Muy a menudo, a los críticos del régimen se les llama “teóricos de la conspiración”. Las mismas personas que nos llaman “teóricos de la conspiración”, también nos dicen que cada político extranjero es un dictador mentalmente enfermo, con el que no se puede razonar ‒Kaiser Wilhelm Der Große, Adolf Hitler, Ho Chi Minh, los talibanes, Saddam Hussein, David Koresh, Bashar al-Assad, Osama bin Laden, Muammar Gaddafi, Vladimir Putin, Xi Jinping, etc. La fórmula es que casi siempre el enemigo X tiene un complot para apoderarse del mundo: sólo una campaña de asesinatos en masa de reclutas y civiles puede salvarnos.
Consideremos la destrucción de Japón en la Segunda Guerra Mundial.
El bombardeo de Tokio, también conocido como Operación Meetinghouse, fue lanzado del 9 al 10 de Marzo de 1945, bajo la dirección del general de la Fuerza Aérea estadounidense Curtis LeMay. Aproximadamente 100.000 seres humanos fueron masacrados, y otro millón quedó sin hogar.
El 6 de Agosto de 1945, en Hiroshima una sola bomba de 4.400 kgs. de peso masacró a unos 70.000 seres humanos.
Dwight D. Eisenhower, primer Comandante Supremo Aliado en Europa y 34º Presidente de los Estados Unidos, comentó sobre el bombardeo de Hiroshima en su libro Mandate for Change, 1953-1956; The White House Years, de 1963:
[E]n 1945 … el Secretario de Guerra Stimson, visitando mi cuartel general en Alemania, me informó que nuestro gobierno se estaba preparando para lanzar una bomba atómica sobre Japón. Yo era uno de los que sentía que había una serie de razones convincentes para cuestionar la sabiduría de tal acto …
Durante esta narración de los hechos relevantes, había sido consciente de un sentimiento de depresión, y por eso le expresé mis graves dudas; primero, basándome en mi creencia de que Japón ya estaba derrotado, y que lanzar la bomba era completamente innecesario, y en segundo lugar, porque pensé que nuestro país debería evitar escandalizar a la opinión mundial con el uso de un arma cuyo empleo, pensé, ya no era obligatorio como medida para salvar vidas estadounidenses. Creía que Japón, en ese mismo momento, estaba buscando alguna manera de rendirse con una mínima pérdida de “prestigio”.
Tres días después, en Nagasaki, 40.000 seres humanos fueron asesinados con una sola bomba, y 60.000 más resultaron heridas.
Charles de Gaulle, entonces presidente del gobierno provisional de la República Francesa, escribió en la página 926 de su libro The Complete War Memoirs of Charles de Gaulle, de 1954: “[E]n el 6 y 10 de Agosto, fueron lanzadas bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki. De hecho, los japoneses habían dado señales, antes del cataclismo, de que estaban dispuestos a entablar negociaciones de paz. Pero lo que exigieron los estadounidenses fue la rendición incondicional, seguros de que, tras el éxito de los experimentos realizados en Nuevo México, la obtendrían.
En el momento de los atentados, Robert S. McNamara era teniente coronel del Cuerpo Aéreo del Ejército de Estados Unidos. Más tarde concedió una entrevista documental titulada The Fog of War: Eleven Lessons from the Life of Robert S. McNamara. Al comentar sobre la guerra en el Este, McNamara dice: “La proporcionalidad debería ser una directriz en la guerra. Matar entre 50% y 90% de la población de 67 ciudades japonesas, y luego bombardearlas con dos bombas atómicas, no es proporcional para la mente de algunas personas, con los objetivos que intentábamos alcanzar”. (Pág. 113)
A nivel nacional, en virtud de la Orden Ejecutiva 9066, el presidente Franklin Roosevelt utilizó el mito de Pearl Harbor para secuestrar a aproximadamente 120.000 personas de ascendencia japonesa, incluidos 80.000 ciudadanos estadounidenses.
Las personas que se disculparían por pisar accidentalmente su pie, defenderán o tolerarán explícitamente el asesinato en masa de personas inocentes, porque “nos atacaron primero en Pearl Harbor”. Como si las personas que murieron en los bombardeos incendiarios fueran las mismas personas involucradas en las reuniones secretas de los altos niveles para la planificación del ataque a Pearl Harbor. Ésto es tan ridículo como culpar a todos los estadounidenses por las acciones de los presidentes Donald Trump o Joseph Biden.
