En su libro de 1949 El camino por delante: la revolución progresiva de América, John T. Flynn advierte sobre las “grandes mareas de pensamiento y apetito que corren profundamente de forma invisible por debajo de la superficie de la sociedad”. Estas mareas invisibles son ondas políticas que dan forma a la ley y a la política institucional, pero como no se ven, no hay una conciencia generalizada del peligro que representan. Apenas son debatidas en los círculos académicos o políticos. Se las trata como un aspecto no controvertido del “consenso” político, y su implementación no tiene oposición en gran medida.
A Flynn le preocupan los métodos subrepticios mediante los cuales el socialismo se apodera de la sociedad. Los socialistas no promueven abiertamente los valores socialistas –por el contrario, con frecuencia niegan ser socialistas. Actúan sigilosamente, pretendiendo preocuparse por los valores más cercanos al corazón de las personas, ofreciéndoles “imparcialidad” y “justicia”, un gran plan para el bien de la sociedad, y una red de seguridad para protegerlas de las vicisitudes de la vida. Flynn observa:
Nunca se oye a nuestros Planificadores anunciar las maravillas del socialismo. Sin embargo, se están apoderando del país. Entienden que la gente está ampliamente dominada por intereses personales y grupales, que ésto es un fenómeno natural, y que en todo momento los intereses personales y grupales ejercen un estímulo más inmediato y potente sobre su pensamiento, que los principios ideológicos amplios.
La larga marcha de Gramsci
Un buen ejemplo de cómo se ha desarrollado esta revolución progresiva, es la estrategia a la que a menudo se hace referencia como “una larga marcha a través de las instituciones”, atribuida a menudo a Antonio Gramsci, aunque el propio Gramsci no utilizó esta frase. En su reseña de La muerte de Occidente de Patrick Buchanan, David Gordon destaca cómo el enfoque gramosciano ha destruido los valores occidentales tradicionales desde dentro.
Thomas Sowell articula una idea similar en lo que llama la silenciosa derogación de la Revolución Americana:
El capítulo final de “La búsqueda de la justicia cósmica” se titula “La silenciosa revocación de la revolución estadounidense” –porque ésto es lo que están haciendo poco a poco los fanáticos dedicados a sus propias aplicaciones particulares de la justicia cósmica.
No están tratando de destruir el estado de derecho. No están intentando socavar la república estadounidense. Simplemente están tratando de producir “equidad de género”, instituciones que “se parezcan a Estados Unidos”, u otros mil objetivos.
Lo que sostiene Sowell es que la revocación de la Revolución Americana es llevada a cabo silenciosamente, sin causar alarma indebida, precisamente porque quienes la subvierten, afirman estar defendiéndola. No hay gran anuncio de que en lo sucesivo la Constitución será interpretada de manera antitética a su significado original. Ésto explica por qué ahora hay jueces en la Corte Suprema de los Estados Unidos que afirman que no saben qué es una mujer, y que afirman que las preferencias raciales no son contrarias a la Constitución, posiciones tan escandalosamente erróneas que apenas merecen ser tomadas en serio. Estas posiciones son desestimadas con no más que un “¡eso es inconstitucional!”
En opinión de los jueces que simpatizan con las teorías raciales críticas, la Constitución no prohíbe la diversidad, por lo que no hay nada de malo, en su opinión, en reservar oportunidades exclusivamente para las “personas de color” porque, en su opinión, eso promoverá la diversidad. Por ejemplo, el juez Ketanji Brown Jackson argumentó en los casos de acción afirmativa de la Corte Suprema que “nada en la Constitución o el Título VI prohíbe a las instituciones tener en cuenta la raza para garantizar la diversidad racial de los admitidos en la educación superior”.
De esta manera, gradualmente emerge un cuerpo de jurisprudencia en el que las ideas que subvierten la Constitución, principalmente emanadas de instrumentos de derechos civiles, eventualmente constituyen la ley básica por la que se gobierna el país. El peligro reside no sólo en la posibilidad de que la opinión minoritaria en la Corte Suprema algún día pueda convertirse en una opinión mayoritaria, sino más aún en el crédito que se otorga a estas ideas al más alto nivel. La incorporación de propaganda socialista a las opiniones de la Corte Suprema eventualmente crea una cultura en la que dicha propaganda es considerada respetable y verdadera.
