Si se ve como genocidio, suena como genocidio y huele a genocidio, es muy posible que sea genocidio. La Corte Internacional de Justicia (CIJ) se pronunciará provisionalmente sobre si tal cosa es lo que Israel está perpetrando contra el pueblo palestino en la Franja de Gaza. La República de Sudáfrica presentó la denuncia, lo que es irónico, porque Israel era un aliado incondicional del antiguo régimen de apartheid de Sudáfrica.
La denuncia oficial es bienvenida, pero gracias a las redes sociales, cada uno de nosotros ya dispone de amplias pruebas procedentes de una gran variedad de fuentes, que muestran el ataque de Israel contra los habitantes de Gaza. Basta mirar las abundantes pruebas en video que se han acumulado desde el 7 de Octubre, cuando combatientes de Hamas –y quizás otros habitantes de Gaza– cometieron atrocidades contra civiles israelíes, después de romper la valla que los ha mantenido en un campo de concentración a cielo abierto durante muchos años.
Desde ese horrible día, las Fuerzas de Defensa de Israel han golpeado brutal e indiscriminadamente a los 2,3 millones de personas, de las cuales aproximadamente la mitad son niños, que viven en esa franja densamente poblada de 40 × 8 kilómetros. El número de muertos estimado de manera conservadora (debe haber muchas víctimas bajo los escombros) ahora asciende a más de 23.000, de los que aproximadamente la mitad son niños. Cientos de miles de residencias han resultado destruidas o dañadas. La gente ha sido desplazada. La infraestructura y las instalaciones médicas han quedado inservibles. Gaza se parece casi a Hiroshima después de que el gobierno estadounidense lanzara su bomba atómica.
Además, no es necesario abogar por un gobierno estrictamente limitado (o por ningún gobierno en absoluto) para horrorizarse por la complicidad del gobierno de los Estados Unidos en este genocidio, palabra que no uso casualmente y, creo, nunca antes había escrito.
La Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio, adoptada después de la pesadilla nazi, define formalmente como genocidio varios “actos cometidos con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso, como tal …” (el énfasis es mío). Esos actos son:
- Matar a miembros del grupo.
- Causar daños corporales o mentales graves a los miembros del grupo.
- Infligir deliberadamente al grupo condiciones de vida destinadas a provocar su destrucción física total o parcial.
- Imponer medidas destinadas a impedir los nacimientos dentro del grupo.
- Trasladar por la fuerza a niños desde el grupo a otro grupo.
Israel sostiene que no está matando a habitantes de Gaza indiscriminadamente porque sean miembros de un grupo étnico o religioso concreto; más bien trata de minimizar los daños colaterales, y al mismo tiempo erradicar al letal Hamás y su infraestructura. Bajo las evidencias, ¿es eso creíble? Muchos bebés, niños pequeños, ancianos y enfermos graves han muerto o han quedado mutilados, y muchos hogares, hospitales e instalaciones sanitarias han sido destruidos.
La solicitud de 84 páginas de Sudáfrica ante la CIJ es un documento completo y bien documentado, que acusa la conducta del estado de Israel. Con gran detalle y con muchos antecedentes, enumera tanto las acciones genocidas del gobierno israelí, como las numerosas declaraciones públicas efectuadas por funcionarios civiles y militares israelíes, que declaran en términos inequívocos su intención de cometer lo que se define como genocidio según la convención internacional. Israel es signatario de esa convención, al igual que los Estados Unidos.
En esta etapa, Sudáfrica solicita una orden provisional inmediata para el cese del ataque de Israel, mientras se consideran los méritos de su caso. La solicitud de Sudáfrica establece:
Sudáfrica condena inequívocamente todas las violaciones del derecho internacional cometidas por todas las partes, incluidos los ataques directos contra civiles israelíes y otros ciudadanos, y la toma de rehenes por parte de Hamas y otros grupos armados palestinos. Sin embargo, ningún ataque armado al territorio de un estado, por grave que sea (incluso un ataque que implique crímenes atroces), puede proporcionar una posible justificación o defensa a las violaciones de la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio de 1948 … ya sea por una cuestión de derecho o de moralidad …
Nótese la condena de Hamas por sus atrocidades. Continúa:
Los actos y omisiones de Israel de los que se queja Sudáfrica son de carácter genocida, porque tienen como objetivo provocar la destrucción de una parte sustancial del grupo nacional, racial y étnico palestino; es decir, la parte del grupo palestino en la Franja de Gaza. … Los actos en cuestión incluyen matar a palestinos en Gaza, causarles graves daños físicos y mentales, e infligirles condiciones de vida calculadas para provocar su destrucción física.
