Ésto es lo más serio que puede pasar. Analicemos el tablero de ajedrez ‒de lo micro a lo macro.
La sombra que llora en la danza fúnebre,
el sonoro lamento de la quimera desconsolada.
T.S. Eliot, Burnt Norton
La estrategia de Israel para impactar a Irán ‒directamente del manual estadounidense‒ fracasó en esencia, a pesar de la combinación inicial de velocidad, meticulosa planificación militar y el factor sorpresa, incluyendo el hackeo de las comunicaciones electrónicas iraníes dentro de la red militar; la decapitación de la nomenclatura vertical del Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica [CGRI]; el manual de ataque con drones en red; y el bombardeo ‒finalmente ineficaz‒ de nodos clave de la infraestructura nuclear iraní.
Los técnicos iraníes de alto nivel tardaron horas en recuperar su red. Y una vez que eso sucedió, la situación comenzó a cambiar, hasta el punto de que, tras una serie de ráfagas de misiles en plena noche del Domingo, el CGRI anunció su capacidad para interrumpir gravemente los sistemas de mando y control de Israel utilizando “inteligencia mejorada”, violando así la Cúpula de Hierro (o Cúpula de Papel).
Han sido destruidos nodos de infraestructura absolutamente clave en Tel Aviv y Haifa, desde el complejo de armas Rafael (especializado en misiles, drones, guerra cibernética y componentes de la Cúpula de Hierro), hasta la central eléctrica y la refinería de petróleo de Haifa. Ésto es histórico en más de un sentido.
A los gritos de alegría en todo el territorio islámico, se suma el enorme trauma psicológico infligido a Israel. El mito de la invencibilidad israelí ha sido definitivamente destrozado. Desatar el infierno desde arriba, asesinar mujeres y niños, y dar vueltas como si no hubiera un mañana, no gana una guerra contra un oponente real.
La estrategia ajustada del CGRI, aplicada por un liderazgo renovado al instante, se está afinando día a día de forma calculada y quirúrgica. No es tan difícil para el CGRI paralizar totalmente la economía israelí. Israel tiene sólo una refinería de petróleo (ya bombardeada); tres puertos, de los cuales uno ya está en quiebra (Eilat) y otro en llamas (Haifa); y un aeropuerto (ya en graves dificultades).
La reacción a la desesperada y casi suicida jugada de Tel Aviv ‒sin juego de ajedrez‒ ya está en marcha. Teherán está demostrando que todos los cálculos del eje sionista de que Irán podía ‒y de hecho lo hizo‒ desangrarse en cuestión de horas eran, como era previsible, falsos.
El presidente de Estados Unidos, por su parte, cayó en una trampa voraz. Su base MAGA (Hacer que Estados Unidos vuelva a ser grande) ya está profundamente fracturada. Los no sionistas que apoyan MAGA son la abrumadora mayoría. En una infantil y sorprendente publicación, Trump admitió que lo sabía todo sobre la conmoción israelí desde el principio.
Hace menos de 10 días, en una reunión en New York repleta de multimillonarios de siempre, el propio Steve Witkoff ‒el Talleyrand de Trump‒ señaló explícitamente que los misiles balísticos iraníes son “una amenaza para Estados Unidos”. Considerando su desempeño en las últimas 48 horas, todo apunta a que Washington está entrando de facto en la Guerra Caliente.
Fuentes diplomáticas en Teherán señalan que el liderazgo está trabajando bajo este escenario. Por eso, en esencia, aún conservan sus capacidades y calibran cuidadosamente los próximos pasos importantes en la escalada. Una vez más: la paciencia estratégica iraní al descubierto.
La pregunta entonces es, en un escenario de guerra de facto con Estados Unidos, ¿qué se necesita para que Rusia y China, en conjunto, pierdan su paciencia estratégica?
El orgullo persa ‒y la confianza en sus propias capacidades, como observé el mes pasado en Irán‒ dicta que consideran que tienen todos los recursos necesarios para sobrevivir al eje sionista, incluido Estados Unidos. Después de todo, apenas ahora están empezando a utilizar sus misiles más avanzados, desde el Kheybar-Shekan 2 y el Fattah-1, hasta el Haji Qassem.
La verdadera guerra: contra los BRICS
En resumen, la respuesta iraní puso el tablero patas arriba. El director de circo ‒con todo y organizando un patético desfile militar en Washington‒ está al desnudo. Y desenmascarado.
Ahora tiene no una, sino dos guerras subsidiarias: contra Rusia y contra Irán, con neonazis en Kiev y genocidas en Tel Aviv en primera línea. Todo forma parte de la Gran Guerra: contra los BRICS.
A estas alturas, está claro, incluso para los sordos, mudos y ciegos, que nunca se trató del programa nuclear iraní ni del “esfuerzo” por construir un Plan de Acción Integral Conjunto (PAIC) 2.0 dirigido por Trump. Se trata de la obsesión de toda la vida del eje sionista: un cambio de régimen en Teherán.
Ese es el Santo Grial, soñado desde finales de la década de 1990, capaz de abrir la puerta al profundamente atribulado Imperio del Caos, la inmensa riqueza de recursos naturales de Irán, desde la energía hasta los yacimientos de tierras raras, prolongando así la vida de este imperio endeudado multibillonariamente.
