La Criatura de Palestina

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El estado es un monstruo que se devora a sí mismo, junto con los individuos dentro de su dominio, sus esferas de influencia, y más allá. Los ciudadanos normalmente no perciben esto, debido a la astuta retórica generada por los intelectuales del estado.

A veces la maquinaria retórica se estropea, y podemos ver al monstruo en toda su espantosa majestad. Ésto ha ocurrido en Israel debido a su salvajismo “plausiblemente genocida” en Gaza, sumado a su dependencia adolescente, estructuralmente defectuosa, del aparato de guerra de la información de Estados Unidos.

Así como Israel creó un “Laboratorio Palestina” para desarrollar la tecnología de ocupación, el propio estado israelí se ha convertido en un vasto campo de investigación para el estudio de la modernidad política. Algún día las disertaciones sobre el tema se acumularán más rápido que los cuerpos exhumados de una fosa común creada por las FDI. Pero por ahora debemos hacer nuestra parte para dar testimonio y comprender.

Como institución dentro de un área geográfica determinada que mantiene un monopolio sobre el uso de violencia “legítima” y proactiva, el estado puede ser provisionalmente visto como una organización criminal que ha sido transustanciada en algo justificable y respetable mediante el poder de la narrativa o relato. A pesar de esta legitimidad inducida, el hecho es que el estado es un agente corporativo depredador.

El filósofo estadounidense Kendy Hess describió al “agente corporativo” como un objeto material compuesto por sus miembros humanos individuales:

El agente corporativo existe cuando un grupo de personas se subordina efectivamente a los imperativos de un Punto de Vista Racional (RPV) que no posee ningún individuo.

Cuando a los suscriptores del Daily Wire no se les vende el sionismo genocida del Likudnik, podrían disfrutar de Jordan Peterson explicando la visión freudiana de que la psique humana es una colección de subpersonalidades. Si un ser humano puede ser concebido como múltiples personalidades en un solo cuerpo, el agente corporativo puede ser concebido como una personalidad con múltiples cuerpos.

Esa personalidad, o RPV, está comprometida con creencias, deseos e intenciones (BDI) fundamentales, de la misma manera que un portavoz de prensa está comprometido con una política gubernamental. La RPV es el conocimiento racional del estado; un servidor de las pasiones estatales, así como la razón humana es “el servidor de las intuiciones“.

La ideología es el RPV en acción. Es autor de narrativa para los BDI. El deseo central del estado es su supervivencia y reproducción. Ésto es imposible sin impuestos. Para citar el análisis de Richard Hanania sobre la teoría de la public choice:

Como señala Olson (1971: 13-14), ningún estado se ha sustentado jamás mediante cuotas o contribuciones voluntarias. La coerción en la forma de impuestos es necesaria para que exista el estado moderno.

Como dijo Cicerón, “los impuestos son los nervios del estado”.

Los impuestos son, por tanto, un deseo fundamental del estado. Murray Rothbard escribió en Anatomía del Estado –un ensayo que evoca al agente corporativo del estado, status como criatura desde su mismo título:

El estado nunca ha sido creado mediante un “contrato social”; siempre ha nacido de la conquista y la explotación.

Esa conquista y explotación, o “imperialismo interno”, como lo llama el editor jefe del Libertarian Institute, Keith Knight, deben ser legitimadas por los filósofos y narradores del estado. Deben relatar historias convincentes e irresistibles.

Según el gurú de las historias de Hollywood, Blake Snyder, las mejores historias son “¡Primitivas, primitivas, primitivas!”.

Snyder dijo ésto porque “los impulsos primitivos llaman nuestra atención. La supervivencia, el hambre, el sexo, la protección de los seres queridos, el miedo a la muerte, nos atrapan. Las mejores ideas y los mejores personajes en los papeles principales deben tener necesidades, deseos y anhelos básicos. ¡Básico, básico!”

La guerra es más una construcción primitiva que entre estados. Por eso es que nadie dijo jamás: “La construcción de carreteras interestatales es la salud del estado”. No, Randolph Bourne dijo la famosa frase: “La guerra es la salud del estado”. Los incentivos del estado para relatar una buena historia de guerra, son la razón por la que Knight dijo: “El estado es la salud de la guerra”. Sin embargo, es revelador que el sistema de carreteras interestatales de Estados Unidos fuera promocionado como crucial para la seguridad nacional. Los estadounidenses conducen por nuestro espacioso continente en el “Sistema Nacional de Carreteras Interestatales y de Defensa Dwight D. Eisenhower”.

Si bien la guerra constituye un gran relato, una guerra equivocada con el adversario equivocado puede ser catastrófica. Para evocar al director del Libertarian Institute, Scott Horton: “La guerra es la salud del estado; a menos que realmente pierdas, estás muerto”. Para el estado, la guerra conlleva grandes riesgos y grandes recompensas.

El 10 de Abril, cuando el ministro del Gabinete de Guerra israelí, Benny Gantz, dijo que los adolsecentes de secundaria israelíes lucharían algún día en Gaza, la naturaleza diabólica del estado quedó plenamente revelada, de forma muy parecida a cuando el endoesqueleto del T-101 emerge del fuego en el tercer acto de Terminator.

Aquí estaba un hombre que efectivamente se había subordinado al RPV del estado israelí. Gantz no se había dejado seducir por la ideología sionista como claramente lo había hecho el ministro de Seguridad Nacional israelí, Itamar Ben-Gvir. Olvídese de un enfrentamiento final con Irán, asegurando el Gran Israel, o incluso resolver la cuestión de Gaza de una vez por todas. No, la guerra interminable contra un enemigo relativamente impotente es un sueño hecho realidad para el estado.

El 7 de Octubre fue una bendición para el estado de Israel. Le recordó al pueblo israelí que lo necesita; por qué es legítimo y respetable que el estado requise sus riquezas y a sus hijos. Cada vez que suenan las sirenas de ataque aéreo en Israel, el estado hunde sus garras más profundamente en el cuerpo del pueblo israelí. Cada mentira sobre violaciones masivas de Hamas, la valerosa competencia de las FDI, y las bendiciones de Hashem, refuerza el status máximo del estado dentro de una sociedad en decadencia.

Los israelíes están a merced de líderes que quieren condenarlos a una violencia interminable al servicio de la criatura de Palestina, y de líderes tan apegados a la ideología de la bestia, que corren el riesgo de sufrir víctimas masivas y la erradicación de Israel. Los académicos deben mantenerse enfocados en esta revelación sin precedentes, transmitida en vivo, de la monstruosa criatura que es el estado.

 

 

 

Traducción: Ms. Lic. Cristian Vasylenko

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