Esta amenaza contra los palestinos no ha cesado, dice la solicitud, por lo que en este momento es imperativa una orden provisional de cese y desistimiento:
… Israel ha participado, participa y se corre el riesgo de que siga participando en actos genocidas contra el pueblo palestino en Gaza. Esos actos incluyen matarlos, causarles graves daños físicos y mentales, e infligirles deliberadamente condiciones de vida destinadas a provocar su destrucción física como grupo. Las repetidas declaraciones de representantes del estado de Israel, incluso a los más altos niveles, como el presidente, el primer ministro y el ministro de Defensa de Israel, expresan intenciones genocidas. Esa intención también puede inferirse apropiadamente de la naturaleza y conducta de la operación militar de Israel en Gaza, teniendo en cuenta, entre otras cosas, el hecho de que Israel no proporcionó o garantizó al pueblo palestino alimentos, agua, medicinas, combustible, refugio y otra asistencia humanitaria esenciales para las personas sitiadas y bloqueadas., lo que los ha llevado al borde de la hambruna. También se desprende claramente de la naturaleza, foco y alcance de los ataques militares de Israel contra Gaza, que han implicado el bombardeo sostenido durante más de 11 semanas de uno de los lugares más densamente poblados del mundo, obligando a la evacuación de 1,9 millones de personas o 85% de la población de Gaza de sus hogares, llevándolos a áreas cada vez más pequeñas, sin refugio adecuado, en las que continúan siendo atacados, asesinados y heridos.
A partir de la presentación a finales de Diciembre,
Israel ha matado ya a más de 21.110 palestinos identificados, entre ellos más de 7.729 niños (más de 7.780 más están desaparecidos, presuntamente muertos bajo los escombros) y ha herido a más de 55.243 palestinos más, causándoles graves daños físicos y mentales. Israel también ha arrasado vastas zonas de Gaza, incluidos barrios enteros, y ha dañado o destruido más de 355.000 hogares palestinos, además de grandes extensiones de tierras agrícolas, panaderías, escuelas, universidades, empresas, lugares de culto, cementerios, centros culturales y sitios arqueológicos, edificios municipales y judiciales e infraestructuras críticas, incluidas instalaciones de agua y saneamiento y redes eléctricas, mientras persiguen un ataque implacable contra el sistema médico y sanitario palestino. Israel ha reducido y continúa reduciendo a Gaza a escombros, matando, dañando y destruyendo a su pueblo y creando condiciones de vida calculadas para provocar su destrucción física como grupo.
Y no se vislumbra ningún final. El gobierno israelí ha dicho que el ataque durará meses, incluso un año. La embajadora de Israel en el Reino Unido, Tzipi Hotovely, dijo en televisión que “cada escuela, cada mezquita y cada segunda casa tiene acceso a un túnel … y, por supuesto, municiones”. Cuando se le preguntó si eso significaba que toda Gaza debería ser destruida, respondió: “¿Tiene otra solución sobre cómo destruir la ciudad de los túneles subterráneos?”
Esa fue sólo la última de las muchas declaraciones oficiales israelíes –desde el primer ministro hasta el presidente para abajo–, que indican que el objetivo del ataque es toda la población de Gaza, ya sea mediante bombardeos o mediante la privación sistemática de alimentos, agua, combustible y suministros médicos. (Incluso las ambulancias han sido atacadas). Esas declaraciones están documentadas en la solicitud sudafricana, porque demuestran la intención genocida del gobierno israelí. Como dijo un representante sudafricano a la CIJ el Jueves: “La evidencia de intención genocida no sólo es escalofriante, sino también abrumadora e incontrovertible”.
Estas muertes, lesiones, hambruna, deshidratación y destrucción total de hogares e infraestructura, son perpetradas por una nación cuyos partidarios más devotos en todo el mundo creen que tiene “la misión sagrada” de ser una “luz para las naciones” (Isaías 42:6, 49:6 y 60:3). Sin embargo, el primer ministro Benjamín Netanyahu ha reunido a sus tropas invocando la historia bíblica de la destrucción divinamente ordenada a Israel de los hombres, mujeres y niños amalecitas. Ante la CIJ, Israel intentó explicar esa invocación citando plenamente a Netanyahu, quien dijo a las tropas: “Las FDI son el ejército más moral del mundo, y las FDI hacen todo lo posible para evitar dañar a los no involucrados …”. El punto es que los líderes israelíes han dicho que ningún habitante de Gaza está ajeno a ésto.
Si bien la solicitud fue presentada contra Israel, por razones obvias el gobierno de los Estados Unidos no debería ser considerado libre de culpa: la convención sobre genocidio también prohíbe la “complicidad en genocidio”. Además, fue presentada una denuncia ante otro tribunal, la Corte Penal Internacional, contra el presidente Biden, el secretario de Estado Antony Blinken, y el secretario de Defensa Lloyd Austin, por su papel en la ayuda a Israel. Además, las prohibiciones de la convención sobre genocidio tienen contrapartes en la legislación estadounidense.
La administración Biden se opone a la solicitud de Sudáfrica, aunque admite que no ha investigado el asunto. Quizás resulte revelador que un portavoz del gobierno israelí desestimara a Sudáfrica calificándola como “abogada defensora del diablo”.
Traducción: Ms. Lic. Cristian Vasylenko