Este Viernes, el presidente Trump y el presidente ruso, Vladimir Putin, se reunirán en lo que será la primera reunión presencial entre los líderes de ambos países desde que estalló la guerra en Ucrania hace casi tres años y medio.
Para muchos, éste es un paso largamente esperado para poner fin a esta guerra. Para otros, marca el peligroso e innecesario regreso a una política de “apaciguamiento”, la que sin duda provocará más invasiones de Putin y otros líderes que el gobierno estadounidense no respalda.
Sin duda, habrá mucho debate en los próximos días sobre la sensatez y las posibles consecuencias de esta reunión. Pero, como en todo, la mejor manera de comprender ambos aspectos es analizar cómo llegamos hasta aquí.
Se ha escrito mucho sobre las numerosas decisiones políticas que fueron tomadas tras la caída de la URSS en 1991, que convirtieron al gobierno ruso y a los gobiernos occidentales de la OTAN nuevamente en enemigos. Estos factores son importantes para comprender por qué Putin tomó la decisión de invadir Ucrania a principios de Febrero de 2022, y cómo logró que una parte suficiente del público ruso se uniera a la guerra.
Pero incluso dejando todo ésto de lado, cuando Putin dio la orden a las fuerzas rusas de invadir territorio ucraniano, citó tres propósitos en su discurso al pueblo ruso que pueden ayudarnos a comprender los objetivos específicos de Rusia en esta campaña: impedir la adhesión de Ucrania a la OTAN, destruir las facciones nazis de extrema derecha en Ucrania, y proteger a la población en las regiones separatistas del este de Ucrania.
Es ciertamente posible que ninguna de estas razones fuera o sea genuina. Como bien sabemos los estadounidenses, los gobiernos suelen utilizar justificaciones completamente falsas para generar la aceptación pública de una guerra cuando creen que la verdadera razón no funcionará.
Sin embargo, si analizamos más detenidamente las acciones de Putin, podemos tener una idea más clara de lo que el líder ruso quería y, sobre todo, de lo que estaba dispuesto a aceptar.
Poco después del inicio de la invasión, el 24 de Febrero de 2022, el presidente ucraniano Zelenski intentó establecer un canal de comunicación indirecto con Putin. Lo logró con bastante rapidez con la ayuda del entonces primer ministro israelí, Naftali Bennett.
Gracias a los esfuerzos de Bennett, ambas partes iniciaron conversaciones. Y, exactamente dos semanas después de que los tanques cruzaran la frontera, los ministros de Asuntos Exteriores de Ucrania y Rusia se reunieron personalmente en Turquía para ver si se podía llegar a un acuerdo que pusiera fin a los combates.
Unas semanas más tarde, llegaron a un acuerdo. Según funcionarios presentes de ambos bandos y mediadores, los rusos acordaron retirar todas sus fuerzas a las fronteras previas a la invasión; en otras palabras, poner fin a la guerra y ceder todo el territorio que habían conquistado durante ese primer mes. A cambio, los ucranianos acordaron no solicitar la adhesión a la OTAN.
Recuerden que ésto no es una interpretación rusa de las conversaciones de Estambul, sino que se basa en lo que los negociadores ucranianos y los funcionarios alemanes, israelíes y turcos presentes afirmaron que sucedió. Así pues, sabemos que un mes después del inicio de la guerra, Putin estaba dispuesto a abandonar dos de los tres objetivos declarados de su campaña militar, a cambio de la promesa de que Ucrania no se uniría a la OTAN, lo que sugiere que ésta es realmente la prioridad del régimen ruso.
Es posible que incluso haya comenzado a cumplir su parte del acuerdo. Putin afirma que la repentina y masiva retirada de las fuerzas rusas de las zonas circundantes a Kiev, pocos días después de alcanzarse el acuerdo de Estambul, fue en realidad el primer paso hacia la retirada de toda la fuerza invasora. Puede que sea mentira, pero el momento coincide.
En cualquier caso, poco después de finalizar las conversaciones, el primer ministro británico, Boris Johnson, viajó a Kiev, en realidad en nombre de todas las principales potencias militares occidentales de la OTAN, y convenció a los ucranianos de que abandonaran el acuerdo, lo cual hicieron.
Al parecer, los gobiernos occidentales convencieron a los líderes ucranianos de continuar la lucha, prometiéndoles armas más pesadas y apoyo más sofisticado para ayudarles a obtener mayor influencia sobre los rusos, de modo que las futuras conversaciones pudieran ser aún más fructíferas.
Es posible que algunos en los gobiernos occidentales realmente lo creyeran. Pero gran parte de la retórica que vimos de los funcionarios estadounidenses al hablar con el público estadounidense o entre ellos, sugiere que las verdaderas motivaciones para mantener la guerra surgieron del reconocimiento de lo lucrativo que sería para ciertas empresas estadounidenses bien conectadas, el deseo de aprender más sobre qué tácticas y tecnología son efectivas en la guerra convencional moderna, y la percepción de una oportunidad para “debilitar a Rusia” sin necesidad de derramar sangre estadounidense.
Pero independientemente de si sus intenciones eran puras y erróneas, o engañosas y depravadas, los funcionarios estadounidenses y de Europa Occidental obstaculizaron las primeras conversaciones de paz y mantuvieron la guerra en marcha. Y con bastante rapidez, se hizo evidente, frustrantemente, que los ucranianos no podrían abrirse paso hasta una mejor posición negociadora que la que tenían en Marzo de 2022.
