Cómo fue conquistado Occidente por los judíos asquenazíes

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    los que se convirtieron en la mano oculta o Deep State

    Para conquistar Occidente, los asquenazíes aplicaron un sencillo proceso de dos pasos:

    1. transformarse en el Pueblo Elegido de Dios;
    2. asumir el control de la emisión de dinero.

    Entendían plenamente que sólo hay dos entidades que la mayoría de los seres humanos veneran: Dios y el dinero.

    No se puede servir a Dios y al dinero.” Mateo 6:24

    Así que lograron utilizar ambos a su favor.

    PASO 1

    Para burlar al Occidente cristiano, era esencial que los judíos asquenazíes se reinventaran. Por ello, modificaron la terminología bíblica.

    Primero, un poco de historia.

    La fe que hoy conocemos como judaísmo nunca fue llamada así.

    El rabino Adolph Moses, en colaboración con el rabino HG Enlow, explicó claramente en “Yahvismo y otros discursos”: “Entre las innumerables desgracias que han ocurrido … la más fatal en sus consecuencias es el nombre Judaísmo … ni en la Biblia ni en la época postbíblica, ni en la del Talmud ni en épocas mucho más tardías, se escucha jamás el término Judaísmo …”.

    ¿Y cómo se llamaba antes?

    El rabino Louis Finkelstein afirmó en su libro “Los fariseos: el trasfondo sociológico de su fe” que “el fariseísmo se convirtió en talmudismo, el talmudismo en rabinismo medieval, y el rabinismo medieval en rabinismo moderno. Pero a pesar de estos cambios de nombre … el espíritu de los antiguos fariseos sobrevive inalterado … De Palestina a Babilonia; de Babilonia al norte de África, Italia, España, Francia y Alemania; de éstos a Polonia, Rusia y Europa del Este en general, el fariseísmo antiguo ha perdurado … lo que demuestra la importancia que se le atribuye como movimiento religioso…”.

    El judaísmo es, en realidad, fariseísmo, y por lo tanto, un nombre inapropiado, ya que no es ni la doctrina de Judá ni la doctrina que Cristo practicó, y por tanto no es una fe abrahámica.

    “El fariseísmo moldeó el carácter del judaísmo, y la vida y el pensamiento del judío para todo el futuro”, explica la Enciclopedia Judía.

    De hecho, el fariseísmo es la doctrina pagana de los antiguos fariseos, un credo maligno que trajeron de su cautiverio babilónico. No se ajusta a la verdad de la Biblia, ni del Antiguo ni del Nuevo Testamento. Sus principios centrales se encuentran en un libro llamado Talmud (los verdaderos Versos Satánicos), un libro lleno de tradiciones mundanas, mentiras y supersticiones.

    “El Talmud de Babilonia se basa en las prácticas religiosas místicas de los babilonios, asimiladas por los rabinos judíos durante su cautiverio en Babilonia alrededor del año 600 a. C.”,  escribió Edward Hendrie en Resolviendo el Misterio de Babilonia la Grande . “Los rabinos entonces utilizaron estas tradiciones ocultas, en lugar de la Palabra de Dios”.

    Por ésto es que Jesús reprendía constantemente a los fariseos.

    “Ustedes pertenecen a su padre, el diablo, y quieren cumplir los deseos de su padre. Él fue asesino desde el principio, no se apegó a la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando miente, habla su lengua materna, porque es mentiroso y padre de la mentira”. Juan 8:44

    “Ustedes han abandonado los mandamientos de Dios y se aferran a las tradiciones de los hombres”. Marcos 7:8

    “Porque habéis quitado la llave del conocimiento”. Lucas 11:52

    “¡Serpientes, generación de víboras! ¿Cómo escaparán de la condenación del infierno?” Mateo 23:33

    “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y una vez hecho, lo hacéis dos veces más hijo del infierno que vosotros”. Mateo 23:15

    El término judaísmo fue acuñado por primera vez por el historiador Flavio Josefo en el siglo I al describir la historia, la civilización, la lengua, la poesía, la religión, el arte, la ciencia, las costumbres, las instituciones y el genocidio de los antiguos judíos. No fue acuñado con la intención de fundar una religión, y el judaísmo ni siquiera es mencionado en la Biblia.

    Los primeros en comprender el término judaísmo y su contenido histórico fueron los cristianos. Lo utilizaban como herramienta educativa para familiarizarse con los verdaderos hebreos judaítas que practicaban la doctrina de Cristo. Este mecanismo les permitió comprender mejor las epístolas de los apóstoles.

    Como resultado, pudieron comprender dos hechos importantes que han eludido a los cristianos de hoy:

    • que los hebreos judíos que se convirtieron al cristianismo, eran el verdadero Israel de Dios, a quien Dios evitó la Gran Tribulación durante el sitio previo y la destrucción de Jerusalem en el año 70 d.C. por el general romano Tito y su ejército;
    • que los que siguieron a los fariseos no eran el verdadero Israel de Dios, y por tanto no se salvaron durante dicha catástrofe que vio el genocidio y el fin de la raza hebrea.

    “Porque no todos los que descienden de Israel son israelitas …”. Romanos 9:6

    “El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento”. 2 Pedro 3:9

    “¡He aquí, vuestra casa os es dejada desierta!” Mateo 23:38

    En efecto, aquellos hebreos judíos que seguían a los fariseos eran la semilla del diablo.

    Los prosélitos del fariseísmo, o rabinistas, en la España y Portugal de los siglos XV y XVI eran llamados marranos, que significa cerdos o sucios. Muchos de ellos se convirtieron al cristianismo y fueron etiquetados como conversos. Sin embargo, algunos historiadores judíos modernos intentaron desvirtuar a los marranos, insinuando que dicha etiqueta sólo era usada cuando los seguidores del fariseísmo o los rabinistas se convertían al cristianismo. Sin embargo, los hechos demuestran lo contrario.

