El lamento escuchado el Jueves pasado fue el coro de los belicistas de Washington que gritaban desesperados ante la sugerencia del presidente Trump de que no hay razón para que Estados Unidos gastara un billón de dólares en “defensa”.
“… [U]nas de las primeras reuniones que quiero tener son con el presidente Xi de China y el presidente Putin de Rusia, y quiero decir que reduzcamos nuestro presupuesto militar a la mitad. Y podemos hacerlo, y creo que podremos hacerlo”, dijo el presidente a los periodistas.
Con esta declaración, el presidente Trump hizo estallar uno de los mayores mitos de nuestro tiempo, particularmente entre los republicanos, de que gastar más en el ejército es esencial para mantenernos seguros. Hay una vasta y bien financiada red de intereses políticos e industriales que dependen de mantener ese mito, desde los fabricantes de armas hasta los medios de comunicación tradicionales, los centros de estudios y más allá. La mayor parte del llamado “gasto de defensa” tiene poco que ver con la defensa de este país, y mucho que ver con enriquecer a los políticamente bien conectados.
Mantener ese imperio militar global ha llevado a la bancarrota a Estados Unidos, y nos ha hecho menos seguros y menos libres. El presidente Trump parece entenderlo, pero el complejo militar-industrial y sus animadores llevan décadas impulsando la idea de que no podríamos sobrevivir sin aumentar continuamente sus presupuestos.
Gracias al trabajo del “Departamento de Eficiencia Gubernamental” [DOGE], estamos aprendiendo que mucho de lo vendido como “gasto esencial” no es nada de eso. Tomemos como ejemplo a USAID. Nos hicieron creer que esta agencia estaba alimentando a los pobres, mientras promovía los mejores valores estadounidenses en el extranjero. Gracias a DOGE, nos enteramos de que el dinero estaba siendo destinado a absurdos como financiar espectáculos de marionetas transgénero en Perú.
También estamos aprendiendo que gran parte del dinero de USAID estaba siendo destinado a derrocar gobiernos democráticos en el extranjero, así como a manipular a los medios extranjeros y promover la censura de las voces “disidentes” en el país y en el extranjero. USAID no sólo no estaba ayudando a los países en el extranjero, ¡sino que en realidad los estaba perjudicando!
Al igual que con USAID, cuando podamos ver exactamente adónde va ese billón de dólares de presupuesto militar, los estadounidenses se darán cuenta de que les han mentido durante décadas. Por eso necesitamos una auditoría completa del Pentágono y la transparencia total de los resultados.
También necesitamos un cambio de política. Los estadounidenses están empezando a entender los costos económicos de mantener un imperio militar global. Los pagadores de impuestos estadounidenses se ven obligados a cubrir más de la mitad de todo el presupuesto de la OTAN, mientras que los países europeos hacen sonar los sables contra Rusia y amenazan con la guerra. Si Europa se siente tan amenazada por Rusia, ¿por qué no cubre los costos de su propia defensa? ¿Por qué los estadounidenses pobres tienen que pagar la defensa de los europeos ricos? ¿No hemos tenido suficiente de ésto?
Espero mucho que el presidente Trump siga adelante con su plan de reducir drásticamente nuestro inflado presupuesto militar. Podemos empezar por cerrar los cientos de bases militares en el extranjero, traer de regreso a nuestras tropas, y eliminar nuestros compromisos masivos con la OTAN y otras organizaciones internacionales. Seremos más ricos, más seguros y más felices.
Traducción: Ms. Lic. Cristian Vasylenko
