UE: de zona de libre comercio, a pesadilla autoritaria e intervencionista

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    El 16 de abril de 2024, Mario Draghi, quien en un momento había sido designado para convertirse en el próximo presidente de la Comisión de la UE, pronunció en Bruselas un discurso bastante revelador sobre el futuro de la Unión Europea, reemplazando a la plagada de escándalos Ursula von der Leyen, quien recientemente fue confirmada para otro mandato. Draghi, ex primer ministro italiano y ex director del Banco Central Europeo, efectuó recomendaciones de políticas para el futuro directamente a los miembros de la Comisión de la UE. A la luz de las elecciones de este año al Parlamento de la UE, el contenido de este discurso debería quedar expuesto, porque resume gran parte de lo que está mal hoy en día en la dirección política de la Unión Europea.

    El discurso se tituló “Un cambio radical -lo que se necesita”; título comprensible, teniendo en cuenta el sombrío camino por el que se encuentra actualmente la UE. De hecho, sería un “cambio radical” en el entorno político actual permitir más libertad, menos regulación, menos redistribución y menos impuestos para reactivar económicamente a Europa. No sorprende que eso no sea en absoluto lo que Draghi tiene en mente, ya que es un estatista de pies a cabeza. Lo que propone es aún más de la misma dieta intervencionista.

    Soluciones equivocadas a la falta de competitividad

    Draghi lamenta las dificultades que ha tenido la UE para gestionar la competencia, a pesar de lo que llama una “estrategia deliberada de intentar reducir los costos salariales entre sí”. Los resultados de esta estrategia deliberada no son convincentes, ya que incluso las estadísticas de la UE concluyen que “dentro de la zona del euro, los costos laborales por hora aumentaron en todos los estados miembros de la UE”. Cabe recordar que un mercado libre (es decir, no la UE) tiende naturalmente a borrar las diferencias de salarios y precios con el tiempo, a través del flujo de capital y mano de obra; cuando el gobierno intenta forzar este proceso, sólo genera costos adicionales.

    Draghi también se queja de la terrible situación de la competitividad de la UE en tecnologías de vanguardia. Sin embargo, son las sofocantes condiciones regulatorias y fiscales en la UE las que claramente están sofocando la innovación. Draghi también se equivoca al generalizar. Existen grandes diferencias regionales dentro de la UE, precisamente por estas razones. Las zonas con entornos florecientes para las empresas emergentes deberían ser recompensadas simplemente permitiéndoles atraer capital y talento de acuerdo con los principios del libre mercado.

    Sin embargo, en lugar de vincular la innovación y la inversión con el libre mercado, Draghi señaló:

    La UE tiene ahorros privados muy elevados, pero en su mayoría se canalizan hacia depósitos bancarios y no terminan financiando el crecimiento tanto como podrían hacerlo en un mercado de capitales más grande. Por este motivo, impulsar la Unión de los Mercados de Capitales (UMC) es una parte indispensable de la estrategia general de competitividad.

    Según la UE, la unión de los mercados de capitales es una “iniciativa para crear un verdadero mercado único de capitales en toda la UE” que será utilizado, según el ex primer ministro italiano Enrico Letta, “para sacar billones de los cojines colectivos del sofá del bloque, mediante la oferta a los ahorristas de una forma más fácil de invertir en acciones”.

     

     

    Esta propuesta no sorprende, ya que las actuales instituciones europeas, que gastan mucho e imprimen dinero fiat, buscan descaradamente, incluso públicamente, formas de acceder a los ahorros personales en toda la UE. Como si fuera una señal, la oficina del presidente francés Emmanuel Macron, totalmente alineado con la UE, declaró que “los ahorros de los hogares deberían poder financiar más directamente las inversiones masivas que necesitamos para impulsar nuestra competitividad”. Además, según lo expresó un think-tank amistoso con la UE: “La Unión Europea está sentada dobre € 33,5 billones en ahorros de los hogares, o una cuarta parte de su PBI agregado, pero gran parte de este dinero está atascado en los bancos, porque los hogares prefieren el efectivo en lugar de las inversiones en el mercado”. Las cargadas palabras “sentada” y “atascado” hablan de instituciones que no sólo quieren eventualmente deshacerse del efectivo para aumentar el control, sino que primero quieren, sorprendentemente, utilizar los ahorros de los hogares para compensar las fallidas y rígidas políticas que han sido implementadas por la UE, sofocando la inversión y la competitividad durante décadas.

    Incluso el Financial Times reconoció que “la competitividad y la unión de los mercados de capitales son el manido texto standard de los comunicados de la UE. El énfasis en la competitividad es un reflejo del desalentador entorno geoeconómico. La prometedora unión de los mercados de capitales elude la cuestión del endeudamiento común de la UE”.