    La mayoría de los historiadores, incluso judíos de línea dura como Benzion Netanyahu (sí, el padre de Benjamin), llamaban conversos, no marranos, a quienes se convertían. En su reseña del libro de Netanyahu, Brian Chalmers escribió: “(Netanyahu) reúne pruebas y argumentos para demostrar que los ‘cristianos nuevos’ eran fieles seguidores del cristianismo, e incluso ‘fervientes asimilacionistas’ deseosos de casarse con familias cristianas y, de lo contrario, integrarse en la sociedad española … los conversos eran, en realidad, cristianos sinceros”.

    Dado que los asquenazíes ‒no judíos judíos‒ eran seguidores y prosélitos del fariseísmo, religión que los cristianos de todo el mundo desaprobaban, se dieron cuenta de que necesitaban una nueva imagen, una nueva campaña de relaciones públicas que los presentara bajo una luz más favorable. Y la razón por la que la querían, era porque tenían un plan maquiavélico: la conquista de Occidente.

    Así que entraron en acción a finales del siglo XVIII. Agudizaron su descaro y se esforzaron por que los cristianos los vieran como el verdadero Israel de Dios. Su reestructuración, puramente cosmética, consistió en:

    • renombrar el fariseísmo como judaísmo; sí, ese mismo judaísmo que los cristianos usaban con fines educativos, y
    • reinventarse como “judíos”, una expresión que los cristianos usaban para describir a los hebreos judaítas o judeanos (es decir, personas de la tribu de Judá). Era el engaño perfecto que los crédulos cristianos podrían tragar fácilmente.

    El historiador de origen judío Benjamin H. Freedman lo explicó así:

    Cuando la palabra “judío” fue introducida por primera vez en el inglés en el siglo XVIII (1775), su única implicancia, inferencia e insinuación, era “judío”. Durante los siglos XVIII, XIX y XX, un grupo de presión internacional bien organizado y financiado, creó entre los pueblos angloparlantes del mundo un supuesto “significado secundario” para la palabra “judío”. Este supuesto “significado secundario” no guarda relación alguna con la connotación original de la palabra “judío” en el siglo XVIII. Se trata de una tergiversación.

    En la actualidad, los seguidores del fariseísmo o rabinismo no sólo se apropiaron indebidamente de la palabra judaísmo, sino también de la palabra judío. Sin embargo, con el tiempo y en lo que respecta al cristianismo, la palabra judío perdió por completo su significado de “judío” o “judaíta”, porque quienes se la apropiaron, no pertenecían a la tribu de Judá. De hecho, en muchos círculos cristianos contemporáneos, esa palabra causa bastante confusión.

    El historiador de orígen judío Benjamin H. Freedman continúa: “El actual ‘significado secundario’ generalmente aceptado de la palabra ‘judío’, es fundamentalmente responsable de la confusión en las mentes de los cristianos con respecto de los principios elementales de la fe cristiana”.

    Asimismo, es responsable en gran medida de la dilución de la devoción de innumerables cristianos por su fe. Hoy, las implicancias, inferencias e insinuaciones de la palabra “judío”, para la gran mayoría de los cristianos inteligentes e informados, son contradictorias y están en total conflicto con indiscutibles hechos históricos. Los cristianos que ya no se dejan engañar, sospechan del clero cristiano, que repite hasta la saciedad su cancioncilla favorita: “Jesús era judío”. De hecho, ésto roza la psicosis.

    Innumerables cristianos saben hoy que han sufrido “lavado de cerebro” por parte del clero cristiano sobre el asunto de que “Jesús era judío “… También están cada vez más alertados de por qué los llamados o autoproclamados “judíos” de todo el mundo, durante tres siglos, han gastado incontables sumas de dinero para inventar la ficción de que los “judeanos” en la época de Jesús eran “judíos”, y que “Jesús era judío”.

    La evolución forzada de la palabra “judío” es similar a la de la palabra “gay”. Gay = alegre se convirtió en gay = homosexual. Intente decirle a alguien feliz (y que no sea homosexual), que se alegra de que sea tan “gay”, y verá qué pasa.

    Otro ejemplo es que, cuando muchos cristianos hoy interactúan con un judío que acaban de conocer, su reacción inmediata es decir: “Oh, Jesús también era judío”. Lo que inadvertidamente dicen es: “Oh, Jesús también era fariseo”.

    ¡Qué blasfemia!

    Una palabra es lo que es según el significado de su tiempo. Hoy en día, la palabra “judío” está tan arraigada en la descripción de quien sigue el fariseísmo (o judaísmo), que ha sido completamente vaciada de su significado original. Por lo tanto, ya no describe a un judaíta o judeano, la palabra original en la Biblia traducida. Por eso debe ser eliminada de la Biblia traducida, porque sólo crea confusión en la mente cristiana; y esa misma confusión es precisamente lo que las fuerzas satánicas buscan para derrocar a los cristianos como el nuevo Pueblo Elegido ‒escogidos para amar y hacer el bien‒, y para calumniar a Cristo llamándolo fariseo.

    “Dios no es autor de confusión…” 1 Corintios 14:33

    Dado que el Freedman se refirió a un grupo de presión internacional que influyó en el significado secundario de la palabra “judío” en relación con los seguidores del fariseísmo, y dado que también mencionó que estaba bien financiado y que gastaba cantidades incalculables de dinero, la única manera de descubrirlo realmente es remontarse al siglo XVIII y desenterrar el DINERO que lo sustenta. Al fin y al cabo, el dinero manda, y todo lo demás flota.

