Las ciencias sociales como brujería

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    El principio de la sabiduría es entender qué preguntas formular. Así que intentémoslo.

    ¿Cómo se explica que las carreteras estén nacionalizadas, que la ley y la seguridad estén monopolizadas por el estado (tal como las conocemos hoy)?

    ¿Por qué cree que los bancos centrales tienen el monopolio de la producción de dinero?

    ¿Y por qué la mayoría de la gente cree que podría existir algo así como “impuestos justos”?

    ¿Cómo es posible que la gente piense que el socialismo y el comunismo fueron derrotados y colapsaron a finales de los ‘90, y que el capitalismo ha triunfado?

    ¿Por qué mucha gente piensa que es una teoría conspirativa que los globalistas estén trabajando en un derrocamiento neosocialista y neomarxista de la sociedad libre (o lo poco que queda de ella), con el objetivo de establecer un estado mundial?

    Permítanme preguntarles: ¿Cómo surgen confusiones, absurdos o mentiras como éstas, y por qué persisten?

    ¿Es ignorancia? ¿La gente no sabe lo que está pasando, qué maquinaciones políticas están en juego?

    ¿O es aceptación? ¿Acaso la gente acepta todo porque espera obtener algún beneficio?

    Intentemos encontrar respuestas a estas preguntas. Para ello, comenzaremos con Ludwig von Mises (1881-1973).

    Von Mises señaló que nuestras acciones, las acciones humanas, están determinadas por las ideas. Por lo tanto, no sorprende que quienes pretenden influir sobre sus semejantes, pretendan influir en sus ideas. Ésto es especialmente aplicable al estado (tal como lo conocemos hoy).

    El estado –como lo definió Murray N. Rothbard– es un monopolio territorial de la coerción y la violencia, con el poder de decisión final sobre todos los conflictos en su territorio, y se atribuye el derecho a recaudar impuestos. El estado o sus representantes pueden imponer la coerción y la violencia a sus semejantes de diversas maneras, ejerciendo mando sobre ellos y expoliándolos. Para ello, el estado o sus representantes pueden usar la fuerza bruta. Pero ésto es costoso y no está exento de peligros para ellos.

    Mucho más atractivo para el estado y sus representantes es que la gente se someta voluntariamente, que lo vea como necesario, indispensable, incluso magnífico. Pero ¿cómo puede ser lograda tal aceptación?

    Una forma es corromper a la mayoría de la gente, comprar su consentimiento. Por ejemplo, gravando a la relativa minoría productiva, y compartiendo el botín con la comparativamente mayoría menos productiva. Pero eso ya presupone el consentimiento de la gente a ser gobernada. Para obtener este consentimiento, el estado y sus aliados literalmente atacan las cabezas de la gente.

    Y lo más importante, el estado paga a intelectuales y líderes de opinión quienes, en nombre del estado, los convencen de que el estado es bueno y justo. Entre estos intelectuales y líderes de opinión se encuentra, sobre todo, el gremio de los economistas. La mayoría de ellos están a sueldo del estado. Por lo tanto, no es de extrañar que la mayoría apruebe al estado, sobre todo sin cuestionar su existencia.

    Que la economía moderna sirva como guardaespaldas intelectual del estado es posible porque ha adoptado un método científico que le permite hacerlo. Los economistas convencionales utilizan el método científico aplicado a las ciencias naturales el que, a su vez, se basa en el positivismo, el empirismo y el falsacionismo. Los economistas actuales formulan hipótesis (del tipo “Si hacemos A, el resultado será B” o “Si A aumenta X%, B cambia Y%), y luego las someten a pruebas de datos.

    Pero si la economía es concebida y practicada de esta manera; es decir, como ciencia empírica, inevitablemente surgen serios problemas. Pues nunca pueden ser justificadas afirmaciones verdaderas mediante la observación, la medición o la comprobación. Con este tipo de afirmaciones sólo puede ser dicho que algo fue de ésta o aquélla manera en el pasado. Nunca es posible demostrar que no podría haber sido de otra manera.

    Ejemplo: Hasta finales del siglo XVII, se creía que todos los cisnes eran blancos. En 1697 fueron descubiertos cisnes negros en Australia. Y con esa única observación, todas las numerosas observaciones previas de que los cisnes eran blancos, resultaron ser falsas.

