La crítica central de los izquierdistas al libre mercado es que tal sistema conduciría a monopolios, donde una persona o grupo domina una industria, lo que resultaría en precios más altos y una calidad más baja que la que existiría en una situación más competitiva.
La izquierda progresista sostiene entonces que el gobierno monopoliza los impuestos, las licencias comerciales, el sistema de justicia, las armas, la policía, el ejército, la educación obligatoria y la oferta monetaria.
Considere el flagrante doble rasero cuando se trata de la palabra contrato, que a menudo implica que haré X por usted a cambio de Y.
Cuando no paga impuestos, lo denuncian por supuestamente no cumplir con su parte del “contrato social”, y ésto justifica meterlo en la cárcel. Sin embargo, ¿qué pasa si el estado no cumple su parte del contrato social, y no puede mantenerlo a salvo? ¿Los políticos van a la cárcel? ¿Ya no tiene la obligación legal de obedecer leyes arbitrarias o pagar impuestos?
Esta contradicción se vuelve muy clara cuando escuchamos a los izquierdistas exigir que se prohíban las armas. Prohibir tal producto significaría que ninguna persona podría poseerlo legalmente, aunque el progresista parece no tener ningún problema con que el ejército ucraniano maneje tales armas. Incluso después de todas las atrocidades perpetradas por los gobiernos a lo largo de la historia, los progresistas todavía sostienen la supremacía gubernamental y la monopolización de las armas.
Probando la teoría
¿Fueron Donald Trump y George W. Bush mayores amenazas para la humanidad como ciudadanos privados, o como funcionarios públicos?
Según el progresismo, el sector privado es depredador y egoísta, mientras que el sector público es beneficioso y cooperativo.
La principal forma de refutar esta teoría sería tomar a la misma persona (o grupo de personas), y ver los resultados que produce en el sector privado y en el sector político.
En el sector privado, Donald Trump y George W. Bush no tenían la capacidad de gravar los ingresos de extraños, ni podían regular los intercambios en los que otros participaban voluntariamente. Tampoco podían impunemente bombardear a civiles, con el pretexto de la “defensa nacional”.
¿Cuántas campañas de asesinatos en masa (a menudo llamadas “guerras”) tendrán que emprender los gobiernos, antes de que los izquierdistas admitan que el estado es la verdadera amenaza a la sociedad de la que dice protegernos?
Los izquierdistas afirmarán que el gobierno actual ha sido capturado por las corporaciones y, por lo tanto, no debería tener ninguna culpa por las atrocidades estatales, al tiempo que argumentarán que el estado debería aumentar los impuestos y los poderes regulatorios.
Imagínese a un defensor del libre mercado diciendo: “El libre mercado funcionará bien; pero el problema es que todos los directores ejecutivos actuales de las empresas son corruptos”. Si bien progresistas como Sam Seder suelen llamar “utópicos” a los defensores del libre mercado, es el progresismo el que es tan utópico como la mayoría de las ideologías utópicas.
Los defensores del libre mercado reconocen que los seres humanos tienen intereses propios. Cada vez que un izquierdista mira televisión, se relaja o lee un libro, en lugar de construir casas en Sierra Leona, demuestra este punto. La diferencia es que el libre mercado armoniza el interés propio para reconocer la legitimidad sólo de las transacciones que ocurren si todas las partes involucradas creen que estarán mejor después del intercambio. Dentro de los aspectos de libre mercado de la sociedad, nadie puede quitarle un segundo de su tiempo o un centavo de su bolsillo, a menos que Ud. se lo entregue voluntariamente. Los gobiernos no enfrentan este control y equilibrio.
Incluso grandes empresas como Kodak, Sears, Sam Goody, Pan Am, A&P Grocery, Myspace, Borders y Blockbuster, han quebrado o cerrado porque no podían satisfacer la demanda de los consumidores. Compárense las empresas que figuraban en Fortune 500 en 1955, con las que figuraban en 2016: sólo quedan 12% de aquellas empresas. Lejos de que “los ricos se hagan más ricos”, vemos constantemente que los consumidores optan por destinar su dinero lejos de la empresas (incluso líderes de la industria) que no satisfacen la demanda de los consumidores.
Regulación Económica Interna x Externa
Cuando los izquierdistas ven que los cubanos arriesgan sus vidas para llegar a Estados Unidos, a menudo culpan a las “sanciones” estadounidenses por las difíciles vidas de los cubanos. Sin embargo, abogan por que el mismo gobierno imponga restricciones comerciales y regulaciones económicas a su población nacional.