    A mediados del siglo XVIII, una familia se destacó como la familia del DINERO por excelencia: los judíos asquenazíes nacidos en Alemania, conocidos como los Rothschild.

    Wikipedia explica:

    El ascenso de la familia a la fama internacional comenzó en 1744, con el nacimiento de Mayer Amschel Rothschild en Frankfurt del Meno, Alemania. Era hijo de Amschel Moses Rothschild (nacido alrededor de 1710), un cambista que había comerciado con el príncipe de Hesse. Nacido en la Judengasse, el ghetto de Frankfurt, Mayer fundó una casa financiera y expandió su imperio instalando a cada uno de sus cinco hijos en los cinco principales centros financieros europeos: Londres, París, Viena y Nápoles, además de Frankfurt.

    “Durante el siglo XIX, cuando estaba en su apogeo, algunos creen que la familia Rothschild poseía la mayor fortuna privada del mundo, así como la mayor fortuna privada de la historia mundial moderna”.

    ¿Podría ser que los Rothschild fueran los que estaban detrás de este “grupo de presión” que se apropió de la palabra judío, y secuestró la palabra judaísmo como parte de su plan maquiavélico?

    Si así fuera, ¿qué ganarían?

    En realidad, hay dos buenas razones por las que los Rothschild estarían absolutamente involucrados, si no fuera porque ellos mismos son los creadores de dicho plan de conquista.

    1. Tenían una visión insidiosamente perversa.

    Querían transformar Palestina en su nueva patria, Israel, ya que ellos y sus compatriotas asquenazíes habían perdido su patria, Jazaria.

    “Tras la muerte de James Jacob de Rothschild en 1868, su hijo mayor, Alphonse Rothschild, asumió la gestión del banco familiar y fue el más activo en el apoyo a Eretz Israel”, aclara Wikipedia .

    Los archivos de la familia Rothschild muestran que, durante la década de 1870, la familia contribuía con casi 500.000 francos anuales a la Alianza Israélite Universelle en nombre de los judíos orientales. El barón Edmond James de Rothschild, hijo menor de James Jacob de Rothschild, fue uno de los promotores del primer asentamiento en Palestina, en Rishon-LeZion, y compró a terratenientes otomanos partes de las tierras que hoy conforman el actual Israel.

    En 1917, Walter Rothschild, segundo barón Rothschild, fue el destinatario de la Declaración Balfour para la Federación Sionista, por la que el gobierno británico se comprometió a establecer un hogar nacional para el pueblo judío en Palestina.

    En 1924, el barón Edmond James de Rothschild fundó la Asociación de Colonización Judía de Palestina (PICA), que adquirió más de 50.586 hectáreas (125.000 acres) de tierra, y emprendió negocios. En Tel Aviv hay una calle, el boulevard Rothschild, que lleva su nombre, así como varias localidades de Israel que ayudó a fundar, como Metulla, Zikhron Ya’akov, Rishon Lezion y Rosh Pina.

    Los Rothschild también desempeñaron un papel importante en el financiamiento de la infraestructura gubernamental de Israel. James A. de Rothschild financió el edificio de la Knéset como regalo al Estado de Israel, y el edificio de la Corte Suprema de Israel fue donado por Dorothy de Rothschild.

    Así, en connivencia con el Imperio Británico, los Rothschild conspiraron para crear el estado de Israel en la tierra robada de Palestina. Al parecer, se cansaron de estas compras aleatorias de tierras. Querían el paquete completo. Así que se lo tragaron todo, Palestina entera, utilizando al ejército británico (de forma muy similar a como el AIPAC utiliza al ejército estadounidense para librar todas estas guerras en Oriente Medio en beneficio de Israel).

    Sólo el poderoso dinero pudo haber hecho realidad algo de esa magnitud. ¿Qué otros individuos en la historia conoce que hayan logrado algo de tal magnitud? No todos los días se puede comprar un país ‒en este caso, robarlo‒, sobre todo porque al hacerlo se pone en riesgo al mismo Imperio que lo ayuda. En consecuencia, y debido a dicho riesgo, se necesitó algo más que dinero para la realización de un plan tan audaz.

    “Las iglesias tradicionales de Estados Unidos en el siglo XIX nunca tolerarían una ocupación judía de la tierra natal de Jesús”, explicó el autor CE Carlson. Por lo tanto, los ashkenazíes necesitaban un milagro.

    Necesitaban ser reconocidos por Occidente como el verdadero Israel de Dios para mantener a la población de los imperios cristianos calmada y complaciente, mientras intentaban robar la Tierra “Santa” , que desde un punto de vista religioso estaba mayoritariamente controlada en ese momento por la Iglesia/Imperio Católico, gracias a sus muchas cruzadas para derrocar a los musulmanes “infieles”.

    Así que el fariseísmo o rabinismo se convirtió en judaísmo, mientras que sus seguidores se convirtieron milagrosamente en los “judíos” de la Biblia. ¿Quién dijo que el dinero no compra milagros?

    Cuando los asquenazíes finalizaron su naturalización como “judíos” de la Biblia, enviaron un mensaje contundente al mundo cristiano: los “parientes” de Cristo aún existían y, por lo tanto, tenían derecho, según las “profecías bíblicas”, a regresar a su “patria”, Israel (llamada temporalmente Palestina para ellos, a pesar de que los asquenazíes y todos los demás “judíos” racialmente identificables no tienen ni remotamente parentesco con nuestro Señor Jesucristo, y ninguno de sus antepasados ​​vivió jamás ni al este ni al oeste del Jordán).

