Realmente creen que podrán hacer propaganda para que el mundo vuelva a querer a Israel

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    La propaganda es una eficaz herramienta de manipulación psicológica a gran escala. Pero no es magia. No borrará milagrosamente lo que en su fuero interno la gente sabe que es verdad.


    Es curioso cómo los sionistas creen que podrán manipular y hacer propaganda para que el mundo vuelva a querer a Israel. Sí, saturar todas las plataformas online con influencers con caras raras que nos digan que Israel es genial. Eso nos hará olvidar esos años de atrocidades genocidas.

    Es decir: comprar las redes sociales que usan los jóvenes, para censurar las críticas a Israel. Eso los convencerá de que el sionismo es cool.

    Ande, tome el control de CBS y ponga a Bari Weiss al mando. Eso nos hará olvidar todos esos videos de niños palestinos mutilados.

    Claro, usar a los oligarcas sionistas y las operaciones de influencia para manipular a gobiernos e instituciones, y que aplasten la libertad de expresión que se opone a un estado de apartheid genocida. Eso hará que todos apoyen al genocida estado de apartheid.

    La propaganda es una herramienta eficaz de manipulación psicológica a gran escala. Pero no es magia. No va a borrar milagrosamente lo que en su fuero interno la gente sabe que es verdad.

    Para hacer propaganda con éxito, primero hay que lograr que confíen en uno, y luego alimentarles narrativas que apelen a los sesgos cognitivos que ya tienen. Ya nadie confía en las apologías de Israel, y los prejuicios de la gente ahora están totalmente en contra de la entidad sionista. No tienen nada con qué trabajar ni por dónde empezar.

    Si un compañero de trabajo que Ud. odia se le acerca y empieza a robar cosas de su escritorio mientras le dice que es su amigo y que nunca le robaría, no le va a creer por mucho que le diga. No importa lo hábil que sea como manipulador, no importa lo elocuentes que sean sus palabras, nada de lo que diga superará sus observaciones directas de su realidad material.

    Así es la situación en este momento. Intentan usar un lenguaje indiscriminado para convencernos de que no hemos visto lo que hemos visto, de que no hemos experimentado lo que hemos experimentado, y de que no sabemos lo que sabemos. Y dan por sentado que funcionará, porque el lenguaje que nos lanzan circula a gran escala y cuesta mucho dinero.

    Pero no funcionará. Incluso si la propaganda pudiera convencernos de que no hemos visto lo que hemos visto, y de que no sabemos lo que sabemos, la propaganda sólo funciona si Ud. no sabe que le está sucediendo. Estos dos últimos años han hecho que incluso ciudadanos relativamente apolíticos sean plenamente conscientes de que existe una campaña agresiva para manipular su percepción sobre el estado de Israel, y de que cualquiera que los presione para que apoyen ese estado no es de fiar. Nadie creerá la propaganda si no confía en la fuente.

    Ahora que todo el mundo sabe que Israel paga U$S 7.000 por publicación a influencers para que produzcan propaganda en su nombre, cada vez que vea un video en línea de algún joven con conocimientos de redes sociales promoviendo narrativas pro-israelíes, verá sus respuestas inundadas de memes y chistes sobre su premio gordo de U$S 7.000. De ahora en adelante, cuando aparezca algún millennial con gafas de sol diciendo: “Israel está rodeado por todos lados por islamo-fascistas, ¿y crees que los judíos son el problema? ¡Pues no, cariño! Acompáñame”, todos dirán: “Encontré una de esas publicaciones de U$S 7.000“.

    Simplemente no funciona. La manipulación psicológica tiene sus límites. El lenguaje astuto tiene sus límites para desvincular la mente de alguien de su experiencia directa de la realidad material.

    Aquí es donde Israel se equivocó al distanciarse de los sionistas liberales. Necesitaban personas en la mesa que comprendieran cómo piensan los seres humanos normales, que pudieran ayudar al proyecto israelí a sortear la delicada línea entre los abusos del apartheid, disimulados con propaganda, y las atrocidades a gran escala que alienarían al mundo. En cambio, decidieron apostar todo por los Smotriches y los Ben-Gvirs, confiando en que la maquinaria propagandística que tan bien les había servido durante décadas, seguiría ayudándolos a superar cualquier conmoción internacional que pudieran ocasionar.

    No ha sido así. El mundo tiene los ojos abiertos ante lo que es Israel, y nunca volverán a cerrarlos. No puede quitarse la máscara de Mickey Mouse, mostrarle a los niños la cara gruñona de Freddy Krueger que hay debajo, y luego ponérsela y esperar que vuelvan a llamarle Mickey. Nadie olvidará lo que mostró.

     

     

     

    Traducción: Ms. Lic. Cristian Vasylenko

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