La mayoría de los ciudadanos de todos los países son racionalmente ignorantes en materia política. El alto costo de oportunidad de informarse sobre ciertos temas no compensa el efecto microscópico e imprevisible que su voto puede tener en el panorama general. ¿Y queremos no sólo culpar, sino asesinar a personas en otros países por las acciones de sus emperadores y soldados reclutados?
Según el Manual sobre las fuerzas militares japonesas de 1944 del Departamento de Guerra de Estados Unidos: “En tiempos de paz, todos los súbditos japoneses varones entre 17 y 40 años están sujetos a prestar servicio en las fuerzas armadas”.
El mito de Pearl Harbor
Después de que Roosevelt gastara 40,1% del PBI de Estados Unidos con su programa de recuperación New Deal de 1933, con la esperanza de poner fin a la Gran Depresión, el país experimentó una recesión de doble caída en 1937, con un desempleo que alcanzó 20%.
El plan para provocar un incidente en Pearl Harbor no fue ampliamente conocido hasta el 2 de Enero de 1972, cuando The New York Times resumió los documentos del Gabinete de Guerra británico recientemente publicados , los que cubrían el período comprendido entre Enero de 1941 y Julio de 1945. El artículo titulado “Planes de entrada en la guerra presentados a Roosevelt”, afirma:
… El presidente Franklin D. Roosevelt le dijo al primer ministro Winston Churchill en Agosto de 1941 que estaba buscando un incidente que justificara la apertura de hostilidades contra la Alemania nazi.
… Las actas, citando indirectamente a Churchill, decían:
“Él [Roosevelt] obviamente estaba decidido a que entraran”.
“Si planteara la cuestión de la paz y la guerra al Congreso, lo debatirían durante meses”, añaden las actas del Gabinete.
“El presidente había dicho que haría la guerra, pero no la declararía [y] que se volvería cada vez más provocador. Si a los alemanes no les gustaba, podrían atacar a las fuerzas estadounidenses”.
…“Las órdenes del presidente a estas escoltas [de la Marina de los Estados Unidos] fueron atacar cualquier submarino [alemán] que apareciera, incluso si estaba a 200 o 300 millas de distancia del convoy. Había que hacer todo lo posible para forzar un incidente”.
… El presidente se lo tomó muy bien, y dejó en claro que buscaría un incidente que le justificara abrir las hostilidades”, dijo Churchill al Gabinete de Guerra, según las actas de la reunión.
En su libro titulado Diplomacia, de 1994, el ex secretario de estado Henry Kissinger explicó la estrategia de provocación de Roosevelt hacia Alemania y Japón:
En septiembre de 1941, Estados Unidos cruzó la línea hacia la beligerancia. La orden de Roosevelt de que se informara a la Armada británica de la posición de los submarinos alemanes, había hecho inevitable que, tarde o temprano, se produjera algún enfrentamiento. El 4 de Septiembre de 1941, el destructor estadounidense Greer fue torpedeado mientras indicaba a los aviones británicos la ubicación de un submarino alemán. El 11 de Septiembre, sin describir las circunstancias, Roosevelt denunció la “piratería” alemana. Comparando los submarinos alemanes con una serpiente de cascabel enroscada para atacar, ordenó a la Armada de los Estados Unidos hundir “al ver” cualquier submarino alemán o italiano descubierto en el área de defensa estadounidense previamente establecida, que se extendía hasta Islandia. A todos los efectos prácticos, Estados Unidos estaba en guerra en el mar con las potencias del Eje …
… Roosevelt ordenó a los negociadores estadounidenses que exigieran que Japón renunciara a todas sus conquistas, incluida Manchuria, invocando la negativa anterior de Estados Unidos a “reconocer” estos actos. Roosevelt debía haber sabido que no había posibilidad de que Japón aceptara …
… Roosevelt había logrado su objetivo paciente e inexorablemente, educando a su pueblo paso a paso sobre las necesidades que tenían ante sí. Sus audiencias filtraron sus palabras a través de sus propias ideas preconcebidas, y no siempre entendieron que su destino final era la guerra, aunque no podían dudar de que se trataba de una confrontación. (pág. 392-3)
En ese momento, Henry Lewis Stimson era el Secretario de Guerra de los Estados Unidos, y en la “Investigación del ataque a Pearl Harbor” de 1946, el diario de Stimson se presenta como prueba. En la página 177, el informe cita una entrada del diario del 25 de Noviembre de 1941, casi dos semanas antes del ataque japonés a Pearl Harbor. Stimson escribió,
El general Marshall y yo fuimos a la Casa Blanca, donde estuvimos hasta casi la una y media. En la reunión estábamos [el Secretario de Estado Cordell] Hull, [el Secretario de la Marina Frank] Knox, [el Jefe de Estado Mayor del Ejército George C.] Marshall, [el Jefe de Operaciones Navales Harold Raynsford] Stark y yo.
