El mundo puede tener más esperanza tras la semana histórica en China

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    La noble causa del desarrollo histórico y de la paz parece más factible después de los espectaculares acontecimientos en China.

    (250903) — BEIJING, Sept. 3, 2025 (Xinhua) — Honor guards escort the Chinese national flag for a flag-raising ceremony during a grand gathering to commemorate the 80th anniversary of the victory in the Chinese People’s War of Resistance against Japanese Aggression and the World Anti-Fascist War in Beijing, capital of China, Sept. 3, 2025. (Xinhua/Fei Maohua)

    La causa histórica de la paz y del desarrollo de la humanidad prevalecerá, declaró esta semana Xi Jinping, presidente de China. Pronunció su discurso en el 80º aniversario de la derrota del imperialismo japonés por parte del pueblo chino en 1945, y la victoria contra el fascismo mundial. Su audaz declaración inspiró esperanza y confianza, a pesar de que el mundo se encuentra acosado por una violencia terrible, tensiones y temores de guerra.

    En primer lugar, fue celebrada la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghai en Tianjin, la que reunió a los líderes de China, Rusia e India, así como a otros 20 jefes de Estado. La OCS, fundada en 2001, es ahora un foro global que sustenta la realidad de un mundo multipolar. Representa a casi la mitad de la población mundial, y su compromiso con la seguridad multilateral e igualitaria para todas las naciones –como afirma la Declaración de Tianjin– la convierte en una plataforma verdaderamente representativa de la mayoría global. Muchos países, especialmente del Sur Global, presionan para unirse a la OCS, considerándola la auténtica y arquetípica defensora de sus derechos soberanos. Como tal, la OCS es el complemento de seguridad de la alianza BRICS y su objetivo de un desarrollo económico multilateral más justo.

    Por lo tanto, el mundo multipolar ya no es una aspiración abstracta, sino una realidad política y económica. El compromiso con el desarrollo multilateral cuenta con mecanismos organizativos e institucionales para implementar conceptos favorables de desarrollo mutuo y cooperativo. El nuevo orden internacional, más democrático, ha superado el sistema occidental-céntrico liderado por Estados Unidos. Este último surgió del colonialismo europeo, y sólo sirvió a una minoría global dentro de Occidente.

    El presidente Xi Jinping reiteró que los principios del orden multipolar son el respeto a la igualdad y la soberanía de las naciones, el apego al derecho internacional, la no injerencia en los asuntos de otras naciones, y la prohibición de la agresión unilateral. Su iniciativa de gobernanza global es el cumplimiento de la Carta de las Naciones Unidas establecida en 1945 después de la Segunda Guerra Mundial. Xi Jinping afirmó que el nuevo orden multipolar está basado en el respeto genuino y la igualdad entre las naciones, y representa un rechazo a la mentalidad de la Guerra Fría, el hegemonismo y la imposición unilateral de derechos. No mencionó a Estados Unidos por su nombre, pero quedó claro a quién se refería.

    Por su parte, el presidente ruso, Vladímir Putin, afirmó que el compromiso con los principios multilaterales de la Carta de las Naciones Unidas, y su reiteración por la OCS, es la única manera de garantizar un desarrollo mundial pacífico. Putin afirmó que el orden occidental de hegemonía, unilateralismo y dominación neocolonial, está obsoleto. El líder ruso afirmó que el orden liderado por Estados Unidos es fuente de conflicto, injusticia y pobreza.

    Resultó sumamente simbólico que los líderes de China, India y Rusia estuvieran visiblemente comprometidos con una visión compartida de desarrollo. Su cordial interacción personal fue una muestra impresionante de comprensión mutua y solidaridad. Fue una vívida demostración de que las amenazas de Washington de imponer sanciones secundarias para separar a India y China de Rusia, fueron desestimadas como fanfarronería vacía de un imperio en desuso. Esa imagen de solidaridad fraternal entre Xi Jinping, Narendra Modi y Vladimir Putin, entre muchas otras imágenes de esta semana, fue emblemática del debilitado poder estadounidense. Inspira fe en la cooperación humana por el bien común, en contraposición con la nefasta mentalidad de suma cero de los políticos occidentales.

    Ahora llegamos al desfile militar en Peking, el que tuvo lugar tras la cumbre de la OCS. El evento conmemoró el 80º aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial en Asia, cuando la nación china derrotó al Japón imperial y su ocupación genocida. El desfile militar fue el más grande jamás realizado por China, y presentó a la República Popular como una superpotencia militar invencible. El mensaje inequívoco a Estados Unidos fue: si te atreves a provocar una guerra con China, serás derrotado –lo mismo puede decir, por supuesto, Rusia.

    El rotundo despliegue militar en Peking no tenía como objetivo fetichizar la maquinaria bélica. Fue sencillamente una demostración de que el mundo multipolar avanza con seguridad inquebrantable, a pesar de las maquinaciones de Washington para frustrarlo. Los intentos de Estados Unidos y sus vasallos de la OTAN de perturbar al mundo multipolar y apuntalar un sistema hegemónico fallido mediante la violencia y la intimidación, son fútiles. La agresión occidental y las intrigas imperialistas ya no pueden dominar las relaciones internacionales.

    La era del dominio militar estadounidense ha terminado. La demostración esta semana del imponente poderío militar de China es una prueba de la realidad, televisada mundialmente, de que Estados Unidos es una fuerza agotada, incapaz ya de intimidar y aterrorizar a otros, excepto quizás con lanchas rápidas en el Caribe.

    Como señalaron los presidentes Xi Jinping y Vladimir Putin esta semana, la histórica victoria sobre el fascismo hace 80 años –victoria que los pueblos chino y ruso obtuvieron en gran medida mediante el sacrificio conjunto de 60 millones de víctimas– es la base sagrada del mundo multipolar. Esta victoria sigue siendo el punto de partida para el progreso mundial mediante la superación de la agresión y la criminalidad imperialistas.

    La Pax Americana, el Siglo Americano o el “orden basado en normas” que Occidente declaró tras la Segunda Guerra Mundial, fue siempre un fraude. Fue, en realidad, una perversión encubierta de la noble Carta de la ONU y una continuación de la agresión fascista, aunque disfrazada con la retórica de la virtud occidental.

    La noble causa del desarrollo histórico y la paz parece más viable tras los espectaculares acontecimientos en China, que demuestran la crucial unidad y el poder global para el bien común de la humanidad. La humanidad se libera del miedo y del espectro de guerras interminables ante la perspectiva de un mundo más civilizado, justo y pacífico. La hegemonía ha sido derrotada.

     

     

    Traducción: Ms. Lic. Cristian Vasylenko

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