Posiblemente no haya una mayor vaca sagrada en Estados Unidos que Martin Luther King Jr. La más mínima crítica hacia él, o incluso la sugerencia de que no merece un día festivo nacional, conduce a las acusaciones habituales de racismo, fascismo y el resto de los epítetos izquierdistas habituales, no sólo por parte de los liberales, sino también de muchos conservadores y libertarios ostensibles.
Ésto es sorprendente, porque durante los años ´50 y ´60, la derecha se opuso casi unánimemente al movimiento de los derechos civiles. Contrariamente a las afirmaciones de muchos neoconservadores, la oposición no se limitó a la John Birch Society y los conservadores sureños. Se opusieron políticos como Ronald Reagan y Barry Goldwater, y las páginas Modern Age, Human Events, National Review y The Freeman.
Hoy, el movimiento conservador y libertario oficial retrata a King como alguien de nuestro lado, que estaría luchando contra Jesse Jackson y Al Sharpton si estuviera vivo. Casi todas las publicaciones y sitios web conservadores publican artículos en esta época del año en los que se alaba a King, y se analiza cómo los líderes actuales de los derechos civiles están traicionando su legado. El por otra parte excelente libro de Jim Powell, El triunfo de la libertad, ubica a King junto a Ludwig von Mises y Albert Jay Nock como héroe libertario. Si asiste a cualquier seminario del Institute for Human Studies, leerá “Una carta desde la cárcel de Birmingham”, que es una gran pieza de sabiduría antiestatista. La Heritage Foundation organiza periódicamente conferencias y simposios en honor a su legado. Hay casi media docena de think tanks y fundaciones jurídicas neoconservadoras y libertarias de izquierda, con nombres como “Centro para la Igualdad de Oportunidades” y el “Instituto Estadounidense de Derechos Civiles”, que afirman tomar como modelo a King.
¿Por qué un hombre que antes era vilipendiado por la derecha, es ahora celebrado como un héroe por la misma? La respuesta reside en parte en el hecho de que la derecha dominante se ha ido desplazando gradualmente hacia la izquierda desde la muerte de King. El influjo de muchos intelectuales neoconservadores, muchos de los cuales participaron en el movimiento de los derechos civiles, hace que en el movimiento conservador también contribuya al fenómeno King. Ésto no explica del todo el panorama, porque en muchos asuntos King estaba muy a la izquierda incluso de los neoconservadores, y muchos admiradores de King incluso afirman adherirse a principios como la libertad de asociación y el federalismo. La razón principal es que han creado un Martin Luther King Jr. mítico, al que construyeron únicamente a partir de una línea de su discurso “Tengo un sueño”.
En este artículo intentaré disipar los principales mitos que el movimiento conservador ha construido sobre King. Encontré gran parte de la información para este artículo en I May Not Get There With You: The True Martin Luther King, del izquierdista negro Michael Eric Dyson. Dyson demuestra que King apoyó el poder negro, las reparaciones, la acción afirmativa y el socialismo. Cree que ésto hizo que King fuera aún más admirable. También aborda con franqueza la infidelidad y el plagio de King, aunque los excusa. Si no le importa leer sus largas discusiones sobre el rap gangsta y cosas por el estilo, le recomiendo encarecidamente este libro.
Mito #1: King sólo quería igualdad de derechos, no privilegios especiales, y se habría opuesto a la acción afirmativa, las cuotas, las reparaciones y otras políticas que persiguen los líderes de los derechos civiles de la actualidad.
Este es probablemente el mito más repetido sobre King. En un artículo publicado en National Review Online, titulado “La mente conservadora de Martin Luther King”, Matthew Spalding, de la Heritage Foundation, escribió: “Una agenda que aboga por cuotas, recuentos por raza, y exclusiones raciales nos aleja de la visión de King”.
