Estados Unidos está trabajando arduamente para crear un relato global de sí mismo como líder de una lucha generacional para promover la democracia, la paz y el derecho internacional, y hacer retroceder a las fuerzas de la autocracia, la agresión y la erosión del estado de derecho.
Los hechos parecen extrañamente diferentes de la ficción. Mientras Estados Unidos está trabajando enérgicamente para inhibir la diplomacia y explotar el conflicto para promover sus propios intereses económicos y hegemónicos, China, uno de los archienemigos del relato estadounidense, está impulsando la diplomacia.
Estados Unidos está bloqueando la diplomacia en Ucrania, negándose a impulsarla en Gaza, y explotando un acuerdo de seguridad en el Medio Oriente en general, el que preserva el antagonismo entre las dos grandes potencias, Arabia Saudita e Irán. Mientras tanto, China está mediando en la diplomacia en los tres.
Desde 2006 ha habido una división entre Hamas en Gaza y Al-Fatah en Cisjordania. Ni los palestinos ni las conversaciones de paz se han visto beneficiados con esa división, y los intentos anteriores de sanarla han fracasado. Pero el 23 de Julio, China negoció un acuerdo entre Hamas y Al-Fatah sobre un gobierno de “unidad nacional”. Las partes acordaron gobernar juntas la Franja de Gaza una vez que termine la guerra con Israel. Además, acordaron declarar la unidad durante la guerra y establecer un liderazgo unificado que se presentaría a las próximas elecciones.
Independientemente de que el acuerdo dé frutos o no, el logro de China es “una clara victoria diplomática para Beijing”, que “refuerza la pretensión de China de ser un mediador global”, como expresó The Washington Post. Continúa el ascenso de la influencia y la diplomacia chinas en una región que, hasta hace muy poco, era dominio exclusivo de Estados Unidos. Ese ascenso se ve favorecido por un creciente cambio de percepción en Oriente Medio. Stephen Zunes, profesor de política en la Universidad de San Francisco y experto en Oriente Medio, me hizo hincapié en el contraste entre “Estados Unidos y los países de Europa occidental, [lo que] tienen poca credibilidad en Oriente Medio debido a la historia del colonialismo, el apoyo a Israel, el apoyo a las dictaduras árabes, y la intervención militar”; y China, que “no tiene ese bagaje”. China ha sido capaz de “aprovechar eso”, me dijo Zunes, “como lo ha hecho en África y América Latina, para avanzar en su agenda económica y diplomática”.
Pero Palestina no es el único lugar de Oriente Medio donde el mundo se ha visto sorprendido por la inesperada diplomacia china. En Marzo de 2023, China negoció un acuerdo que, hasta que fue anunciado, se lo reputaba impensable. Mientras que Estados Unidos quedó al margen y fuera de la sala, China negoció el realineamiento más transformador en Oriente Medio en la historia reciente. Los rivales regionales Arabia Saudita e Irán firmaron un acuerdo para reanudar las relaciones diplomáticas.
Mientras que la política exterior china se beneficia con la estabilidad en la región, la política estadounidense en Oriente Próximo explota la división y la hostilidad. Un elemento central de la política exterior estadounidense en la región, es el establecimiento y mantenimiento de una coalición contra Irán. Esa coalición depende de un cisma entre Arabia Saudita e Irán. El acuerdo negociado por China cura ese cisma y disuelve la coalición. Mientras que Estados Unidos trató de petrificar la rivalidad y la hostilidad, China aportó la diplomacia.
Mientras que la política exterior estadounidense en Oriente Próximo ha explotado las coaliciones, la política exterior china rechaza los bloques y las alianzas. Chas Freeman, ex embajador en Arabia Saudita y especialista en China, explica que “políticamente, a diferencia de Estados Unidos (que tiene relaciones de cooperación con algunas naciones de Asia occidental, y relaciones antagónicas con otras), China ha seguido una política de amistad e intercambio económico con todos”. Dice que “China es un interlocutor importante, no un patrón o aliado de ningún estado de Asia occidental. No amenaza a ninguna nación de la región, pero ha evitado cuidadosamente asumir cualquier compromiso de defender a alguna”.
A diferencia de Estados Unidos, esa amistad con todos, pero sin alianza con nadie, ha elevado a China al nivel de intermediario honesto. Una parte importante de la reciente política exterior estadounidense en Oriente Próximo ha sido bloquear esa promoción china. Pero Freeman dice que Estados Unidos sólo ha ofrecido “zanahorias y palos militares”, y ninguna alternativa real a China. La amistad estadounidense viene acompañada de severas exigencias políticas y económicas. China ofrece amistad económica y diplomática, con pocas exigencias de reestructuración.
Freeman dice que cuando China corteja a los países sunníes del Consejo de Cooperación del Golfo, la única respuesta de Estados Unidos a esa invitación es argumentar que su enemigo iraní es también el enemigo iraní de Estados Unidos. Como China no es enemiga de Irán, “ésto nos convierte en un amigo y aliado militar, mientras que China no lo es”. Estados Unidos exige entonces que los estados árabes se sumen a la “agenda antirrusa y antichina” estadounidense. Freeman llama a esa respuesta estadounidense “una extralimitación imperial residual, disfrazada de diplomacia”.