    Por razones lógicas, no es posible mediante la experiencia [empíricamente] confirmar ni refutar el valor de verdad de una teoría.

    Además, cabe señalar que en el ámbito de la acción humana no es posible efectuar observaciones homogéneas, como es habitual en las ciencias naturales; por ejemplo, en los experimentos de laboratorio.

    La razón: los humanos son capaces de aprender. Cambian sus objetivos, preferencias y evaluaciones de los medios adecuados para alcanzarlos. En economía, los datos disponibles no nos permiten derivar leyes ni regularidades de ellos.

    Debemos concluir: el método científico positivista-empírico-falsacionista es totalmente inadecuado para la economía. No puede producir conocimiento fiable.

    Peor aún: en la práctica, resulta ser un caballo de Troya a través del cual pueden ser introducidas ideas falsas en nuestro mundo, incluso ideas peligrosas y siniestras, introducidas de contrabando en la mente de las personas.

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    Y eso me lleva a Stanislav Andreski, quien en 1972 publicó el libro Las ciencias sociales como brujería. Abuso, moda y manipulación de una ciencia. Andreski (sociólogo polaco nacido en 1919 y fallecido en 2007) cuestiona agudamente la integridad científica de las ciencias sociales, exponiendo cómo estas se ven perjudicadas y corrompidas por el sesgo ideológico, el arribismo y la adulación.

    Andreski critica cómo el uso excesivo de vocabulario complejo a menudo sirve para inflar ideas simples o banales, y ocultar debilidades en la argumentación. Muestra cómo las tendencias de las ciencias sociales a menudo se ven influenciadas por modas y agendas políticas, en lugar de un análisis objetivo (me vienen a la mente los estudios de género). Según Andreski, las ciencias sociales apenas si producen nuevas perspectivas, sino que reciclan conceptos existentes con un nuevo envoltorio.

    Con la palabra “Hechiceros” en el título del libro, Andreski alude a la similitud entre las prácticas mistificadoras de las ciencias sociales, y los rituales mágicos diseñados para impresionar a los no iniciados sin ofrecer resultados sólidos.

    El libro es no sólo una crítica atemporal y aguda del mundo académico, y sigue siendo relevante para los debates sobre la integridad científica. También explica por qué el mundo occidental ha experimentado un crecimiento tan desenfrenado de las instituciones académicas y su personal.

    Cualquiera que lea a Andreski reconocerá de inmediato los beneficios egoístas, especialmente para los economistas, de aplicar con tenacidad y sin espíritu crítico el método científico de las ciencias naturales. Pues si, como economista, es aplicado el método de las ciencias naturales, pueden ser impunemente cuestionadas las ideas más contrastadas, incluso las afirmaciones verdaderas, y alinearse con cualquier moda e ideología política.

    Según este método, todo conocimiento es siempre hipotético, nunca apodícticamente verdadero. Entonces es posible afirmar, por ejemplo: “Si se expande la oferta monetaria, aumenta la prosperidad”. O: “Si se usa dinero fiduciario estatal, el crecimiento y el empleo serán mayores que con el dinero-mercancía oro”. O: “Si se introduce la democracia, la gente disfrutará de autodeterminación”. Y así sucesivamente.

    De esta manera, los economistas convencionales ofrecen la plataforma perfecta para poner a prueba en la práctica éstas y otras promesas. Bajo el lema: “¡Ya verás, funcionará!”, ¿quién se negaría a poner en práctica tan atractivas promesas de salvación?

    Y cuando las hermosas promesas no se cumplen (expandir la oferta monetaria no genera prosperidad, sino inflación; el socialismo no trae igualdad ni libertad, sino desigualdad y falta de libertad), los economistas pueden inmunizarse fácilmente contra las críticas. Afirman que hubo otros factores influyentes que impidieron el resultado previsto; y en el siguiente intento, tendrán en cuenta esos factores, ¡y entonces seguramente funcionará! Y así, la falsa teoría no es expuesta como falsa, como una ilusión, como una mentira.

    Y si la política puede invocar tal respaldo “científico” (que no lo es), entonces pueden ser implementadas ideologías antilibertad, y una población mayoritariamente desinformada no podrá oponer resistencia.

