Israel, una nación dependiente en el corazón del Medio Oriente

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    El 6 de Octubre de 1973, mientras los líderes israelíes celebraban los solemnes rituales de Yom Kipur, fuerzas egipcias y sirias lanzaron un asalto sorpresa coordinado a través de la península del Sinaí y los Altos del Golán. En cuestión de horas, la tan cacareada maquinaria militar israelí se tambaleaba. Divisiones enteras de tanques fueron diezmadas, las posiciones avanzadas se derrumbaban y, por primera vez desde 1948, la supervivencia del estado judío parecía estar realmente en duda. El aura de invencibilidad de Israel –cimentada sobre sus rápidas victorias de 1948 y 1967–, fue convertida en añicos cuando los ejércitos árabes infligieron pérdidas abrumadoras y amenazaron con abrirse paso hasta el corazón del país.

    Lo que cambió el rumbo no fue la “autosuficiencia” israelí, sino el mayor puente aéreo de emergencia de suministros militares en la historia de Estados Unidos. La Operación Nickel Grass, lanzada el 14 de Octubre de 1973, se convirtió en el factor decisivo para la supervivencia de Israel. En el transcurso de un mes, aviones estadounidenses de carga entregaron 22.325 toneladas de tanques, artillería, municiones y repuestos –suficientes para evitar el colapso de la maquinaria bélica israelí.

    Días después, el Congreso autorizó U$S 2.200 millones en ayuda de emergencia –un aumento sin precedentes de 800% en asistencia militar estadounidense–, sentando así el precedente de que, siempre que Israel se enfrentara a un peligro existencial, Washington intervendría para salvarlo. Sin este gigantesco salvavidas estadounidense, la capacidad militar de Israel podría haberse derrumbado por completo ante la coordinada embestida árabe.

    Este episodio es la prueba más clara de que la supervivencia de Israel nunca ha estado basada únicamente en la fuerza local. El mito de la autosuficiencia israelí, tan a menudo repetido en la retórica política occidental, se desmorona al compararlo con la historia. Desde el desesperado puente aéreo estadounidense de 1973 hasta la crisis actual, en la que las autoridades israelíes admiten que “el sistema [de defensa antimisiles] ya está desbordado” ante el sorprendente ataque con misiles de Irán durante la Guerra de los Doce Días, una verdad permanece constante: la resistencia de Israel siempre ha dependido de la ingente y continua inyección de armamento, tecnología y apoyo financiero estadounidense.

    El patrón establecido en 1973 continuó con creciente intensidad durante las décadas siguientes. La Guerra del Líbano de 2006 contra Hezbollah reveló los primeros indicios de la escasez de munición, la que se convertiría en asunto recurrente. La artillería israelí disparó 170.000 proyectiles durante este conflicto, más del doble que la cantidad disparada en la Guerra de Octubre de 1973, lo que provocó una grave escasez hacia el final de la guerra. Sorprendentemente, este enorme gasto de potencia de fuego sólo logró destruir alrededor de 100 de los 12.000 lanzadores Katyusha, según una evaluación de Amir Rapaport, del Centro Begin-Sadat de Estudios Estratégicos. El pobre desempeño de Israel contra Hezbollah demostró tanto la ineficacia de los bombardeos convencionales contra los distribuidos arsenales de cohetes, como el ritmo insostenible al que Israel consumía municiones suministradas por Estados Unidos.

    El histórico Memorandum de Entendimiento de 2016 formalizó la dependencia israelí de la asistencia militar estadounidense a una escala sin precedentes, estableciendo uno de los mayores paquetes de ayuda militar en la historia de Estados Unidos: U$S 38.000 millones durante diez años, de 2019 a 2028. Este paquete incluía U$S 33.000 millones en financiamiento militar extranjero, y un compromiso sin precedentes de U$S 5.000 millones para sistemas de defensa antimisiles.