    Por lo tanto, para iniciar y mantener viva la ilusión de que la creación del Israel moderno fue resultado de “profecías bíblicas”, financiaron numerosas “biblias de comentario”, como la Biblia de Referencia Scofield, con comentarios deliberadamente erróneos sobre el regreso de los “judíos” a “su patria”, junto con la invención de la teología antibíblica del rapto y referencias engañosas sobre el “antisemitismo” como pecado. También mantuvieron a sueldo a predicadores comprometidos, como John Hagee, para que constantemente lavaran el cerebro del rebaño, escupiendo su bilis demoníaca en referencia a los “judíos” israelíes como el “Pueblo Elegido” de Dios.

    Y, por si fuera poco, no sólo desempolvaron la lengua hebrea muerta del basurero de las lenguas olvidadas para convertirla en el dialecto oficial de Israel, sino que también resucitaron el antiguo Tribunal del Sanedrín que condenó a muerte a Cristo, para amenazar con la ira de los “Elegidos de Dios” a quienes se atrevan a contradecir la visión sionista de que la totalidad de la tierra robada de Palestina pertenece a Israel.

    1. Querían respeto, control, poder y posiblemente hasta adoración.

    Al pretender seguir el judaísmo, “la doctrina de Judá” (por inferencia, la doctrina que Cristo el judío practicó), y al pretender ser judíos (por inferencia, judaítas), los Rothschild y sus hermanos farisaicos serían vistos bajo una luz completamente nueva por los cristianos occidentales.

    Los cristianos ya no los compararían con los temibles fariseos de antaño, a quienes Jesús reprendía constantemente. Ya no los representarían como hijos del Diablo.

    Y ya no serían tratados como paganos farisaicos y cerdos merecedores de calumnia, como los europeos que solían considerarlos como seguidores del fariseísmo.

    Ahora serían vistos como aquellos de Judá que escaparon y esperaron la salvación de Dios.

    Al convertirse en judíos que practicaban el judaísmo, los ashkenazíes se posicionaron a sí mismos y a sus correligionarios en la mente de los cristianos como aquellos a quienes Dios no ha rechazado.

    Digo, pues: ¿Acaso Dios ha rechazado a su pueblo? ¡En ninguna manera! Romanos 1:11

    Por implicación, se convirtieron en el pueblo elegido.

    De este modo, todos los seguidores del fariseísmo ya no serían identificados por el mundo exterior como ashkenazíes, sefardíes, samaritanos, europeos o africanos, sino simplemente como judíos, parientes de Jesucristo, el Dios del mundo occidental.

    Así, “judaísmo” y “judío” se convirtieron en los términos revisionistas inmediatos que los historiadores se esforzaron por aplicar, ya que el incentivo económico era extremadamente tentador. Como resultado, los términos que se utilizaban para describir a los seguidores del fariseísmo y su religión, fueron depurados (al igual que cuando los negros quisieron que ya no se les llamara negros). Ésto, a su vez, provocó que escritores comprometidos de todo tipo siguieran el ejemplo, buscando cualquier excusa para explotar la palabra “judío” en referencia a los prosélitos del fariseísmo o a los rabinistas.

    Por ejemplo, los dramaturgos anteriores al siglo XVIII empleaban la palabra IEWE (Iewe es inglés antiguo y significa jehudita/judaíta o judeano) en sus obras, pero a diferencia de la palabra judío, se pronunciaba Yee-hoo-wee, esforzándose al máximo para imitar la fonética hebrea original de Ye-hu-wdiy. Su uso nunca pretendió describir a un judío en el sentido de la persona religiosa que conocemos hoy, pero eso no les importaba a quienes tenían en mente el revisionismo.

    Por ejemplo, en El mercader de Venecia, Shylock el judío de Shakespeare fue una creación ficticia que tomó prestada su obvia tautología de los cambistas judíos bíblicos, a quienes Jesús azotó y expulsó del Templo. Su creación no pretendía imitar a los rabinos de la época de Shakespeare. Sin embargo, se lo ha interpretado erróneamente y de forma generalizada como “judío” en el sentido moderno.

    En su artículo ¿Era Shylock judío?, la profesora Emma Smith lo aclaró así:

    Que “judío” (Iewe) sea un adjetivo en lugar de un sustantivo un atributo de una persona que no siempre, ni solamente, denota religión o raza, es común en el inglés de la época moderna temprana … En la época moderna temprana, el significante “judío” (Iewe) se había desvinculado, al menos parcialmente, del significado racial o religioso con el que ahora se asocia firmemente … R. H. Tawney junto con la propia biografía de Shakespeare demostró hace mucho tiempo que el préstamo de dinero isabelino no era “una profesión, sino un empleo secundario”. Por lo tanto, la asociación de la época moderna temprana entre judíos y préstamo de dinero fue casi siempre una ficción deliberada …

    Shakespeare no era antijudío como algunos alegan, y Shylock tampoco fue creado para difamar a quienes hoy son conocidos como judíos, especialmente cuando fue escrito en una época en que los “judíos” eran llamados rabinistas (seguidores del Talmud de Babilonia), y todos sabían que no eran de la tribu de Judá.

    Sin embargo, historiadores y críticos comprometidos complicaron el asunto del usurero, y lo rediseñaron para interpretarlo como antijudío, tal como tergiversaron El iewe rico de Malta, de Christopher Marlowe, para convertirlo en El judío rico de Malta. Como señaló el profesor Smith: “… la representación del antisemitismo nos resulta más interesante y significativa …”.

    Con una disposición intelectual y religiosa tan favorable que solo el dinero podía comprar, los Rothschild ahora tenían la libertad sociológica para amasar sus fortunas mediante guerras, usura y dinero fiduciario de sus propios bancos centrales, en colaboración con sus hermanos asquenazíes. Ésto, a su vez, les permitió acumular más poder, controlar los acontecimientos mundiales, y despojar a otro pueblo (los palestinos) de su tierra.

