La represión del cristianismo en el lugar de su nacimiento
Mi versión de la famosa cita de Lord Palmerston sobre los “intereses” para que refleje la realidad de Israel y sus poderosos aliados, sería algo así: “Digo que es una política estrecha suponer que Israel debe ser considerado el aliado eterno o el amigo perpetuo de Estados Unidos y de los valores occidentales ilustrados. Por diseño, Israel no tiene aliados eternos. Sus intereses son, en efecto, perpetuos, pero se centran en su propio éxito al presentarse siempre como la víctima, a la vez que promueve sus propios intereses tribales”. Admito que tiendo a pensar a menudo en el enemigo que nosotros, los de tradición cristiana occidental, hemos alimentado en nuestro seno durante décadas con espíritu de tolerancia, serpiente que sólo se propone corrompernos y luego destruirnos, algo que se manifiesta particularmente en esta época del año, cuando la vida, la muerte y la resurrección de Jesucristo deberían ser celebradas con toda justicia. Por desgracia, lo verdaderamente notable en el Israel actual es la abierta supresión de la identidad y del culto cristianos por parte del gobierno, sin ninguna queja de Washington ni de las demás naciones nominalmente cristianas de Europa.
De hecho, en Oriente Medio el cristianismo está en declive debido a la presión ejercida por Israel para dificultar al máximo la vida y la práctica religiosa de los palestinos, así como a problemas regionales más amplios, como el castigo israelí y estadounidense, y la sustitución de regímenes en lugares como Siria y Líbano, que hasta hace poco albergaban a importantes minorías cristianas. En general, a los cristianos les resulta más fácil emigrar a países más amigables en todo el mundo, que a los musulmanes locales, ya que a menudo han establecido familias en el extranjero que les ayudan en el proceso.
La marginación de los cristianos en Israel, impulsada recientemente por la legislación del apartheid y la declaración parlamentaria de Israel como estado judío, existe desde hace mucho tiempo, pero este año es especialmente grave tanto para Navidad como para Pascua, con la negativa de las autoridades israelíes a permitir reuniones para servicios religiosos y otras celebraciones. Este año, los israelíes solo emitieron 6.000 “pases” de seguridad a los cristianos palestinos de Cisjordania para celebrar el Domingo de Ramos y la Pascua en Jerusalén, a diferencia de cuando asistían 50.000 personas. Como resultado, han sido canceladas muchas celebraciones. El padre Ibrahim Faltas OFM, vicario de la Custodia de Tierra Santa en Jerusalén, describió cómo, “a pesar de varias reuniones de alto nivel, no hemos podido obtener más permisos”, recordando que los cristianos de Cisjordania enfrentan muchas restricciones a su libertad de movimiento durante el año, y esperan la Pascua para viajar a Jerusalén a rezar en los Santos Lugares. Además, antiguas iglesias en Gaza han sido bombardeadas y destruidas durante el último año, muy posiblemente de forma deliberada, lo que ha generado la sensación de depresión entre los fieles, conscientes de la masacre de sus compatriotas palestinos, muchos de ellos cristianos, a manos de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI). El 13 de Abril, Domingo de Ramos, un ataque aéreo matutino destruyó las salas de consulta externa y de laboratorio del Hospital Árabe Al-Ahli, administrado por la iglesia anglicana, en Gaza. Los escombros del ataque aéreo alcanzaron la vecina iglesia ortodoxa griega de San Porfirio, que se preparaba para la celebración del Domingo de Ramos, junto con los restos de la comunidad local sin hogar que residen en el recinto de la iglesia. El ataque agravó la desesperación de toda la comunidad cristiana. El director de una organización católica de ayuda describió cómo “los cristianos se asfixian y se encuentran atrapados en sus propias gobernaciones (provincias) y pueblos, sin poder viajar libremente sin ser acosados, porque necesitan permisos especiales …”. Ésto a pesar de que nunca ha habido violencia ni agitación política asociada con el movimiento de los peregrinos, por lo que es ampliamente considerado como poco más que puro acoso por parte de las autoridades israelíes.
Sin duda, la comunidad cristiana y los líderes religiosos han estado al tanto de lo que está sucediendo, y han protestado ante las autoridades israelíes competentes, pero generalmente sin éxito. Su causa se vería reforzada si países mayoritariamente cristianos, como Estados Unidos y Europa, alzaran la voz y presionaran a Israel para que se dé trato justo a los cristianos, pero generalmente guardan silencio debido a la corrupción y la intimidación ocasionadas por las diversas manifestaciones del lobby israelí activo en sus países. Asimismo, los medios de comunicación de esos países son muy cuidadosos con lo que publican o dicen sobre Israel o los judíos, ya que tales críticas son consideradas delito en muchas jurisdicciones, algo que se está volviendo cada vez más común en Estados Unidos, y que está vinculado con las deportaciones sin pruebas de quienes se oponen a lo que ocurre en Gaza.