El problema con esta visión es que King defendía abiertamente las cuotas y las exclusiones raciales. Escribió “el negro de hoy no lucha por derechos abstractos y vagos, sino por una mejora concreta en su forma de vida”. Cuando no logró las leyes de igualdad de oportunidades, King buscó otras formas. En su libro ¿Adónde vamos desde aquí? sugirió “una sociedad que ha hecho algo especial contra los negros durante cientos de años, debe ahora hacer algo especial por ellos, para equiparlos para competir sobre una base justa e igualitaria”. Para ello, expresó su apoyo a las cuotas. En una entrevista con Playboy en 1968, dijo: “Si una ciudad tiene 30% de población negra, es entonces lógico suponer que los negros deberían tener al menos 30% de los puestos de trabajo en cualquier empresa en particular, y puestos de trabajo en todas las categorías, en lugar de sólo en áreas serviles”. King era más que palabras en este sentido. A través de su Operación Breadbasket, King amenazó con boicotear a las empresas que no contrataran a negros en proporción a su población.
King fue incluso uno de los primeros en proponer las reparaciones. En su libro de 1964, Por qué no podemos esperar, escribió: Ninguna cantidad de oro podría proporcionar una compensación adecuada por la explotación y humillación de los negros en Estados Unidos a lo largo de los siglos … Sin embargo, se puede poner un precio a los salarios no pagados. El antiguo derecho consuetudinario siempre ha proporcionado un remedio para la apropiación del trabajo de un ser humano por parte de otro. Esta ley debería ser aplicada a los negros estadounidenses. El pago debería ser mediante medidas especiales compensatorias bajo la forma de un programa masivo por parte del gobierno, el que pudiera ser considerado como un acuerdo según la práctica aceptada del derecho consuetudinario. Previendo que los críticos notarían que muchos blancos estaban igualmente desfavorecidos, King afirmó que su programa, al que llamó la “Carta de Derechos de los Desfavorecidos”, también ayudaría a los blancos pobres. Ésto se debe a que una vez que los negros recibieran reparaciones, los blancos pobres se darían cuenta de que su verdadero enemigo eran los blancos ricos.
Mito #2: King era un patriota que intentó que los estadounidenses vivieran de acuerdo con los ideales de su fundación.
En National Review, Roger Clegg escribió: “puede que haya habido un breve momento en el que existió algo así como un consenso nacional, una visión compartida articulada elocuentemente en el discurso ´Tengo un sueño´ de Martin Luther King, Jr., con profundas raíces en el Credo estadounidense, destilado en nuestro lema nacional E pluribus unum. La mayoría de los estadounidenses todavía lo comparten, pero no todos”. Muchos otros conservadores han adoptado esta idea de un Credo estadounidense basado en Jefferson y Lincoln, que luego fue cumplido por King y por libertarios como Clint Bolick y neoconservadores como Bill Bennett.
A pesar de sus constantes invocaciones a la Declaración de Independencia, King no se enorgullecía mucho de la fundación de Estados Unidos. Creía que “nuestra nación nació en un genocidio”, y afirmaba que la Declaración de Independencia y la Constitución carecían de significado para los negros, porque fueron escritas por dueños de esclavos.
Mito #3: King era un activista cristiano, cuya lucha por los derechos civiles es similar a las batallas que libra la derecha cristiana hoy en día.
Ralph Reed afirma que el “genio indispensable” de King proporcionó “la visión y el liderazgo que renovaron y dejaron muy clara la conexión vital entre la religión y la política”. Admitió orgullosamente que la Coalición Cristiana “adoptó muchos elementos del estilo y las tácticas de King”. El grupo pro-vida, Operation Rescue, a menudo comparó su lucha contra el aborto con la lucha de King contra la segregación. En un discurso titulado “Las virtudes conservadoras del Dr. Martin Luther King”, Bill Bennet describió a King como “no principalmente un activista social, sino principalmente un ministro de la fe cristiana, cuya fe informó y dirigió sus creencias políticas”.
Tanto las posturas públicas de King como su comportamiento personal hacen que la comparación entre King y la derecha religiosa sea cuestionable.
La vigilancia del FBI mostró que King tuvo docenas de relaciones extramatrimoniales. Aunque muchos de los registros pertinentes están sellados, varios agentes que lo vigilaron lo vieron participar en muchos actos cuestionables, incluida la compra de prostitutas con dinero de la Southern Christian Leadership Conference. Ralph Abernathy, a quien King llamó “el mejor amigo que tengo en el mundo”, fundamentó muchas de estas acusaciones en su autobiografía And the Walls Came Tumbling Down. Es cierto que la vida privada de un hombre es en gran parte asunto suyo. Sin embargo, la mayoría de los conservadores condenaron vehementemente a Jesse Jackson cuando fue conocida la noticia de su hijo ilegítimo, y afirmaron que no era apto para ser ministro.