Estos ejemplos ilustran cómo la ola de propaganda socialista sobre la que advirtió Flynn ha logrado transformar las instituciones en Occidente, hasta dejarlas casi irreconocibles. Los principios de esta cultura se propagan diariamente a través de sesiones de capacitación en diversidad, equidad e inclusión (DEI), que en muchas instituciones son obligatorias. Tom Woods resume algunos de los principios básicos de la formación DEI:
Estás impulsando la “supremacía blanca” si crees en la meritocracia, si felicitas a un “POC” por sus habilidades para hablar, si insistes en que la raza no te importa, si rechazas el concepto de “privilegio blanco”, si “fetichiza” a “BIPOC” (así que será mejor que te gusten, pero trata de que no te gusten demasiado, porque entonces los estarás fetichizando), si estás comprometido con el daltonismo, o si llamas a la policía contra los negros (¿puedes dejar de molestar al pobre mientras intenta asesinarte?).
Y si te esfuerzas demasiado, te acusarán de tener un “complejo de salvador blanco”.
Optimismo fuera de lugar
La naturaleza silenciosa de esta revolución significa que un gran optimismo rodea la prohibición de esquemas y programas como DEI, y muchos no se dan cuenta de que tales prohibiciones no capturan las implacables “grandes mareas de pensamiento y apetito que corren invisibles profundamente bajo de la superficie”, a las que se refirió Flynn. Por lo tanto, vemos el cierre de oficinas de DEI y el personal de DEI reasignado a otras oficinas para continuar su trabajo, aunque sin referirse a él como DEI.
Por ejemplo, el The New York Times informó en Enero de 2024 que, a pesar de los ataques muy públicos a DEI en 2023, con más de veinte estados prohibiendo o restringiendo severamente los programas DEI,
Sólo 1% de los 320 ejecutivos de alto nivel declaró haber reducido significativamente su compromiso DEI en el último año, mientras que 57% declaró haber ampliado esos esfuerzos.
En una encuesta de 194 directores de recursos humanos, publicada por el Conference Board el mes pasado, ninguno de los encuestados dijo que planeaba reducir las iniciativas DEI.
Sin embargo, algunos han informado que cambiaron el nombre de sus esquemas para evitar el uso de la tóxica etiqueta DEI. El NYT citó a un oficial de recursos humanos diciendo: “Cuando se trata de DEI, a algunos profesionales no les molestan los cambios en la marca, mientras el trabajo continúe. ‘Los objetivos finales de estas iniciativas y programas de diversidad no cambiarán’”. Por ejemplo, “la capacitación en gestión, una vez enmarcada como parte de DEI. En cambio, estos esfuerzos pueden ser discutidos como un curso para ayudar a los gerentes a efectuar evaluaciones de desempeño de manera más efectiva”.
La lección que puede ser extraida de Flynn es que los ciudadanos que no están conscientes de una revolución en desarrollo, son fácilmente “inducidos al socialismo”. Los conservadores se regocijan ahora por “ganar” su batalla para anular los programas DEI, mientras que quienes los hacen cumplir, simplemente ponen una nueva etiqueta a sus planes y siguen adelante. Al no ser conscientes de la magnitud de la amenaza, los ciudadanos no toman medidas efectivas y, finalmente, quedan “atrapados en un sistema socialista”. Un buen ejemplo de cómo un país puede quedar atrapado, es cuando décadas de jurisprudencia y precedentes legales se vuelven difíciles de revertir. Con el tiempo, los conceptos constitucionales adquieren el significado que les asignan los tribunales, que luego se afianzan en las facultades de derecho y en los tribunales como el significado “correcto”. En esta situación, el optimismo del pueblo se convierte en su debilidad.
Mientras en el Reino Unido las feministas se regocijaban por su “victoria histórica” al conseguir la protección de la “creencia filosófica” de que el sexo determina quién es mujer, se promulgaron nuevas leyes contra los delitos de odio, que convertían el uso indebido de un término en un “delito de odio”. Al hablar de la necesidad de que Estados Unidos aprenda las lecciones del ascenso del socialismo en Europa, Flynn observa que este tipo de optimismo fuera de lugar puede ser en sí mismo un peligro:
Como pueblo no tenemos talento para el pesimismo. En la prosperidad estábamos convencidos de que duraría para siempre … Nos estamos viendo arrastrados al socialismo según el modelo gradualista británico. Estamos bien encaminados, mucho más que lo que nuestro pueblo sospecha. Y si no reconocemos claramente ese hecho y abandonamos esa ruta fatal, tal vez en menos de una década inevitablemente llegaremos a ese estado de socialización que ahora tenemos ante nosotros en Inglaterra. Hasta que no reconozcamos este hecho y todas sus implicancias, no seremos capaces de reconocer “dónde estamos y hacia dónde nos dirigimos”. Hasta entonces, no podremos juzgar “qué hacer y cómo hacerlo”.
Traducción: Ms. Lic. Cristian Vasylenko