En el caso de Cuba, un memorando del Departamento de Estado de 1960 titulado “La decadencia y caída de Castro”, escrito por el subsecretario de Estado adjunto para Asuntos Interamericanos, Lestor Mallory, describe la intención detrás de la política de sanciones económicas. En el memorando, Mallory propone hacer “los mayores avances para negar dinero y suministros a Cuba, reducir los salarios monetarios y reales, provocar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno”. Cualquier tercero que intervenga coercitivamente en transacciones económicas voluntarias es injustificable, independientemente de la distancia geográfica entre ellos.
El coaccionador casi siempre dirá que su coerción es por el bien de la sociedad. Incluso el concepto de esclavitud no estuvo exento de estas justificaciones de “bien mayor”:
Los defensores de la esclavitud argumentaron que el fin repentino de la economía esclavista habría tenido un impacto económico profundo y mortal en el Sur, donde la dependencia del trabajo esclavo era la base de su economía. La economía del algodón colapsaría. La cosecha de tabaco se secaría en los campos. El arroz ya no sería rentable.
Los partidarios de la esclavitud argumentaron que si todos los esclavos fueran liberados, habría desempleo y caos generalizados. Esto conduciría a revueltas, derramamiento de sangre y anarquía. Señalaron el “gobierno del terror” de la mafia durante la Revolución Francesa, y abogaron por la continuación del statu quo, que proporcionaba riqueza y estabilidad a la clase esclava y a todas las personas libres que disfrutaban de la generosidad de la sociedad esclavista.
Los defensores de la esclavitud argumentaron que la esclavitud había existido a lo largo de la historia y era el estado natural de la humanidad. Los griegos tenían esclavos, los romanos tenían esclavos, y los ingleses tenían esclavitud hasta hace muy poco.
Todo ésto para mostrar que las mismas críticas que los progresistas hacen al sector voluntario, rara vez se aplican a éste, mientras que se aplican casi universalmente al estado.
Un ejemplo de la ignorancia que subyace a la comprensión progresista del gobierno, puede verse en el movimiento “Desfinanciar y abolir la policía” que tuvo lugar en Estados Unidos en 2020.
Olvídese de cómo las encuestas muestran que muchos estadounidenses pobres quieren que más policías patrullen activamente para desalentar los delitos violentos y contra la propiedad. Todo lo que sostienen los izquierdistas implica acción policial: si no obedece estas reglas, la policía lo encarcelará o le disparará si se resiste.
Sin policía, ¿cómo puede el estado recaudar billones de dólares de impuestos cada año para financiar los numerosos y crecientes programas que defienden los izquierdistas? Sin una policía estatal, ¿quién confiscará las armas a los ciudadanos? Sin una fuerza policial, ¿quién hará cumplir coercitivamente las regulaciones comerciales o las licencias profesionales?
El izquierdista cayó en el gran truco de magia del estado: hacer invisible la violencia de la que depende el estado para su propia existencia.
Los testigos de Jehová son mal recibidos por ir de puerta en puerta y hacer que la gente se sienta culpable por no darles dinero ni atención. Admiro a quienes están dispuestos a utilizar su tiempo pacíficamente para salir a las calles, y dar a la gente argumentos sobre lo que creen y por qué. Se dice que Aristóteles dijo: “La característica de una mente educada es poder albergar un pensamiento sin aceptarlo”. Así que lo tengo en cuenta y a menudo escucho a estas personas.
Hay implicancias muy importantes para las acciones de los testigos de Jehová. Dicen creer que si no me uno a su organización de alguna manera, podría pasar una eternidad en el infierno. Sin embargo, todavía respetan mi libertad de elección para correr un riesgo tan grande. Las conversiones que obtienen son voluntarias, las Biblias que distribuyen se financian voluntariamente, la asistencia a la iglesia es voluntaria, y el proselitismo es voluntario, porque respetan mi libertad de elección.
Los izquierdistas, por otro lado, sostendrán que la policía vaya a su casa, le arreste y lo meta en una celda de prisión –y le dispare si se resiste– si no participa en sus proyectos favoritos, bajo el pretexto de “imponer impuestos”.
Por eso se equivocan quienes afirman que “el estado es una herramienta que puede usarse para el mal o para el bien”. Una “herramienta” implica neutralidad, mientras que un estado significa necesariamente que algunas personas tienen el derecho de coaccionar a otras, en situaciones en las que los actores no estatales no tendrían ese derecho.
Traducción: Ms. Lic. Cristian Vasylenko