    Como “parientes de Jesús”, pensaron con gran previsión que nadie se atrevería a desaprobarlos mientras realizaban sus nefastas actividades. Después de todo, los judíos son “los elegidos de Dios” y, como tal, Dios es quien los bendice.

    Así que, manos fuera.

    Pero si ‒Dios no lo quiera‒ fueran mal vistos, siempre podrían comprar a sus detractores, o acusarlos de ser teóricos de la conspiración, o incluso destruir sus vidas etiquetándolos como antisemitas, cuando los judíos ni siquiera son semitas.

    “… es imposible cambiar la composición genética de caucásica a semítica; lo que anula automáticamente su reclamo de regresar a Israel, la tierra de sus antepasados, porque sus antepasados ​​nunca estuvieron en el Israel bíblico, explicó Benjamin Disraeli, un ex judío que se convirtió al cristianismo y fue primer ministro victoriano de Gran Bretaña, refiriéndose a sus compatriotas ashkenazíes que estaban migrando de Rusia y Europa del Este a Palestina, con vistas a convertir el país árabe en Israel.

    Así pues, he aquí que la realidad de los fariseos modernos se recalibraba. “¡Abracadabra!”, cantó el genio, y allí estaban: los seguidores de la doctrina de Judá, los “judíos” de la Biblia, los hebreos elegidos ‒cuando en realidad, todos los hebreos están irreversiblemente muertos.

    “Vinimos a este país (Palestina) que estaba poblado por árabes, y estamos estableciendo un estado hebreo, es decir, un estado judío allí”, vomitó el general ashkenazí-israelí Moshe Dayan, ahora fallecido y pronto arderá en el infierno como criminal de guerra.

    ¡Oh, el engaño!

    “Porque no hay nada oculto que no haya de ser descubierto, ni secreto que no haya de ser conocido ni puesto de manifiesto.” Lucas 8:17

    PASO 2

    “Dadme el control del dinero de una nación. y no me importa quién haga sus leyes” – Mayer Amschel Bauer Rothschild

    Los Rothschild y sus socios asquenazíes comenzaron su control internacional del dinero en Europa, y desde allí lo extendieron por todo el mundo.

    Wikipedia y la Enciclopedia Judía lo aclaran así:

    La estrategia de Mayer Rothschild consistía en mantener el control de sus bancos en manos familiares, lo que les permitía mantener total secreto sobre el tamaño de sus fortunas. Alrededor de 1906, la Enciclopedia Judía señaló: “La práctica iniciada por los Rothschild de que varios hermanos de una firma establecieran sucursales en diferentes centros financieros del mundo, fue seguida por otros financistas judíos, como los Bischoffsheim, los Pereire, los Seligman, los Lazard y otros, quienes obtuvieron crédito no sólo de sus colegas judíos, sino de la comunidad bancaria en general. De esta manera, los financistas judíos obtuvieron una participación cada vez mayor en las finanzas internacionales durante mediados y el último cuarto del siglo XIX. La cabeza de todo el grupo era la familia Rothschild …”.

    Dicha participación en las finanzas internacionales alcanzó su máximo auge en 1913, cuando finalmente fue establecido el Banco Central en Estados Unidos. Sería conocido como el Sistema de la Reserva Federal. Lograron implementarlo mediante sobornos al gobierno y al Congreso de los Estados Unidos.

    Este método era necesario porque el Sistema de la Reserva Federal es en realidad una empresa privada que pretende ser una institución del gobierno de los Estados Unidos: el Presidente de los Estados Unidos nombra a un Presidente de la Reserva Federal, a quien el Senado confirma, en gran medida para consumo público, ya que dicho presidente no recibe órdenes de ninguno de los dos.

    “El sistema financiero ha sido transferido a la Junta de la Reserva Federal”, explicó el congresista republicano de Minnesota, Charles A. Lindbergh Sr., en 1923. “Esta Junta administra el sistema financiero por autoridad de un grupo puramente lucrativo. El sistema es privado, dirigido con el único propósito de obtener las mayores ganancias posibles mediante el uso del dinero ajeno”.

    Para ocultar su plan, los Rothschild y sus cómplices le pusieron a dicho banco central el nombre “FEDERAL” ‒nombre claramente inapropiado‒ para engañar a los estadounidenses crédulos. Un patrón bastante obvio, ¿verdad? Como resultado, la creación del dinero en EE.UU. pasó de los Representantes del Pueblo, a un grupo de hombres adinerados , quienes curiosamente resultaron ser judíos asquenazíes (excepto sus socios simbólicos no judíos).

    1. Bancos Rothschild de Londres y Berlín.
    2. Bancos Lazard Brothers de París.
    3. Bancos Israel Moses Seif de Italia.
    4. Banco Warburg de Hamburg y Antwerp.
    5. Lehman Brothers de New York.
    6. Kuhn, Loeb Bank de New York (actualmente Shearson American Express).
    7. Goldman Sachs de New York
    8. National Bank of Commerce de New York / Morgan Guaranty Trust (JP Morgan Bank, Equitable Life y Levi P. Morton son los principales accionistas).
    9. Hanover Trust de New York (William y David Rockefeller, y Chase National Bank de New York son los principales accionistas).

