Israel es un estado aniquilador. No busca vivir en igualdad de condiciones con sus vecinos árabes y persas. Más bien, aspira a mantener la hegemonía en Oriente Medio. En el fondo, los atávicos israelíes no quieren vecinos educados y eruditos, iguales con quienes hacer magia en la región; quieren súbditos a los que puedan someter mediante sanciones y masacres. ~Ilana

SE TRATA DE PALESTINA. De todos los hechos conocidos sobre la guerra de agresión de Israel contra Irán, ahora nominalmente suspendida por Trump, éste es el más importante. Como lo expresó incisivamente Craig Mokhiber: “Irán es el último estado independiente de primera línea que se niega a someterse, a normalizar los crímenes contra el pueblo palestino”. En pocas palabras: “Irán estaba siendo castigado por su apoyo a los palestinos”. Si no sufre de la lobotomía prefrontal que conlleva suscribirse a Murdoch o Adelson Media, lo comprenderá.
La guerra ilegal y no provocada de Israel contra Irán no fue en absoluto en defensa propia preventiva, explica Mokhiber, destacado y experto en derecho internacional (siempre refiriéndose a sus elementos de derecho natural). Fue una agresión a la antigua usanza. Normalizadas por Israel y sus patrocinadores, las guerras de agresión son consideradas el “crimen supremo” en el derecho internacional (el derecho natural y el derecho libertario están de acuerdo).
El terrorismo característico de Israel tenía como objetivo desmantelar la soberanía iraní. Antes de la Revolución Iraní, el centro de control sobre los asuntos iraníes residía en Washington, D.C., sinónimo ‒ahora todos coincidimos‒, de Tel Aviv. La Revolución de 1979 le arrebató la toma de decisiones a Tel Aviv y la devolvió a Teherán. Lo que la Revolución Iraní de 1979 combatió, Israel busca reinstaurarlo.
Por su parte, Estados Unidos, el cobeligerante de Israel, es visto ahora ‒sobre todo en Asia Occidental‒ como una potencia militar testaruda que no distingue entre chiítas y Chita.
Como recordarán, Trump dejó perplejo a nuestro país ‒el presidente ha olvidado a quién sirve‒ prometiendo paz. En realidad, impuso la guerra. Los comentaristas Chas Freeman y Scott Ritter, ambos bien informados, habían divulgado desde el principio que el presidente había estado involucrado en una “diplomacia engañosa” con Irán. Tras haber conspirado con Israel, Trump sabía de antemano del inminente ataque “sorpresa” israelí. Había participado en negociaciones falsas con la República Islámica. Con la ayuda de la CIA, el Mossad y el MI5, los terroristas israelíes introdujeron de contrabando el material necesario en Irán. Un estafador, concluyó el Dr. Foad Izadi, académico iraní.
No es que Israel necesite una razón para la guerra, pero más que una guerra de agresión para un cambio de régimen, el ataque sorpresa de Israel del 13 de Junio contra Irán tenía como objetivo eliminar a Irán tal como lo conocemos.
El profesor John Mearsheimer, uno de los más distinguidos expertos en relaciones internacionales de Estados Unidos, ofrece una descripción de los objetivos israelíes en términos que contradicen las ideas obsoletas y engañosamente panglosianas de una “solución de dos Estados” y un “proceso de paz”. Más allá del cambio de régimen, Israel ‒según la siempre cautelosa opinión de Mearsheimer‒ tiene un “profundo interés” en desmembrar ‒en fracturar‒ a las naciones vecinas.
La condición de “rebelión” de Irán
La gestalt de Israel es aniquiladora. Como lo ha demostrado durante dos años de genocidio y destrucción continua en países vecinos, Israel es un “estado aniquilador”. El verbo hebreo lechasel, eliminar, es utilizado con bastante promiscuidad por las mentes prosaicas en los paneles de televisión, en la calle y en la Knesset.
Existe en Israel una condición que forma parte tanto del alma colectiva de la nación como del alma de cada israelí. La mentalidad es la supremacía judía; el esfuerzo compartido que emana de ella es la supremacía militar regional.
En consonancia con esta patología, Israel no busca vivir en igualdad de condiciones junto con sus vecinos árabes y persas. Más bien, aspira a mantener la hegemonía en Oriente Medio. Dondequiera que surja el eje de resistencia proliberación y propalestino, Israel actuará, no para negociar con él ni resolver conflictos, sino para eliminarlo y restaurar la hegemonía israelí.
