Detengan la matanza en Palestina

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Los palestinos se han convertido en arena a los ojos de Medio Oriente. ¿Cómo pasó ésto? ¿De dónde vinieron?

De ninguna parte, según la fallecida primer ministro israelí Golda Meir. Insistió en que los palestinos no existían, y que no eran más que restos humanos. Eso fue bastante curioso, viniendo de Golda Mabovich, nacida en una familia judía en Kiev, Rusia.

Entonces, ¿de dónde vienen los palestinos que ahora se encuentran bajo un terrible asedio por parte de las fuerzas israelíes en Gaza y sus alrededores, con 15.000 muertos hasta ahora por los bombardeos israelíes, la mitad de ellos niños? Estos palestinos vinieron de la vecina Galilea en Palestina. Son refugiados de tercera generación.

A principios de la década de 1950, mi madre, periodista y conferenciante, viajó a Palestina patrocinada por varios periódicos estadounidenses y, en secreto, por el Departamento de Estado norteamericano.

La posición oficial del recién fundado Israel era que Palestina –y particularmente la fértil región de Galilea– era una “tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra (es decir, inmigrantes judíos)”.

Mi madre descubrió cientos de miles de refugiados palestinos viviendo en chozas hechas con latas o cajas de cartón. Había algunas tiendas de campaña levantadas por agencias extranjeras de ayuda y las Naciones Unidas. Los refugiados estaban acurrucados en medio del frío cortante. Muchos estaban al borde de la inanición.

Sólo había un puñado de médicos o personal médico y ningún hospital. Los colonos judíos de Europa del Este estaban llegando y apoderándose de toda la tierra cultivable. Estados Unidos estaba financiando a estos colonos. Las donaciones a Israel en Estados Unidos eran, en su mayoría, deducibles de impuestos. El libro de propaganda “Éxodo” –y la película posterior– allanaron el camino para la confiscación de tierras palestinas.

Quienes se oponían a la agenda sionista fueron brutalmente atacados. Los periódicos para los que escribía mi madre guardaron silencio. Los periódicos fueron amenazados con boicotear a sus vitales anunciantes, si no eliminaban los escritos y conferencias de mi madre sobre Palestina.

Peor aún, los partidarios de Israel comenzaron a golpear la puerta de nuestra casa en la ciudad de New York, gritando amenazas de muerte que incluían arrojar ácido a la cara de mi madre y a la mía. No hacía mucho que había terminado la segunda gran guerra, y las emociones después del Holocausto estaban todavía vivas.

Al final, mi madre quedó aterrorizada y se quedó en silencio debido a las amenazas de que me cegarían con ácido. Se vio obligada a dejar de exponer la miserable suerte de los palestinos. Mientras tanto, judíos y no judíos continuaron llegando desde Europa a Palestina, y apropiándose de tierras de propiedad árabe, generalmente con la ayuda del gobierno israelí o de organizaciones sionistas estadounidenses.

Cuando la nueva coalición gubernamental de extrema derecha de Israel llegó al poder este año, uno de sus primeros actos fue proclamar que continuaría la limpieza étnica en Galilea y ampliaría aún más los asentamientos en la frontera con Gaza. La recién fortalecida derecha dura de Israel –grupo al que el difunto gran columnista israelí Uri Avnery denominó “fascistas judíos”– también tenía sus ojos puestos en Gaza y sus 2 millones de habitantes árabes, que fueron víctimas del mismo tipo de limpieza étnica que Estados Unidos condenó con razón en Kosovo y Serbia. Eso es lo que encendió la mecha de los ataques cerca de Gaza por parte de Hamas –cuya fundación fue irónicamente instigada y financiada por Israel para dividir a la Organización de Liberación de Palestina (OLP), encabezada por el fallecido Yasser Arafat, quien más tarde probablemente fue asesinado por expertos israelíes en venenos provenientes de Rusia.

La extrema derecha de Israel se ha asegurado el control casi total de la administración Biden, incluidos el presidente y el secretario de Estado. El Congreso se puso de pie para aplaudir a Netanyahu mientras trataba con frialdad al presidente Obama. Esas donaciones estadounidenses deducibles de impuestos, y más de U$S 5.500 millones anuales de ayuda abierta y encubierta a Israel (antes de que Ucrania se convirtiera en el principal receptor de dinero estadounidense), además de la ayuda generada de manera similar a Ucrania, hacen posible la captura de la política exterior estadounidense. Los pocos críticos de los medios que protestan por este secuestro de la política y los fondos estadounidenses, son ignorados, marginados o incluidos en listas negras.

Para poner un ejemplo impactante, acabo de ser “comprado” por una importante cadena de noticias públicas de televisión por un pago de U$S 2 millones.

Los estadounidenses que dependen de las seis grandes agencias de noticias para recibir noticias, reciben datos preparados por las poderosas máquinas de propaganda de Israel. Por eso las noticias sobre Medio Oriente en Francia, Italia y España son tan diferentes. Incluso la BBC británica, alguna vez de mentalidad independiente, ahora sigue la línea de Israel, mientras el hombre que expuso los crímenes de guerra estadounidenses en Irak –Julian Assange– se pudre en una prisión británica de máxima seguridad. Hasta aquí, la famosa “prensa libre”.

 

 

Traducción: Ms. Lic. Cristian Vasylenko

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Eric S. Margolis
é um colunista premiado internacionalmente. Seus artigos foram publicados no New York Times, International Herald Tribune, Los Angeles Times, Times of London, Gulf Times, Khaleej Times, Nation – Pakistan, Hurriyet, – Turkey, Sun Times Malaysia e outros sites de notícias na Ásia. Ele é um colaborador regular do Huffington Post, Lew Rockwell. Ele aparece como especialista em relações exteriores na CNN, BBC, France 2, France 24, Fox News, CTV e CBC. Como correspondente de guerra, Margolis cobriu conflitos em Angola, Namíbia, África do Sul, Moçambique, Sinai, Afeganistão, Caxemira, Índia, Paquistão, El Salvador e Nicarágua. Ele foi um dos primeiros jornalistas a entrevistar o líbio Muammar Khadaffi e foi um dos primeiros a ter acesso à sede da KGB em Moscou. Veterano de muitos conflitos no Oriente Médio, Margolis recentemente foi destaque em uma participação especial na TV britânica Sky News como "o homem que acertou em cheio" em suas previsões sobre os perigosos riscos e emaranhamentos que os EUA enfrentariam no Iraque. Nova-iorquino, mantém residências em Toronto e Nova York, com visitas frequentes a Paris.

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