Gaza: qué pensaría Rothbard?

    0

    El gran Murray Newton Rothbard nos fue arrebatado demasiado pronto en 1995, a la edad de 68 años. Su muerte dejó un vacío en el movimiento libertario que jamás pudo ser llenado. A menudo añoro su análisis sin filtros, antagonista y no intervencionista sobre los acontecimientos mundiales, especialmente hoy con el conflicto israelí-palestino. ¿Qué pensaría Rothbard de la invasión israelí de Gaza, en represalia por la masacre del 7 de Octubre de 2023 de 1.200 israelíes, 70% de ellos civiles, liderada por Hamas?

    A modo de anticipo, comenzaré examinando el marco de Rothbard sobre la guerra y cómo, en su opinión, debería ser llevada a cabo para estar ajustada a los principios libertarios. A continuación, aplicaré sus criterios a las acciones militares de Israel en Gaza, asumiendo que actúan en defensa propia. Finalmente, intentaré determinar quién es el agresor histórico en el conflicto israelí-palestino desde la perspectiva de Rothbard. Afortunadamente, nos dejó una gran cantidad de material escrito sobre el asunto.

    Primero, algunos antecedentes personales: Mi introducción a la economía austriaca comenzó en 1989 con el descubrimiento del Mises Institute, y con mi asistencia a la Mises University durante una semana en el verano de 1990. La Mises University fue una experiencia intelectual inolvidable. Las conferencias y clases eran impartidas por personalidades del austrolibertarismo: Murray N. Rothbard, Lew Rockwell, Joe Sobran, Hans-Hermann Hoppe, Walter Block, Sheldon Richman, Yuri Maltsev, Jeffrey Herbener y Roger Garrison, entre otros. Sin duda, Rothbard era la estrella del grupo. Como estudiantes, todos teníamos pases para entrar tras bambalinas, lo que nos permitía codearnos con los talentos y explorar sus ideas. Rothbard era conocido por trasnochar conversando con los estudiantes. Disfrutaba de la experiencia, y su risa (más bien una carcajada) era tan inolvidable como contagiosa.

    La amplitud del conocimiento de Rothbard sobre diversos temas era impresionante. Era como cinco genios en uno. Recientemente le pregunté a David Gordon, amigo íntimo de Rothbard y destacado académico con un profundo conocimiento de su obra: “¿Qué era lo que más le apasionaba y a qué dedicaba la mayor parte de su tiempo como escritor?” Respondió: “Evitar la guerra fuese posiblemente su mayor preocupación”. También le pregunté: “En Por una nueva libertad (1973), Rothbard dedicó un capítulo entero a ‘Guerra y política exterior’. ¿Se desvió alguna vez de ésto en sus últimos 22 años?” Su respuesta: “No”.

    Leer a Murray Rothbard es un placer, en parte por su claridad lógica y coherencia. Si realmente desea comprender su marco intelectual sobre la guerra, le sugiero leer las primeras nueve páginas de este capítulo en Por una nueva libertad, o su ensayo Guerra, paz y el estado (1963).

    El marco bélico de Rothbard

    ¿Cómo aplicó Rothbard los principios libertarios a la guerra y a la política exterior en un mundo imperfecto de estados-nación?

    Los libertarios defienden la libertad como un derecho humano natural, y la defienden no sólo para los estadounidenses, sino para todos los pueblos. En un mundo puramente libertario, por lo tanto, no habría “política exterior”, porque no habría estados ni gobiernos con el monopolio de la coerción sobre áreas territoriales específicas. Pero dado que vivimos en un mundo de estados-nación, y dado que es improbable que este sistema desaparezca en un futuro próximo, ¿cuál es la actitud de los libertarios hacia la política exterior en el mundo actual dominado por los estados?