A saber, observe cómo, metódica y maliciosamente, Israel elimina a los negociadores de paz. La “entidad genocida” atentó contra la vida de Ali Shamkhani. Fue el principal negociador en las conversaciones nucleares con Estados Unidos antes del 13 de Junio. El asesinato ilegal e inmoral de Ismail Haniyeh, jefe diplomático de Hamas, entra en esta categoría de eliminación (chisul). Hubo otros. En contra de las leyes de la guerra, científicos iraníes y personal militar de élite no combatiente fueron atacados en sus hogares, y seguirán siendo eliminados a un ritmo acorde con la naturaleza depredadora y canibalizadora de Israel.
Este ímpetu aniquilador, el núcleo de Israel, explica por qué, como ha sido observado, documentado y analizado a lo largo de 20 meses, Israel se deleita en aniquilar el capital humano árabe (y persa): intelectuales, hombres y mujeres de las artes, en las ciencias aplicadas y teóricas, periodistas, activistas, sanadores y humanitarios. Si quisiera disfrutar de su vecindario, no lo reduciría perennemente a una etapa primordial, pre-civilización, como en Gaza, eliminando el conocimiento, la experiencia y la fuerza; Inteligencia, belleza y bondad.
Como enfaticé en Marzo de 2024, este núcleo eliminatorio de la sociedad israelí explica por qué Israel ataca “la esencia misma de una sociedad ‒un capital humano inconmensurable‒, incluyendo redes familiares extensas, por lo demás indisolubles, el tipo de vínculos generacionales con los que en Occidente sólo podemos soñar, reducidos y agotados en número y en su energía innata”.
En el fondo, estos atávicos israelíes ‒durante su ofensiva en Irán, asesinaron a casi 900 palestinos en Gaza‒ no quieren vecinos educados y eruditos, iguales con quienes hacer magia en la región; quieren súbditos a los que puedan sancionar y masacrar hasta someterlos. Tanto mejor para someterlos, donde ahora languidecen, con la excepción de Irán, Yemen y Palestina.
La sumisión regional se logra reduciendo la región a escombros, bajo cualquier pretexto y a cualquier precio, y haciéndola completamente dependiente financieramente de Estados Unidos el que, como ya sabemos, está subyugado por Israel. Con un mundo árabe cooptado, Estados Unidos puede asumir la condición de dictador y de benefactor.
En realidad, entonces, ¿cuál es el estado rebelde, Israel o Irán?
Israel lanza guerras de agresión contra sus vecinos. Irán no. Israel, no Irán, es un proliferador promiscuo de armas nucleares. Se cree que posee “90 ojivas nucleares basadas en plutonio, y ha producido suficiente plutonio para entre 100 y 200 armas [más]”. Irán es parte del Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares (NPT). Israel no lo es. A diferencia de Irán, hasta ahora, Israel ha rechazado cualquier supervisión, inspección o salvaguardia del OIEA (Organismo Internacional de Energía Atómica). En marcado contraste Israel, no Irán, es una entidad genocida. Israel, no Irán, inició esta guerra, realiza ataques aéreos contra naciones vecinas, y perpetra asesinatos en masa a diario.
Irán y terrorismo
Y a diferencia de Israel, Irán no practica el terrorismo de estado; defendió su territorio con renuencia y habilidad.
El Complejo Nacional-Terrorista-Industrial de EE.UU. ha emitido advertencias en Estados Unidos sobre un “entorno de amenaza intensificado en Estados Unidos” procedente de Irán. Éstas generalmente presagian una operación de falsa bandera. El “país de origen del mayor número de terroristas extranjeros” es Arabia Saudita, buen amigo de Estados Unidos e Israel. Entre 1975 y 2024, los saudíes fueron responsables de 2.354 asesinatos en suelo estadounidense; los iraníes de … ninguno … ni uno.
Para cambiar eso, las operaciones de trampa del FBI, llamadas operaciones encubiertas o antiterrorismo, son rutinariamente lanzadas, y posiblemente estén en marcha ahora mismo. ¡Cuidado! Estas operaciones encubiertas no se rigen por leyes aprobadas por el Congreso, sino por estrategias ingeniosas. Un método clásico de trampa del FBI es cuando agentes del FBI persuaden a algún ingenuo y necesitado para que cometa un delito que no tenía intención de cometer hasta que se le acercaron.