    Dean Henderson, en su artículo El Cartel de la Reserva Federal, explicó y confirmó claramente la propiedad privada de la Reserva Federal:

    1. W. McCallister, experto en la industria petrolera con conexiones con la Casa de Saud, escribió en The Grim Reaper que la información que obtuvo de banqueros saudíes citaba que 80% del Banco de la Reserva Federal de New York con mucho, la rama más poderosa de la Fed estaba en manos de tan solo ocho familias, cuatro de las cuales residen en Estados Unidos. Estas son:
    • los Goldman Sachs, los Rockefeller, los Lehman Brothers y los Kuhn Loeb de Nueva York
    • los Rothschild de París y Londres
    • los Warburg de Hamburgo
    • los Lazard de París
    • los Israel Moses Seif de Roma

    El contador público Thomas D. Schauf corrobora las afirmaciones de McCallister, añadiendo que diez bancos controlan las doce sucursales del Banco de la Reserva Federal. Menciona:

    • NM Rothschild de Londres
    • Rothschild Bank de Berlín
    • Warburg Bank de Hamburgo
    • Warburg Bank de Ámsterdam
    • Lehman Brothers de Nueva York
    • Lazard Brothers de París
    • Kuhn Loeb Bank de Nueva York
    • Israel Moses Seif Bank de Italia
    • Goldman Sachs de Nueva York
    • JP Morgan Chase Bank de Nueva York

    “Eustace Mullins llegó a las mismas conclusiones en su libro Los secretos de la Reserva Federal , en el que muestra gráficos que conectan a la Fed y sus bancos miembros con las familias de Rothschild, Warburg, Rockefeller y otros.

    El control que estas familias bancarias ejercen sobre la economía global es innegable y se mantiene en secreto, intencionadamente. Su brazo mediático corporativo se apresura a desacreditar cualquier información que exponga a este cártel de la banca central privada, calificándola de “teoría de la conspiración”.

    Woodrow Wilson lamentó amargamente el soborno que aceptó por su participación en la creación de la Reserva Federal: «Soy un hombre sumamente infeliz. Sin darme cuenta, he arruinado mi país. Una gran nación industrial está controlada por su sistema de crédito. Nuestro sistema de crédito está concentrado. Por lo tanto, el crecimiento de la nación y todas nuestras actividades están en manos de unos pocos. Nos hemos convertido en uno de los gobiernos peor gobernados, uno de los más completamente controlados y dominados del mundo civilizado; ya no somos un gobierno de libre opinión, ni un gobierno de convicciones y el voto de la mayoría, sino un gobierno de la opinión y la coacción de un pequeño grupo de hombres dominantes».

    A muchos expertos les encanta explicar que la Reserva Federal es una asociación entre los bancos privados y el Gobierno Federal.

    ¡Disparate!

    Algunas personas piensan que los Bancos de la Reserva Federal son instituciones del Gobierno de los Estados Unidos: son monopolios privados que se aprovechan de la gente de estos Estados Unidos para su propio beneficio y el de sus clientes extranjeros; especuladores y estafadores extranjeros y nacionales; y prestamistas ricos y depredadores”, aclaró el Honorable Louis McFadden, presidente del Comité de Banca y Moneda de la Cámara de Representantes en la década de 1930.

    ¡Qué lástima para quien cree que la Reserva Federal se rige por las reglas del Gobierno Federal! La única regla que conoce es la que enriquece a sus miembros secretos y no tan secretos, sin importar cuánto destruya la economía estadounidense.

    “La mayoría de los estadounidenses desconoce por completo el funcionamiento de los prestamistas internacionales”, reveló el senador republicano de Arizona Barry Goldwater en la década de 1950. “Las cuentas del Sistema de la Reserva Federal nunca han sido auditadas. Opera fuera del control del Congreso, y manipula el crédito de Estados Unidos”.

    Según Forbes, sólo en 2008 la Reserva Federal bajo la tan responsable supervisión del judío asquenazí Ben “Helicóptero” Bernanke asignó por sí sola “más de U$S 16 billones a corporaciones y bancos internacionales, supuestamente para ‘asistencia financiera’”.

    Otras fuentes lo estiman en cerca de U$S 30 billones, el doble del PBI estadounidense. Y no se ha contabilizado nada de ese dinero. Estas transacciones fueron descubiertas sólo tras una “auditoría rápida” que el entonces congresista Dr. Ron Paul logró, milagrosamente, obtener de la Reserva Federal mientras intentaba con insistencia que los estadounidenses prestaran atención al hermético banco.

    Entonces, ¿quién se llevó realmente todo ese dinero? ¿Fueron sólo entre U$S 16 y U$S 30 billones? ¿Y cuánto dinero ha sido robado realmente desde la fundación de la Reserva Federal? Nadie lo sabe. Ni siquiera el Congreso. Y ningún político ha dicho ni una palabra al respecto. Además, fíjense en cómo un robo tan descarado no tuvo repercusión en los grandes medios de comunicación.

    Si usted piensa que estos ashkenazíes que tomaron el control del sistema bancario central de los EE.UU. no abrieron el grifo del dinero para sus compañeros judíos con el fin de crear un dominio judío sobre la economía de los EE.UU. y más allá, entonces es usted más tonto que Judas, que vendió a su Señor por 30 piezas de plata.

    “… los judíos tendrán en sus manos todas las propiedades del mundo entero”, predijo Baruch Levi en su Carta a Karl Marx, La Revue de Paris, pág. 574, 1 de Junio de 1928.

    No es de extrañar que casi la mitad de los multimillonarios estadounidenses (“la mitad” es lo que nos dicen) sean judíos asquenazíes . Y no es casualidad que dominen todas las grandes corporaciones estadounidenses, especialmente su férreo control sobre los medios de comunicación tradicionales, las redes sociales, las grandes farmacéuticas y el complejo financiero-digital-militar.

    “Para esclavizar a la mayoría, los codiciosos comenzaron a apropiarse y acumular los bienes básicos, manteniéndolos bajo llave, para poder acaparar estas riquezas. Lo hicieron no por el bien de la humanidad (que no les pertenecía en absoluto), sino para acaparar todo como producto de su codicia y avaricia. En nombre de la justicia, promulgaron leyes injustas para sancionar sus robos y su avaricia contra el poder de la multitud. De esta manera, se valieron tanto de la autoridad como de la fuerza de las armas o de la maldad manifiesta” ‒escribió el economista Michael Hudson.