El informe anual del Centro Rossing, organización con sede en Jerusalén dedicada a la coexistencia interreligiosa, documentó 111 casos de acoso y violencia contra la comunidad cristiana en Israel y Jerusalén Este en 2024. El informe reveló un clima de hostilidad que, según Federica Sasso, una de las autoras del estudio, sólo representa la punta del iceberg de un fenómeno mucho mayor. De los 111 casos de agresión denunciados, 47 fueron agresiones físicas, principalmente mediante escupitajos, comportamiento que ha evolucionado desde actos sutiles, hasta manifestaciones abiertamente agresivas. En varias zonas, especialmente en la Ciudad Vieja de Jerusalén, sacerdotes, monjas, frailes y monjes, fácilmente identificables, se ven expuestos a estos ultrajantes ataques a diario, con escasa intervención de las autoridades israelíes. Hace varios años, el líder de la Iglesia católica en Israel, Pierbattista Pizzaballa, afirmó que los cristianos se han visto enfrentando difíciles desafíos, sobre todo desde la formación del último gobierno de extrema derecha de Netanyahu en Diciembre de 2022. Según Pizzaballa, su gobierno ha envalentonado a activistas religiosos ultranacionalistas, muchos de los cuales son colonos armados, y algunos han acosado a clérigos, tanto hombres como mujeres, y han vandalizado propiedades religiosas. Pizzaballa observó cómo “La frecuencia de estos ataques, las agresiones, se ha convertido en algo nuevo. Estos agresores se sienten protegidos … el ambiente cultural y político ahora puede justificar, o tolerar, acciones contra los cristianos”.
Un colega, Francesco Patton, Custodio de Tierra Santa, explicó: “Estamos horrorizados y dolidos ante los numerosos incidentes de violencia y odio que han tenido lugar recientemente contra la comunidad católica en Israel”. Describió la profanación de un cementerio luterano, el vandalismo de una sala de oración maronita, la micción en lugares sagrados, la destrucción de imágenes sagradas, y las inscripciones “muerte a los cristianos” en propiedades de la iglesia, todo ello poco después de la toma de posesión del nuevo gobierno de Netanyahu. También señaló “la responsabilidad de los líderes, de quienes ostentan el poder”, añadiendo que la policía israelí no suele investigar estos incidentes tras la denuncia de las iglesias.
Para determinar si las denuncias sobre el incremento de la violencia y de los crímenes de odio contra los cristianos son ciertas, el 26 de Junio el periódico israelí de tendencia liberal Haaretz envió a uno de sus periodistas vestido de sacerdote al centro de Jerusalén. En cinco minutos, el periodista Yossi Eli “fue ridiculizado y escupido, incluso por un niño y un soldado … Poco después, un hombre se burló de él en hebreo, diciendo: ‘Perdóname, padre, porque he pecado’. Entonces, un niño de 8 años le escupió, al igual que otro soldado cuando un grupo de tropas pasó más tarde”. Ante la situación sobre el terreno, el Comité Antidiscriminación Árabe-Estadounidense (ADC) ha solicitado una investigación sobre el papel que los colonos con doble nacionalidad israelí-estadounidense desempeñan en la reciente ola de violencia contra pueblos y aldeas palestinas, tanto cristianas como musulmanas. El director ejecutivo del ADC, Abed Ayoub, ha declarado: “Tenemos fuertes razones para creer que los ciudadanos estadounidenses se encuentran entre los principales autores de los brutales y violentos ataques más recientes”. Desde el 21 de Junio, turbas armadas de colonos israelíes han aterrorizado pueblos palestinos en Cisjordania casi a diario. Han destruido viviendas, quemado vehículos y asesinado al menos a un palestino. Durante décadas, ciudadanos estadounidenses se han trasladado a asentamientos israelíes, que utilizan como base para cometer actos de violencia contra los palestinos, todo ello con impunidad, ya que la policía y el ejército israelíes no brindan protección a los árabes y, en cambio, a menudo protegen a los colonos. Muchos de estos ciudadanos estadounidenses también se aprovechan de las leyes fiscales estadounidenses sobre organizaciones benéficas y sin fines de lucro, para financiar asentamientos ilegales e iniciar actos de violencia contra los palestinos. En otro incidente grave, decenas de extremistas israelíes, principalmente judíos ortodoxos, interrumpieron un acto de oración cristiano para peregrinos cerca del Muro de los Lamentos. El vicealcalde de Jerusalén, Aryeh King, y el destacado rabino Avi Thau encabezaron la protesta. Denunciando a los cristianos como “misioneros” que intentaban convertir judíos, los extremistas escupieron e insultaron a los peregrinos, muchos de los cuales, irónicamente, eran cristianos evangélicos estadounidenses, normalmente muy proisraelíes. El vicealcalde King afirmó que los cristianos deberían gozar de libertad de culto “solo dentro de sus iglesias”.