    Es evidente que Draghi sólo está predicando a los conversos que se congraciaran con la Comisión de la UE que pronto podría encabezar. Debido a su agenda política a favor de concentrar el poder en Bruselas, ignora el hecho de que, como señaló Ludwig von Mises, “el dinero nunca está inactivo”. Los depósitos no sólo reflejan las inclinaciones naturales y variables de los individuos a ahorrar, sino que, como el mismo von Mises explicó en Human Action: “Si el ahorrador individual emplea sus ahorros adicionales para aumentar su tenencia de efectivo porque, a sus ojos, éste es el modo más ventajoso de utilizarlos; entonces provoca una tendencia hacia una caída de los precios de las materias primas, y un aumento del poder adquisitivo de la unidad monetaria”. Así, en una sociedad libre (es decir, no en la Unión Europea), los ahorros cumplen una función importante.

    Y, naturalmente, un papel calibrador que no debería corresponder a ninguna institución gubernamental para crear o destruir.

    Culpando al mundo geopolítico

    Estas propuestas políticas para mejorar la competitividad fueron enmarcadas por Draghi en el contexto de una gran lucha de poder tripartita entre Estados Unidos, la UE y China. Sin embargo, tal competencia geopolítica no puede beneficiar a los consumidores europeos, quienes entonces verían más restricciones al libre comercio con empresas de estas dos naciones. La única competencia natural es económica -no política–, y existe entre empresas e individuos en el libre mercado. ¿Es el objetivo de la UE entrar en una rivalidad de gran potencia con Estados Unidos y China, o permitir que los europeos prosperen en paz? Parece claro que para Draghi y la Comisión de la UE, es lo primero.

    Así, Draghi culpa implícitamente del estado del cada vez más moribundo proyecto europeo a fuerzas externas -China, en particular, pero también cada vez más a Estados Unidos. Sin embargo, la raíz de los males es, ante todo, el intervencionismo estatista desenfrenado en casi todos los ámbitos de la vida económica y social de la UE. Draghi afirma que “otras regiones ya no siguen las reglas, y están ideando activamente políticas para mejorar su posición competitiva”. Ésto es sólo el motivo por el que la caldera está negra, ya que el apoyo gubernamental a las industrias nacionales ha sido una herramienta política preferida de los gobiernos occidentales durante muchas décadas, sin mencionar que la UE no es inocente de socavar las “reglas”.

     

     

    El objetivo es la concentración del poder político

    La agenda globalista subyacente de la Unión Europea, constantemente apuntalada por la idea hegeliana del “estado universal homogéneo”, es notoriamente obvia en el discurso de Draghi. Hay signos de esta agenda por todas partes, como cuando insta a “la standardización de los datos de los pacientes de la UE”; “acordar un enfoque común” en energía; o cuando impulsa la “capacidad conjunta de endeudamiento de la UE”. Todas sus propuestas tienden hacia la centralización del poder en la UE, y hacia un mayor debilitamiento de la soberanía de los estados miembros. Ésto queda claro cuando habla de la necesidad de “hacer posible una escala”, y cuando se queja de la “falta de escala” y de que “la fragmentación nos está frenando”. Draghi utiliza estas propuestas y otras para justificar la concentración de más poder en manos de burócratas electos en Bruselas.

    El éxito de Europa no depende de tales políticas. Por el contrario, sólo impulsarán el gasto y la administración estatales, pero harán poco por los verdaderos empresarios, que son la columna vertebral de las economías europeas. De hecho, existe la necesidad de mayor competitividad en Europa, pero ésto sólo puede ser logrado si la UE y los estados nacionales comienzan a aflojar su dominio sobre la economía europea.

    Es obvio que la UE ha ido más allá de su objetivo original de garantizar las cuatro libertades en todas las naciones europeas. Hoy, después de las ratificaciones posiblemente antidemocráticas del tratado de Maastricht de 1992 y del tratado de Lisboa de 2008, Draghi confirma que la UE sigue adelante con su agenda de control globalista. De ésto es de lo que deberían realmente tratarse las elecciones parlamentarias de la UE de Junio de 2024.

    El proyecto de la UE y de los gobiernos europeos que lo han apoyado, ha causado estragos en toda la civilización europea a través de décadas de políticas coercitivas. Si Europa quiere recuperarse económica, científica y culturalmente, primero deben ser eliminados los pesos políticos que frenan su economía.

     

     

     

    Traducción: Ms. Lic. Cristian Vasylenko

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