Quizás sea una broma pesada, pero todos necesitamos reírnos. Como posible ejemplo de trampa, les presento el caso de Masih Alinejad, una “periodista” iraní-estadounidense pro-cambio de régimen sin importancia. La mujer, con su pelo alborotado y desmelenado, recita los clichés que abundan en Estados Unidos.
La Sra. Alinejad había alegado haber sido objeto de un plan de secuestro por parte de los mullahs iraníes. También dijo que “el FBI la había contactado ocho meses antes con fotografías tomadas por los conspiradores”. Un guiño, un guiño, no digas más.
Vamos, Sra. Alinejad. En respuesta, diría que no creo que el líder supremo iraní (cuya vida los sucios israelíes han amenazado recientemente) la quiera de vuelta. No creo que los mullahs consideren a Masih como una persona digna de confianza. En todo caso, su súplica era desesperada: Estados Unidos, por favor, mantengan alejados a los agitadores iraníes pro cambio de régimen como Masih Alinejad.
Irán y armas de destrucción masiva
El estado actual de la capacidad nuclear de Irán nunca ha sido el problema, aunque la “entidad genocida”, Israel, está librando y librará “guerras para preservar su propio monopolio nuclear” en la región.
Antes de dar marcha atrás (para apoyar a Trump), Tulsi Gabbard, Directora de Inteligencia Nacional (DNI), “presentó las conclusiones colectivas de la Comunidad de Inteligencia de EE.UU. (CI), que abarcan una amplia gama de cuestiones de seguridad nacional y áreas geográficas, incluyendo la amenaza que representa Irán y su posible desarrollo de un arma nuclear”. “La CI sigue evaluando que Irán no está construyendo un arma nuclear y que el Líder Supremo Khamenei no ha autorizado el programa de armas nucleares que suspendió en 2003”, informó Gabbard, quien “se hizo eco de una evaluación que las agencias de inteligencia estadounidenses vienen efectuando desde 2007”. No es ajeno a la creación del casus belli de Israel que el OIEA (Organismo Internacional de Energía Atómica) parece haber dejado de actuar con imparcialidad, como lo hizo durante los preparativos para la guerra contra Irak, bajo el liderazgo del Dr. Mohammed El Baradei. Las declaraciones de Rafael Grossi, el voluble director general del OIEA, ayudaron a justificar la acción contra Irán.
Antes de la guerra no provocada que Israel decidió emprender contra Irán, el vanidoso Grossi rondaba por la región, alertando sobre la República Islámica. En resumen, el informe de Grossi del 31 de Mayo de 2025, “Verificación y vigilancia en la República de Irán a la luz de la resolución 2231 (2015) del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas”, equipara claramente su enfado con Irán con el enriquecimiento de uranio apto para armas por parte de Irán.
El problema de Grossi reside en el uso del necrosoftware Palantir por parte del OIEA. Según Wikipedia, el engañoso informe sobre armas de destrucción masiva de Grossi fue generado para el OIEA por el software de inteligencia artificial de Palantir.
Palantir gana una buena suma en la necroindustria, vendiendo software para la vigilancia masiva (y las consiguientes “supuestas” ejecuciones). En Gaza, se alega que el software de Palantir permitió a la Unidad 8200 de Israel generar algorítmicamente listas de asesinatos.
Sin más pruebas que “un mosaico de narrativas de IA”, Grossi siguió inventando historias contra Irán. Tras los ataques aéreos y anfibios estadounidenses del 22 de Junio contra ese país fuertemente sancionado, Grossi se dedicó a hablar sin tapujos sobre cantidades, incluso de kilogramos, de uranio enriquecido y almacenado en secreto en Irán. A veces eran 400 kilogramos, otras 900. A toda prisa, la agencia se ha retractado de los avistamientos de armas de destrucción masiva. “No teníamos ninguna prueba de un esfuerzo sistemático para desarrollar un arma nuclear”, declaró Grossi tímidamente a Christian Amanpour de la CNN el 17 de Junio.
Los costos del belicismo israelí se han disparado. ¿No es hora de mirarle los dientes a este caballo regalado?
De vuelta a los orígenes: Palestina
¿Cuál es la causa fundamental de estos problemas en el gran Oriente Medio?, pregunta el Dr. John Mearsheimer en el Centro de Seguridad Internacional de Notre Dame. ¿Quién es responsable de las ofensivas iniciadas, después del 7 de Octubre, por Hezbollah en el Líbano, los Houthi en Yemen, y diversas milicias en Siria e Irak, contra las que Estados Unidos decide librar guerras de baja intensidad?
