La policía británica arrestó a casi 900 personas durante el fin de semana por expresar su apoyo al grupo activista por la paz Acción Palestina. Según la legislación del Reino Unido, es ilegal expresar opiniones favorables sobre el grupo, ya que Londres ha considerado a Acción Palestina una organización terrorista, en la misma categoría que ISIS o Al Qaeda.
Al mismo tiempo, la administración Trump defiende el asesinato de un barco lleno de venezolanos bajo la acusación de que eran “narcoterroristas”, categoría imaginaria diseñada para agrupar a los narcotraficantes comunes con terroristas suicidas y tiradores masivos.
Día a día, la palabra “terrorista” deviene cada vez más en una bufonada.
En el Reino Unido, un terrorista es alguien con un cartel que dice “Apoyo a Acción Palestina”.
En Estados Unidos, un terrorista es un venezolano sospechoso de narcotráfico.
En Israel, un terrorista es alguien que se resiste a la ocupación.
Se dice que Yemen está lleno de terroristas porque intentan detener un holocausto del siglo XXI.
Nos dicen que el Líbano está lleno de terroristas porque se oponen a un genocida estado de apartheid.
Nos dicen que Irán está lleno de terroristas porque su gobierno se resiste a las agendas imperialistas de cambio de régimen.
Nos dijeron que Al Qaeda era terrorista porque perpetró los atentados del 11-S, pero cuando Al Qaeda ayudó a Occidente a deshacerse de al-Assad, de repente dejaron de serlo.
Los militantes Uighur solían ser terroristas, pero fueron eliminados de la lista cuando se les consideró agentes útiles contra Peking y Damasco.
Irak necesitaba ser invadido porque Saddam quería suministrar armas de destrucción masiva a los terroristas, pero tras la invasión resultó que no existían taels armas de destrucción masiva, y entonces Irak se vio repentinamente asolado por una epidemia de atentados suicidas.
Afghanistan necesitaba ser invadido porque los talibanes proporcionaban un refugio seguro a los terroristas, pero tras 20 años de ocupación militar, el imperio necesitaba su maquinaria bélica para otras tareas, así que permitió que los talibanes recuperaran Afghanistan.
En 2010, el entonces vicepresidente Joe Biden proclamó a Julian Assange “terrorista de alta tecnología” porque su periodismo con WikiLeaks expuso crímenes de guerra estadounidenses.
El terrorismo se utilizó como excusa para implementar la Ley Patriota en EE.UU. y la Ley Antiterrorista en el Reino Unido, así como innumerables otras medidas autoritarias restrictivas de libertades en todo el mundo occidental, que los tiránicos gobernantes imperialistas llevaban años intentando imponer.
En realidad, “terrorista” sencillamente significa alguien a quien el imperio quiere matar o encarcelar, o un grupo cuya designación terrorista podría ser utilizada para justificar el avance de agendas geoestratégicas preexistentes.
La propaganda es utilizada para grabar eventos como el 11-S en la conciencia occidental, como ejemplos de terrorismo que debe ser prevenido a toda costa, y luego esta etiqueta “terrorismo” es literalmente aplicada a cualquiera que represente un obstáculo para las agendas del imperio occidental.
Una vez que es aceptado que no debe haber reglas que restrinjan la forma en que el estado responde a la amenaza del terrorismo, todo lo que el estado necesita hacer es etiquetar a alguien como terrorista para eliminar todas las reglas que podrían impedirle hacer lo que quiera. En ningún otro lugar ésto es ahora mejor ilustrado que en el genocidio en curso en Gaza, el que es justificado con la necesidad de eliminar a los terroristas.
Cuando a los arquitectos imperialistas en busca de poder se les otorga poder ilimitado para combatir al terrorismo, de repente nos encontramos en un mundo lleno de terroristas designados.
Cuanto más se desprecie al imperio occidental, más “terroristas” habrá. Porque un terrorista es cualquiera que realice acciones que incomoden al imperio.
Si ésto sigue así, pronto todos seremos “terroristas”.
Traducción: Ms. Lic. Cristian Vasylenko