    En esencia, las ciencias sociales y económicas actuales han internalizado el método de la Escuela Histórica Alemana [historicismo], defendido en su día por Gustav Schmoller (1838-1917) o sus predecesores Wilhelm G. F. Roscher (1817-1894), Bruno Hildebrand (1812-1878) y Karl G. A. Knies (1821-1898).

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    Debería haber quedado claro: elegir el método científico equivocado en economía es algo así como el mayor desastre intelectual concebible. Epistemológicamente, la confusión y la aberración pueden, afortunadamente, ser aclaradas y resueltas. Y eso es lo que haré ahora, presentando los conceptos de conocimiento a posteriori y conocimiento a priori.

    Un enunciado a posteriori es aquel que nos proporciona conocimiento dependiente de la experiencia. Por ejemplo: La placa de la estufa está caliente, y lo sé porque la toqué antes. O: El banco central bajó los tipos de interés y noté una subida en los precios de las acciones. Sin embargo, el conocimiento a posteriori depende de la interpretación: las observaciones no hablan por sí solas; deben ser interpretadas.

    Un enunciado a priori es de una cualidad completamente diferente. Es independiente de la experiencia, es verdadero, y reivindica validez universal. No es posible negarlo sin presuponer su validez, lo que causa una contradicción lógica. Un ejemplo es la ley de contradicción de la lógica: No puede darse el caso de que A y, al mismo tiempo, el caso de que no-A.

    El gran logro de Ludwig von Mises fue reconocer y definir la economía como una ciencia a priori de la acción humana. Von Mises afirmó inequívocamente que existen afirmaciones y conocimientos verdaderos e indiscutibles en el ámbito de la acción humana:

    Los seres humanos actúan, y su acción tiene un propósito; los actores deben emplear medios para alcanzar sus fines; los medios son escasos; la acción humana requiere tiempo; el tiempo es un medio y, por lo tanto, escaso; la acción implica causa y efecto (causalidad); la acción humana también implica la preferencia temporal y el interés originario; ninguno de ambos puede ser eliminado, están siempre y en todas partes donde hay acción humana; la ganancia y la pérdida, el costo y la rentabilidad también están lógicamente fundamentados en la lógica de la acción humana.

    El método científico que emplea la lógica de la acción humana nos proporciona conocimiento a priori: afirmaciones verdaderas, independientemente del tiempo y del lugar. Por ejemplo, sabemos con certeza apodíctica que:

    El intercambio voluntario beneficia a todos los participantes, y crea una situación en la que todos ganan; que el intercambio forzado es una situación en la que no todos ganan, lo que significa que una parte mejora a expensas de la otra.

    O bien: Sabemos que el dinero se originó en el mercado libre a partir de una mercancía; y que el papel moneda sin respaldo, o dinero fiduciario, no pudo haber surgido voluntariamente; debe haber sido introducido y mantenido mediante la coerción y la violencia.

    O bien: El estado (tal como lo conocemos hoy) no pudo haber surgido de un acuerdo voluntario. Más bien, fue establecido mediante la coerción y la violencia, y por esos mismos medios es mantenido con vida.

    O bien: El estado (tal como lo conocemos hoy) siempre crece y se vuelve más poderoso; es incontenible. Como lo expresa sucintamente Hans-Hermann Hoppe: “Todo gobierno mínimo tiene la tendencia inherente a convertirse en un gobierno máximo”.

    O bien: No es de extrañar que el estado haya monopolizado la producción de dinero; que quiera abolir el efectivo e introducir dinero digital del banco central.

    O bien: La emisión de dinero fiduciario mediante la creación de crédito conduce al consumo excesivo y a una mala asignación del capital, lo que provoca ciclos de auge y caída.

    O bien: La expansión de la oferta monetaria en la economía conlleva la disminución del poder adquisitivo de la unidad monetaria, en comparación con una situación en la que la oferta monetaria no hubiese sido expandida.

    O bien: La afirmación de que aumentar la oferta monetaria enriquece la economía es lógicamente falsa.

    Todo ésto y más puede ser sabido con certeza. No necesitamos observaciones ni pruebas para determinar su valor de verdad. El conocimiento a priori es verdadero; su validez no depende de la experiencia.

