En su libro Nación, Estado y Economía, publicado en 1919, Ludwig von Mises escribió sobre cómo las potencias imperialistas del siglo XIX a menudo prologaban sus guerras de “conquista, subyugación y exterminio” con la deshumanización de sus víctimas, mediante campañas masivas de propaganda que continuaban durante las guerras y después. Señaló que las potencias imperialistas alemana, británica y estadounidense habían librado guerras contra lo que llamaban “las razas inferiores”: personas que supuestamente “no están preparadas para el autogobierno y nunca lo estarán”. Von Mises destacó el imperialismo británico en India y Congo, y el imperialismo estadounidense contra “los pueblos asiáticos” de Filipinas y otros lugares.
La guerra de genocidio de 25 años, no del pueblo, sino del gobierno estadounidense (1865-1890) contra los indios de las llanuras, debería ser añadida a esta lista. El general William Tecumseh Sherman fue el comandante general de esta “guerra” durante todo el período (irónicamente, sus padres incluyeron el nombre indio Tecumseh al nombrar a su hijo). “Los indígenas son un buen ejemplo del destino de los negros, si se les libera del control de los blancos”, dijo Sherman, citado por el biógrafo Michael Fellman en Citizen Sherman. Sherman, escribió Fellman, exigió una “limpieza racial del territorio” mediante la exterminación del mayor número posible de indígenas. “Habrá que exterminar a todos los indígenas, o se les mantendrá como a una especie de pobres”, dijo el general favorito de Lincoln. Fellman señala que Sherman dio a su subordinado, el general Phil Sheridan, compañero “héroe” de la Guerra Civil, “autorización previa para masacrar tanto a mujeres y niños como hombres” al atacar aldeas indígenas. Sería demasiado laborioso distinguir entre ellos, dijo Sherman.
Cuando los filipinos finalmente se separaron del imperio español, el gobierno estadounidense los absorbió por el imperio estadounidense asesinando al menos a 200.000 de ellos (hasta un millón según algunos historiadores) durante la Insurrección Filipina de 1899. En su biografía de Teddy Roosevelt, titulada Bully Boy, Jim Powell escribió sobre cómo Roosevelt “justificó” el asesinato en masa de filipinos al llamarlos “mestizos chinos, salvajes, bárbaros, un pueblo salvaje e ignorante”. En otras palabras, una “raza inferior”.
La conquista y sometimiento de Hawaii tuvo lugar a principios de la década de 1890, cuando el gobierno estadounidense envió soldados a Hawaii, los que literalmente sujetaron al rey hawaiiano a punta de bayoneta, y lo obligaron a firmar una nueva constitución que privaba de sus derechos a todos los asiáticos, considerándolos “una raza inferior”, y empoderaba a ricos terratenientes estadounidenses como James Dole, quien luego fundó la Dole Fruit Company. Hawaii fue anexada formalmente en 1898. En un discurso bien recibido en Boston en 1895, el presidente eugenesista Teddy Roosevelt declaró con bombos y platillos: “Considero que fue un crimen contra la raza blanca no haber anexado Hawaii hace tres años”.
Este breve esbozo histórico nos lleva a cómo los ejércitos estadounidenses e israelíes actuales han adoptado esta forma de demonización y de guerra de exterminio del siglo XIX, contra la que consideran otra “raza inferior”: los palestinos. Un titular del 21 de Mayo de 2025 en la publicación francesa Le Monde declara: “En Israel, la retórica que deshumaniza a los palestinos, y los llamamientos a la erradicación de Gaza se han vuelto habituales”.
La deshumanización de los palestinos por parte de “ministros, legisladores, expertos militares y figuras públicas”, escribe el periodista Luc Bronner en Le Monde, ha sido utilizada “para justificar la matanza masiva de civiles palestinos, especialmente mujeres y niños, la destrucción de ciudades enteras, la concentración de más de dos millones de personas en condiciones consideradas inhabitables por organizaciones internacionales, la incitación a la emigración forzada, y el bloqueo de alimentos y ayuda humanitaria hasta el punto de la hambruna”. Más de 53.000 palestinos han sido asesinados, “la mayoría mujeres y niños”, y “más de 60% de los edificios han sido destruidos”.
Todo ésto fue respaldado por Yoav Gallant, ex ministro de Defensa israelí, quien calificó a todos los palestinos como “animales humanos”. El ministro de Finanzas israelí, Bezalel Smotrich, afirmó con entusiasmo que en pocos meses “Gaza será totalmente destruida”. El ministro de Patrimonio israelí, Amichai Eliyahu, ha estado pidiendo el lanzamiento de bombas nucleares sobre Gaza y la destrucción de las fuentes de alimento que quedan allí, porque todos los palestinos “necesitan morir de hambre”.
Nissim Vaturi, el encantador presidente de la Knéset, ha llamado a una guerra genocida que “borraría a Gaza de la faz de la Tierra”. El mayor general Giora Eiland también calificó a los palestinos como “animales humanos”, y pidió hacer de Gaza un lugar “inhabitable”, al tiempo que denunció a todas las mujeres de Gaza como “madres, hermanas o esposas de asesinos de Hamas”. Un artículo reciente del periódico israelí Haaretz (20 de Mayo) decía que “Los bebés gazatíes muertos de hambre no son un problema, mientras no haya fotos de ellos” que otros en todo el mundo puedan ver.
En resumen, el Holocausto del siglo XXI que está ocurriendo en Gaza tiene sus raíces en las formas de guerra del imperialismo estadounidense de mediados y finales del siglo XIX. Ésta es justificada mediante una versión moderna de la teoría eugenesista de la “raza inferior”, al estilo de Teddy Roosevelt, lo que implica que quienes la promulgan, deben considerarse una especie de raza dominante.
Traducción: Ms. Lic. Cristian Vasylenko