Las políticas de nuestro nuevo presidente para Medio Oriente son, lamento decirlo, un desastre para quienes apoyamos la política exterior no intervencionista. Hace más de un año que se libra una guerra entre Israel y Hamas. Mientras escribo ésto, hay una frágil tregua, pero ¿quién sabe cuánto durará? Gaza es ahora una zona devastada, porque en su despiadada campaña para destruir a Hamas, Israel ha asesinado a muchos civiles, ha destruido sus hogares, y ha reducido a muchos otros a la inanición. Las enfermedades proliferan, pero los hospitales han sido bombardeados, lo que impide una respuesta médica al brote de enfermedades. He aquí un relato del famoso historiador Adam Tooze sobre lo que ha sucedido durante el año pasado: “Antes de la embestida, Gaza era un espacio compacto, con agrupaciones de densos asentamientos urbanos. Es comparable en población y tamaño no a Khartoum, la capital de Sudan, sino a la vecina Omdurman, la segunda área metropolitana de Sudan. Omdurman tiene una población de 2,3 millones de habitantes repartidos en 600 kms cuadrados. En Gaza viven 2,1 millones de personas en 350 kilómetros cuadrados. En las zonas más densamente pobladas de las áreas urbanas de Gaza, el ejército israelí ha desatado una potencia de fuego extraordinaria. Ya en Diciembre de 2023, John Paul Rathbone, el corresponsal de seguridad del Financial Times, concluyó que Israel estaba infligiendo a Gaza uno de los bombardeos más pesados y concentrados de la historia militar. En abril de 2024, Euro-Med Civil Rights Monitor estimó la cifra de municiones utilizadas en 70.000 toneladas de explosivos. A modo de comparación, esa cifra es diez veces mayor que el tonelaje arrojado en el famoso bombardeo sobre la ciudad alemana de Dresden en Febrero de 1945. Es cuatro veces y media la fuerza explosiva de la bomba atómica que aniquiló Hiroshima en Agosto de 1945. En Noviembre de 2024, la Autoridad de Calidad Ambiental de la Autoridad Palestina estimó que en poco más de un año, el bombardeo israelí de Gaza había arrojado no menos de 85.000 toneladas de explosivos. El resultado en Gaza es una destrucción de una intensidad pocas veces vista en la historia de la guerra. Es inimaginable en la guerra civil de Sudan, que se libra con mucho menos equipo militar. En ningún lugar de Sudan se ha sufrido una destrucción tan concentrada como la sufrida en Gaza. Lo que ha permitido esta concentración de potencia de fuego no son sólo los propios recursos de Israel, sino también la generosa ayuda estadounidense. Promovida con entusiasmo por la administración Biden, y apoyada por grandes mayorías en el Congreso, ésto ha representado una proporción muy alta de los explosivos utilizados”.
“En Gaza, más de la mitad de todos los edificios han resultado dañados. En la ciudad de Gaza, esa proporción es superior a 80%. No es de extrañar que los estragos se extiendan a las 12 universidades de Gaza, todas ellas destruidas total o parcialmente. Al mismo tiempo, la intensidad del fuego y las órdenes de las Fuerzas de Defensa de Israel han desplazado brutalmente a prácticamente toda la población, haciendo imposible que continúe la vida normal. Si la educación y las becas han continuado −y lo han hecho− es sólo gracias a la determinación y valentía intrépidas de los profesores y estudiantes palestinos. No sólo el daño al sistema educativo es claramente mucho más amplio que el sufrido en Sudan, o en cualquier otro lugar del mundo, sino que el tipo de redes de comunicación que permiten a los investigadores educativos evaluar la escala del daño en Sudán en términos relativamente precisos, ya no existen en Gaza. Es un escenario de ruina total”.
Es obvio lo que Estados Unidos debería hacer en esta situación, o más bien no hacer. No es nuestro trabajo imponer un acuerdo de paz, pero debemos cortar completamente toda la ayuda financiera estadounidense, y los envíos de todo tipo de armas y explosivos a la zona. Deberíamos tratar de poner fin a los vínculos entre AIPAC y el Congreso. Ciertamente no deberíamos hacer nada que apoye los planes del primer ministro israelí Bibi Netanyahu de tomar el control de Gaza y expulsar a un gran número de habitantes de Gaza.
