Contrariamente a un artículo de fe popular, Estados Unidos no tiene un mercado libre en atención médica –lejos de eso. Consideremos esto: el mayor lobby en Washington, D.C., son –espérenlo– las industrias de atención médica y seguros médicos. El año pasado, gastaron 5,8 veces la cantidad que gastaron en actividades de lobby los contratistas de “defensa”: U$S 800 millones contra menos de U$S 200 millones.
Ésto puede tener muchas explicaciones, pero el hecho es que un mercado libre en el sector de la salud no generaría un lobby masivo. Basándonos en lo que hacen el Congreso y las agencias reguladoras, podemos estar seguros de que las industrias de atención médica y seguros de salud no están, en general, presionando para que haya menos gobierno. Si fuese así, estarían haciendo un pésimo trabajo.
Michael F. Cannon, director de estudios de políticas de salud del Cato Institute, escribió el año pasado un libro que muestra hasta qué punto Estados Unidos tiene un mercado libre en materia de salud. Llamar a nuestro sistema “mercado libre” es una broma de muy mal gusto, por no decir cruelmente deshonesta. Además de los datos sobre el lobby, los detalles son reveladores. Es como llamar “socialista” a un país como Suecia. Te equivocas de nuevo, Bernie Sanders.
Cannon escribe (PDF aquí):
En Estados Unidos … innumerables leyes estatales y federales bloquean innovaciones que mejorarían el acceso a, y la calidad, de la atención médica. Sin excepción, los legisladores promulgan estas leyes con la esperanza de reducir costos y mejorar la calidad. Sin excepción, causan daños extraordinarios e irreversibles a los pacientes.
Este libro explica cómo los gobiernos estatales impiden que los profesionales médicos y los empresarios ofrezcan atención de mayor calidad y menor costo. Explica cómo el Congreso niega a los consumidores tanto el control de billones de dólares de sus propios ingresos, como el derecho a tomar sus propias decisiones médicas. Explica cómo el Congreso hace que la atención médica sea cada vez menos asequible, pone en peligro la salud de los pacientes al promover una atención de baja calidad, y hace que los seguros médicos actúen en contra de los enfermos.
El trabajo de Cannon es más que un diagnóstico del enfermizo sistema de salud estadounidense. Es un régimen para hacer avanzar a Estados Unidos hacia un mercado libre saludable. Cuanto antes empecemos, mejor. Durante años, la atención sanitaria ha sido estrangulada por políticos, burócratas, reguladores y prebendarios del sector privado. Es necesario enviarlos a todos a empacar. Necesitamos urgentemente el espíritu empresarial; empresa privada, libre y flexible. Y el afán de lucro –sí, el afán de lucro, lo despreciado que ha otorgado una riqueza increíble a tantas personas en todo el mundo.
“En los rincones del sector sanitario estadounidense, donde las fuerzas del mercado han tenido espacio para respirar”, escribe Cannon, el sistema estadounidense ha logrado innovaciones asombrosas en diagnóstico, prestación de servicios, medicamentos, tratamientos, dispositivos e incluso seguros. Pero fracasa en muchos aspectos gracias a que el gobierno se adelantó a los esfuerzos privados basados en el mercado. Una buena parte de la razón por la que los estadounidenses pagan más por la atención sanitaria que cualquier otra persona en el mundo, es la intervención gubernamental. No es de extrañar si se comprende cómo funcionan los gobiernos y los mercados.
Cannon escribe:
Entre las naciones avanzadas, Estados Unidos se ubica cerca de la cima en términos de control gubernamental del gasto en salud. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) recopila datos sobre 38 naciones económicamente avanzadas. La OCDE informa que en un país miembro promedio, 76% del gasto en salud es obligatorio. Es decir, en lugar de permitir que las preferencias de los consumidores asignen esos fondos, el gobierno exige a los residentes que los asignen de acuerdo con las preferencias del gobierno, o enfrentarán sanciones. En Estados Unidos, el gobierno controla una proporción significativamente mayor del gasto en salud que el promedio de la OCDE: 85% del gasto en salud estadounidense es obligatorio.
El país de la OCDE con el mayor porcentaje de gasto obligatorio, la República Checa, supera a Estados Unidos por sólo tres puntos.
El gobierno controla una proporción mayor del gasto en salud en Estados Unidos que en otras 30 naciones avanzadas, incluidos Canadá (75%) y el Reino Unido (83%), los que han socializado explícitamente sus sistemas de salud.
¡Algo de libre mercado! El gobierno dicta cómo se gastan 85 centavos de cada dólar en atención médica.
“El control sobre el gasto en salud y las barreras impuestas por el gobierno al acceso a los medicamentos”, continúa, “son sólo dos formas en que el gobierno bloquea las fuerzas del mercado de elección individual, innovación y competencia los que, de otro modo, harían que la atención médica fuera mejor, más asequible y más segura”.
Por supuesto, no todas las acciones son realizadas a nivel nacional. Los gobiernos estatales regulan fuertemente la atención médica y los seguros. Todas estas regulaciones, incluidas las licencias y la exclusión fiscal para el seguro médico patrocinado por el empleador, deben desaparecer si queremos que los estadounidenses tengan un mercado libre de atención médica de clase mundial. Los pacientes deben ser ubicados en el centro del sistema para que puedan ejercer lo que Ludwig von Mises llamó “soberanía del consumidor”.
“Día tras día”, concluye Cannon, “los pacientes sufren en EE.UU. las consecuencias de un siglo de crecientes fracasos gubernamentales. La atención sanitaria estadounidense es peor, más peligrosa, más cara y menos segura que la que ofrecería un sistema de mercado”. La gente tiene que repensar sus prejuicios morales y estéticos contra las relaciones de mercado mutuamente beneficiosas y motivadas por las ganancias. Es realmente una cuestión de vida o muerte.
Traducción: Ms. Lic. Cristian Vasylenko