    A la espera de la disolución de los estados, los libertarios desean limitar, reducir, el ámbito del poder gubernamental en todas las direcciones y tanto como sea posible …

    En concreto, toda la superficie terrestre del mundo está ahora repartida entre varios estados, y cada territorio está gobernado por un gobierno central con el monopolio de la violencia sobre esa área. En las relaciones entre estados, entonces, el objetivo libertario es evitar que cada uno de ellos extienda su violencia a otros países, de modo que la tiranía de cada estado se limite al menos a su propia jurisdicción … En resumen, el objetivo del libertario es limitar cualquier estado existente al menor grado posible de invasión de personas y propiedades. Y ésto significa evitar por completo la guerra. Los ciudadanos de cada estado deberían presionar a sus respectivos estados para que no se ataquen entre sí o, si estalla un conflicto, para que se retiren lo antes posible.[[1]]

    Continúa:

    Supongamos por un momento un mundo con dos países hipotéticos: Graustark y Belgravia. Cada uno gobernado por su propio estado. ¿Qué sucede si el gobierno de Graustark invade el territorio de Belgravia? Desde el punto de vista libertario, se producen inmediatamente dos males. Primero, el ejército de Graustark comienza a masacrar a civiles inocentes de Belgravia, personas que no están implicadas en los crímenes que el gobierno de Belgravia pudiera haber cometido. La guerra, entonces, es un asesinato en masa, y esta invasión masiva del derecho a la vida, a la autopropiedad de un número considerable de personas, no sólo es un delito sino que, para el libertario, es el delito supremo. En segundo lugar, dado que todos los gobiernos obtienen sus ingresos del robo de impuestos coercitivos, cualquier movilización y despliegue de tropas implica inevitablemente un aumento de la coerción fiscal en Graustark. Por ambas razones ya que las guerras interestatales inevitablemente implican tanto asesinatos en masa como aumento de la coerción fiscal, el libertario se opone a la guerra. Punto.[[2]]

    Rothbard establece entonces una distinción entre guerras modernas y guerras premodernas:

    No siempre fue así. Durante la Edad Media, el alcance de las guerras era mucho más limitado. Antes del auge de las armas modernas, los armamentos eran tan limitados que los gobiernos podían y a menudo lo hacían limitar estrictamente su violencia a los ejércitos de los gobiernos rivales. Es cierto que la coerción fiscal aumentó, pero al menos no hubo asesinatos en masa de inocentes. No sólo la potencia de fuego era lo suficientemente baja como para limitar la violencia a los ejércitos de los bandos contendientes, sino que en la era premoderna no existía un estado-nación central que hablara inevitablemente en nombre de todos los habitantes de una zona determinada. Si un grupo de reyes o barones luchaba contra otro, no se consideraba que todos en la zona debieran ser partidarios fieles. Además, en lugar de ejércitos masivos de reclutas esclavizados por sus respectivos gobernantes, los ejércitos eran pequeñas bandas de mercenarios a sueldo. A menudo, un deporte favorito del pueblo era observar una batalla desde la seguridad de las murallas de la ciudad, y la guerra era considerada una especie de competencia deportiva. Pero con el auge del estado centralizador y de las modernas armas de destrucción masiva, la matanza de civiles, así como los ejércitos de reclutas, se han convertido en una parte vital de la guerra interestatal.[3]

    Continúa:

    Supongamos que, a pesar de la posible oposición libertaria, la guerra ha estallado. Claramente, la postura libertaria debería ser que, mientras la guerra continúe, el alcance de los ataques contra civiles inocentes debe reducirse al máximo. El derecho internacional tradicional contaba con dos excelentes mecanismos para lograr este objetivo: las “leyes de la guerra” y las “leyes de la neutralidad” o “derechos del neutral”… En resumen, el libertario intenta inducir a los estados en guerra, a respetar plenamente los derechos de los ciudadanos neutrales. Las “leyes de la guerra”, por su parte, fueron diseñadas para limitar al máximo la invasión de los derechos de los civiles por parte de los estados en guerra en sus respectivos países. Como lo expresó el jurista británico Frederick John Partington Veale:

    “El principio fundamental de este código era que las hostilidades entre pueblos civilizados debían quedar limitados a las fuerzas armadas … Establecía una distinción entre combatientes y no combatientes, al establecer que la única función de los combatientes es luchar entre sí y, en consecuencia, que los no combatientes debían quedar excluidos del ámbito de las operaciones militares”.[4]

    ¿Cuándo fue cruzada la línea y fue incorporada a la guerra moderna?

