¿Fue Milton Friedman un realista causal?

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    Cuando siendo estudiante de grado en la Humboldt-Universität zu Berlin, en 2008 descubrí la Escuela Austriaca de Economía, mi trayectoria comenzó con Hayek. Por razones obvias, me interesaba la teoría del ciclo económico. En nuestro departamento era impartida una serie de conferencias ‒Ringvorlesung‒ sobre las diversas explicaciones de la crisis financiera. Uno de nuestros profesores sentía una gran admiración por Hayek. Otro, más keynesiano, al menos lo mencionaba de vez en cuando. Con aire pensativo, dijo en una de sus conferencias: “Quizás tenía razón, después de todo”. De los primeros trabajos de Hayek sobre las crisis económicas en las décadas de 1920 y 1930, llegué rápidamente a Ludwig von Mises y urray N. Rothbard. Me impresionaron profundamente sus obras maestras, Acción Humana y El hombre, la economía y el estado[[1]], respectivamente. Eran completamente diferentes de la economía que había aprendido en las aulas y en los libros de texto universitarios que me habían asignado.

    No me cabía duda de que la característica que define el enfoque austriaco es el método. Pero ¿es el correcto? No todos los “austriacos” modernos están de acuerdo. Algunos ni siquiera se preguntan cuál es el método correcto. Dirían que es un error aferrarse demasiado a una metodología en particular. Debe haber un “pluralismo metodológico”. Otros critican o incluso ridiculizan el enfoque praxeológico de von Mises y Rothbard, como ser demasiado dogmático y poco científico. No me convencieron los argumentos de los críticos. Pero ¿me convenció la praxeología? ¿Qué más, si no la praxeología, distingue a la economía austriaca?

    El propio von Mises escribió sobre metodología, sobre todo en Teoría e Historia y en Los fundamentos definitivos de la ciencia económica.[[2]] Estos libros me fascinaron, pero sólo fue leyendo un libro en particular del profesor Hans-Hermann Hoppe que me convencí de que el enfoque austriaco es el camino a seguir. Fue su Kritik der kausalwissenschaftlichen Sozialforschung (Crítica de la investigación social del conocimiento económico).[[3]] Descubrí el libro hacia el final de mi maestría. Estaba estudiando Estadística Aplicada en la Universidad de Oxford. Allí estaba, tras haberme abierto camino desde el representante más venerado hasta el más vilipendiado de la escuela austriaca: de Hayek a Hoppe.

    Entonces decidí cursar un doctorado en Economía, y el trabajo del profesor Hoppe sobre la metodología de las ciencias sociales me guió. Como joven aspirante a académico que se adentraba en este campo, no tardé mucho en darme cuenta de que se nos permite desarrollar los argumentos del profesor Hoppe. Pero simplemente no deberíamos citarlo favorablemente en ciertos círculos. Simplemente finjan que basan su análisis en la Crítica de Lucas, y listo. Si la gente evaluara con la mente abierta el artículo de Robert Lucas de 1976, y el libro del profesor Hoppe de 1983, se daría cuenta de que el profesor Hoppe presentó un argumento mucho más profundo con implicancias más sólidas. En mi opinión, presentó el argumento más importante. Uno ganó un Premio Nobel. El otro no debería ser citado. El mundo académico puede ser terriblemente tacaño.

    Muy pocos autores contemporáneos sobre metodología de las ciencias sociales han hecho contribuciones comparables en importancia a las del profesor Hoppe. Y aún menos comparten su agudo y claro estilo analítico. A continuación, analizaré un excelente ejemplo de lo que podría ser considerado como un argumento confuso de dos de los principales autores de metodología económica.

    Introducción

    El positivismo y el instrumentalismo como posiciones epistemológicas y metodológicas tuvieron un impacto transformador en la ciencia económica en el siglo XX, y están estrechamente interconectados. El positivismo ha sido una de las fuerzas impulsoras detrás del enfoque instrumentalista de la teoría económica.[[4]] Según estos últimos, las teorías y los modelos económicos son, ante todo, herramientas para generar predicciones empírico-cuantitativas sobre el estado futuro de la economía, a menudo para orientar las políticas y regulaciones económicas. La precisión de las predicciones, aunque nunca sea perfecta en largos períodos de tiempo, se convierte en la prueba definitiva de un modelo o teoría. En términos generales, esta visión fue impulsada por los postulados centrales de la econometría moderna, defendidos por primera vez por Ragnar Frisch, y reforzados hasta convertirse en una de las posiciones dominantes por la Metodología de la Economía Positiva de Friedman.[[5]] Este texto, abreviado como F53, ha sido objeto de mucha discusión crítica y en ocasiones controvertida en metodología económica hasta el día de hoy.

