Rand sobre Oriente Medio

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El semanario neo-randiano Ergo nos ha dado un relato detallado de las respuestas de la señorita Ayn Rand durante una sesión de preguntas, después de su discurso anual en el Foro Ford Hall en Boston (Ergo, 31 de Octubre de 1971). Los comentarios de Rand sobre Oriente Medio son una revelación escalofriante de su falta de conocimiento de los hechos concretos de la realidad, así como una grave traición a sus propios principios morales libertarios, tantas veces proclamados.

Se le preguntó qué deberían hacer el pueblo y el gobierno estadounidenses respecto de la guerra en Medio Oriente. Rand respondió sin vacilar: “Dénle a Israel toda la ayuda posible”. No soldados estadounidenses –admitió–, sino armamento militar. No necesitamos enfatizar aquí el ataque a la libertad que implica que el gobierno de los Estados Unidos imponga impuestos a los estadounidenses para enviar armas al extranjero. Seguramente, ésto es tan estatista e inmoral –aunque no en el mismo grado– como enviar soldados estadounidenses al Medio Oriente. En cuanto al pueblo estadounidense, Rand suena como el Llamamiento Judío Unido para todo el mundo: “Dénle todo lo que se pueda” (¿Dénle hasta que duela?). Reafirmando su supuesta y antigua oposición al altruismo, Rand añadió que “esta es la primera vez que contribuyo” a causas públicas, pero ahora aparentemente tenemos una excepción vital.

¿Por qué? ¿Cuál es la causa primordial por la que debemos dejar de lado el principio libertario, el principio aislacionista, y la oposición al altruismo? ¿Por qué la “emergencia” de Israel debe ser un reclamo para nuestros corazones y bolsillos? Dado el ateísmo militante de Rand, seguramente no podría ser la necesidad del restablecimiento del Templo, o del cumplimiento de la antigua oración, “el año que viene en Jerusalén”. Dado su profeso individualismo, seguramente no podría ser (esperemos) el llamado sionista a la sangre, la raza y la tierra. Así que, ¿qué es? Por supuesto, Rusia es forzada aquí, pero incluso Rand admite que la amenaza rusa no es el verdadero problema.

¿El verdadero problema? Porque los “hombres civilizados” están “luchando contra los salvajes”, y cuando eso sucede, dice Rand, “entonces hay que estar del lado de ese hombre civilizado, sin importar lo que sea”. El hecho de que Israel sea socialista, añade, palidece ante este gran imperativo.

Hay aquí dos problemas graves: los de los hechos de la realidad, y los de los principios morales. De hecho, ¿qué quiere decir Rand con “salvajes”? Una vez que se analizan las connotaciones emocionales del término, el concepto se vuelve vago. Explica que los árabes son “primitivos” y “nómadas”. Aquí revela Rand una ignorancia total sobre Palestina y su historia. Los únicos “nómadas” de la región no son los árabes palestinos, que fueron expulsados de sus tierras y hogares por los sionistas, sino los beduinos jordanos que, como mercenarios del rey Hussein, son de hecho antipalestinos y proisraelíes. Los árabes palestinos no eran nómadas sino agricultores, mucho antes que Israel “hicieron florecer el desierto”. La teoría “nómade” era propaganda sionista conveniente y nada más. Quizás los árabes palestinos sean “salvajes” porque viven vidas miserables en chozas en el desierto. Pero lo hacen porque (un millón y medio de ellos) fueron expulsados de sus hogares y propiedades por los sionistas, y siguen como refugiados en extrema pobreza. Las críticas de Rand recuerdan escalofriantemente a los ingleses que expulsaron a los irlandeses de sus granjas y tierras por la fuerza, en los siglos XVI y XVII, y luego miraron con desprecio a los irlandeses “violentos y salvajes”, que inexplicablemente pasaban sus vidas vagando por los bosques.

Rand se pregunta: ¿por qué los árabes están en contra de Israel? Increíblemente, ella responde que resienten de Israel porque son “salvajes” que “simplemente no quieren usar su mente”. Al elegir deliberadamente no usar sus mentes, resienten la tecnología y la civilización superiores de los sionistas. Seguramente ésta es la explicación más extraña jamás escrita para el resentimiento árabe. Porque lo que Rand omite de la discusión, es el millón y medio de árabes palestinos expulsados de sus hogares y tierras por la fuerza, a los que se añadió otro medio millón gobernado por conquistadores sionistas. ¡Una omisión crucial en verdad! ¿Dónde está el problema de los refugiados palestinos en el intento de explicación de Rand? ¡En blanco!

Ésto nos lleva a una cuestión moral aún más importante: a saber, suponiendo que uno pueda realmente definir el “salvajismo”, ¿qué hay de malo en ser un “salvaje”? ¿No es un nómada o un salvaje una persona? ¿No posee entonces derechos inviolables? ¿No se le debe permitir ser dueño de su propia persona y de su propiedad? ¿Qué pasó con el gran principio libertario, al que presumiblemente se adhiere Rand, de no iniciar la fuerza contra otra persona? Si los salvajes son personas, ¿cuál es la justificación para utilizar la fuerza contra ellos? ¿O debemos enmendar el gran axioma libertario para que diga: Nadie puede iniciar el uso de la fuerza contra la persona o propiedad de otro, excepto que se sea civilizado y el otro un salvaje? Pero estamos en un terreno turbio y peligroso. ¿Qué pasaría si el Grupo A fuera un poco más “civilizado”, y el Grupo B un poco más “salvaje”? ¿Es entonces legítimo y moral que A ataque y robe a B? Lamento decir que ésta es una teoría ética fascista y que, por lo tanto y a este respecto, las numerosas acusaciones de que el randianismo es “fascista” parecen tener un cierto núcleo de verdad.

Y, sin embargo, Rand lo dice; sin entrar en los aciertos o errores del caso, de la agresión o los derechos de propiedad o la libertad involucrada, afirma rotundamente: “Cuando se tiene a un hombre civilizado luchando contra salvajes, entonces se debe estar del lado de ese hombre civilizado, no importa lo que el mismo sea”. Pero seguramente, según cualquiera de sus propios criterios aparentes, la Rusia soviética, altamente desarrollada técnicamente, es mucho más “civilizada” que, digamos, Mongolia. ¿Significa eso que si Rusia atacara y arrasara Mongolia, todos estaríamos obligados por honor a animar a los rusos, e incluso a donar nuestros dólares para la gran causa? Caso contrario, ¿por qué no?

 

 

 

Traducción: Ms. Lic. Cristian Vasylenko

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