Durante ese primer verano, las “armas más pesadas” que Estados Unidos y otros gobiernos occidentales comenzaron a transferir a los ucranianos no desplazaron drásticamente la línea del frente hacia el este, como el gobierno ucraniano parece haber sido inducido a esperar. Y luego, en Septiembre, el gobierno ruso anexó formalmente cuatro oblasts (provincias) en el este de Ucrania, reclamando permanentemente decenas de miles de kilómetros cuadrados de territorio que previamente había acordado entregar. La posición de Ucrania en futuras negociaciones ya se estaba debilitando.
Dicho esto, en Noviembre, un mes después de la anexión rusa, las fuerzas ucranianas utilizaron con éxito la distracción para recuperar la ciudad sureña de Jerson y la ciudad norteña de Jarkov. Aunque su posición seguía siendo más débil que en Marzo, seguía siendo una oportunidad sólida para retomar las conversaciones.
Pero, una vez más, la oportunidad se perdió.
En cambio, funcionarios occidentales y sus aliados en los medios de comunicación comenzaron a generar revuelo sobre los planes para una contraofensiva masiva, la que movilizaría a todas las fuerzas ucranianas para romper las líneas rusas y expulsarlas del territorio recién anexado.
Durante meses, la inminente contraofensiva fue utilizada para desbaratar cualquier llamado a volver a la mesa de negociaciones. Sin embargo, varios expertos militares independientes plantearon dudas, especialmente en reacción a la terrible batalla sobre la ciudad de Bajmut, de que Ucrania realmente tuviera la capacidad de hacer retroceder a las líneas rusas hacia el este. Estas preocupaciones se intensificaron a principios de 2023 cuando un aviador de 21 años llamado Jack Teixeira filtró evidencia de que oficiales militares y de inteligencia estadounidenses eran igualmente pesimistas sobre la operación, por lo que fue condenado a dieciséis años de prisión.
Y, efectivamente, cuando comenzó la contraofensiva en el verano de 2023, los ucranianos tuvieron dificultades para abrirse paso a través de los campos de minas rusos, y acabaron perdiendo más territorio que el que ganaron. La contraofensiva fue un fracaso. Y, sin embargo, la guerra continuó.
Durante el año siguiente, las líneas del frente permanecieron prácticamente sin cambios, mientras la guerra se convertía en una guerra de desgaste de artillería de trincheras. Ucrania se enfrentaba a una grave escasez de soldados, lo que los rusos parecían haber reconocido como una señal de que el tiempo jugaba a su favor.
Entonces, el verano pasado, los ucranianos tomaron la sorprendente decisión de retirar tropas de la línea del frente para enviarlas al norte, cruzando la frontera, y capturar parte del territorio ruso en la llamada región de Kursk. Si bien tuvieron cierto éxito inicial, debido a que los rusos no habían considerado defender la zona con firmeza, el territorio que conquistaron fue pequeño en comparación con el que controlaban en Ucrania. Y, en consecuencia, el traslado de soldados debilitó la ya precaria posición de Ucrania en el frente oriental.
Ésto ha significado que, durante el último año, Ucrania ha estado en dificultades. Según algunos analistas, como el coronel retirado Daniel Davis, los rusos han cambiado su enfoque de intentar conquistar más territorio, a intentar eliminar al mayor número posible de soldados para exacerbar los problemas de personal de Ucrania, lo que garantizará que, en el futuro, conquistar territorio sea mucho más fácil.
Los rusos tampoco permitieron que la provocativa e innecesariamente arriesgada decisión del gobierno saliente de Biden de ayudar a los ucranianos a lanzar misiles de largo alcance a mayor profundidad en Rusia, los alejara de su posición de fuerza. Por lo tanto, las fuerzas rusas ahora controlan un amplio territorio, y el tiempo juega a su favor si desean conquistar aún más territorio en el futuro. Y no hay mucho más que los gobiernos de la OTAN puedan hacer con transferencias de armas o sanciones económicas para cambiar ésto. Si pudieran, ya lo habrían hecho.
En otras palabras, los rusos tienen mucha más influencia sobre los ucranianos y sus aliados occidentales que durante aquellas primeras conversaciones en Turquía, un mes después del inicio de la guerra.
Trump claramente ha intentado crear algunos puntos débiles contra Putin que éste pueda negociar, en particular un arancel masivo a India por la compra de petróleo ruso. Pero la realidad desalentadora y frustrante es que Putin no tiene ninguna razón real para querer que esta guerra termine ahora mismo.
Dicho ésto, el presidente ruso indicó que estaría dispuesto a detener la guerra a cambio del este de Ucrania. Si esa propuesta es genuina, Trump debería intentar seriamente llegar a un acuerdo y esperar que los alardes que hizo sobre engañar a los iraníes con negociaciones falsas a principios de este verano, no destruyan su credibilidad en situaciones como ésta.
Pero, independientemente de lo que suceda durante las conversaciones del Viernes, más estadounidenses deben empezar a reconocer lo que los civiles en Ucrania evidentemente ya han comprendido: que, por muy grave que sea la situación, puede empeorar y seguirá empeorando.
Se han perdido muchas oportunidades de paz. Si hay alguna posibilidad de lograr otra, Trump debería aprovecharla.
Traducción: Ms. Lic. Cristian Vasylenko