    En su forma modificada, prohibiendo el bombardeo de todas las ciudades que no estuvieran en primera línea, esta norma fue mantenida en las guerras de Europa Occidental en los últimos siglos, hasta que Gran Bretaña lanzó el bombardeo estratégico de civiles en la Segunda Guerra Mundial. Ahora, por supuesto, el concepto en su totalidad apenas si es recordado, ya que la naturaleza misma de la guerra nuclear moderna está basada en la aniquilación de civiles.[5]

    Aun así, Rothbard no descartó la improbable posibilidad de una guerra justa y defensiva, y enumeró tres criterios:

    • armas limitadas para que ningún civil resulte herido, ni en sus personas ni en sus bienes;
    • ejércitos voluntarios en lugar de reclutas; y también
    • financiamiento mediante métodos voluntarios, en lugar de impuestos[[6]]

    Incluso citó un ejemplo bastante reciente que se acercaba: la guerra indo-pakistaní de 1971.

    Además, Rothbard se oponía a que otros países intervinieran y escalaran un conflicto, incluso del lado del país atacado:

    Volviendo a nuestros hipotéticos Graustark y Belgravia, supongamos que Graustark ha invadido Belgravia y que un tercer gobierno, Walldavia, se lanza ahora a la guerra para defender a Belgravia de la “agresión graustarkiana”. ¿Es justificable esta acción? Aquí, de hecho, está el germen de la perniciosa teoría del siglo XX de la “seguridad colectiva”: la idea de que cuando un gobierno “agrede” a otro, es obligación moral de los demás gobiernos del mundo unirse para defender al estado “víctima”.

    Este concepto de seguridad colectiva contra la”«agresión” presenta varias deficiencias fatales. Una de ellas es que, cuando Walldavia, o cualquier otro estado, se lanza a la contienda, está expandiendo y agravando la agresión, ya que (1) está masacrando injustamente a masas de civiles graustarkianos, y (2) está aumentando la coerción fiscal sobre los ciudadanos walldavianos. Además, (3) en esta época, cuando los estados y los súbditos son claramente identificables, Walldavia expone a los ciudadanos walldavianos a represalias por parte de bombarderos o misiles graustarkianos. Por lo tanto, la entrada en la guerra del gobierno walldavio pone en peligro las vidas y propiedades de los ciudadanos walldavianos, a los que se supone que el gobierno debe proteger. Finalmente, (4) la conscripción y la esclavitud de los ciudadanos walldavianos suelen ser intensificadas.

    Si este tipo de “seguridad colectiva” fuese realmente aplicado a escala mundial, con todos los “Walldavias” acudiendo a cada conflicto local e intensificándolo, cada escaramuza local pronto sería convertida en una conflagración global.[[7]]

    Sobre la guerra, Murray Rothbard tenía dos preocupaciones fundamentales:

    Muchos libertarios se sienten incómodos con la política exterior, y prefieren dedicar sus energías a cuestiones fundamentales de la teoría libertaria o a preocupaciones “domésticas” como el libre mercado, la privatización del servicio postal o la recolección de residuos. Sin embargo, un ataque a la guerra o una política exterior bélica es de crucial importancia para los libertarios. Hay dos razones importantes. Una se ha convertido en un cliché, pero es totalmente cierta: la importancia primordial de prevenir un holocausto nuclear. A todas las razones de larga data, morales y económicas, contra una política exterior intervencionista, se ha sumado ahora la amenaza inminente y omnipresente de la destrucción mundial …

