Ésto es Israel. Así es el proyecto sionista. Los niños muertos. Los hospitales destrozados. Los civiles desesperados y hambrientos. Ésto es todo.
No existe una versión alternativa de Israel donde estas cosas no ocurran. La visión sionista de una solución de dos estados y un Israel justo y pacífico, existe únicamente en la imaginación de quienes la imaginan. Nunca ha existido nada parecido. Todo en el estado moderno de Israel es inflexiblemente hostil a esa visión.
O apoya la existencia del Israel que tiene ante Ud., o apoya el fin del apartheid sionista. No hay una tercera opción oculta. No hay otras opciones. Pretender lo contrario es vivir en un mundo de fantasía.
O quiere quemar niños vivos, o no. O quiere matar de hambre deliberadamente a civiles, o no. O quiere bombardear hospitales, o no. O quiere asesinar deliberadamente a periodistas palestinos mientras prohíbe la entrada a periodistas extranjeros en Gaza, o no. O quiere masacrar deliberadamente a civiles y destruir sistemáticamente infraestructura civil para forzar la expulsión de palestinos de un territorio palestino, o no. Y si no lo hace, debe oponerse al estado de Israel.
Eso es Israel, el estado. No sólo Netanyahu. No sólo colonos extremistas. No sólo elementos de extrema derecha dentro del gobierno israelí. Israel mismo. Porque todo lo que vemos hacer a Israel, es el resultado de todo lo que Israel es como estado.
Todo lo que Israel hace, es el resultado de todo lo que siempre ha sido. Tan pronto como Occidente decidió colocar un estado colonial de asentamientos sobre una civilización preexistente, donde los nuevos inmigrantes recibirían un trato preferencial por sobre los habitantes indígenas que ya vivían allí, se hizo inevitable que Israel terminara en la situación en la que se encuentra hoy. Porque no había forma de mantener ese statu quo sin desplazamientos masivos y tiranía, violencia y abusos constantes. No había forma de establecer una sociedad estratificada, donde un nivel se situara por encima del otro, sin adoctrinar a la población para que aceptara ese sistema de apartheid mediante la deshumanización sistemática de los miembros del grupo desempoderado.
Si se establece un statu quo que deshumanice a un grupo de personas y se fabrique el consentimiento para la violencia y el abuso contra ellas, inevitablemente se terminará con un estado de apartheid de extrema derecha que está perpetrando genocidio.
Lo que vemos hoy en Gaza fue inherente al estado de Israel desde su creación.
Todos esos niños muertos en sus redes sociales son el fruto de un árbol cuya semilla fue plantada después de la Segunda Guerra Mundial. Ese árbol ha dado cada vez más fruto, y seguirá haciéndolo mientras siga en pie. Porque ese es precisamente el tipo de árbol que es. El único tipo de árbol que jamás pudo haber sido.
Decir “Apoyo a Israel, pero no apoyo las acciones de Netanyahu en Gaza”, es como decir “Me gusta este manzano, pero sólo cuando da cocos en lugar de manzanas”. Ese no es el tipo de árbol. El manzano sólo dará manzanas, y el árbol del genocidio sólo producirá genocidio.
Los partidarios de Israel evitan confrontar verdades obvias como éstas. El apoyo a Israel depende de una compartimentación psicológica a gran escala. Todo gira en torno de evitar verdades desagradables, en lugar de analizarlas profundamente.
Desviar la mirada de las imágenes de las atrocidades de Israel en Gaza. Desviar la mirada de las contradicciones entre los valores que dicen defender, y todo lo que Israel es como estado. Desviar la mirada de las montañas de evidencia que saltan a la vista. Esa es la única manera de que el apoyo a Israel pueda continuar.
Para convertirnos en una especie guiada por la verdad, debemos dejar de escondernos de las verdades incómodas. Y uno de nuestros escondites favoritos para las verdades incómodas en este momento de la historia, es el estado moderno de Israel y el apoyo que le brinda el imperio occidental.
Traducción: Ms. Lic. Cristian Vasylenko
