Israel nos ha acorralado a todos en un “debate”, completamente ajeno a la realidad, que sólo se refiere a las personas fallecidas directamente por sus bombas y disparos, no al genocidio que está perpetrando por otros medios.
La mayor estafa que Israel ha instalado en los últimos dos años es imponer parámetros completamente falsos en un “debate” en Occidente sobre la credibilidad del número de muertos en Gaza, el que oficialmente ahora asciende a poco más de 70.000.
No sólo se trata de que nos hayamos visto envueltos en interminables disputas sobre si se puede confiar en las autoridades médicas de Gaza, o cuántos de los muertos son combatientes de Hamas (a pesar de las campañas de desinformación israelíes, el propio ejército israelí cree que más de 80% de los muertos son civiles).
O incluso de que estos “debates” siempre ignoran el hecho de que, desde el principio, Israel destruyó la capacidad de Gaza para contar sus muertos, al destruir las oficinas gubernamentales y los hospitales del enclave. Es posible que la cifra de 70.000 sea una drástica subestimación. No, la mayor estafa es que Israel nos ha envuelto con éxito en un “debate”, completamente ajeno a la realidad, que sólo se refiere a las personas asesinadas directamente por sus bombas y disparos.
Lo cierto es que un número mucho mayor de personas en Gaza ha sido asesinado activamente por Israel, no por estos medios directos, sino por lo que los estadísticos llaman métodos “indirectos”.
Estas personas fueron asesinadas por Israel, que destruyó sus hogares y las dejó sin refugio. Fueron asesinadas por Israel, que destruyó sus suministros de agua, electricidad y sistemas de saneamiento. Fueron asesinadas por Israel, que arrasó sus hospitales. Fueron asesinadas por Israel, que los dejó morir de hambre. Fueron asesinadas por Israel, que creó las condiciones perfectas para la propagación de enfermedades. La lista de formas en que Israel está asesinando gente en Gaza, es interminable.
Imagine su propia sociedad arrasada como lo ha sido Gaza.
¿Cuánto tiempo sobrevivirían sus ancianos padres en este infierno?
¿Qué tan bien se encontraría su hijo diabético, su hermana con asma, o su hermano con cáncer?
¿Qué tan bien soportaría Ud. una neumonía, o incluso un resfriado común, si no hubiera comido más de una comida ligera al día durante meses?
¿Cómo afrontaría su esposa un parto difícil si no hubiera anestesia, ni un hospital cercano, o un hospital apenas operativo, desbordado por las víctimas del último bombardeo israelí?
¿Y qué posibilidades habría de que su bebé sobreviviera, si su madre no pudiera producir leche con su dieta de hambre? ¿Y si no pudiera alimentarlo con fórmula, porque Israel bloquea la entrada de suministros al enclave? ¿Y si, en cualquier caso, no se pudiera mezclar el agua contaminada con la fórmula en polvo?
Ninguna de estas muertes está incluida en la cifra de 70.000. Y todos los precedentes demuestran que muchas más personas mueren por estos métodos indirectos, que por lesiones mortales directas ocasionadas por bombas y balas.
Según una carta de expertos en este campo a The Lancet, estudios de otras guerras ‒la mayoría de ellas, mucho menos destructivas que la de Israel en el pequeño enclave‒ indican que entre tres y quince veces más personas mueren por métodos de guerra indirectos que directos.
Los autores estiman, de forma conservadora, que el número de muertes indirectas es cuatro veces mayor que el de muertes directas. Ésto significaría, como mínimo, que 350.000 palestinos han muerto en Gaza a causa de las acciones de Israel.
La realidad posiblemente sea aún peor. Y eso sin mencionar a los cientos de miles de palestinos que han sufrido heridas terribles y traumas psicológicos.
Los estrategas de guerra israelíes saben exactamente cómo funciona esta proporción de muertes directas e indirectas. Por eso decidieron destruir casi todas las casas de Gaza, bombardear las instalaciones eléctricas, sanitarias y de agua, arrasar los hospitales y bloquear la ayuda mes tras mes.
Sabían que así sería como Israel podría llevar a cabo su genocidio, ofreciendo a sus aliados ‒gobiernos occidentales y su ejército de cabilderos‒ una excusa para librarse de la cárcel por su complicidad activa.
El supuesto “alto el fuego” de Donald Trump es sólo otra capa de engaño en este interminable juego de engaños. UNICEF, la agencia de protección infantil de la ONU, informa que menos de una cuarta parte de los camiones de ayuda están entrando en Gaza, superando el continuo bloqueo israelí, a pesar de los compromisos israelíes acordados como parte del “alto el fuego”. Aparentemente, ésto no es considerado como grave violación del alto el fuego. Pasa desapercibido.
UNICEF informa además que sólo en Octubre, al inicio del “alto el fuego”, casi 18.000 nuevas madres y bebés tuvieron que ser hospitalizados en Gaza por desnutrición aguda.
El genocidio no ha terminado. Puede que Israel haya ralentizado el ritmo de asesinatos directos que perpetra bombardeando Gaza, pero los asesinatos indirectos continúan sin cesar. Lo mismo ocurre con el “debate” orquestado por Israel en Occidente, diseñado para ocultar y excusar el asesinato en masa de la población de Gaza.
Traducción: Ms. Lic. Cristian Vasylenko