    La otra razón es que, además de la amenaza nuclear, en palabras del libertario Randolph Bourne la guerra “es la salud del estado”. La guerra siempre ha sido motivo de una gran y generalmente permanente aceleración e intensificación del poder del estado sobre la sociedad. La guerra es la gran excusa para movilizar todas las energías y recursos de la nación, en nombre de la retórica patriótica, bajo la égida y el dictado del aparato estatal. Es en la guerra cuando el estado realmente alcanza su plenitud: creciendo en poder, en número, en orgullo, en dominio absoluto sobre la economía y sobre la sociedad. La sociedad es convertida en una manada, buscando aniquilar a sus supuestos enemigos, erradicando y reprimiendo toda disidencia del esfuerzo bélico oficial, traicionando alegremente la verdad en aras del supuesto interés público. La sociedad es convertida en un campamento armado, con los valores y la moral como lo expresó alguna vez el libertario Albert Jay Nock de un “ejército en marcha”.[8]

    Aplicación de los criterios de legítima defensa de Rothbard a la invasión israelí de Gaza

    Supongamos que Israel ha actuado en legítima defensa en represalia por los ataques del 7 de Octubre (así como por ataques anteriores), y apliquemos los criterios de Rothbard para la conducta en una guerra justa:

    1. Protección de los civiles ‒ Apenas dos meses después del inicio de la campaña de bombardeos israelíes sobre Gaza, los investigadores la calificaron como la más destructiva de este siglo. Según informó Al Jazeera: “Durante el último año, los ataques israelíes han matado al menos a 41.165 palestinos que viven en Gaza, lo que equivale a 1 de cada 55 personas que viven allí. Al menos 16.756 niños han muerto, la mayor cantidad de niños registrada en un solo año de conflicto en las últimas dos décadas … Al menos 97.303 personas han resultado heridas en Gaza, lo que equivale a una de cada 23 personas … En el último año, tres cuartas partes de la población de Gaza, de 2,3 millones de habitantes, han contraído enfermedades contagiosas debido a la falta de agua potable y saneamiento, y acceso inadecuado a la higiene … Al menos 2,15 millones de personas 96% de la población de Gaza se enfrentan a una grave escasez de alimentos. Uno de cada cinco palestinos, o aproximadamente 495.000 personas, se enfrenta a la inanición …”
    2. Servicio militar obligatorio ‒ Según cita Grok, “El sistema de reclutamiento de Israel es único entre los países desarrollados, debido a su servicio militar obligatorio casi universal, tanto para hombres como para mujeres, política arraigada en sus continuos desafíos de seguridad. Desde que comenzó la guerra de Gaza en Octubre de 2023, Israel ha ampliado significativamente el reclutamiento, al aumentar el límite de la fuerza de reserva a 450.000, extender el servicio obligatorio a tres años, elevar la edad de exención de la reserva, y promover la legislación para incluir a los judíos haredíes [ultraortodoxos] ‒aunque con alcance limitado”.
    3. Impuestos ‒ Según cita Grok, “según los datos de la OCDE de 2023, el ratio impuestos/PBI de Israel fue de 31,2% en 2022, ligeramente por debajo del promedio de la OCDE de 34,0% … Desde que comenzó la guerra de Gaza en Octubre de 2023, Israel ha aumentado los impuestos, en particular el IVA a 18%, y la implementación de un impuesto mínimo global de sociedades de 15%, impulsado por el gasto en defensa relacionado con la guerra y un creciente deficit presupuestario. Estos cambios han elevado ligeramente la carga fiscal, pero el financiamiento de la deuda ha absorbido gran parte de la presión fiscal”.

    Rothbard sobre el conflicto israelí-palestino

    Rothbard no era, desde luego, un crítico encubierto que se negara a tomar partido sólo porque los estados, por naturaleza, son ilegítimos. Siempre estuvo dispuesto a implicarse en asuntos legales e intentar determinar al agresor:

    Que todos los bandos compartan la culpabilidad última del estado, no significa que todos sean igualmente culpables. Al contrario, en prácticamente todas las guerras, un bando es mucho más culpable que el otro, y a uno de ellos debe serle atribuida la responsabilidad fundamental de la agresión, del afán de conquista, etc. Pero para descubrir qué bando en cualquier guerra es el más culpable, debemos informarnos a fondo sobre la historia de ese conflicto, lo cual requiere tiempo y reflexión, así como la voluntad de ser relevantes al tomar partido atribuyendo un mayor grado de culpa a uno u otro bando.[9]