    A pesar de la existencia de una corriente dominante, la economía moderna nunca ha sido un campo de amplio acuerdo, o incluso de consenso, sobre cuestiones fundamentales de metodología. Las calamidades económicas inexplicables e imprevistas del mundo real a menudo han motivado esfuerzos intelectuales para cuestionar y discutir los méritos relativos de los enfoques dominantes sobre los desatendidos. Estas discusiones también tienen lugar hoy. Varias publicaciones recientes que ofrecen introducciones a enfoques heterodoxos pueden ser consideradas como evidencia.[[6]]

    El creciente interés en puntos de vista alternativos en los últimos años, también ha provocado algunas discusiones sobre los fundamentos de la ciencia económica. Dentro de la literatura metodológica, podemos observar un alejamiento del instrumentalismo científico y de las preguntas prácticas sobre el qué, dónde y cuándo de los fenómenos económicos, hacia el realismo científico y preguntas sobre el por qué y el cómo. Ha sido señalado que “actualmente están surgiendo muchas caras diferentes del ‘realismo’ en la literatura metodológica”.[[7]] Un análisis más detallado ciertamente confirma esta afirmación. Dada esta evolución, es esencial mantener la claridad terminológica y resaltar diferencias sustanciales importantes entre posiciones divergentes. El propósito de este artículo es principalmente servir a ese propósito.

    Desde la década de 1990, se ha argumentado que la metodología de Friedman contiene elementos realistas.[[8]] Estos argumentos están relacionados principalmente con la metodología de Friedman en la práctica, en oposición a su metodología declarada, o se basan en su afinidad metodológica declarada con Alfred Marshall.[[9]] Más recientemente, sin embargo, Kevin Hoover y Uskali Mäki han argumentado que el famoso ensayo de Friedman (F53) puede ser interpretado como representante del realismo, o incluso del realismo causal.[[10]] Esta reinterpretación es una grave tergiversación y argumentaremos contra ella a continuación.

    Para ello es importante explicar primero con la mayor precisión posible qué hay detrás de los términos realismo y causalidad. Sin pretender un tratamiento exhaustivo, demostraremos a continuación que las opiniones metodológicas expuestas por Friedman no pueden ser colocadas bajo estas etiquetas sin causar una grave confusión terminológica. La postura metodológica declarada por Friedman puede ser mejor vista como un ejemplo de instrumentalismo científico, como fue enfáticamente argumentado en varias contribuciones anteriores.[[11]] Además, demostramos que el trabajo anterior de Uskali Mäki sobre el realismo científico en relación con la economía austríaca no puede ser fácilmente conciliado con sus escritos más recientes sobre el supuesto realismo de F53.

    Realismo causal en economía

    Hay muchas doctrinas filosóficas diferentes que llamadas “realistas”, y hay no sólo diferencias de grado, sino también de tipo.[[12]] No podemos detallar las diversas formas de realismo. El debate que sigue se centrará únicamente en los elementos importantes para el tema y, por lo tanto, deberá permanecer necesariamente fragmentado.

    Dos de los elementos unificadores de las posiciones realistas son las reivindicaciones de existencia e independencia. Ésto significa que se considera que los objetos de un sujeto existen, son en algún sentido reales, tienen ciertas propiedades, y que lo hacen independientemente de cómo hablamos y pensamos sobre ellos, o cómo los conceptualizamos.

    Las posiciones realistas sobre aspectos y objetos del mundo físico externo pueden parecer muy comunes. Sin embargo, éstas no son las partes que definen el objeto de estudio de la economía. La ciencia económica se ocupa de elementos de lo que podría llamarse el mundo interior o mental, es decir, de las nociones de sentido común sobre la elección y la acción humanas. El objetivo del enfoque instrumentalista de la economía es predecir las consecuencias de las decisiones y acciones, al menos a nivel agregado, basándose en variables observables. Intenta reducir la elección y la acción a configuraciones de factores externos. Es reduccionista en ese sentido. Se puede argumentar que, dentro del marco de las teorías y modelos económicos, no hay lugar para que existan opciones y acciones en un sentido más significativo que el del comportamiento reflexivo de los seres humanos en respuesta a datos mensurables.