Hay dos opiniones encontradas. El régimen genocida y sus socios ‒que antes del 7 de Octubre habían planeado borrar a los palestinos de la historia‒ culpan a Irán. Se dice que Irán ejerce una gran atracción; es el “titiritero maestro” de Hamas, Hezbollah e incluso del valiente movimiento yemení Ansar Allah.
Estas estupideces israelocéntricas se ven reforzadas por las obedientes designaciones de “terroristas” de Occidente, y por debates tan plagados de clichés que carecen de sentido. Un reduccionismo predilecto, por ejemplo, es el término “proxy”, utilizado por el establishment de la política exterior de Washington D.C. y la incompetente élite gobernante de Israel. Según Foreign Policy Inc., estas complejas y diversas comunidades árabes regionales ‒la Resistencia‒ están involucradas en una empresa improductiva y castigadora que dura décadas, porque Irán las comanda. No importa lo que digan los propios dirigentes. En su arraigada mendacidad intelectual, el establishment de la política exterior occidental no cree que existan patriotismo, nacionalismo ni compañerismo entre grupos fuera de Occidente. Sin oposición, el conglomerado de seguridad nacional y política exterior sostiene que la valiente intervención militar de los Houthi en favor de los palestinos, masacrados a diario con el visto bueno de Occidente, no es más que la protesta de marionetas manipuladas por sus amos iraníes. Según esta mentalidad, solo los “soldados” anglo-estadounidenses-israelíes actúan en solidaridad con su pueblo.
La teoría contraria, “el escenario alternativo”, argumenta el Dr. Mearsheimer, es que Israel es responsable. Que “es en gran medida resultado de la ocupación israelí que los palestinos atacaron Israel el 7 de Octubre”. Tras evaluar las pruebas que respaldan la teoría de la hegemonía iraní sobre las milicias de la resistencia, Mearsheimer, un estudioso minucioso de la política de las grandes potencias (y patriota que sirvió en la Fuerza Aérea estadounidense durante cinco años), ha descubierto que hay poca evidencia de que Irán sea responsable de todos estos conflictos en Oriente Medio. Durante mucho tiempo, el Dr. Mearsheimer ha argumentado que, según las pruebas, “Israel es el principal responsable del conflicto en Oriente Medio. Israel y su brutal ocupación de los palestinos”. La nefasta presencia de Israel en los territorios anexados de facto es la razón por la que todos los presidentes estadounidenses han comprendido la necesidad imperiosa de una solución a la difícil situación palestina, sin la cual las intifadas ‒una, dos, tres, y así sucesivamente‒ culminarían en acontecimientos como el 7 de Octubre.
La tediosa palabrería de “culpar a Irán y cambiar el régimen iraní” fue iniciada por Israel en la década de 1970, según el Dr. Stephan Walt. Fue durante la década de 1990 que Estados Unidos se adhirió a Israel y comenzó a excluir a Irán. En 1994, confirma Ali M. Ansari, profesor de Historia de Irán en la Universidad de St. Andrews, “en consonancia con el incipiente acercamiento de Israel al mundo árabe” y la firma de “un tratado de paz con Jordania”, Israel “cambió su perspectiva estratégica, pasando de considerar a Irán como un contrapeso [regional] a considerarlo el enemigo. De ahí en adelante, Israel alentaría a Estados Unidos a aislar a la República Islámica” (“Las raíces superficiales de la guerra de Irán con Israel”, Foreign Affairs, 29 de Mayo de 2024).
Lo que el Dr. Ansari no puede decir, yo sí: la “perspectiva estratégica” de Israel exige un enemigo en todas partes y siempre. Este enemigo designado quedará manchado por un libelo de sangre, una abstracción: se le acusará de ser antisemita, de anhelar sangre judía. Este libelo de sangre ignora la verdad, porque cuando los hechos y la realidad son examinados, son los árabes los que están siendo exterminados masivamente a diario, con privilegios gubernamentales otorgados por Occidente, no los israelíes.
Hay que reconocerle el mérito a Israel. Se ha posicionado como la cruz del mundo, una maldición con la que nace todo individuo que no sea judío-israelí, y que debe cargar como un albatros.
Traducción: Ms. Lic. Cristian Vasylenko