    Al controlar la oferta monetaria, pueden comprar cualquier cosa y a cualquier persona, cualquiera que sirva al dios del DINERO. Dicho control incita a los financieros judíos a controlar al gobierno estadounidense, que a su vez controla el mundo .

    El corazón del gobierno estadounidense es el Congreso. Está lleno de Judas que han vendido su país al dios del DINERO.

    “Estados Unidos es simplemente una oligarquía donde el soborno político ilimitado es la clave para conseguir las nominaciones presidenciales o ser elegido presidente”, reveló el expresidente Jimmy Carter. “Y lo mismo aplica a los gobernadores, senadores y congresistas estadounidenses”.

    Por eso todos los políticos estadounidenses, y en especial los congresistas (salvo unos pocos), se doblegan ante el AIPAC (conocido secretamente como el Comité de Acción Política Ashkenazi-Israelí), sus sobornos , su control de la corrupta Reserva Federal y su actitud traicionera, la que favorece a Israel por encima de los intereses estadounidenses. Todo lo que Israel desea incluida la ayuda financiera masiva, la esclavitud sexual y la pedofilia, el tráfico de órganos y el asesinato sin sentido, el terrorismo y las guerras lo consigue.

    Como dijera Pat Buchanan: “El Congreso es territorio ocupado por Israel”.

    El dios del DINERO

    El único político estadounidense moderno que se enfrentó al dios del DINERO fue el presidente John F. Kennedy, quien se opuso rotundamente al programa nuclear israelí. Tanto es así que advirtió al primer ministro israelí Ben Gurión que “el compromiso y el apoyo de este gobierno a Israel podrían verse seriamente comprometidos”.

    A sabiendas de la conexión judía con la Reserva Federal, para proteger la moneda estadounidense JFK firmó la Orden Ejecutiva 11110, que autorizaba al Tesoro estadounidense a emitir certificados de plata y acuñar dólares de plata. De haber sido implementada en su totalidad, esta inteligente decisión habría dejado a la Reserva Federal fuera de servicio. Curiosamente, cinco meses después de emitir dicha orden, fue asesinado: los certificados de plata y los dólares fueron arrojados al olvido, y el programa nuclear del Israel del apartheid llegó a su máximo esplendor.

    En una entrevista con la esposa de Lee Harvey Oswald ‒presunto asesino de JFK‒, ésta fue citada por el autor A. J. Weberman diciendo: “La respuesta al asesinato de Kennedy está en la Reserva Federal [controlada por los Rothschild]. Es un error culpar sólo a James Jesus Angleton y a la CIA. Son todos dedos de la misma mano. Quienes controlan el dinero están por encima de la CIA”.

    Ni siquiera el presidente de Estados Unidos es rival para el dios del DINERO y su mano oculta. El pobre Kennedy (y posteriormente su hermano y su hijo, quienes tenían ambiciones presidenciales y prometieron llevar ante la justicia a los verdaderos asesinos de JFK) tuvo que ser un ejemplo para advertir a todos los políticos estadounidenses que se cuidaran de confrontar a los demonios en su guarida.

    El presidente James Madison conocía la veta asesina de los banqueros centrales cuando dijo: “La historia registra que los cambistas de dinero han utilizado toda forma de abuso, intriga, engaño y medios violentos posibles para mantener su control sobre los gobiernos mediante el control del dinero y su emisión”.

    ¿Y quién protege a los banqueros centrales de la Reserva Federal de la ira del pueblo estadounidense y de los pocos patriotas dentro del gobierno de Estados Unidos? El apartheid israelí, con su arsenal nuclear, sus armas biológicas, su red de espionaje, asesinatos y chantaje, sus agentes extranjeros dentro de Estados Unidos que operan diversas organizaciones judías como el AIPAC, que definen la agenda judía y manipulan al gobierno de Estados Unidos mediante sobornos e intimidación, y su ejército sanguinario que ocupa un país robado que les sirve de base.

    CONCLUSIÓN

    Jesús tenía razón.

    No se puede servir a Dios y al dinero. Hay que elegir.

    El dinero está gobernado por los principados del infierno. Saben que la mayoría de la gente les teme y no los adora ahora, pero que ellos sí lo adorarán. Y cuando lo hacen, sus corazones ya no están dispuestos a adorar genuinamente al Dios verdadero, a quien estos demonios odian.

    Así que esos astutos demonios eligieron cuidadosamente a quién le entregaron el control del dinero. Pero, desafortunadamente para ellos y sus secuaces, Dios es quien tiene la última palabra.

    Además, Jesús ya escribió el final de la historia, y favorece a quienes le adoran:

    “He aquí, yo haré que los de la sinagoga de Satanás que se dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten, vengan y se postren a tus pies, y sepan que yo te he amado” [Apocalipsis 3:9].

    ADDENDUM 1

    La cuestión del dólar estadounidense como moneda de reserva mundial

    Extracto de un artículo de Robert Freeman

    Desde el Acuerdo de Bretton Woods de 1944, la economía global ha utilizado el dólar como moneda principal del comercio internacional. Ésto le ha otorgado a Estados Unidos un privilegio exorbitante debido a que puede emitir un flujo ilimitado de cheques sin fondos al mundo, ya que los países necesitan dólares para comerciar internacionalmente. Estados Unidos les vende dólares mediante la emisión de deuda del Tesoro, un medio de intercambio internacional universalmente fungible.

    Una de las consecuencias de este acuerdo es que ha permitido a Estados Unidos gastar mucho más que lo que podía, acumulando una deuda de U$S 32 billones desde 1980, cuando su deuda nacional apenas ascendía a U$S 1 billón. Estados Unidos utiliza esta deuda para ‒entre otras cosas‒ financiar su gigantesco ejército con sus 800 bases militares en todo el mundo, que utiliza para cometer actos como la destrucción de Serbia, Libia, Irak, Afghanistan, Siria, Somalia y una serie de atentados menores contra otros países. Todo el mundo lo ve y siente repulsión.