    El oponente tradicional del instrumentalismo es el realismo. Según Mäki, hay dos escuelas de pensamiento económico que “son obviamente susceptibles de una interpretación y reconstrucción realista”, a saber: la marxista y la austriaca.[[13]] Es necesario destacar, sin embargo, que la tradición realista no marxista en economía es más amplia que la meramente austríaca. Y también es más antigua. Durante la era de la economía clásica e incluso antes, hubo muchos autores que encajarían en esta tradición.[[14]]

    Sin embargo, en la economía moderna, que es donde se centra nuestro enfoque, la tradición realista es sostenida predominantemente por los austríacos y, más notablemente, por Ludwig von Mises y sus seguidores intelectuales. Von Mises dedicó más tiempo y esfuerzo que la mayoría de los demás economistas a aclarar la relación entre la teoría económica y la realidad social. En el primer capítulo de Acción Humana, afirma: “La pregunta principal que la economía está obligada a responder es cuál es la relación de sus enunciados con la realidad de la acción humana, cuya comprensión mental es el objetivo de los estudios económicos” (p. 6). La realidad de la acción humana es dada como un hecho.

    En otro artículo temprano sobre el asunto, Mäki sostiene que, si bien la economía austriaca ha sido vista como algo más realista que la economía neoclásica, todavía es considerada “del lado ‘irrealista’ de la división, al menos cuando es comparada con el institucionalismo estadounidense o el verdadero oponente de Carl Menger, el historicismo alemán”. Aclara además que “este tipo de evaluaciones parecen estar profundamente arraigadas en las intuiciones irreflexivas de los economistas comunes”, y se propone “mostrar que se puede argumentar que las teorías austriacas son realistas en un sentido muy ambicioso y que, por lo tanto, es defendible una visión radicalmente realista de la economía austriaca”. [[15]] Compartimos esta posición.

    La elección y la acción humanas ocupan una posición central en la economía austriaca. Ésto fue visto como una característica única por von Mises: “Lo que distingue a la Escuela Austriaca, y le dará fama inmortal, es precisamente el hecho de que creó una teoría de la acción económica y no del equilibrio económico o la no acción”. [[16]] En otras palabras, el concepto de acción es lo que la economía austriaca busca explicar, no en el sentido de predecir la acción y sus efectos observables o identificar sus causas materiales, sino analizando lo que está lógicamente implícito en ella. Ésto incluye la adopción de conceptos relacionados como propósitos, medios, fines, preferencias y valores en su relación con la acción y su naturaleza subjetiva. Mäki (1990b, p. 315) explica cómo estos conceptos encajan en una posición realista:

    Los austriacos caracterizan un elemento esencial de su enfoque como “subjetivismo”, y su importancia radica simplemente en que la referencia a entidades mentales, como las evaluaciones, propósitos y expectativas de los individuos humanos, debe ocupar un lugar destacado en las teorías y explicaciones económicas.

    En consecuencia, la versión pertinente del realismo científico debe permitir que las entidades mentales existan como objetos científicos. ¿Existir en qué sentido? Claramente, debemos dejar de lado aquellas versiones del realismo que especifican el concepto de existencia únicamente en términos de externalidad o independencia de la mente humana. Las entidades mentales, a diferencia de las entidades materiales, no existen externa e independientemente de las mentes humanas. Sin embargo, podemos afirmar que los propósitos, expectativas, etc., de los agentes económicos pueden existir objetivamente, es decir, independientemente de, y no constituidos por, las creencias de los economistas sobre ellos. Por lo tanto, es la noción de existencia como existencia objetiva la que debe formar parte de la versión pertinente del realismo científico.[[17]]

    Se considera que los componentes fundamentales de la teoría económica tienen existencia objetiva. Sin embargo, están lejos de poder ser completamente explicados a partir de factores materiales y, por lo tanto, no son empíricamente observables en un sentido exhaustivo. Algunas de sus consecuencias, es decir, sus efectos materiales, son observables, pero una explicación causal de estos últimos presupone la comprensión del significado de la acción y de los conceptos relacionados. Según la economía austriaca,éestos son conceptos a priori.[[18]] La acción como tal no es observable. Lo único que provoca es la reorganización y transformación de la materia en el mundo exterior. Por lo tanto, las proposiciones abstractas que se relacionan con la acción humana en general no son empíricamente comprobables, lo que no quiere decir que no haya manera de evaluar sus afirmaciones de ser verdaderas.

