¿Cuál es el propósito de la teoría económica?

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Los economistas tradicionales creen que nuestro conocimiento del mundo de la economía es elusivo, por lo que el criterio para elegir una teoría debería ser su poder predictivo. Si la teoría “predice”, se la considera un marco válido para evaluar la economía. Una vez que una teoría falla en ese papel, comienza la búsqueda de una nueva teoría.

Por ejemplo, un economista cree que el gasto de la demanda de consumo en bienes y servicios está determinado por el ingreso disponible. Una vez que esta visión es validada mediante métodos estadísticos, es utilizada para evaluar la dirección futura del gasto de los consumidores. Si la teoría no logra producir pronósticos precisos, se la reemplaza o modifica agregando algunas otras variables explicativas. Esta forma de pensar implica que el conocimiento del mundo de la economía es difícil de alcanzar.

Como no podemos establecer “cómo funcionan realmente las cosas”, los supuestos subyacentes de una teoría no importan. Todo vale, siempre que la teoría pueda arrojar buenas predicciones. Según Milton Friedman:

La pregunta relevante sobre los supuestos de una teoría no es si son descriptivamente realistas, porque nunca lo son, sino si son una aproximación lo suficientemente buena para el propósito en cuestión. Y esta pregunta sólo puede ser respondida viendo si la teoría funciona; es decir, si produce predicciones lo suficientemente precisas.

¿Por qué es cuestionable la capacidad predictiva para la aceptación de un modelo?

Declarar la capacidad predictiva como condición para aceptar una teoría es cuestionable. Incluso las ciencias naturales, a las que la economía dominante intenta emular, no validan sus modelos de esta manera. Por ejemplo, una teoría utilizada para construir un cohete estipula ciertas condiciones que deben prevalecer para su lanzamiento exitoso.

Una de las condiciones es el buen tiempo. ¿Juzgaríamos la calidad de una teoría de propulsión de cohetes en función de si puede predecir con precisión la fecha del lanzamiento? La predicción de que el lanzamiento tendrá lugar en una fecha determinada en el futuro sólo se hará realidad si se cumplen todas las condiciones estipuladas.

Algo así no se puede saber de antemano. Por ejemplo, puede que llueva el día previsto de lanzamiento. La teoría de la propulsión de cohetes nos dice que si se cumplen todas las condiciones necesarias, el lanzamiento del cohete será exitoso. La calidad de esta teoría, sin embargo, no se ve empañada por la incapacidad de hacer una predicción precisa sobre la fecha de lanzamiento.

La misma lógica también se aplica en economía. Podemos decir con confianza, en igualdad de condiciones, que un aumento en la demanda de pan aumentará su precio. Esta conclusión es cierta, no provisional. Pero, ¿subirá el precio del pan mañana o en el futuro? Ésto no puede establecerse mediante teorías de la oferta y la demanda. ¿Deberíamos entonces descartar estas teorías como inútiles porque no pueden predecir el precio futuro del pan?

Si el criterio para aceptar una teoría es su capacidad de pronóstico, entonces es posible proponer ideas que podrían tener buenas capacidades de pronóstico. Los métodos cuantitativos permitirían validar estas ideas. Por ejemplo, se podría establecer que el ingreso de una persona está bien correlacionado con el ingreso general de la economía, lo que se denomina ajuste de curva. Este modelo puede utilizarse luego para pronosticar la tasa de crecimiento del PBI.

Contrariamente a esta forma popular de pensamiento económico, un modelo no debe ser seleccionado por su capacidad predictiva, sino por su solidez teórica. Según Ludwig von Mises:

La economía puede predecir los efectos que cabe esperar al recurrir a medidas definidas de política económica. Puede responder a la pregunta de si una política determinada es capaz de alcanzar los fines perseguidos y, si la respuesta es negativa, cuáles serán sus efectos reales. Pero, por supuesto, esta predicción sólo puede ser “cualitativa”.

¿Sabemos algo sobre nosotros mismos?

