Del debate sobre los impuestos entre Fernando Chiocca y Marcos Cintra

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    Recientemente recibí un enlace titulado Debate: Impuesto Único vs. Impuesto Inexistente, que era la transcripción de un debate celebrado en X entre Fernando Chiocca y Marcos Cintra −uno defendiendo la ausencia de impuestos, y el otro, el impuesto único. Fernando Chiocca es un querido compañero ideológico, abolicionista como yo. Marcos Cintra, un socialista. No me expreso de esta manera para criticar al hombre. Es decir, cambiar el nombre y la dirección, y quedarse solo con el discurso, no cambia mucho entre un socialista y otro. Incluso la forma en que escriben es similar. Así que, para abreviar, “un socialista” es suficiente, y lo tendremos bastante bien pintado. Pero su nombre era Marcos Cintra.

    No me importa en absoluto quién es o quién era pero, por aburrimiento –estaba navegando por los canales en mi celular después de tomar un refrigerio–, escribí su nombre en Google y vi que es un ex diputado y un hombre mayor. Está bien conservado.

    Parece que se declara liberal. Ahora bien, ¿no puede hoy un hombre declararse mujer y seguir siendo un animal de cuatro patas, si así lo desea? ¿Por qué entonces un socialista, defensor de la salud pública, de la educación pública y de la justicia pública, no puede declararse un animal bípedo; es decir, un liberal? No veo tanta distancia entre este tipo y un socialista pura sangre, como la que hay entre un hombre y una mujer. Diferencia de grado, no de especie. Cintra pensó, cuando lanzó el reto del debate, que el primero en la fila sería alguien de izquierda. En otras palabras, pensó que sería un debate entre amigos. Al fin estaba feliz de recibir a Chiocca. Y fue muy educado, a pesar de la intensidad de su oponente.

    Antes de comentar algunos argumentos planteados por Cintra a favor de los impuestos, recordemos que al tratarse de una conjunción concesiva, no causal, la sentencia “De esta forma se produce un desincentivo al financiamiento privado, puesto que los beneficiarios no contribuyen a su financiamiento”, representa un error de economía tanto como de sintaxis. Se elimina el solecismo de la sintaxis; de la economía, el socialismo. De esta manera, el idioma y sus hablantes salen ganando.

    Como todos los socialistas, Cintra es un amante del folklore y de la ficción: los extraterrestres ya casi están aquí en la Tierra, pero nadie ha visto aún ese “contrato social” del que tanto se habla. ¿Qué es un contrato después de todo? O me equivoco, o un contrato es voluntad manifiesta. Ahora bien, este “contrato social” del que hablaban Hobbes, Locke y Rousseau no es voluntad ni manifestación. Mi voluntad ciertamente no va allí. Pero Cintra asegura que ahí va el mío, el tuyo y hasta el del que está por nacer, “en distintos grados de diferencia”. Entiendo lo que quiere decir –vamos, seamos benévolos–: un gobierno sólo puede sostenerse con el consentimiento de la mayoría –que va desde la aceptación resignada, hasta el apoyo entusiasta. Éste es un punto establecido en la filosofía política. Pero de ahí a hablar de contrato …

    En la mitología del Contrato Social existen también los llamados Bienes Públicos, aquellos bienes o servicios que no pueden ser ofrecidos sin que se beneficien también las personas que no pagan por ellos. Por ejemplo: si pongo un guardia de seguridad en la calle, mi vecino, que no lo pagó, se aprovecha. Si contrato un departamento de bomberos y apago el incendio en su casa para que no se propague a la mía, ocurre lo mismo. En este caso, los socialistas dicen que la gente preferiría vivir sin guardias de seguridad, sin bomberos, sin policías, sin semáforos, todo para no favorecer a alguien que no los paga. Recientemente compré un perfume; aroma árabe y sensual, de las tierras de Jalin Habei. Estaba pensando en cobrar una tarifa a cualquiera que se acercara y lo oliera de una manera no competitiva.[1] ¡Pagar para que otros huelan olores agradables! En la mitología, así como Atenea nació de la cabeza de Zeus, el Monopolio Natural nació del asno del Bien Público. Y, al igual que el guerrero, nació armado. Un monopolio es, por definición, un privilegio exclusivo basado en la fuerza: el epíteto “natural” es un añadido de la mitología. Nunca ha habido un monopolio que no esté armado[2].

    Esta rica mitología no es producto de la imaginación de los pueblos antiguos. No señor. Es actual y viva, y encarna la religión más grande del mundo: el estatismo, el que, sí señor, tiene sacerdotes, libros y seguidores. Los sacerdotes son los agentes públicos, el libro, la Constitución, y los fieles, los contribuyentes, en diversos grados de devoción. Es una cosa organizada y antigua, y tan trascendente que une a judíos, cristianos, musulmanes, budistas, hindúes y ateos. ¡Una metareligión! Uno de sus dogmas es la tributación. El impuesto (o, en términos técnicos, el tributo) no es un robo, aunque, según el Código Tributario Nacional, es obligatorio. Se trata de una exégesis peculiar, en efecto, de una filosofía profunda. Pero hay divergencia. Algunos dicen que los impuestos son un robo sólo si la persona los paga sin su voluntad. Si a la persona no le importa o no quiere pagar, no lo es. Entonces, ¿matar a un suicida es jugar en las cuatro líneas? Ésto me recuerda una frase que una vez escuché de una mujer sexy a su amante: ¡Querido mío, no hay manera de que puedas violarme!

    El debate fue fructífero y nos entretuvo. El resultado fue el que esperábamos: una masacre. No hay que desprestigiar a Cintra, pues ni siquiera Tomás de Aquino triunfaría en semejante tesis. El héroe luchó bien, se mantuvo digno, y huyó con la cabeza en alto. Espero que encuentres un izquierdista contra el cual competir y ganes. Los impuestos son un robo. Ya lo sabíamos. ¿Cuándo discutiremos la Secesión Blanda?

     

     

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    [1] Debo este ejemplo a 3H (Hans-Hermann Hoppe).

    [2] Sobre este tema, véase “El mito del monopolio natural”, de Thomas DiLorenzo, y “La teoría austriaca del monopolio: una crítica”, de Walter Block.

     

     

     

    Traducción: Ms. Lic. Cristian Vasylenko

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