    Se llega a ellos por deducción lógica a partir de la proposición evidentemente verdadera o de sentido común de que los seres humanos actúan; es decir, emplean deliberadamente medios para alcanzar fines elegidos y ciertos supuestos auxiliares. La pretensión de verdad de una proposición teórica es entonces evaluada sobre la base de la consistencia lógica de la cadena de razonamiento que conduce a ella. La proposición es aplicable siempre y cuando los supuestos auxiliares sean una descripción precisa de la realidad.

    Estrictamente hablando, lo que los austriacos afirman cuando se trata de metodología, no es que todas sus afirmaciones teóricas sean irrefutablemente verdaderas, sino más bien que hay verdades objetivas por descubrir acerca de los conceptos no observables de sentido común, los que constituyen el objeto de la economía, que encontrar estas verdades es el objetivo principal de la economía, que nuestra proposición teórica debe y en principio puede ajustarse a estas verdades, y que estas verdades son independientes de cómo pensamos sobre ellas.

    Una diferencia central con la posición instrumentalista moderna está en el uso de supuestos o abstracciones. Ambos enfoques, como cualquier procedimiento científico, requieren abstracciones, pero son de un tipo muy diferente. La posición instrumentalista-positivista considera la predicción empírica precisa como el objetivo supremo de la teoría y el modelado económico. Cualquier suposición que sea considerada propicia para este objetivo, es aceptable. El modelado DSGE moderno (Equilibrio General Dinámico Estocástico), por ejemplo, supone formas específicas de funciones de utilidad e insumos para estas funciones, las que determinan el bienestar del consumidor y el comportamiento óptimo cuantificable, etc. En otras palabras, se supone que los numerosos factores que potencialmente influyen en las preferencias y el comportamiento de los agentes tienen una forma precisa, cuantificable y medible. Después de todo, es irrelevante que estas suposiciones sean realistas o no. Sirven para formular predicciones empíricas-cuantitativas comprobables sobre el comportamiento de los agentes y los resultados del mercado. Este tipo de abstracción es llamada “precisa”.

    Un enfoque realista como el que ejemplifica aquí la economía austriaca, también requiere de abstracción. Sin embargo, nuestra falta de conocimiento sobre las causas de la acción y de las fuerzas impulsoras detrás de las preferencias, la utilidad o las expectativas, no es compensada con suposiciones precisas y poco realistas, o simplemente es descartada a los efectos de construir modelos económicos. Al tomar la acción y la elección humanas como un “dato último” (von Mises, 1998, pp. 17 y siguientes), se reconoce explícitamente que no necesita ser rastreado hasta sus factores causales, al menos no en el campo de la ciencia económica. En lugar de darle a la acción una forma precisa de especificaciones poco realistas, se convierte en la piedra angular de la teoría económica en su forma general y abstracta. Este tipo de abstracción es imprecisa. Roderick Long describe la distinción de la siguiente manera: “En resumen, una abstracción precisa es aquella en la que ciertas características reales se especifican como ausentes, mientras que una abstracción no precisa es aquella en la que ciertas características reales están ausentes de la especificación”.[[19]]

    Las abstracciones imprecisas son características del enfoque realista de la ciencia económica. La economía teórica en el sentido de von Mises (1998) toma una abstracción no precisa de la acción como punto de partida lógico, desde el cual analizar todos los fenómenos económicos: “El punto de partida […] no es una elección de axiomas y una decisión sobre métodos de procedimiento, sino una reflexión sobre la esencia de la acción” (p. 39). El objetivo principal es por tanto cognitivo, es decir, encontrar la verdad sobre el asunto, y no sólo práctico, como la predicción empírica.

    En la visión de von Mises, la ciencia teórica de la economía se ocupa de la esencia o los aspectos universales, es decir, las invariantes de la acción humana en el tiempo y el lugar. Si bien siempre emplea la teoría económica, la historia económica utiliza métodos adicionales de investigación para analizar las circunstancias particulares, contingentes en el tiempo y el lugar, de la acción humana. Ésto también implica métodos empírico-cuantitativos, la estadística y la econometría.

    Además, la acción humana individual y la evaluación subjetiva son siempre tomadas como causas de los fenómenos que la teoría económica explica. La importancia del análisis de causa y efecto para comprender los fenómenos económicos, y todos los demás fenómenos, se refleja en la primera frase de los Principios de Menger: “Todas las cosas están sujetas a la ley de causa y efecto”. De hecho, el análisis de causa y efecto de la escuela austriaca contrasta marcadamente con la determinación mutua en sistemas de ecuaciones simultáneas, característica del enfoque neoclásico walrasiano. Al criticar la teoría realista causal de la formación de precios desarrollada por Böhm-Bawerk, Stigler afirmó: “La determinación mutua es rechazada por el antiguo concepto de causa y efecto” (citado en Rothbard, 2009, p. 327). En otras palabras, la economía neoclásica intenta prescindir del análisis de causa y efecto. Por lo tanto, puede ser adoptado el atributo más preciso de “realista causal”, en lugar de “meramente realista”, para describir la postura metodológica de la escuela austriaca.[[20]]

    ¿Fue Milton Friedman un realista causal?

