Todos quienes están entusiasmados con un milagro económico en Argentina, se basan en todo tipo de estadísticas gubernamentales, excepto en las más importantes: las medidas de la oferta monetaria y el crecimiento de la deuda pública. Bajo el nuevo presidente “rothbardiano”, supuestamente partidario del libre mercado, la oferta monetaria de Argentina en 2024 aumentó a estas asombrosas tasas:
- M0: 209%
- M1: 133%
- M2: 93%
- M3: 123%
Para poner estas cifras en perspectiva, cabe señalar que superan las tasas de años anteriores, durante los que Argentina se ganó su reputación como uno de los casos más disfuncionales de moneda fiduciaria del mundo. En el período de cuatro años 2020-2023, las medidas de oferta monetaria de Argentina crecieron a una tasa de crecimiento anual compuesta de:
- M0: 50%
- M1: 77%
- M2: 90%
- M3: 86%
En los primeros seis meses de mandato de Milei, la deuda pública creció de U$S 370.000 millones a U$S 442.000 millones, asombroso aumento de +19%. Pedir prestados U$S 72.000 millones en seis meses puede hacer que cualquier estadística económica parezca buena. Pero el problema está en las consecuencias de largo plazo. Es posible hacer que las cifras de recuperación, pobreza, desempleo o inflación de corto plazo parezcan buenas, imprimiendo y tomando dinero prestado, trasladando así al futuro los costos del esplendor de corto plazo, donde cuando serán pagados con intereses exorbitantes.
Aquellos de nosotros que pensábamos que las cosas no podían empeorar, quizás tengamos que reconsiderarlo. Recuerde que en su campaña electoral, la plataforma de Milei fue específicamente sobre la abolición del banco central, afirmando incluso que ésto no era negociable. Sin embargo, tan pronto como asumió el cargo, todas estas conversaciones fueron ignoradas y reemplazadas por elaboradas historias sobre cómo el cierre del banco central sería muy políticamente impopular. En ésto, Milei abrazó plenamente la misma retórica estatista que siempre utilizan los gobiernos para justificar la inflación: el dolor a corto plazo de detener la inflación sería tan malo, que es mejor continuar en el camino de la inflación e ignorar las consecuencias a largo plazo. La realidad es que el banco central argentino está en quiebra, y cuanto antes se reconozca esta realidad, más rápido se la podrá superar. Para intentar salvar al banco central es necesario acumular obligaciones de deuda que empeorarán aún más los problemas futuros. En ésto, Milei no se diferencia de todos sus predecesores que buscaron un alivio a corto plazo a expensas del futuro.
Milei también se negó a declarar el default de la deuda pública, lo que habría sido la solución rothbardiana para liberar finalmente a sus compatriotas de la eterna esclavitud de la deuda para pagar los excesos del gasto de sus anteriores presidentes. El default de la deuda externa y el cierre del banco central habrían provocado unos meses de doloroso ajuste, tras los cuales la economía argentina se habría recuperado sobre terreno sólido, sin que existiera siquiera la posibilidad de que un gobierno pudiera crear inflación o gravar la población con deuda. Las monedas extranjeras y el bitcoin probablemente dominarían esta economía, y el estado se vería necesariamente limitado por el hecho de que no podría imprimir dinero ni endeudarse. Al no cerrar el banco central y permitirle aumentar la emisión de dinero, Milei está sembrando las semillas de las crisis monetarias en el futuro de Argentina. Al no caer en default y contratar a los mismos banqueros que trajeron calamidades al país bajo gobiernos anteriores, parece que Milei está ansioso por obtener otro rescate del FMI, que dejará a los argentinos con una esclavitud de deuda generacional y más crisis fiscales en el futuro.
No es de sorprender que esté aumentando significativamente los impuestos, lo que demuestra que su comprensión de la economía austriaca no es más profunda que la de regurgitar clichés en la TV. Aumentar los impuestos para facilitar un mayor endeudamiento gubernamental, es un crimen contra el pueblo argentino para beneficiar a los carteles bancarios internacionales y a los criminales del FMI. Es una receta tiránica propuesta por los keynesianos en el FMI, y no tiene relación con lo que cualquier economista que se precie defendería. Se ha hablado mucho de que Milei reducirá el deficit presupuestario, pero eso no es lo importante. El problema de Argentina no fue tener un gran deficit presupuestario, ya que su deficit presupuestario era en general muy bajo, por debajo de 4% del PBI, el mismo rango que los países europeos sin grandes problemas de inflación y fiscales. Los problemas siempre han sido el aumento del gasto, de la oferta monetaria y de la deuda pública, todos acelerados bajo Milei de una manera sin precedentes.