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    Pero el conocimiento a priori ha sido de facto desplazado de la economía moderna; como dije, los economistas convencionales han conceptualizado la economía como una ciencia empírica. Por lo tanto los errores, los engaños y la corrupción intelectual en las ciencias sociales y económicas no sólo se han vuelto posibles, sino que también pueden perpetuarse.

    Todo ésto es bien conocido y analizado a fondo desde hace mucho tiempo, no sólo por sociólogos como Stanislav Andreski, sino sobre todo por representantes de la Escuela Austriaca de Economía. El hecho de que persistan ciertos errores, engaños y corrupción intelectual en la economía, no es casualidad: es sistemático. Y aquí explico por qué.

    Los socialistas-comunistas modernos ya no se basan principalmente en revoluciones sangrientas y físicamente violentas, como a principios del siglo XX. En cambio, su nuevo intento de derrocamiento se basa en engañar a la gente, mentirle, confundirla, sembrar falsedades en sus cabezas y privarla de su juicio.

    El ataque socialista se basa en gran medida en el “doblepensar”, como lo describió George Orwell en su novela 1984: la casta gobernante intenta socavar y suspender las leyes de la lógica. Para ello, mantiene dos creencias contradictorias o mutuamente excluyentes, y ambas aceptadas. No es difícil dar ejemplos actuales de este doblepensar, los que han adquirido amplia aceptación:

    • Se dice que el estado (tal como lo conocemos hoy) protege la propiedad y garantiza la libertad, aunque en realidad la destruye.
    • O bien: Los males sociales (como las crisis económicas, la inflación, la pobreza en la vejez, etc.) son causados ​​por el capitalismo, aunque no existe capitalismo en el mundo, sino intervencionismo o semi-socialismo.
    • O bien: La democracia es presentada como un sistema de libertad, aunque la democracia (entendida como decisión mayoritaria) es incompatible con la libertad individual.
    • O bien: Se cree ampliamente que los bancos centrales combaten la inflación. Ésto no es cierto. Los bancos centrales causan inflación; a veces causan inflación alta, a veces baja, pero nunca la combaten.

    Como ya se ha dicho: el estado utiliza deliberadamente las ciencias sociales y económicas para sus fines; al menos la profesión económica convencional se ha asegurado de que funcione en el mejor interés del estado y de sus cómplices (incluidos ellos mismos).

    A los científicos que consideran y practican las ciencias sociales y económicas como ciencias empíricas o experienciales se les prometen recompensas: puestos seguros, prestigio y pensiones generosas. Quienes no participan, quienes entienden y enseñan la economía como una ciencia a priori de la acción humana, se enfrentan a resistencia, incluso a la exclusión.

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    Para eliminar los errores, los engaños y la corrupción intelectual de las ciencias sociales, podría pensarse en apelar a la sed de verdad de los economistas o en introducir standards éticos. O podría ser exigida la privatización de la educación, organizando la escuela y la universidad mediante el libre mercado, impidiendo así que el estado se inmiscuya en la mente de la gente.

    Sin embargo, ésto no abordaría la raíz del problema. Recordemos que esforzarse por determinar las ideas de la gente es un instrumento de dominación muy eficaz: quien determina las ideas de la gente, determina sus acciones.

    Es de esperar que no sólo el estado (tal como lo conocemos hoy), sino también grupos de intereses especiales [como las grandes farmacéuticas, las grandes tecnológicas, la banca, las grandes empresas alimentarias, el Foro Económico Mundial (WEF), las Naciones Unidas, etc.] e incluso grupos abiertamente criminales (como la mafia), busquen determinar las ideas de sus semejantes para lograr sus propios fines. Todos tienen fuertes incentivos para dominar la ciencia y aprovecharla.

    ¿Qué hay que hacer? Pues bien, la resistencia efectiva contra el abuso de la ciencia, sus falsas enseñanzas, engaños y mentiras, no proviene de arriba, sino del individuo. El individuo debe superar su pereza y cobardía, y pensar por sí mismo. El individuo puede juzgar por sí mismo las afirmaciones de la verdad. No debe confiar ciegamente en las autoridades (maestros, profesores, rectores, presidentes, etc.), sino que debe pensar, buscando el consejo de otras personas pensantes si lo necesita. Según Ludwig von Mises en sus memorias de 1944 (p. 42):

    ¿No debería uno considerar inútil el intento de guiar a las masas por el camino correcto, cuando ha experimentado que hombres como John M. Keynes, Bertrand Russell, Harold Laski y Albert Einstein no podían comprender los problemas económicos?