    Un argumento reciente merece una reflexión crítica. Si bien Uskali Mäki ha argumentado convincentemente que la economía austriaca se inscribe en la tradición del realismo filosófico, también ha sugerido recientemente que el ensayo metodológico de Milton Friedman (F53) puede ser interpretado como una afirmación realista; aunque ésto, en palabras del propio Mäki, podría requerir la “relectura” e, incluso, la “reescritura” de F53. Mäki describe su intento de la siguiente manera:

    En la medida en que mi relectura deja de ser un descubrimiento imparcial de lo que ya está ahí, oculto en el texto de F53, también puede ser considerado un proyecto de reescritura del ensayo. Se trata de reescribirlo mediante selección y corrección, para eliminar sus defectos y hacerlo más digerible para diversos públicos. En esta relectura (o reescritura), F53 emerge como un manifiesto realista (más que instrumentalista,) con fuertes sensibilidades falibilistas (en epistemología, considerar al conocimiento humano como siempre provisional y susceptible de error, nunca absolutamente cierto) y constructivistas sociales (en contraste con el positivismo clásico).[[21]]

    Sugerimos apegarnos a lo que Friedman escribió, aunque reescribir su ensayo podría hacerlo más entretenido en ocasiones.

    Hoover coincide con la interpretación de Mäki sobre Friedman, y concluye que el texto “es mejor interpretado como una defensa del realismo causal”.[[22]] Obviamente, la interpretación standard contradice estas controvertidas afirmaciones.[[23]] El ensayo de Friedman es comúnmente considerado como un impulsor de la revolución formalista en la nueva economía clásica. Esta tesis se basa en la interpretación más común de Friedman como defensor del instrumentalismo metodológico. No le preocupa el realismo de los supuestos subyacentes, ni la existencia real de los conceptos centrales de una teoría, ni la verdad de las proposiciones teóricas. Mäki reconoce que “la interpretación instrumentalista de F53 solía ser la dominante”, y sugiere que, sin embargo, “podría tener que ceder ante una lectura realista diametralmente opuesta”.[[24]] En su artículo concluye:

    He releído F53, centrándome en un conjunto selecto de ambigüedades que abren oportunidades de reinterpretación. He explorado estas oportunidades destacando el realismo parcialmente oculto en la concepción de la ciencia económica de F53. Sobre esta base, F53 podría ser reescrito como un manifiesto realista inequívoco y coherente. Transmite una metodología económica que se ajusta a la tradición de considerar las teorías o modelos como descripciones parciales, pero potencialmente verdaderas, de mecanismos causalmente significativos. Su función principal es transmitir una comprensión explicativa (respuestas a preguntas de por qué y cómo) y, sólo secundariamente, generar predicciones (respuestas a preguntas de qué, cuándo y dónde).[[25]]

    Ciertamente, si fuera posible reescribir el texto de Friedman, podría convertírselo en un manifiesto de lo que se quisiera. Alternativamente, podrían ser forzadas las definiciones. Como fue mencionado anteriormente, existen diferentes tipos de realismo, y posiblemente Mäki no argumentaría que Friedman se encuentra en el mismo grupo que los austriacos. Como mínimo, tendría que ser un tipo diferente de realismo. En ese caso, se podría simplemente culpar a las divergencias semánticas. Sin embargo, es bastante difícil convencerse del supuesto papel secundario de la predicción empírica en la metodología declarada de Friedman, tras una lectura e interpretación desinteresada de su ensayo, no basándose en sus “ambigüedades”, sino en lo que afirma explícitamente.

