La semana pasada, la deuda nacional alcanzó los U$S 35 billones [trillions in English], apenas siete meses después de que la deuda alcanzara los U$S 34 billones. Para poner ésto en perspectiva, la deuda nacional alcanzó por primera vez U$S 1 billón en Octubre de 1981, ¡casi 200 años después de la ratificación de la Constitución!
El hecho de que el gobierno estuviera añadiendo U$S 1 billón de deuda en poco más de medio año, no fue considerado digno de comentario por el presidente Biden, la vicepresidente Harris y la mayoría de los demás políticos estadounidenses. Ésto no es sorprendente, ya que la deuda nacional no ha sido un tema central en DC desde los días del movimiento Tea Party. Los esfuerzos del Tea Party por centrar la atención en la deuda dieron como resultado un acuerdo bipartidista que hizo minúsculos recortes del gasto. De hecho, la mayoría de los recortes no fueron recortes reales. Fueron sólo reducciones en la “tasa proyectada de aumento del gasto”, lo que significa que el gasto siguió aumentando, pero no tanto como se había planeado originalmente.
Ésta no fue la primera vez que los aparentes límites al gasto consistieron en humo y espejos. Por ejemplo, los “superavits” presupuestarios de la década de 1990 se debieron a la práctica del gobierno de contabilizar el fondo fiduciario de la seguridad social como un pasivo y un activo, no a acuerdos presupuestarios bipartidistas.
El ascenso del “conservadurismo nacionalista populista” inspirado por Donald Trump que no enfatiza en la deuda nacional, significa que los republicanos tienen menos incentivos para siquiera hablar de la deuda, además de hacer ataques justificables, aunque hipócritas, al presidente Biden y al gasto excesivo de los demócratas del Congreso. De manera similar, el ascenso de una “nueva izquierda” influenciada por Bernie Sanders ha llevado incluso a los demócratas centristas a dejar de apoyar de palabra la causa de la reducción del deficit.
Muchos demócratas, incluidos aquéllos que han adoptado la Teoría Monetaria Moderna [TMM], están de acuerdo con el ex vicepresidente Dick Cheney en que “los deficits no importan”. La TMM afirma que mientras el banco central pueda monetizar la deuda federal y mantener bajas las tasas de interés, el gobierno puede aumentar indefinidamente la cantidad de deuda. Ésto no es realmente moderno, ya que la Reserva Federal ha estado actuando durante mucho tiempo como el “gran facilitador” de la deuda federal.
Quienes pretenden que los deficits no importan, ignoran el hecho de que los intereses de la deuda nacional pronto serán el mayor item del presupuesto federal, consumiendo hasta 40% de los ingresos federales. Ésto es insostenible. La devaluación del dólar, resultante de los esfuerzos de la Reserva Federal para estimular la economía y monetizar la deuda federal, combinada con la creciente resistencia a la política exterior hiperintervencionista de los EE.UU., conducirá a un rechazo del status de moneda de reserva mundial del dólar. Cuando eso ocurra, habrá una gran crisis económica como ninguna que este país haya visto desde la Gran Depresión.
Esta crisis podría conducir a un mayor apoyo al autoritarismo, tanto en la izquierda como en la derecha. El resultado serán restricciones aún mayores a las libertades económicas y civiles, y una política exterior aún más beligerante, convirtiendo en chivos expiatorios de los problemas económicos del país a quienes rechazan el status de moneda de reserva del dólar.
Sin embargo, la crisis económica también puede ser seguida por una sociedad con un gobierno mínimo y con más libertad. El movimiento libertario sigue creciendo. Quienes comprenden la filosofía de la libertad y la economía sólida, deben seguir difundiendo la verdad sobre los peligros del dinero fiduciario, y del crecimiento del poder y de la deuda gubernamentales. También deben comunicar los beneficios del libre mercado, la libertad personal, el dinero sólido y la paz.
Traducción: Ms. Lic. Cristian Vasylenko