King también tomó posiciones con las que la mayoría de la derecha cristiana estaría en desacuerdo. Cuando se le preguntó sobre la decisión de la Corte Suprema de prohibir la oración en las escuelas, King respondió:
La apoyo. Creo que fue correcta. Contrariamente a lo que muchos han dicho, no pretendía proscribir ni la oración ni la creencia en Dios. En una sociedad pluralista como la nuestra, ¿quién debe determinar qué oración se debe recitar y por quién? Legalmente, constitucionalmente o de otro modo, el estado ciertamente no tiene ese derecho.
Aunque King murió antes de la decisión Roe vs. Wade y, hasta donde yo sé, no hizo ningún comentario sobre el aborto, fue un ardiente partidario de Planned Parenthood. Incluso ganó el premio con el nombre de su fundadora, Margaret Sanger, en 1966, e hizo que su esposa pronunciara un discurso titulado Planificación familiar: una preocupación especial y urgente, que él mismo escribió. En el discurso, no comparó el movimiento por los derechos civiles con la lucha de los conservadores cristianos, sino que dijo “existe una sorprendente afinidad entre nuestro movimiento y los primeros esfuerzos de Margaret Sanger [fundadora de la abortista Planned Parenthood]”.
Mito #4: King era anticomunista.
En otro artículo de National Review sobre Martin Luther King, Roger Clegg aplaude a King por hablar en contra de la “opresión del comunismo”. Para ganarse el apoyo de muchos blancos liberales, en los primeros años, King hizo algunas denuncias suaves del comunismo. También afirmó en un número de Playboy de 1965 “hay tantos comunistas en este movimiento de libertad como esquimales en Florida”. Ésta era una mentira descarada. Aunque King nunca fue comunista y siempre criticó a la Unión Soviética, se había rodeado conscientemente de comunistas. Su asesor más cercano, Stanley Levison, era comunista, al igual que su asistente, Jack O’Dell. Robert y más tarde John F. Kennedy le advirtieron repetidamente que dejara de asociarse con esos subversivos, pero nunca lo hizo. Con frecuencia habló ante grupos de fachada comunista, como el Gremio Nacional de Abogados y Abogados por la Acción Democrática. King incluso asistió a seminarios en la Highlander Folk School, otro frente comunista, donde se enseñaban tácticas comunistas que luego empleó.
La simpatía de King por el comunismo puede haber contribuido a su oposición a la guerra de Vietnam, a la que caracterizó como una guerra racista, imperialista e injusta. King afirmó que Estados Unidos “había cometido más crímenes de guerra que cualquier otra nación del mundo”. Si bien reconoció que el FLN “puede no ser un modelo de virtud”, nunca lo criticó. Sin embargo, fue bastante duro con Diem y el Sur. Negó que el FLN fuera comunista, y creía que Ho Chi Minh debería haber sido el gobernante legítimo de Vietnam. Como globalista comprometido, creía que “nuestras lealtades deben trascender a nuestra raza, nuestra tribu, nuestra clase y nuestra nación. Ésto significa que debemos desarrollar una perspectiva mundial”.
Muchos de los admiradores conservadores de King no tienen problema en llamar “quintacolumnista” a cualquiera que cuestione la política exterior estadounidense. Aunque personalmente estoy de acuerdo con King en algunas de sus posturas sobre Vietnam, es hipócrita que quienes todavía intentan que se juzgue a Jane Fonda por sedición, aplaudan a King.
Mito #5: King apoyó el libre mercado.
No se oye ésto muy a menudo, pero sucede. Por ejemplo, el padre Robert A. Sirico presentó un documento en el Acton Institute titulado Derechos civiles y cooperación social, en el que escribió:
Una economía más libre nos acercaría a los ideales de los pioneros del movimiento por los derechos civiles de este país. Martin Luther King, Jr. reconoció ésto cuando escribió: “Con el crecimiento de la industria, las costumbres tradicionales de la supremacía blanca desaparecerán gradualmente”, y predijo que ese crecimiento “aumentaría el poder adquisitivo de los negros [lo que a su vez] se traducirá en una mejor atención médica, mayores oportunidades educativas, y viviendas más adecuadas. Cada uno de estos avances dará como resultado un mayor debilitamiento de la segregación”.