    Friedman (F53, p. 7) escribe, por ejemplo, que el “objetivo último de una ciencia positiva” es desarrollar “una ‘teoría’ o ‘hipótesis’ que produzca predicciones válidas y significativas (no truísticas ‒verdades obvias y triviales) sobre fenómenos aún no observados”. Para él, es un principio metodológico fundamental que una hipótesis solo puede ser comprobada mediante la conformidad de sus implicaciones o predicciones con los fenómenos observables (p. 40). Además, afirma que, en cuanto al criterio de predicción precisa, como regla general, “cuanto más significativa es una teoría, más irrealistas son los supuestos” (p. 14). Estos pasajes deben haber sido reescritos en la explicación de Mäki. Para quien lea el texto original de F53, difícilmente puede olvidarse que Friedman no se preocupa por el objetivo cognitivo de encontrar la verdad sobre el objeto de estudio de la ciencia económica. Como argumenta Hausman, puede ser considerado un “instrumentalista contextualista”[[26]] que, en general, es agnóstico sobre la verdad o falsedad de los enunciados teóricos que involucran variables no observables.

    Friedman afirma abiertamente que la predicción empírica es la única referencia relevante para la evaluación de modelos, algo que Mäki reconoce, pero define esta visión como una postura “realista” al simplemente reducir el significado de los supuestos realistas, o lo que él llama la “verdad aproximada de los supuestos” (p. 95), precisamente a su capacidad predictiva. Aclara que “Friedman nos aconseja prestar atención” al “grado real de realismo del supuesto, y juzgar si es suficientemente alto para los fines en cuestión”.[[27]] Y el objetivo es la predicción empírica. Cualquiera que se sienta inclinado a ello es, por supuesto, libre de elegir, y puede llamar a ésto una postura “realista”. Después de todo, se centra exclusivamente en lo observable, medible y, por lo tanto, existente en el mundo material. Sin embargo, ésto debe ser considerado un uso bastante confuso del lenguaje, dado el significado tradicional del realismo y el objeto de estudio de la economía, que involucra nociones de sentido común no observables, como la elección y la acción.

    F53 describe una postura empirista o positivista y, más precisamente, una postura instrumentalista-positivista. La viabilidad de la predicción empírica como referencia para evaluar teorías y modelos sólo podía surgir como corolario de una comprensión real de la naturaleza del tema. Pero Friedman simplemente declaró que la predicción era el objetivo principal y el referente de calidad de la teoría económica, sin ninguna reflexión sobre su verdadero objeto. Los supuestos en los que se basa una teoría o modelo deben servir a este propósito. Y Mäki define su “realismo” o verdad aproximada de forma muy pragmática en función de su buen desempeño.

    Hoover reconoce que el ensayo de Friedman “contribuyó a la supresión del lenguaje causal en economía”. Señala en su artículo que Friedman casi nunca menciona los términos “causa” y “causal”, aunque utiliza algunos que pueden ser considerados como sinónimos. El propio Friedman afirmó que intenta evitar el término “causa” por ser “complicado e insatisfactorio”.[[28]] Esto no debería sorprender, ya que, en rigor, no hay forma de identificar relaciones causales en las ciencias sociales a partir del análisis empírico. Ésto es ampliamente aceptado, a pesar del uso de términos engañosos como la causalidad de Granger, que en realidad se reduce a una evaluación del poder predictivo de una variable sobre otra a lo largo de un período histórico específico. A menos que se quiera reducir el significado de causalidad en el espíritu humeano a la predicción empírica, el predicado “causal-realista” para la metodología declarada por Friedman, es aún más engañoso que un mero “realista”.

    Por lo tanto, en aras de la claridad terminológica es necesario enfatizar que la postura de Friedman, y por extensión la base metodológica de la economía instrumentalista-positivista, es muy distinta de lo que Mäki ha llamado “realista” en sus escritos anteriores, y de lo que otros han denominado “realista causal”. Dado el predominio del positivismo, la economía austriaca puede parecer extraordinaria. Una interpretación más hostil la califica como “extravagante e idiosincrática”.[[29]] Sin embargo, plagiando a Shakespeare, se puede ver que hay un método en esta “locura”. La idiosincrasia de la escuela austriaca se debe en parte a su postura profundamente realista la que, al menos en este sentido, es bastante excepcional en la economía moderna.

    Conclusión

    Para el análisis de las perspectivas metodológicas y epistemológicas que sustentan la ciencia económica, es de suma importancia mantener la claridad terminológica. Se debe evitar forzar las definiciones de los términos hasta que se vuelvan irreconocibles y, de encontrarse, corregirse. Un ejemplo de ello es la inclusión de la metodología de la economía positiva de Milton Friedman bajo el paraguas del realismo causal. Su metodología es considerada una de las principales exposiciones de la postura instrumentalista en la economía del siglo XX, es decir, lo opuesto a una postura realista.