La guinda del pastel es que Milei envió el poco oro que le queda a Argentina a Londres, en busca de algún ingreso. Prometer un activo monetario políticamente neutral, libre de riesgo de contraparte, en busca de unos pocos dólares rápidos, no inspira confianza. En su libro El Ascenso del Dinero, el historiador Niall Ferguson detalla cómo comenzaron los problemas económicos de Argentina cuando el presidente general Juan Domingo Perón visitó el banco central en 1946 y quedó asombrado por la cantidad de oro que había allí. Argentina tenía en ese momento más de 1.000 toneladas de oro, y Perón y sus sucesores no pudieron resistir la tentación de financiar sus gastos agotando las reservas de oro que se suponía respaldaban el dinero del pueblo. Las últimas ocho décadas de calamidad fueron la consecuencia previsible. Después de miles de millones de puntos porcentuales de inflación e innumerables defaults, las reservas de oro de Argentina hoy no superan las 61 toneladas. Al enviar las últimas reservas monetarias del futuro a cambio de dinero rápido que le permita seguir pagando deudas para poder obtener otro préstamo del FMI, Milei ha completado el legado inflacionario de Perón hasta su final lógico. Argentina ahora no tiene dinero propio, sólo una creciente pila de pasivos bancarios extranjeros plagados de riesgos políticos y económicos.
Rothbard debe estar revolviéndose en su tumba cada vez que este peronista lo invoca para justificar sus acciones. Estos datos son sorprendentes y contradicen las expectativas. Pero a menos que alguien pueda mostrarme por qué estos datos son erróneos, entonces, a pesar de toda su retórica libertaria y de libre mercado, Milei es un inflacionario populista latinoamericano clásico, que compra popularidad a corto plazo con inflación y deuda. A largo plazo, esencialmente no se diferencia de todos los demás. El líder argentino desde Perón. Todo lo que parece haber logrado con su retórica de libre mercado es engañar a los pobres argentinos para que vuelvan a confiar en su quebrado banco central, en lugar de tratar de encontrar una alternativa viable, como el bitcoin. Su retórica antisocialista es agradable de escuchar, y sus payasadas histéricas, su llanto emocional incesante y su teatralidad triunfante, pueden ser entretenidos para algunos, pero el destino a menudo sirve sus platos más crueles a quienes celebran antes de la victoria.
NOTA PERSONAL: Los recientes ataques de Milei al DDDr. Hans-Hermann Hoppe me parecieron ridículos. Hoppe tenía toda la razón: Milei no cerró el banco central ni declaró el default, las que hubieran sido las acciones correctas para cualquiera que entienda de economía y esté interesado en el bienestar del pueblo argentino, no en el poder político del estado. Milei simplemente insultó a Hoppe y lo llamó imbécil que no entiende de economía. Y, sin embargo, en lugar de ofrecer un argumento económico real para mantener el banco central, Milei ofreció un argumento político, sacado directamente del manual keynesiano; el mismo argumento utilizado por todos los líderes políticos keynesianos y socialistas de la historia: a corto plazo, la inflación es necesaria, porque los costos políticos de detenerla serían demasiado devastadores. Pretender que ésto es conocimiento profundo de la economía, es ridículo. Es simplemente un argumento de estrategia política para que Milei permanezca en el poder. Dejando de lado la cuestión de si Milei y sus compañeros socialistas y keynesianos tienen razón, es ridículo que Milei llame a Hoppe ignorante económico por no entender el argumento político más básico a favor de la banca central. La implicancia de que Hoppe no entiende de economía porque es un académico, mientras que Milei es un líder del mundo real que logra resultados prácticos, tampoco tiene sentido. Hoppe –o cualquier joven de 16 años– también podría lograr todo lo que Milei logró en Argentina, si pudiera cargar al país con una deuda de U$S 72.000 millones en seis meses, y duplicar la oferta monetaria en un año. Habría sido mucho más instructivo que Milei explicara por qué él mismo pasó toda su campaña electoral diciendo que cerrar el banco central era esencial y no negociable. ¿Milei también era alguien que no entendía la economía en esa época? ¿O es simplemente otro político mentiroso, oportunista e inflacionario como aquéllos con quienes ganó fama atacando?
Traducción: Ms. Lic. Cristian Vasylenko