Hasta ahora Trump ha hecho lo contrario. Ha llegado al punto de sugerir limpiar toda el área de Gaza, vaciándola de todos sus residentes. ¿Por qué debería Estados Unidos apoyar el inhumano plan de privar a un pueblo de su patria? He aquí un relato de la propuesta de Trump: “Bueno, eso no tomó mucho tiempo. El presidente Trump ha dicho que quiere ´limpiar´ Gaza y reubicar a su población en los estados clientes de EE.UU., Egipto y Jordania lo que, por supuesto, sería un ejemplo clásico de limpieza étnica. También se alinearía perfectamente con las agendas israelíes de larga data de expulsar a los palestinos de su patria para que su territorio pueda ser ocupado y colonizado por judíos. Hablando con la prensa a bordo del Air Force One el Sábado, Trump dijo que habló con el rey Abdullah II de Jordania sobre la posibilidad de acoger a un gran número de palestinos de Gaza, y dijo que planea hablar con el presidente de Egipto, Abdel Fattah el-Sisi, sobre hacer lo mismo. ´Me gustaría que Egipto acogiera a la gente y me gustaría que Jordania acogiera a la gente´, dijo Trump a los periodistas, diciendo que ´la Franja de Gaza es un verdadero desastre´ y ´literalmente un sitio de demolición´. ´Estamos hablando de probablemente un millón y medio de personas, y simplemente limpiamos todo eso´, dijo Trump”.
Trump simpatiza con los esfuerzos de Netanyahu por expandir los asentamientos israelíes en Gaza. ¿Por qué debería Estados Unidos apoyar una política tan descaradamente injusta? “El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anuló el Lunes las sanciones impuestas por la anterior administración Biden contra grupos de colonos israelíes de extrema derecha e individuos acusados de estar involucrados en la violencia contra los palestinos en la Cisjordania ocupada, según informó el nuevo sitio web de la Casa Blanca. El sitio web dijo que Trump anuló la Orden Ejecutiva 14115 emitida el 1 de Febrero de 2024, que autorizó la imposición de ciertas sanciones ´a personas que socaven la paz, la seguridad y la estabilidad en Cisjordania´. La decisión de Trump es la reversión de una importante acción política de la administración del expresidente Joe Biden, que había impuesto sanciones a numerosas personas y entidades colonas israelíes, congelando sus activos estadounidenses y prohibiendo en general a los estadounidenses tratar con ellos. Mientras gran parte de la atención mundial se ha centrado en la guerra en Gaza, la creciente violencia de los colonos israelíes contra los palestinos en Cisjordania, y las apropiaciones de tierras en el territorio ocupado, han suscitado preocupación entre algunos de los aliados occidentales de Israel”.
Según el periódico The Times of Israel, Trump también ha declarado la suspensión temporal del envío de bombas “antibunker” a Israel: “El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dijo el Sábado por la noche que había levantado la suspensión impuesta por el expresidente Joe Biden al envío de bombas de 2.000 libras para Israel. ´¡Muchas cosas que fueron ordenadas y pagadas por Israel, pero que no han sido enviadas por Biden, están en camino!´, escribió Trump en su aplicación de redes sociales Truth Social, sin proporcionar más detalles. También el Sábado, Trump dijo a los periodistas a bordo del Air Force One: ´Las liberamos (las bombas). Las liberamos hoy. Y las tendrán. Pagaron por ellas, y las han estado esperando durante mucho tiempo. Han estado almacenadas´”.
Trump también es muy favorable al AIPAC, y Miriam Adelson, la viuda de Sheldon Adelson, que apoya la política exterior “Israel Primero”, es personalmente cercana a Trump y fue una importante donante a su campaña presidencial: “Los espectadores que sintonizaron temprano las transmisiones de la ceremonia de investidura del presidente estadounidense Donald Trump el Lunes pudieron ver a una mujer con cabello largo y blanco de pie junto a Hillary Clinton, hablando animadamente con la jefa de gabinete de Trump, Susie Wiles. La mujer era Miriam Adelson, la megadonante pro-israelí que ayudó a impulsar a Trump a ambas victorias electorales, y que organizó un baile inaugural junto a Mark Zuckerberg, el CEO de Meta, que más recientemente se ha involucrado con Trump. Adelson, de 79 años, nacida en Tel Aviv y criada en Haifa, es una importante financiadora de la actividad política pro-israelí, y una prolífica donante a causas judías, continuando un legado que construyó con su difunto esposo, el magnate de los casinos Sheldon Adelson. Adelson le dio a la campaña de Trump al menos U$S 100 millones en Octubre, lo que la convirtió en la tercera mayor donante a su campaña, después de Elon Musk, que desempeña un papel clave en la administración, y el multimillonario solitario Timothy Mellon”.
Hagamos todo lo posible para instar a Trump a que se mantenga alejado de Medio Oriente, deje de enviar dinero allí, y deje de apoyar la expansión israelí. ¡Manténgase alejado!
Traducción: Ms. Lic. Cristian Vasylenko