El Presidente mencionó el hecho de que era probable que fuéramos atacados, tal vez (tan pronto como) el próximo Lunes, porque los japoneses tienen fama de atacar sin previo aviso, y la pregunta era qué debíamos hacer. La pregunta era cómo debíamos maniobrarlos hasta la posición de disparar el primer tiro sin permitirnos demasiado peligro …
Más tarde, Stimson publicó secciones de su diario personal en un libro de 1948 coescrito con su hermano Bundy, titulado Sobre el servicio activo en paz y guerra. En la página 393, Stimson cita la entrada de su propio diario del 7 de Diciembre de 1941, el mismo día en que Japón atacó a las tropas estadounidenses estacionadas en Pearl Harbor.
Cuando llegó por primera vez la noticia de que Japón nos había atacado, mi primer sentimiento fue de alivio porque la indecisión había terminado y se había producido una crisis que uniría a todo nuestro pueblo. Éste continuó siendo mi sentimiento dominante, a pesar de las noticias de catástrofes que rápidamente se desarrollaron. Porque creo que este país unido prácticamente no tiene nada que temer, mientras que la apatía y las divisiones provocadas por hombres antipatrióticos han sido hasta ahora muy desalentadoras.
El 7 de octubre de 1940, el capitán Arthur McCollum, jefe de la Sección de Inteligencia Naval del Lejano Oriente, redactó un memorandum. McCollum, cuyo nombre es mencionado 55 veces en la investigación oficial de Pearl Harbor de 1946 citada anteriormente, tituló su memorandum “Estimación de la situación en el Pacífico y recomendaciones de acción por parte de Estados Unidos”.
El memorandum fue popularizado por Robert B. Stinnett en su libro Day of Deceit, de 1999. La página 4 del memorandum registra las secciones novena y décima de McCollum:
9. No se cree que en el estado actual de la opinión política, el gobierno de los Estados Unidos sea capaz de declarar la guerra a Japón sin más preámbulos; y es casi imposible que una acción vigorosa de nuestra parte conduzca a los japoneses a modificar su actitud. Por lo tanto, se sugiere el siguiente curso de acción:
A. Llegar a un acuerdo con Gran Bretaña para el uso de bases británicas en el Pacífico, particularmente en Singapur.
B. Hacer un acuerdo con Holanda para el uso de las instalaciones de la base y la adquisición de suministros en las Indias Orientales Holandesas.
C. Dar toda la ayuda posible al gobierno chino de Chiang-Kai-Shek.
D. Enviar una división de cruceros pesados de largo alcance a Oriente, Filipinas o Singapur.
E. Enviar dos divisiones de submarinos al Oriente.
F. Mantener la fuerza principal de la flota estadounidense ahora en el Pacífico en las cercanías de las islas hawaianas.
G. Insistir en que los holandeses se nieguen a acceder a las demandas japonesas de concesiones económicas indebidas, en particular petróleo.
H. Embargar completamente todo el comercio de Estados Unidos con Japón, en colaboración con un embargo similar impuesto por el Imperio Británico.
10. Si por estos medios se pudiera inducir a Japón a cometer un acto abierto de guerra, mucho mejor. En cualquier caso, debemos estar plenamente preparados para aceptar la amenaza de guerra.
¿Por qué importan las divagaciones de un solo soldado? Porque las principales recomendaciones del memorando fueron adoptadas y promulgadas por el gobierno de Estados Unidos; lo que, como predijo McCollum, llevó a Japón a cometer un acto abierto de guerra.
Fue promulgada la sección “C”, que ayudó al régimen de Chiang como parte de una extensión del programa de Préstamo y Arrendamiento de Estados Unidos, que también ayudó a los gobiernos británico y soviético antes de la entrada oficial de Estados Unidos en la guerra.
Además, fue promulgada la Sección “D”. Un documento restringido del 15 de Noviembre de 1941 tenía como asunto “Conferencia del General Marshall hoy”, titulado “#2-602 Memorando de Robert L. Sherrod para David W. Hulburd”. El General George C. Marshall era en ese momento Jefe de Estado Mayor del Ejército de los Estados Unidos. El documento resume una reunión en el Departamento de Guerra en una “conferencia secreta con el general Marshall”. El memorandum de la Fundación George C. Marshall dice:
Estados Unidos está al borde de la guerra con los japoneses, afirmó el general. Nuestra posición es muy favorable a este respecto: tenemos acceso a una filtración de toda la información que están recibiendo sobre nuestros preparativos militares, especialmente en Filipinas. En otras palabras, sabemos lo que ellos saben de nosotros, y ellos no saben que nosotros lo sabemos.