Según Protecting Holy Land Christians, organización fundada por grupos cristianos para concientizar sobre las amenazas a su religión, existen otros relatos sobre cómo los cristianos han sido sometidos a creciente persecución. Un informe reciente detalla cómo los palestinos han sido blanco de lo que denomina colonialismo de asentamiento, una serie de medidas destinadas a destruir sus comunidades y expulsarlos de sus tierras. Identifica siete políticas que Israel utiliza contra los palestinos en todo el Mandato Británico de Palestina (Palestina de 1948, Gaza, Cisjordania, incluida Jerusalén Oriental) y también para castigar a los exiliados: “Denegación de residencia; confiscación de tierras y denegación de uso; planificación discriminatoria; denegación de acceso a recursos y servicios naturales; imposición de un régimen de permisos; fragmentación, segregación y aislamiento; denegación de reparaciones; y represión de la resistencia”. El informe concluye: “Tanto si estas políticas son consideradas por separado como en conjunto, constituyen traslado forzado de población, una grave violación del derecho internacional humanitario (DIH)”. Recientemente, estas medidas esencialmente genocidas, han incluido el robo descarado de sus edificios y terrenos históricos por parte del gobierno, así como la negación de otros derechos, incluyendo la creciente negativa a permitir reuniones de fieles en las iglesias existentes en festividades importantes como Navidad y Pascua. También se han producido numerosos ataques físicos contra cristianos por parte de judíos extremistas, así como la profanación de lugares religiosos cristianos, y la destrucción o desfiguración de reliquias y estatuas cristianas. Una conferencia celebrada en Junio de 2023 en Jerusalén para abordar el aumento de la violencia contra los cristianos, atrajo a varios diplomáticos, académicos y representantes de grupos religiosos, pero fue boicoteada por el Ministerio de Asuntos Exteriores israelí. La Embajada de Estados Unidos tampoco envió un representante ni observador, lo que claramente indica que no le interesa la difícil situación de los cristianos en Israel; o, mejor dicho, que ni siquiera quiere admitir la existencia del problema. Curiosamente, el ministro israelí de Seguridad Nacional, Itamar Ben-Gvir, extremista de derecha y líder del movimiento de colonos, está a punto de llegar a Washington y recibirá trato de alfombra roja por parte de los sospechosos de siempre. Ha expresado abiertamente su deseo de expulsar de la Palestina histórica a todos los palestinos, cristianos y musulmanes por igual, y promovió una legislación que legaliza sin consecuencias que cualquier soldado, policía o colono armado mate a un palestino. El viaje incluirá paradas en Florida y Washington, D.C., donde tiene previsto reunirse con funcionarios estadounidenses, personas influyentes conservadoras, y líderes de la comunidad judía. La reunión más destacada de su agenda es con la secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem. Ben Gvir, quien dirige el sistema penitenciario israelí, ha abogado por una solución sencilla para lidiar con los detenidos no deseados de su país. “Es lamentable que en los últimos días haya tenido que lidiar con la cuestión de si los presos palestinos deberían recibir cestas de fruta”, declaró el año pasado. “Deberían ser asesinados de un tiro en la cabeza”. El autodenominado sionista Joe Biden, de hecho, bloqueó su entrada a Estados Unidos por considerarlo “demasiado extremista”, pero como hemos visto, Donald Trump no es tan meticuloso.
Así que ahí lo tienen. El gobierno israelí de Netanyahu no está muy interesado en los derechos humanos de nadie que no sea judío conservador u ortodoxo. De hecho, es esencialmente hostil con todos los palestinos y extranjeros, ya sean musulmanes, cristianos o incluso irreligiosos. Regularmente denigran a personas como lo que los alemanes de la década de 1930 habrían llamado “untermenschen”; es decir, infrahumanos, palabra que ‒irónicamente‒ era entonces utilizada para describir a los judíos. Que Estados Unidos ignore todos los crímenes de guerra y las violaciones de derechos humanos de Israel, es vergonzoso. Pero es normal, ya que los judíos estadounidenses que defienden a Israel han corrompido y tomado el control del proceso político. Y no piensen ni por un segundo que a los líderes israelíes les importan un comino Estados Unidos y su pueblo, cuya mayoría son, al menos nominalmente, cristianos. Recordemos por un momento cómo el ex primer ministro Ariel Sharon se refirió a los estadounidenses en una conversación con el ministro de Asuntos Exteriores, Shimon Peres: “Cada vez que hacemos algo, me dicen que los estadounidenses harán ésto y aquéllo. Quiero decirles algo muy claro: no se preocupen por la presión estadounidense sobre Israel. Nosotros, el pueblo judío, controlamos a Estados Unidos, y los estadounidenses lo saben”. Y más recientemente, Netanyahu dijo: “Estados Unidos es algo que se puede mover con mucha facilidad, en la dirección correcta”. Ésto es lo que realmente piensan de nosotros.
Traducción: Ms. Lic. Cristian Vasylenko