la impresión de dinero, en lugar de contribuciones voluntarias, los gobiernos simplemente no pueden quebrar. Por lo tanto, preocuparse por reducir la deuda pública sin incurrir en impagos ni abolir el mercado de títulos públicos, es caer en la trampa de no escapar nunca de la esclavitud de la deuda pública. Sin embargo, el gobierno de Milei nunca intentó romper estas cadenas de esclavitud, sino que las fortaleció aún más.
Por otro lado, las oportunidades que el dirigismo monetario ha brindado a los intereses y estrategias financieras han sido notables, favoreciendo los títulos públicos de corto plazo y los depósitos a plazo fijo. Pero como el BCRA nunca ha dejado de ser el principal proveedor de dólares, y los inversores financieros obtienen sus ganancias finales en dólares, esto ha tenido sus propios costos para el resto de la sociedad que financia esta provisión.
Con el auge del sector financiero en 2024, el principal índice bursátil argentino repuntó tras varios años, alcanzando su punto máximo en enero de 2025, pero registrando una caída general a partir de entonces. Esto no sorprende, dado el comportamiento en manada de los mercados bursátiles y la inmediatez y facilidad de la negociación bursátil, en comparación con la ardua tarea de invertir en la producción de bienes y servicios.
Privatizaciones y justicia
En julio de 2025 comenzó el proceso de privatización de la empresa estatal de gestión del agua (AySA). Esto desató rumores de una posible adquisición por parte de Mekorot, empresa estatal israelí denunciada por limitar el acceso al agua en la Franja de Gaza. Aunque los rumores fueron desmentidos, Mekorot ya forma parte de AySA, y mantiene amplias relaciones con el gobierno nacional y algunas provincias, las que se remontan a tiempos pasados, incluyendo al kirchnerismo.
Hasta la fecha han sido completadas al menos dos privatizaciones de empresas estatales, y se ha avanzado en la preparación de otras para su privatización, concesión o cierre. El status de las privatizaciones puede variar según las circunstancias, ya que a veces enfrentan desafíos legales y políticos.
Una privatización de libre mercado requiere la abolición de todos los privilegios monopólicos otorgados por el gobierno. Y un principio de justicia para la privatización, que debe prevalecer siempre que sea aplicable, exige la devolución de la propiedad estatal a sus propietarios originales o a sus herederos, ya que los derechos de propiedad privada también implican la devolución de la propiedad robada a sus legítimos dueños. Sin embargo, esto no es posible cuando las empresas son desarrolladas desde cero por los gobiernos. En este caso, sólo quienes han sido agredidos para financiar estas empresas tienen un derecho legítimo a la restitución; en otras palabras, los contribuyentes son los únicos propietarios justos.
Cuando Milei propuso privatizar la línea aérea estatal, apoyó la transferencia de la propiedad a sus empleados. Pero tanto la idea como los contratos de los empleados pagados o subvencionados por los contribuyentes son injustos. En cambio, una solución justa sería distribuir las acciones entre los contribuyentes en proporción a los impuestos pagados durante un período determinado. No obstante, para que una empresa estatal siga operando, seguirá necesitando organización y diversos aspectos de su funcionamiento interno. Además, para utilizar, liquidar o desmantelar activos, se requerirá un acuerdo entre los contribuyentes sobre innumerables cuestiones. Todo esto haría prácticamente imposible obtener beneficios rápidos y significativos para los argentinos, ya sea como contribuyentes o como consumidores.
Sin embargo, existen formas más justas de privatizar que la antigua propuesta de Milei. El gobierno podría vender una empresa estatal al mejor postor, solo en efectivo, a personas que hayan pagado impuestos en Argentina durante un tiempo (digamos diez años). Los nuevos propietarios no tendrían ninguna obligación legal con los empleados, pero estos podrían ser recontratados. Al considerar las expectativas de ingresos, los desempleados podrían seguir recibiendo la mitad de sus salarios durante un breve período. Luego, el gobierno quemaría el dinero restante, aliviando la inflación y evitando que los fondos sean desviados a otros usos gubernamentales.
En principio, cualquier privatización es económicamente preferible al statu quo estatista. Aun así, la política de privatización de Milei permite que ciudadanos extranjeros se beneficien del dinero ganado con esfuerzo por los contribuyentes que han financiado a estas empresas durante muchos años. Encima, estas privatizaciones generan ingresos para una administración que ha priorizado la deuda pública, lo que siempre perjudica al sector privado.