    La dependencia israelí de la potencia de fuego estadounidense es profunda. Estados Unidos ha aportado más de U$S 1.700 millones específicamente para el desarrollo de la Cúpula de Hierro desde 2011, con U$S 1.000 millones adicionales aprobados en Septiembre de 2021. Israel ha recibido treinta y nueve de los cincuenta aviones F-35I “Adir” que había pedido hasta 2024, y veinticinco cazas furtivos avanzados adicionales, pedidos por U$S 3.000 millones en Junio de 2024. En 2018, Israel se convirtió en el primer país en utilizar los F-35 en operaciones de combate, dependiendo totalmente de la tecnología y de los sistemas estadounidenses.

    Los ataques del 7 de Octubre de 2023 perpetrados por Hamas y los conflictos posteriores, han puesto de manifiesto con toda claridad la magnitud de la dependencia israelí. Desde los ataques, la ayuda militar estadounidense a Israel se ha disparado a niveles sin precedentes, con Washington entregando U$S 17.900 millones en asistencia de seguridad para Septiembre de 2024. El gobierno de Joe Biden aprobó una masiva venta de armas por valor de U$S 20.000 millones al mes siguiente, incluyendo cazas F-15 y sistemas avanzados de misiles.

    El aumento continuó durante el segundo mandato del presidente Donald Trump, quien autorizó un paquete adicional de armas de emergencia por U$S 3.000 millones en Marzo de 2025. Esta incesante escalada de apoyo se produjo precisamente porque las propias capacidades defensivas de Israel estaban constantemente al límite.

    La actual crisis de interceptores revela la profunda vulnerabilidad israelí. En Abril y Octubre de 2024, Irán disparó misiles y drones directamente contra Israel, y casi todos fueron interceptados con ayuda estadounidense. Sin embargo, el ex funcionario de defensa estadounidense Dana Stroul advirtió entonces que “el problema de municiones de Israel es grave”, y advirtió que “si Irán responde a un ataque israelí y Hezbollah también se une, las defensas aéreas israelíes se verán sometidas a una gran presión”. Informes recientes indican que Israel enfrentó una notable escasez de interceptores Arrow en su conflicto de Junio con Irán, lo que generó preocupación sobre su capacidad para defenderse de los misiles balísticos iraníes de largo alcance. La magnitud de la reducción resultó alarmante. Israel podría haber tenido sólo 10 o 12 días de stock de misiles Arrow, con un costo de cada interceptor de alrededor de U$S 3 millones, y operaciones nocturnas que consumían U$S 285 millones. Según informes, algunos escenarios requerían hasta diez interceptores por cada misil entrante.

    La eficacia de las defensas israelíes se ha deteriorado bajo esta presión. Un alto funcionario de inteligencia israelí informó que la tasa de interceptación de misiles de Israel cayó de 90% al 65% en 24 horas durante conflictos recientes. Esta drástica disminución se debe al despliegue por parte de Irán de proyectiles más rápidos, que han reducido el tiempo de alerta de misiles de Israel de 10 a 6 minutos.

    Agravando la vulnerabilidad de Israel, se encuentra la realidad sin precedentes de que Estados Unidos se enfrenta a una grave crisis de suministro de armas, que pone en duda la capacidad de Washington para mantener su otrora ilimitado flujo de apoyo militar al estado judío. El Pentágono ha confirmado que las reservas de armas estadounidenses han alcanzado niveles críticamente bajos tras más de 3 años de proporcionar ayuda militar a Ucrania. Desde la invasión rusa en Febrero de 2022, Estados Unidos ha proporcionado cerca de U$S 67.000 millones en apoyo militar y de seguridad a Ucrania, incluyendo más de 500 millones de municiones y granadas, 31 tanques Abrams, y más de 3 millones de municiones de artillería de 155 mm.