    Lo que sigue son las palabras escritas de Rothbard sobre el conflicto:

    Sionismo

    Dadas las condiciones del judaísmo europeo a finales del siglo XIX y principios del XX, todos estos movimientos tenían una base racional. El único movimiento judío que carecía de sentido era el sionismo, movimiento que comenzó fusionándose con el territorialismo judío. Pero mientras los territorialistas simplemente querían preservar la identidad judeo-yidis en una tierra propia y recién desarrollada, el sionismo comenzó a insistir en una tierra judía sólo en Palestina. El hecho de que Palestina no fuera una tierra virgen, sino que ya estuviera ocupada por un campesinado árabe, no significaba nada para los ideólogos del sionismo. Además, los sionistas, lejos de aspirar a preservar la cultura yidis del ghetto, deseaban enterrarla y sustituirla por una nueva cultura y un nuevo idioma, basados ​​en una expansión secular artificial del antiguo hebreo religioso.

    En 1903, los británicos ofrecieron territorio en Uganda para la colonización judía, y el rechazo de esta oferta por parte de los sionistas polarizó los movimientos sionista y territorialista, que previamente habían estado fusionados. A partir de entonces, los sionistas se comprometerían con la mística de la sangre y la tierra de Palestina y sólo de Palestina, mientras que los territorialistas buscarían tierras vírgenes en otras partes del mundo.

    Debido a los árabes residentes en Palestina, en la práctica el sionismo tuvo que convertirse en una ideología de conquista. “Culpa de Guerra en Oriente Medio”, Left and Right, otoño de 1967

    No importa cuántos kilómetros cuadrados ni cuántas ciudades conquiste Israel (¿será Damasco la próxima?), los palestinos estarán allí, además de todos los demás refugiados árabes creados por la política israelí de sangre y hierro. Pero permitir la justicia, permitir el regreso de los expropiados, significaría que Israel tendría que renunciar a su ideal sionista exclusivista. Reconocer a los palestinos como seres humanos con plenos derechos humanos, es negar el sionismo; es reconocer que la tierra nunca estuvo “vacía”. Un estado israelí justo (en la medida en que cualquier estado pueda serlo), por lo tanto, sería necesariamente un estado desionizado, y ningún partido político israelí en el futuro previsible desearía hacerlo. Y así, la matanza y el horror continuarán. “La Masacre”, The Libertarian Forum, octubre de 1982

    Agresión y atrocidades israelíes

    • Masacre de Deir Yassin de 1948 (1967)
    • Guerra de los Seis Días de 1967 (1967)
    • Masacre de Sabra y Chatila de 1982 (Octubre de 1982)
    • Masacre de la Cueva de los Patriarcas en Hebrón de 1994 (1994)

    Seguridad colectiva

    Un factor fundamental de la crisis actual en Oriente Medio es que territorios israelíes como el puerto de Elath, y de hecho toda la zona del desierto del Neguev que rodea Elath, que ahora es una importante manzana de la discordia entre Israel y las potencias árabes, fueron arrebatados por la fuerza a los árabes por Israel en 1948. Por lo tanto, que Estados Unidos entrara en guerra para “defender la integridad territorial” de Israel en el Neguev sería, por este y muchos otros motivos, el colmo de la locura. “La Crisis de Oriente Medio”, Colorado Springs Gazette Telegraph, Junio 1967.

    Odio palestino hacia los judíos

    La OLP, surgida en la década de 1960, fue la última gran organización nacida del antiguo islam: es decir, liderada por laicos genuinamente comprometidos con un estado laico unitario en Palestina, con total libertad para todas las religiones, judías, cristianas y musulmanas. Al mismo tiempo que los líderes israelíes demonizaban a la OLP por su afán de arrojar a todos los judíos al mar, la OLP siempre insistió en distinguir entre la agresiva “entidad sionista”, a la que odiaban, y la religión judía, con la que no tenían nada en su contra.