    Pero no es necesario depender de la educación económica para enseñar verdaderamente a la gente, como pensaba von Mises. Afortunadamente, es mucho más sencillo. De hecho, basta con comprender una afirmación muy sencilla, comprensible para todos (en su sano juicio), y es ésta:

    Sólo hay dos maneras en que los seres humanos podemos interactuar: Voluntariamente, o mediante la coerción y la violencia.

    Un ejemplo de voluntariedad: Le ofrezco una manzana por U$S 1 y, según prefiera, acepta o rechaza mi oferta. El libre mercado es una expresión de voluntariedad. Conduce a un beneficio mutuo.

    Un ejemplo de coerción y violencia: Le obligo a comprar mi manzana por U$S 1 bajo amenaza de castigo, dolor y sufrimiento. El estado (tal como lo conocemos hoy), con sus impuestos, regulaciones, dinero fiduciario, etc., es una expresión de coerción y violencia. El estado no se basa en la voluntariedad; se basa en la coerción y la violencia.

    Sospecho que la mayoría de la gente prefiere la voluntariedad antes que la coerción y la violencia. Pero independientemente de si mi sospecha es correcta o errónea: quien afirma o niega la afirmación “Existe voluntariedad o coerción y violencia” presupone voluntariedad; es decir, la libertad del individuo (de usar su cuerpo según sus deseos). De lo contrario, ni siquiera podrían afirmarlo o negarlo.

    Si alguien afirma que debe existir alguna forma de coerción y violencia (para él o para otros) para que la voluntariedad sea posible entonces, en realidad, argumenta en contra de la voluntariedad. Pues una voluntariedad limitada y reducida es (lógicamente hablando) algo distinto de la voluntariedad; NO es voluntariedad. O hay voluntariedad (la libertad del individuo), o no la hay (el individuo no es libre). No hay término medio.

    De hecho, ni siquiera es necesario esforzarse por justificar la voluntariedad, la libertad del individuo. Pues lo contrario no puede ser convincentemente justificado:

    Quien cuestiona que la libertad del individuo deba ser restringida (parcial o totalmente) presupone que la libertad del individuo es válida, necesaria, al menos para sí mismo; negarlo sería una contradicción lógica, o un completo disparate.

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    Y así llego a la conclusión. Stanislav Andreski difícilmente podría haber elegido un título más apropiado para su libro: Las ciencias sociales como brujería. Abuso, moda y manipulación de una ciencia.

    Espero poder demostrar que la elección abusiva del método científico en economía puede ser responsable de errores conocidos, engaños y corrupción intelectual, los que además pueden persistir durante mucho tiempo.

    Y que la forma más eficaz de contrarrestar las ideologías destructivas de la libertad que han sido infiltradas en el mundo occidental, es el pensamiento a priori, el conocimiento a priori, especialmente en economía.

    Quien explore sistemáticamente el mundo actual con pensamiento a priori, verá y expondrá claramente los errores, engaños y corrupción intelectual de los que son responsables las ciencias sociales y económicas.

    El conocimiento a priori revela inequívocamente que el mundo occidental se encamina hacia el socialismo, o hacia una nueva forma de fascismo; y que el “gran reinicio” [Great Reset], las políticas verdes, el net-zero, el progresismo, el decrecimiento y la desindustrialización, son medios para lograrlo.

    Dicho ésto, el conocimiento a priori debería ser considerado como el arma más eficaz en la lucha por la libertad, contra el socialismo y contra su impacto destructivo en la civilización humana.

    Y para quienes piensen que ésta es una conclusión demasiado sencilla, quisiera terminar con una cita de Johann Wolfgang von Goethe: “A la gente le molesta que la verdad sea tan sencilla; deberían considerar que ya tienen suficientes dificultades para aplicarla en la práctica para su propio beneficio”.

     

     

     

    Traducción: Ms. Lic. Cristian Vasylenko

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