Sionismo y poder judío
La campaña de Milei se caracterizó por la retórica contra la casta política. Sin embargo, no sólo esta casta forma parte del juego político de Milei, sino también la casta de empresarios que colaboran con el Estado. Entre ellos se encuentra Eduardo Elsztain, multimillonario judío que, junto con otras figuras judías en Argentina, ayudó a Milei para llegar al poder. Elsztain conectó a Milei con foros internacionales, capitales financieros y la judería estadounidense, y su prominencia permea a toda la élite política argentina. En la década de 1990, con el respaldo de George Soros, Elsztain emprendió una serie de adquisiciones inmobiliarias y se benefició con subastas, privatizaciones y la compra al Estado de terrenos a bajo precio. Ahora, el imperio de Elsztain abarca también la minería, la agroindustria, las entidades financieras y la bolsa de valores. Y hasta la fecha, ningún gobierno le ha dado la espalda; incluso los enemigos kirchneristas de Milei le han abierto las puertas del poder.
Cuando Milei creó el Departamento Federal de Investigaciones dentro de la Policía Federal Argentina en junio de 2025, se inspiró en el FBI, y expresó su intención de aprender de Estados Unidos e Israel. Como prueba de ello, en julio de 2025 la policía argentina allanó una propiedad privada por actos «antisemitas» en vísperas de un partido de fútbol, donde se exhibieron ataúdes con la bandera israelí. La policía confiscó banderas palestinas, arrestó a algunas personas, y 17 fueron condenados a cuatro años de prohibición de acceso a estadios. De hecho, el gobierno argentino se asemeja cada vez más a un gobierno de ocupación sionista, con cada vez más políticos demostrando su alianza con Israel desde que Milei asumió el cargo.
Prosperidad y propaganda
La mayoría de la gente se deja engañar por indicadores económicos tan erróneos como el PBI y el IPC, y los percibe como la última palabra al juzgar el desempeño de un gobierno. Pero es mejor y más preciso examinar las políticas de un gobierno y los factores fundamentales que impulsan la economía y allanan el camino hacia la prosperidad, como el ahorro, la inversión y la producción. En este sentido, debido a la persistencia de la elevada presión fiscal y la política monetaria cambiante y muy explotadora, Argentina aún dista mucho de convertirse en un país significativamente más predecible y cómodo para estos factores que bajo administraciones anteriores. Por lo tanto, sea cual sea la supuesta reducción de la pobreza, según las estadísticas oficiales, solo podría ser posible, principalmente, a pesar de las políticas de Milei. Mientras tanto, otros datos sugieren todo lo contrario a una mejora en las condiciones económicas, como la pérdida neta de unas 13.000 PyMEs en 2024, la continua tendencia de las multinacionales a abandonar el país, y los niveles más bajos de inversión extranjera directa (IED) de la última década.
No todas las noticias son malas, ya que el gobierno sí redujo los aranceles sobre muchos productos. Por otra parte, la visión de Milei sobre la deuda pública no es muy útil, y el hecho de que considere el superávit fiscal como la piedra angular sobre la que se construye la nueva era de prosperidad de Argentina, tampoco ayuda. De hecho, no es el superávit fiscal como tal lo que debería ser más importante para la prosperidad, sino la continua reducción de los fondos desviados del sector privado al público, así como desde los generadores de riqueza hacia los no generadores de riqueza. Sin embargo, como esto apenas ha sucedido y la carga parasitaria del Estado ha seguido desenfrenada, los cantos de prosperidad del mileísmo son las voces repetidoras de la propaganda.
No obstante, la maquinaria propagandística sionista global es tan poderosa, que gran parte de la realidad de la economía argentina sigue siendo desconocida para muchos libertarios, quienes siguen celebrando a un neoconservador que cumple las órdenes de Washington y de élites judías dondequiera que va. Peor aún, el daño causado por Milei al movimiento libertario mundial es tan relevante, que los verdaderos libertarios deberían empezar a pensar en llamarse de otra manera, para no ser fácilmente confundidos con este estafador sionista.
Traducción: Ms. Lic. Cristian Vasylenko.
Artículo original aquí.