    Pero ese era el viejo islam. En la última década, aproximadamente, como todos saben, ha surgido un nuevo islam militante, decidido, fundamentalista y que sólo desprecia ideales occidentales como la libertad religiosa, que tanto habían influido en grupos más antiguos como la OLP. De ahí el auge del nuevo islam, la extrema derecha como Hamas, y la Jihad Islámica, musulmanes radicales que no ven con buenos ojos el secularismo ni la libertad religiosa. Y jamás están dispuestos a ceder ni a rendirse ante la odiada entidad sionista. Los palestinos de la pobre y miserable Franja de Gaza son casi totalmente devotos de Hamas, al igual que gran parte de los palestinos de Cisjordania, y entre el resto de los palestinos la única carta de triunfo de la OLP ha sido la figura de Yassar Arafat, amado por la base palestina como el George Washington de su pueblo. Pero incluso esa devoción comenzó a erosionarse hace unos años cuando el musulmán Arafat tuvo la temeridad de casarse con una cristiana. “El Acuerdo Israel-OLP”, Informe Rothbard-Rockwell, Octubre de 1993

    Perspectivas de paz

    Si nos quitamos la venda de los ojos, debería ser sorprendentemente obvio que lo que tenemos en toda la región israelí son dos reivindicaciones absolutamente irreconciliables, una irreconciliabilidad que se aplica tanto al propio Israel como a la Cisjordania ocupada. Por un lado, están los árabes palestinos, que han cultivado la tierra o utilizado de otro modo la tierra de Palestina durante siglos; y por otro, hay un grupo de fanáticos externos, que vienen de todo el mundo, y que reclaman toda la tierra como “dada” a ellos como una religión o tribu colectiva en algún momento remoto y posiblemente legendario del pasado. Es imposible que ambas reivindicaciones sean resueltas a satisfacción de ambas partes. No puede haber un acuerdo genuino, ni una verdadera “paz” ante este conflicto irreprimible. Puede haber una guerra a muerte o un compromiso práctico incómodo que no satisface a nadie. Esa es la dura realidad de Oriente Medio. “La importancia vital de la separación”, Informe Rothbard-Rockwell, Abril de 1994

    Conclusión

    Hoy en día, la guerra se centra en etiquetar como “agresor” al bando contrario, y reivindicar su condición de víctima. Ésto permite que quien se autoproclama víctima actúe con impunidad ‒al diablo con los civiles‒, todo en nombre de la “legítima defensa”. Por lo tanto, la guerra moderna está repleta de una letanía interminable de operaciones de bandera falsa, incitando al otro bando a disparar primero, ataques preventivos, y propaganda sensacionalista (que suele incluir “matar bebés”), todo ello con el objetivo de obtener superioridad moral y justificar la liberación de los perros de la guerra.

    Murray Newton Rothbard no toleraría nada de todo ésto. Sus criterios para una guerra defensiva justa pusieron el listón muy alto, con el objetivo de contener a las bandas de estados beligerantes, proteger a los civiles de ambos bandos, y evitar la Tercera Guerra Mundial. Si viviera hoy, no cabe duda sobre lo que pensaría de la masacre en Gaza a manos de un ejército que se autodenomina “Fuerzas de Defensa de Israel”.

     

    ____________________________________________________

    Notas al pie

    [[1]] Murray N. Rothbard, For a New Liberty (1973), pp. 331-332

    [[2]] M.N.R., Ibid., p. 332

    [[3]] M.N.R., Ibid., pp. 332-333

    [[4]] M.N.R., Ibid., p. 333

    [[5]] M.N.R., Ibid., p. 333-334

    [[6]] M.N.R., Ibid., p. 336

    [[7]] M.N.R., Ibid., p. 334

    [[8]] M.N.R., Ibid., p. 347-348

    [[9]] M.N.R., “War Guilt in the Middle East,” Left and Right (Autumn,1967)

     

     

     

    Traducción: Ms. Lic. Cristian Vasylenko

    DEIXE UMA RESPOSTA

    Por favor digite seu comentário!
    Por favor, digite seu nome aqui