    En Julio de 2025, la administración Trump se vio obligada a suspender los envíos de armas a Ucrania, debido a la preocupación por la “disminución de las reservas estadounidenses”. Esta decisión afectó a múltiples categorías de armas, incluyendo misiles PAC-3 para sistemas de defensa aérea Patriot, munición de artillería de 155 mm, misiles GMLRS para sistemas HIMARS, misiles guiados antitanque Hellfire, y misiles antiaéreos Stinger.

    El consumo de municiones en Ucrania ha sido “fenomenal“, nunca antes visto, según funcionarios del Pentágono. Antes de la guerra en Ucrania, Estados Unidos podía producir aproximadamente 14.400 municiones de artillería de 155 mm al mes. A pesar de las enormes inversiones, la producción actual sólo alcanza las 40.000 municiones mensuales, por debajo del objetivo del Pentágono de producir 100.000 municiones mensuales para Octubre de 2025.

    La producción de misiles Patriot sigue siendo críticamente limitada, con una producción de tan solo 600 misiles al año, mientras que Ucrania, según se informa, ha disparado más de 1.000 interceptores desde que recibió su primer sistema Patriot en Abril de 2023. Incluso con los aumentos previstos, la producción de misiles PAC-2/PAC-3 sólo alcanzará aproximadamente 740 al año en 2025, aumentando gradualmente a aproximadamente 1.100 misiles para 2027.

    Esta crisis de suministro de armas ha generado una competencia directa entre Ucrania e Israel por las limitadas existencias de armas estadounidenses. Ambos países requieren sistemas de armas similares, en particular misiles de defensa aérea, municiones guiadas de precisión, y munición de artillería. El Pentágono se ha visto obligado a tomar decisiones difíciles, incluyendo el envío de suministros estadounidenses de municiones de artillería de 155 mm almacenados en Israel, para apoyar la defensa de Ucrania en Enero de 2023.

    Estados Unidos también ha facilitado la transferencia de sistemas e interceptores Patriot israelíes retirados a Ucrania, con aproximadamente 90 interceptores PAC-2 GEM-T israelíes retirados, enviados mediante transferencias del Pentágono. El acceso de Israel a la Reserva de Guerra para los Aliados-Israel, arsenal secreto de armas estadounidenses almacenado en Israel, se ha visto afectado por restricciones de arsenales más amplias, ya que Israel ha comprado cantidades significativas de armas estadounidenses de esta reserva desde el 7 de Octubre de 2023.

    Sin embargo, a medida que Washington se ve cada vez más sobreexigido en su competencia estratégica con Rusia y China, la sostenibilidad de este nivel de apoyo dista mucho de estar garantizada. Cuanto más se amplían los compromisos globales de Estados Unidos, más difícil se vuelve mantener el acceso privilegiado de Israel al armamento estadounidense, realidad que subraya la fragilidad de su tan cacareada autosuficiencia. El mito de la autosuficiencia israelí no sólo tergiversa la realidad histórica, sino que también ignora el apoyo continuo e intensivo que se requiere para mantener la posición militar de Israel en la región.

    Desde el puente aéreo de emergencia de 1973 hasta la actual crisis de los interceptores de 2024-2025, el patrón se mantiene constante: Israel enfrenta desafíos militares que exceden sus capacidades independientes, y Estados Unidos interviene con paquetes de ayuda masivos para evitar un posible colapso. Este enorme y continuo flujo de asistencia financiera, militar y económica, subraya una simple realidad: sin la ayuda exterior estadounidense, la capacidad de Israel para mantener su posición regional se vería gravemente comprometida.

    La leyenda de la autosuficiencia de Israel se desvanece en el momento en que se corta la ayuda estadounidense. Sin el flujo inagotable de armas y dinero estadounidense, la “Nación de las Startups” se convierte en un cliente dependiente, expuesto y vulnerable, en una región que nunca ha dejado de poner a prueba su supervivencia.

     

     

     

    Traducción: Ms. Lic. Cristian Vasylenko

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