Por supuesto, King fue un gran opositor de la economía libre. En un discurso pronunciado ante su personal en 1966, dijo:
No se puede hablar de resolver el problema económico de los negros sin hablar de miles de millones de dólares. No se puede hablar de acabar con los barrios bajos, sin decir primero que hay que sacar beneficios de ellos. En realidad, se está manipulando y pisando terreno peligroso, porque se está jugando con la gente. Se está jugando con los capitanes de la industria … Ahora bien, ésto significa que estamos pisando terreno turbio, porque en realidad significa que estamos diciendo que algo va mal … con el capitalismo … Debe haber una mejor distribución de la riqueza, y tal vez Estados Unidos deba avanzar hacia un socialismo democrático.
King pidió “reestructurar totalmente el sistema”, de manera que no fuera capitalista o “la antítesis del comunismo”. Para más información sobre las opiniones económicas de King, véase The Economics of Martin Luther King, Jr., de Lew Rockwell.
Mito #6: King era conservador.
Como demuestran todos los mitos anteriores, las opiniones de King no eran precisamente conservadoras. Por si ésto fuera poco, cabe destacar lo que dijo King sobre los dos políticos conservadores estadounidenses más destacados de la posguerra, Ronald Reagan y Barry Goldwater.
King acusó a Barry Goldwater de “hitlerismo”. Creía que Goldwater abogaba por un “nacionalismo estrecho, un aislacionismo paralizante y una actitud de gatillo fácil”. En cuestiones internas, consideraba que “el señor Goldwater representaba un conservadurismo irrealista que estaba totalmente desconectado de las realidades del siglo XX”. King dijo que las posiciones de Goldwater sobre los derechos civiles eran “moralmente indefendibles y socialmente suicidas”.
King dijo de Reagan: “Cuando un actor de Hollywood, que no se distingue ni siquiera como actor, puede convertirse en un candidato bélico a la presidencia, sólo las irracionalidades inducidas por la psicosis de la guerra pueden explicar semejante giro de los acontecimientos”.
A pesar de las duras críticas de King a esos hombres, ambos apoyaron la celebración de King. Goldwater incluso luchó para mantener sellados los archivos del FBI de King, que contenían información sobre su vida sexual adúltera y sus conexiones comunistas.
Mito #7: King no era un plagiador.
Ni siquiera la mayoría de los neoconservadores lo negarán, pero aun así vale la pena mencionarlo, porque todos lo ignoran. King empezó a plagiar cuando era estudiante. Cuando la Universidad de Boston fundó una comisión para investigarlo, descubrieron que 45% de la primera parte, y 21% de la segunda parte de su tesis, habían sido robados, pero insistieron en que “no se debía pensar en revocar el título de doctorado del Dr. King”. Además de su tesis, muchos de sus discursos más importantes, como “Tengo un sueño”, fueron plagiados, al igual que muchos de sus libros y escritos. Para obtener más información sobre el plagio de King, La Página sobre el Plagio de Martin Luther King y el libro Plagiarism and the Culture War de Theodore Pappas son excelentes recursos.
Cuando se enfrentan a estos hechos, la mayoría de los seguidores conservadores y libertarios de King dicen que no formaban parte de su filosofía principal o, por lo general, simplemente los ignoran. Poco antes de que fuese promulgada la ley sobre el Día de King, el gobernador de New Hampshire, Meldrim Thompson, escribió una carta a Ronald Reagan en la que expresaba sus inquietudes sobre la moralidad de King y sus conexiones comunistas. Ronald Reagan respondió: “Tengo las mismas reservas que usted, pero en este caso la percepción de demasiadas personas se basa en una imagen, no en la realidad. De hecho, para ellos la percepción es la realidad”.
Demasiadas personas de la derecha rinden culto a esa percepción. En lugar de afrontar la verdad sobre las opiniones de King, crean un hombre basándose en unas pocas líneas sobre juzgar a los hombres “por el contenido de su carácter y no por el color de su piel” −algo que no se supone que hagamos en su caso, por supuesto−, mientras ignoran todo lo demás que dijo e hizo. Si King es verdaderamente una figura admirable, le están haciendo un flaco favor a su legado al utilizar su nombre para promover una agenda que él claramente no habría apoyado.
Traducción: Ms. Lic. Cristian Vasylenko