Pero incluso las zanahorias militares han perdido su eficacia. Cuando Arabia Saudita firmó su acuerdo con Irán, negociado por China, Annelle Sheline, investigadora del programa de Oriente Medio del Instituto Quincy, me dijo que “la decisión de Arabia Saudita de reducir la tensión con Irán, refleja su nueva desesperación por que Estados Unidos priorice las preferencias saudíes, o esté dispuesto a actuar como garante de la seguridad de Arabia Saudita”. Como razones para la conclusión saudí, Sheline dice que “desde la firma del JCPOA por parte de Obama, hasta la falta de respuesta de Trump después de los ataques de Septiembre de 2019 a las instalaciones petroleras saudíes, hasta la retirada de Biden de Afghanistan, las tres últimas administraciones estadounidenses han alarmado a los gobernantes saudíes”.
Las poblaciones árabes ya no se sienten seguras ni reconfortadas por Estados Unidos. En cambio, la mayoría de los árabes ha visto, durante muchos años, a Estados Unidos como su mayor amenaza. Una encuesta de 2024 en dieciséis países árabes encontró que 51% de las personas que respondieron, dicen que Estados Unidos es la mayor amenaza para la paz y la estabilidad en la región. Aunque Freeman dice que “la mejor estimación es que, desde el fin de la Guerra Fría, Estados Unidos ha sido directa o indirectamente responsable de la muerte de 4 millones de musulmanes, la mayoría de ellos árabes”, añade que “hasta ahora, a los ojos de los árabes, China está libre de tales delitos”.
La sanación entre Arabia Saudí e Irán se ha visto facilitada aún más por su unión en el BRICS, liderados por China y Rusia, al que se unirían en 2023.
El ascenso diplomático de China no se ha limitado a Oriente Medio. Mientras Estados Unidos bloquea asertivamente un fin diplomático a la guerra en Ucrania, China está intentando facilitarlo. En los primeros meses de la guerra, Rusia y Ucrania estuvieron muy cerca de negociar un fin diplomático a la guerra. En lugar de apoyar esa diplomacia, Estados Unidos la bloqueó.
Una vez más, el conflicto sirvió a los objetivos centrales de la política exterior estadounidense. El conflicto en Ucrania reforzó la política estadounidense de puertas abiertas de la OTAN. Los ucranianos están luchando menos por su derecho a unirse a la OTAN, que por el derecho de la OTAN a permitir que Ucrania se una a ella. “Esta guerra”, explicó el portavoz del Departamento de Estado, Ned Price, “es en muchos sentidos más grande que Rusia, es más grande que Ucrania … Hay principios que están en juego aquí … principios fundamentales”. Resulta ser que uno de esos principios fundamentales es “que cada país tiene el derecho soberano de determinar su propia política exterior, tiene el derecho soberano de determinar por sí mismo con quién elegirá asociarse en términos de sus alianzas, sus asociaciones, y qué orientación desea imprimir a su mirada”.
La diplomacia estaba en camino de terminar la guerra en términos que satisficieran a Ucrania. Pero la guerra continuó, porque no satisfizo a los Estados Unidos. Si bien China disfruta de una asociación sin límites con Rusia, y no ha sido completamente objetiva en la guerra, en múltiples ocasiones ha intentado avanzar en la diplomacia.
China ha declarado repetidamente su voluntad de desempeñar “un papel constructivo” en las negociaciones. Ha presentado una propuesta sobre una solución política de la guerra, así como una propuesta conjunta con Brasil para una solución política. Recientemente, China ha afirmado que la propuesta conjunta entre China y Brasil ha recibido “respuestas positivas” de más de 110 países.
Y el 24 de Julio, China invitó al ministro de Asuntos Exteriores de Ucrania, Dmytro Kuleba, a China por primera vez desde que comenzó la guerra. El ministro de Asuntos Exteriores chino, Wang Yi, reiteró que “China cree que la resolución de todos los conflictos debe comenzar en última instancia con un regreso a la mesa de negociaciones”, y que Beijing está dispuesta a seguir desempeñando un papel en las conversaciones de paz. Después de su reunión, Kuleba declaró que Ucrania “está dispuesta a involucrar a la parte rusa en el proceso de negociación en una determinada etapa, cuando Rusia esté dispuesta a negociar de buena fe”, aunque agregó que Ucrania aún no ve ninguna señal de ello. Wang dijo que “recientemente, tanto Rusia como Ucrania han señalado su voluntad de negociar en diversos grados. Aunque las condiciones y el momento aún no están maduros, apoyamos todos los esfuerzos que contribuyan a la paz”.
Una declaración pública de que Ucrania está dispuesta a negociar con Rusia, es un resultado positivo de la reunión. Y el tono chino de que apoyarían esa voluntad, es muy diferente del tono estadounidense que se negó a apoyar esa voluntad en los primeros días de la guerra.
Ese ha sido el inquietante patrón que socava el relato de Estados Unidos como la fuerza líder para el orden internacional y la seguridad global, y de China como una fuerza líder para el desorden. El historial reciente sugiere, en cambio, que son los Estados Unidos los que están obstaculizando la diplomacia y alimentando el conflicto, mientras que China los aplaca y apoya la diplomacia.
Traducción: Ms. Lic. Cristian Vasylenko