    El mundo ve cómo la hegemonía del dólar respalda la capacidad de Estados Unidos para llevar a cabo o intentar golpes de estado en Honduras, Venezuela, Perú, Bolivia, Kazajistán, Pakistán, Myanmar, Bielorrusia, Egipto, Siria y, por supuesto, Ucrania, entre otros. Y éstos son sólo los casos de las últimas dos décadas.

    La misma hegemonía del dólar financió las depredaciones estadounidenses a finales del siglo XX contra Irán, República Dominicana, Guatemala, Vietnam, Nicaragua, Cuba, Chile, Congo, Brasil, Indonesia y docenas de otros países. Una vez más, el resto del mundo lo ve. Los ciudadanos estadounidenses, absortos en su hermética burbuja mediática, no.

    El mundo vio cómo Estados Unidos robó U$S 300.000 millones de fondos rusos depositados en bancos occidentales, como parte de su régimen de sanciones contra Rusia por su papel en la guerra de Ucrania. Ha visto cómo Estados Unidos ha llevado a cabo robos similares contra fondos denominados en dólares de Venezuela, Afghanistan e Irán. Observa cómo el aumento de las tasas de interés por parte de la Reserva Federal para atender las necesidades estadounidenses provoca la fuga de capitales de otros países y la depreciación de sus monedas, lo que genera escaladas de precios. Ningún país del mundo ha quedado indemne.

    El impacto acumulativo de estos hechos es que muchos países preferirían no verse sometidos a las consecuencias negativas, tanto implícitas como explícitas, de la hegemonía del dólar. También desean eliminar el “privilegio exorbitante” del que, según creen, Estados Unidos ha abusado en detrimento individual y colectivo.

    Han comenzado ‒de nuevo, liderados por Rusia y China‒ a construir un sistema financiero y comercial internacional que no depende del dólar, sino que utiliza las monedas locales de los países, el oro, el petróleo u otros activos para el comercio. Ésto cobró especial impulso el año pasado, cuando Arabia Saudita anunció que comenzaría a aceptar el yuan chino a cambio de su petróleo. El petróleo es el producto básico más valorado del mundo en el comercio internacional, por lo que se percibe que se está rompiendo un dique.

    Pasarán años antes de que se diseñe un sustituto igualmente funcional del dólar, pero lo que comenzó hace unos años como un goteo, ha cobrado impulso y urgencia como consecuencia de las acciones de Estados Unidos en Ucrania. Cuando el dólar deje de ser la moneda de reserva internacional mundial, y las naciones no necesiten dólares para comerciar entre sí, Estados Unidos ya no podrá financiar sus enormes deficits presupuestarios y comerciales emitiendo cheques sin fondos. La retirada será dolorosa y limitará en gran medida el papel de Estados Unidos como hegemón global.

    ADDENDUM 2

    Los destructores del mundo

    Por el Biblicist Institute

    “Nosotros, los judíos, los destructores, seguiremos siendo destructores para siempre.” – Maurice Samuel

     

     

    Revolución bolchevique: Los bolcheviques judíos, que tomaron el gobierno ruso en la década de 1910, mataron a 66 millones de cristianos, incluidos 200.000 miembros del  clero cristiano, y  destruyeron  40.000 iglesias.

    Primera Guerra Mundial: Gran Bretaña estaba perdiendo la guerra contra Alemania. Los sionistas intervinieron y manipularon al presidente Wilson para que Estados Unidos entrara en la guerra y los ayudara. A cambio, los judíos pidieron al Imperio Británico que les cediera Palestina para crear Israel. Su deseo fue cumplido con la Declaración Balfour de 1917, que costó al mundo 18 millones de muertos.

    Segunda Guerra Mundial: Los sionistas fomentaron esa guerra (tal como lo hacen hoy con Irán y otros países de Medio Oriente) para que los judíos europeos se sintieran amenazados. El engaño funcionó, pues los judíos europeos huyeron en masa a Palestina y ocuparon las casas de los palestinos, quienes fueron desalojados a punta de pistola y luego masacrados o expulsados ​​de sus tierras hacia países árabes vecinos. Con suficientes judíos sobre el terreno, en 1948 fue creado Israel con un costo de 80 millones de muertos.

    Guerra Mundial contra el Terror: En connivencia con sus políticos comprados y pagados en el gobierno estadounidense, los neoconservadores judíos perpetraron su acto terrorista del 11-S. Luego, convenientemente, culparon a los musulmanes para obtener luz verde para destruir Medio Oriente utilizando los ejércitos de EE.UU., la OTAN y los grupos terroristas que financian, con el objetivo final de crear el Gran Israel. Hasta el momento, el número de muertos asciende a 27 millones, incluyendo cristianos.

    Tercera Guerra Mundial:  Con Rusia protegiendo a Siria e Irán del plan maquiavélico de Israel, ¿lograrán los sionistas llevar al mundo una vez más al borde del desastre para crear el Gran Israel? Si lo logran, ¿provocarán su caída?

    Sequitur: Como corresponde a lo engañadores y asesinos que son, los victimarios sionistas del mundo se camuflan descaradamente como víctimas, con Israel ‒su monstruoso engendro‒ continuando su sangriento legado. De hecho, el apartheid israelí es una plaga, un cáncer que debe ser combatido.

    Llamamiento: Toda persona consciente debería llevar a cabo un boicot personal a Israel y a todo lo que allí se fabrica.

     

     

     

    Traducción: Ms. Lic. Cristian Vasylenko

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