Bajo gran secreto, Estados Unidos está aumentando su fuerza en Filipinas a un nivel mucho más alto que lo que imaginan los japoneses. El general MacArthur está descargando barcos por la noche, está construyendo campos aéreos en el interior cuidadosamente vigilado, y no permite que nadie se acerque a kilómetros de las reservas militares.
El punto más importante a recordar es éste: nos estamos preparando para una guerra ofensiva contra Japón, mientras que los japoneses creen que nos estamos preparando sólo para defender Filipinas … Estamos acumulando una gran proporción de nuestro nuevo material en Filipinas, varios cargamentos de barcos por semana.
… Si llega la guerra con los japoneses, lucharemos sin piedad. Inmediatamente serán enviadas fortalezas voladoras para incendiar las ciudades de papel de Japón. No habrá ninguna duda a la hora de bombardear a civiles: será total.
Se mantuvo el apartado “F”, cuando era posible una alternativa clara, que era retirar las tropas estadounidenses de la zona, ya que Hawaii ni siquiera era entonces un estado americano, y no lo sería hasta 1959.
Lo más significativo es que la sección “H” del memorandum de McCollum que abogaba por un embargo ‒la restricción forzosa del comercio con Japón‒ fue promulgada el 1 de Agosto de 1941. Ésto se produjo inmediatamente después de la congelación de activos japoneses ocurrida el 26 de Julio de 1941. Nada de esto era inevitable; fácilmente podría haber ocurrido que el gobierno de Estados Unidos viera la brutalidad del régimen japonés en China, y temiera una provocación, o quisiera un Japón fuerte para luego luchar contra los soviéticos, o contener la expansión china en Asia.
Después de que los japoneses ocuparon Vietnam en Septiembre de 1940, y mantuvieron a Corea como colonia desde 1910, el recién descubierto Imperio de los Estados Unidos heredó los conflictos del anterior Imperio japonés. Por supuesto, aquéllos con opiniones de moda dirán constantemente que “Estados Unidos tenía la política de contención de Truman, y sólo estaba tratando de contener al comunismo cuando mataron a millones de coreanos y millones de vietnamitas”. Esto supone que el imperio estadounidense tiene un temor razonable al comunismo a miles de kilómetros de distancia de Vietnam y Corea, mientras que Japón no tenía motivos para temerles, a pesar de que Japón está mucho más cerca de estas áreas.
A diferencia de los actores del mercado, los gobiernos tienen cualidades únicas que incentivan la guerra de maneras que no serían rentables en el sector voluntario. Los estados tienen un acceso único a la creación de dinero del banco central, a los impuestos, al servicio militar obligatorio, a la educación obligatoria, y a un doble standard legal que les permite cometer asesinatos bajo el pretexto de la “política exterior”. Deberíamos esperar que los estados sigan haciendo campaña a favor de las guerras.
Debemos ver la guerra como lo que es: campañas de asesinatos en masa, basadas en mentiras financiadas por robos. Las élites de seguridad nacional de todos los países desde el principio de los tiempos deben mentir y sensacionalizar las posibles amenazas extranjeras, para lograr que sus poblaciones nacionales entreguen sus libertades, y asuman el alto costo de morir o de que les vuelen las extremidades.
Que todos tengamos la humildad de Tucker Carlson al reflexionar sobre las atrocidades de Hiroshima y Nagasaki:
Me encanta, por cierto, que personas de mi lado ‒lo admito, de la “derecha”‒ hayan pasado los últimos 80 años defendiendo el lanzamiento de bombas atómicas contra civiles. ¿Estás bromeando? Eso es simplemente maldad prima facie. Si no puedes ‒“Bueno, si no hubiéramos hecho eso, entonces ésto, aquéllo, lo otro, en realidad fue un gran ahorro”‒, no. Está mal lanzar armas nucleares sobre la gente, y si te encuentras argumentando que es bueno lanzar armas nucleares sobre la gente, entonces eres malvado.
– Tucker Carlson, Experiencia Joe Rogan (ep. n.º 2138)
Traducción: Ms. Lic. Cristian Vasylenko