     

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    Notas

    [[1]]    Ludwig von Mises, La acción humana: Tratado de Economía, Scholar’s ed. (Auburn, Ala.: Mises Institute, 1998; https://mises.org/library/human-action-0); “Murray N. Rothbard, El hombre, la economía y el estado, con Poder y Mercado, Scholars ed., 2.ª ed. (Auburn, Alabama: Mises Institute, 2009; https://mises.org/library/man-economy-and-state-power-and-market).

    [[2]]    Ludwig von Mises, Teoría e historia: una interpretación de la evolución social y económica (Auburn, Ala.: Mises Institute, 2007 [1957]; https://mises.org/library/theory-and-history-interpretation-social-and-economic-evolution); idem, El fundamento último de la ciencia económica: un ensayo sobre el método (Princeton, N.J.: D. Van Nostrand Company, Inc., 1962; https://mises.org/library/ultimate-foundation-economic-science).

    [[3]]    Hans-Hermann Hoppe, Crítica de la investigación social científica causal: Investigaciones sobre los fundamentos de la sociología y la economía (Opladen: Westdeutscher Verlag, 1983; www.hanshoppe.com/german).

    [[4]]    Véase Daniel M. Hausman, “Problemas con el realismo en economía”, Economics and Philosophy 14 (2) (1998): 185–213. Enumera la epistemología empirista o positivismo como una de las tres fuentes del instrumentalismo, como otras fuentes, el pragmatismo y el pesimismo estadounidenses, “que tratan de dar un significado literal a teorías científicas específicas y exitosas. (p. 187).

    [[5]]   Ragnar Frisch, “Sur un problème d’économie pure”, Norsk Matematisk Forenings Skrifter Series 1 (16) (1926): 1–40; Milton Friedman, “La metodología de la economía positiva”, en Ensayos sobre economía positiva (Chicago & London: The University of Chicago Press, 1953), págs. 3-43.

    [[6]]    Fischer, Liliann et al., eds. Repensando la economía: una introducción a la economía pluralista (London & New York: Routledge, 2018); Edward Fullbrook, ed., Pluralist Economics (London & New York: Zed Books, 2013).

    [[7]]    D. Wade Hands, “La metodología económica ha muerto: ¡larga vida a la metodología económica! Trece tesis sobre la nueva metodología económica”, Journal of Economic Methodology 8 (1) (2001): 49–63.

    [[8]]    J. Daniel Hammond, “El realismo en los ensayos de Friedman sobre economía positiva”, en D. E. Moggridge, ed., Perspectivas sobre la historia del pensamiento económico, vol. 4 (Aldershot: Edward Elgar; 1990); idem, Teoría y medición: cuestiones de causalidad en la economía monetaria de Milton Friedman (Cambridge, MA: Cambridge University Press, 1996); Abraham Hirsch y Neil De Marchi, Milton Friedman: Economía en teoría y práctica (Hertfordshire: Harvester Wheatsheaf, 1990); Tony Lawson, “Realismo, sistemas cerrados y Friedman”, Investigación en la historia del pensamiento económico y la metodología 10 (1992): 149-169.

    [[9]]    Edward Mariyani-Squire, “¿La postura realista causal de Milton Friedman?”, Oxford Economic Papers 17 (3) (2018): 719–40.

    [[10]]  Uskali Mäki, “La metodología de la economía positiva (1953) no nos da la metodología de la economía positiva”, Journal of Economic Methodology 10 (4) (2003): 495–505; idem, “Supuestos poco realistas y confusiones innecesarias: relectura y reescritura de F53 como una declaración realista”, en La metodología de la economía positiva: reflexiones sobre el legado de Milton Friedman, Uskali Mäki, ed. (Cambridge: Cambridge University Press, 2009), págs. 90–116; En el mismo volumen, vea Kevin D. Hoover, “La postura de Milton Friedman: la metodología del realismo causal”, 303–20.

    [[11]]  Stanley Wong, “El ‘giro F’ y la metodología de Paul Samuelson”, American Economic Review 63 (3) (1973): 312-25; Lawrence A. Boland, “Una crítica de los críticos de Friedman”, Journal of Economic Literature 17 (2) (1979): 503–22.

    [[12]]  Alexander Miller, “Realismo”, en Edward N. Zalta, ed., The Stanford Encyclopedia of Philosophy (2016). Miller escribió en su introducción: “Si bien es posible aceptar (o rechazar) el realismo en general, es más común que los filósofos sean selectivamente realistas o no realistas en diversos temas: así, sería perfectamente posible ser realista respecto del mundo cotidiano de los objetos macroscópicos y sus propiedades, pero no realista respecto del valor estético y moral. Más bien, se trata de ser más o menos realista en cualquier tema. Además, el realismo y el no realismo pueden adoptar diversas formas”.

