El 2 de Abril, el “Día de la Liberación” del presidente Trump, éste impuso, modificó y pospuso aranceles recíprocos a casi todos los socios comerciales de Estados Unidos. Trump declaró: “Vamos a cobrar a los países por hacer negocios en nuestro país, y por quitarnos nuestros empleos, nuestra riqueza, muchas cosas que nos han estado quitando durante años”.
Nada más lejos de la realidad.
Las empresas extranjeras no pagan aranceles por el privilegio de vender sus productos en el mercado estadounidense. El importador nacional presenta la documentación de entrada en el puerto de entrada y paga los aranceles aduaneros estimados según el Arancel Armonizado de Estados Unidos, de casi 4.000 páginas, publicado por la Oficina de Asuntos Arancelarios y Acuerdos Comerciales de la Comisión de Comercio Internacional de Estados Unidos.
Los consumidores estadounidenses pagan aranceles indirectamente en la forma de mayores precios para los productos importados, mayores precios para los productos nacionales fabricados con materias primas importadas, mayores precios para los productos nacionales (el aumento de los precios de las importaciones facilita que las empresas estadounidenses aumenten los precios), así como una menor oferta para el consumidor, y menores exportaciones de productos terminados (debido al aumento de los precios de las materias primas importadas).
La mentalidad de quienes defienden el proteccionismo, el conservadurismo nacional, el nacionalismo económico y la política industrialista, es que si otras naciones protegen sus manufacturas favoritas imponiendo aranceles a los productos estadounidenses importados, entonces el gobierno estadounidense debería, en represalia, proteger sus manufacturas favoritas de la misma manera.
Pero el arancel de represalia sólo agrava la situación. Quienes claman por aranceles ampliados o más altos, están pidiendo más impuestos sobre sí mismos.
¿Por qué se piensa que, si el país X castiga a sus ciudadanos obligándolos a pagar precios más altos y a tener menos opciones de consumo (cuando el país X impone aranceles a los productos estadounidenses), el gobierno de Estados Unidos debería hacer lo mismo?
Entonces, ¿qué pueden hacer los exportadores estadounidenses respecto de los aranceles impuestos a sus productos al entrar en un mercado extranjero?
En primer lugar, pueden presionar a los importadores extranjeros para que presionen a sus gobiernos para que reduzcan o eliminen los aranceles.
En segundo lugar, pueden presionar a los gobiernos extranjeros para que reduzcan o eliminen los aranceles.
En tercer lugar, pueden negociar con los importadores extranjeros y sus gobiernos para reducir o eliminar los aranceles.
En cuarto lugar, pueden persuadir a los residentes de países extranjeros para que soliciten a sus gobiernos que reduzcan o eliminen los aranceles.
En quinto lugar, pueden educar a todas las partes interesadas sobre los beneficios del libre comercio y sobre los perjuicios de los aranceles.
Hay varias cosas que los exportadores estadounidenses no deberían hacer en absoluto respecto de los aranceles impuestos a sus productos al ingresar a un mercado extranjero.
No deberían presionar, cabildear, negociar ni persuadir al gobierno estadounidense para que establezca aranceles o cuotas a los bienes importados a Estados Unidos, ni para que firme un acuerdo comercial administrado, disfrazado de libre comercio, ni para que calcule un deficit comercial, ni para que inicie una guerra comercial, ni para que participe en la planificación centralizada al estilo soviético, para determinar qué industrias deben ser protegidas, qué países deben ser el objetivo, qué productos deben estar sujetos a aranceles, qué monto debe ser impuesto, qué exenciones deben ser otorgadas, cuál debe ser la duración del arancel, ni qué condiciones debe cumplir otro país para evitar la imposición de aranceles.
En resumen, el gobierno estadounidense debería abstenerse de intervenir, no debería hacer nada. Al igual que no debería hacer nada si una empresa quiere comprar otra, una empresa incurre en “especulación con los precios”, una empresa practica discriminación en la contratación, un prestamista cobra una tasa de interés “usuraria”, los trabajadores se declaran en huelga, una empresa no tiene “igual salario por igual trabajo”, o un empleado acuerda con un empleador trabajar por menos que un salario “mínimo”.
Traducción: Ms. Lic. Cristian Vasylenko