La teoría económica debería poder explicar la actividad económica. Los métodos cuantitativos son inútiles porque sólo comparan los movimientos de información histórica. Estos métodos pueden describir pero no explicar, ni identificar el factor impulsor de la actividad económica.

Contrariamente al pensamiento popular, la economía no se trata del PBI, el IPC u otros indicadores económicos; se trata de cómo los seres humanos interactúan entre sí. Se trata de que sus actividades promuevan sus vidas y su bienestar.

Las personas participan en actividades como realizar trabajos manuales, conducir automóviles y cenar en restaurantes. La característica distintiva de estas actividades es que todas tienen un propósito.

Por tanto, el trabajo manual puede ser un medio para que algunas personas ganen dinero, lo que les permite alcanzar objetivos como comprar comida o ropa. Cenar en un restaurante puede ser un medio para establecer relaciones comerciales, mientras que conducir un coche es un medio para llegar a un destino.

Los individuos operan en un marco de fines y medios, utilizando diversos medios para asegurar los fines. La acción con propósito implica que las personas evalúen los medios a su disposición en función de sus fines. En cualquier momento, pueden tener una gran cantidad de fines que les gustaría lograr, pero están limitados por la escasez de medios. Una vez que haya más medios disponibles, se podrá satisfacer un mayor número de fines u objetivos, aumentando el nivel de vida de las personas.

El alcance de los propios objetivos está limitado por la disponibilidad de medios adecuados. Por ejemplo, un hombre en el desierto necesita agua para saciar su sed. Poseer diamantes en esta situación no le sirve de nada.

El hecho de que las personas realicen conscientemente acciones con un propósito, nos proporciona un conocimiento definitivo, que siempre es válido. Este conocimiento sienta las bases para un marco coherente que permita una evaluación significativa de la economía. Por ejemplo, durante una crisis económica, vemos una disminución general en la demanda de bienes y servicios. ¿Concluimos entonces que la caída de la demanda ha causado la recesión?

Sabemos que las personas se esfuerzan por mejorar sus vidas, por lo que es probable que su demanda de bienes y servicios aumente, no que disminuya. En consecuencia, la disminución de la demanda general se debe a que la gente no puede satisfacer su demanda. Los problemas en el lado de la producción, los medios por los cuales suministran bienes, son la causa probable de la caída de la demanda. Una vez que hayamos establecido que las causas probables de la caída están asociadas con factores de oferta, podremos evaluar las posibles razones detrás de ésto.

Sin embargo, según los economistas tradicionales, contrarrestar una recesión económica emergente requiere que el banco central aumente el bombeo monetario. Un aumento en la tasa de crecimiento de la oferta monetaria supuestamente protegerá el bienestar de las personas en la economía. El dinero, sin embargo, no genera riqueza, ya que sirve como medio de cambio. Por el contrario, un aumento de la oferta monetaria socavará el proceso de generación de riqueza y pondrá en marcha la amenaza del ciclo de auge y caída.

El hecho de que el hombre persiga acciones con un propósito, implica que las causas en el mundo de la economía emanan de los seres humanos y no de factores externos. Por lo tanto, contrariamente al pensamiento popular, los desembolsos en bienes no están necesariamente impulsados por el ingreso real, ya que cada persona decide qué parte de un ingreso real determinado utilizará para consumo, y cuánto para ahorro e inversiones.

Si bien es cierto que es probable que los individuos respondan a los cambios en sus ingresos, la respuesta no es automática. Cada uno evalúa el cambio en el ingreso real en comparación con el conjunto de objetivos que desea alcanzar. Por tanto, podría decidir aumentar la inversión en activos financieros en lugar de aumentar el consumo.

Conclusión

Los economistas tradicionales creen que el modelo “correcto” o la teoría “correcta” están determinados por su capacidad para hacer pronósticos precisos. Ésta es una forma de pensar cuestionable. Lo que importa es tener una teoría que explique la actividad humana. Una vez establecido ésto, es posible dar sentido a las acciones humanas registradas.

 

 

 

 

Traducción: Ms. Lic. Cristian Vasylenko

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