    [[13]]  Uskali Mäki, “Realismo científico y explicación austriaca”, Review of Political Economy 2 (3) (1990): 310–44.

    [[14]]  Véase por ejemplo Murray N. Rothbard, Economic Thought Before Adam Smith: An Austrian Perspective on the History of Economic Thought Volume I y Classical Economics: An Austrian Perspective on the History of Economic Thought Volume II (Auburn, AL: Ludwig von Mises Institute, 2006).

    [[15]]  Uskali Mäki, “La economía mengeriana en una perspectiva realista”, Historia de la economía política 22 (Suplemento anual, 1990): 289-310.

    [[16]]  Ludwig von Mises, Notas y recuerdos: Con el contexto histórico de la Escuela Austriaca de Economía, Bettina Bien Greaves, ed. (Indianapolis: Liberty Fund, 2013).

    [[17]]  Uskali Mäki, “Realismo científico y explicación austriaca”, pág. 315.

    [[18]]  Hans-Hermann Hoppe, Ciencia económica y el método austriaco (Auburn, AL: Instituto Ludwig von Mises, 1995; www.hanshoppe.com/esam).

    [[19]]  Roderick T. Long, “Realismo y abstracción en economía: Aristóteles y von Mises versus Friedman”, The Quarterly Journal of Austrian Economics 9 (3) (2006): 3–23. La distinción entre abstracciones precisas e imprecisas se remonta a la filosofía aristotélica, que tuvo un importante impacto en la economía austriaca a través del filósofo vienés Franz Brentano. Sobre este tema, véase Barry Smith, Austrian Philosophy: The Legacy of Franz Brentano (Open Court, 1994).

    [[20]]  Peter G. Klein, “Prólogo”, en Carl Menger’s Principles of Economics (Auburn, AL: Ludwig von Mises Institute, 2006), pp. 7-10; ídem, “The Mundane Economics of the Austrian School”, The Quarterly Journal of Austrian Economics 11 (3) (2008): 165-187.

    [[21]]  Uskali Mäki, “Unrealistic Assumptions and Unnecessary Confusions: Rereading and Rewriting F53 as a Realist Statement”, p. 91.

    [[22]]  Kevi D.Hoover, “La postura de Milton Friedman”, pág. 319.

    [[23]]  Terence W. Hutchison, Objetivos cambiantes en economía (Oxford: Blackwell Publishing Ltd, 1992); ídem, Sobre la metodología de la economía y la revolución formalista (Cheltenham: Edward Elgar, 2000); Mark Blaug, “¿Existe realmente progreso en economía?”, en S. Boehm, C. Gehrke, H. D. Kurz y R. Sturn, eds., ¿Existe progreso en economía? (Cheltenham: Edward Elgar, 2002); ídem, “Corrientes desagradables en la economía moderna”, en Realidad y ficción en economía: modelos, realismo y construcción social, Uskali Mäki, ed. (Cambridge: Cambridge University Press, 2002).

    [[24]]  Uskali Mäki, “Lectura del ensayo metodológico en la economía del siglo XX: Mapa de múltiples perspectivas”, en Uskali Mäki, ed., La metodología de la economía positiva: Reflexiones sobre el legado de Milton Friedman (Cambridge: Cambridge University Press, 2009), pp. 47-67.

    [[25]]  Uskali Mäki, “Supuestos poco realistas y confusiones innecesarias: Releyendo y reescribiendo F53 como una afirmación realista”, p. 113.

    [[26]]  Daniel M. Hausman, “Problemas con el realismo en la economía”, p. 189.

    [[27]]  Uskali Mäki, “Supuestos poco realistas y confusiones innecesarias: Releyendo y reescribiendo F53 como una afirmación realista”, p. 95.

    [[28]]  Kevi D. Hoover, “La postura de Milton Friedman”, p. 319.

    [[29]]  Mark Blaug, The Methodology of Economics (Cambridge, MA: Cambridge University Press, 1980). En un pasaje que el propio profesor Hoppe mencionó en sus escritos, Blaug comentó sobre la postura metodológica de von Mises de la siguiente manera: “Sus escritos sobre los fundamentos de la economía son tan polémicos e idiosincráticos, que uno sólo puede preguntarse cómo alguien los tomó en serio alguna vez” (p. 93).

     

     

    Traducción: Ms. Lic. Cristian Vasylenko

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