Las ventajas adicionales son aún más seductoras: aislar a China de un asunto de seguridad nacional ‒las importaciones de energía‒ y de los cruciales corredores de conectividad de la Nueva Ruta de la Seda, a la vez que se abre un enorme absceso en el punto débil de Rusia. Un triple golpe definitivo, de un solo golpe, a los tres principales BRICS: Irán, Rusia y China; a la integración euroasiática; y al impulso hacia un sistema multipolar y multinodal de relaciones internacionales.
Aunque los principales estados-civilización se esfuerzan por sobrevivir al Imperio del Caos, y al afán de sus amos por desencadenar la Tercera Guerra Mundial, Moscú y Pekín no se hacen ilusiones de que, para afrontar este escenario, es imperativo actuar de forma asimétrica, con suma astucia, en lugar de limitarse a responder a las provocaciones (que ha sido la estrategia predominante de Rusia en la guerra indirecta en Ucrania).
Mientras tanto, la inteligencia rusa ya ha calculado el efecto espejo de la Operación Telaraña de Israel, que empleó exactamente el mismo modus operandi que el SBU ucraniano ‒fachada del MI6 y el Mossad‒ desató contra los bombarderos estratégicos rusos que forman parte de la tríada nuclear.
Se plantean serias dudas sobre la participación directa de Tel Aviv en el sabotaje a Moscú. Del mismo modo, surgen serias dudas sobre la estrategia ucraniana. Los silos de información en Moscú consideran que el proceso de “alto el fuego” de Trump funciona como un simple camuflaje para obligar a Rusia a retroceder un tiempo, mientras los chihuahuas de la OTAN, a las órdenes del estado profundo, preparan un primer ataque (al menos en sus retorcidos sueños).
Así que, más pronto que tarde, podríamos ver a Rusia expandiendo la actual estrategia iraní: una guerra masiva de infraestructuras, sumiendo a Ucrania en un apagón total, metafórico y de otro tipo, al igual que el bombardeo de una central eléctrica en Haifa sumió a la ciudad en un apagón total.
Por qué no se debe permitir el fracaso de Irán
Por supuesto, la actual y descabellada escalada de tensiones sería inexistente si Trump hubiera tenido la madurez suficiente como para aceptar la oferta de Ali Shamkhani, posteriormente asesinado por Israel: Irán podría deshacerse de su uranio altamente enriquecido y firmar un nuevo acuerdo nuclear, si fuesen levantadas las sanciones. Teherán entonces sólo enriquecería uranio a niveles bajos para su programa civil.
Paralelamente, Teherán incluso sugirió un proyecto conjunto de enriquecimiento nuclear con inversión estadounidense, además de Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos. El ministro de Relaciones Exteriores iraní, Abbas Araghchi, se lo explicó personalmente al enviado especial de EE.UU., Steve Witkoff, en Omán, antes de que las conversaciones fracasaran.
El Sur Global, mientras tanto, observa el terriblemente mortal ping-pong entre Israel e Irán, cada vez más consciente de que Occidente, acorralado, es un animal aún más peligroso día tras día, librando una guerra total bajo la apariencia de paz.
El incendio de Tel Aviv marca el comienzo de una nueva era. En su furia, ahora amenazan el modelo “Beirut” de Teherán: la destrucción desenfrenada de barrios civiles. Una vez más, lo que mejor saben hacer: el terrorismo.
Y, sin embargo, ya no habrá impunidad para un sistema genocida. Las consecuencias serán inevitablemente debatidas esta semana en el Foro Económico [WEF] de San Petersburgo, hasta el discurso de Putin en la sesión plenaria del Viernes, y hasta la Cumbre de los BRICS en Rio de Janeiro a principios de Julio.
Tomando el pulso al Sur Global, la sensación es que, de facto, Irán está restaurando la ética y la autoridad geopolítica en toda Asia Occidental, tal como fue ejercida por el imperio persa durante siglos. Eso es lo que hacen los estados-civilización: su papel como guardianes privilegiados de su esfera de influencia es siempre esencial.
Es improbable bajo la presidencia brasileña; pero los BRICS, tarde o temprano, tendrán que hacer la transición estratégica de una máquina hipercortés de declaraciones, a convertirse en la verdadera, sólida e inquebrantable columna vertebral del Sur Global, y en el Eje Global de Resistencia.
Porque Occidente, enfurecido y desorientado, ya no está en modo de guerra híbrida; se ha vuelto totalmente rebelde. Por lo tanto, el Sur Global debe adoptar un modo poshíbrido, de Rebeldes con Causa.
Desde Nigeria hasta Indonesia y Vietnam, miembros y socios del BRICS, existe un creciente consenso de que la caída de Irán no debe ser permitida. Es así de serio. El hechizo del dictado occidental sin restricciones finalmente se ha roto: sólo sobrevivirá el lamento sonoro de la quimera desconsolada. Es necesaria una conmoción fallida y pavor para romper el lomo del camello.
Traducción: Ms. Lic. Cristian Vasylenko