[Disertación efectuada en la Conferencia de Historia de la Guerra Revisionista, Mises Institute, Auburn, Alabama, 16 de Mayo de 2025].
Mi más sincero agradecimiento a nuestro querido Lew Rockwell y a mi buen amigo, el Dr. Tom DiLorenzo, por invitarme. Me alegra mucho estar con ustedes.
Mi tema es El Israel real versus la propaganda de la hasbara. Espero que algunos de ustedes sepan qué es la hasbara. Cuando los historiadores del régimen estadounidense reflexionan sobre las tragedias y farsas de la historia, siempre elogian la Pax Americana. Esta es la idea de que el imperio estadounidense, la hegemonía, trajo la paz al mundo. Convenientemente, omiten sus horrores.
Naturalmente, los historiadores del régimen ‒a quienes estamos aquí para contrarrestar‒ hablan mucho de Hitler. Casi nunca mencionan Hiroshima. Del mismo modo, ¿ha moldeado Israel su pasado, mezclando historia con mitos, para convertirla en una historia mítica? La propaganda que sustenta la falsa historia de Israel se llama hasbara, que en hebreo significa “explicación”. Las construcciones de la hasbara sirven para revestir de respetabilidad ideológica los verdaderos crímenes de Israel contra la humanidad, para darles cierta pureza de propósito.
Piense en la hasbara como el suministro constante de construcciones artificiales y falsas para violar la realidad. Sin duda, comparada con la hasbara, la política exterior estadounidense posee cierto talento narrativo. A pesar de las injusticias del poder imperial, la gente se deja persuadir por su apariencia. Menos obvio es el atractivo de la hasbara israelí y la supremacía judía que la acompaña, y que ha seducido a tantos cristianos a ignorar las enseñanzas de Cristo. Cristo exige preocupación, no por el opresor y el depredador, sino por los pobres y los oprimidos.
Dejando a un lado la hasbara y la mitológica historia oficial, gracias a Gaza no hace falta saber mucho de historia para llegar a la verdad sobre Israel. La realidad es la verdad. La realidad del genocidio da lugar a verdades irrefutables. Gracias a los gazatíes ‒los vivos y los mártires‒, la verdad sobre Israel ahora es ahistórica.
Poco después del 7 de Octubre, con el inicio en Gaza de la Operación Espadas de Hierro de Israel, ciertas verdades evidentes se hicieron clarísimas. A finales de Octubre, las acciones de Israel dentro y fuera de Gaza habían mostrado al mundo la absoluta depravación de Israel, el estado y la sociedad civil.
Una de estas realidades emergentes es que los palestinos, no los judíos israelíes, como enseña la hasbara, son el pueblo más amenazado del mundo. Los israelíes, los más peligrosos. Otra es que Israel, con el abrumador apoyo de la población judía israelí, se ha involucrado alegremente en asesinatos metódicos, indiscriminados y a escala industrial, y en una continua limpieza étnica.
Se permitió a las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) destruir los fundamentos de la vida física, nacional y económica en Gaza, convirtiéndola en un páramo postapocalíptico inhabitable. La franja ha quedado reducida a las partículas de su subsuelo, apenas contaminadas. Gaza es ahora una fosa común a lo largo de un pequeño tramo del mar Mediterráneo donde vagan fantasmas vivientes. El suelo de Gaza está empapado por una mezcla de millones de toneladas de escombros de construcción, los cuerpos en descomposición de decenas de miles de seres humanos, sus mascotas, ganado, fauna y flora, todo desaparecido. Un infierno de basura, aguas residuales a cielo abierto y subproductos y contaminantes de municiones, como municiones sin detonar.
Un experto en la arquitectura de la ocupación afirmó: “Israel ha robado a los palestinos de Gaza la capacidad misma de producir alimentos, recibirlos o usar medios de intercambio para obtenerlos”. La banca fue desmantelada. Créanlo o no, pero bajo años de bloqueo medieval, los agricultores de Gaza habían alimentado, antes del 7 de Octubre, a un tercio de su población.
De hecho, Israel ha sistematizado el asesinato en masa y el desplazamiento de civiles palestinos inocentes, apuntando a éstos y a su habitat con la guerra total. Dado que la guerra contra los civiles es una guerra contra la civilización, por extensión Israel es el enemigo de la civilización.
Nuestro aliado, Israel, es un país donde el genocidio, las películas snuff, los asesinatos extrajudiciales, las violaciones, los robos, la tortura y la hambruna de los palestinos, son legalizados de facto. Israel es, por lo tanto, una entidad criminal y una amenaza para la comunidad internacional. La acusación contra Israel debería haber sido herméticamente sellada.
El etnocidio y genocidio de Israel en Gaza viola la mayoría de los sistemas éticos conocidos a lo largo de la historia intelectual. Viola la ley de Dios, los Diez Mandamientos. Estos ordenan no codiciar, robar ni asesinar. Viola el derecho libertario, el axioma de no agresión. Viola la justicia natural, las leyes de la guerra (aunque el genocidio no es guerra), así como el derecho humanitario. Y viola los sistemas jurídicos que engloban todo lo anterior: el derecho natural y el derecho positivo.
El bien y el mal son universales, no relativos. El Sexto Mandamiento no es una opinión, ni es opcional. No asesinarás ni asesinarás en masa se llama mandamiento por una razón. No conlleva ninguna cláusula de privilegio tribal. Al igual que los gentiles, a los judíos se les prohíbe el asesinato indiscriminado. Sin embargo, los israelíes ahora desobedecen el Sexto Mandamiento con una audacia desmedida.
A lo largo de los meses, he observado de cerca a Israel mientras pulveriza centros de población en todo el Levante. He escuchado en hebreo el discurso público y político judío israelí. En hebreo, las personalidades públicas israelíes y el público en general expresan un desprecio impaciente y mordaz ante las acusaciones de genocidio, ofreciendo una corriente ininterrumpida de hasbara para justificar el genocidio. Es como si los judíos israelíes bostezaran, esperando a que el mundo despierte al hecho de que sus vidas importan más, y que cualquier acción aberrante que se tome para hacerlos sentir seguros, debe ser permitida.
Y es permitida. Israel ha presentado su genocidio de los palestinos de Gaza ante un auditorio lleno, ante el mundo. Los judíos israelíes no carecen de hechos, pero la mayoría parece carecer de las facultades analíticas y éticas necesarias como para examinar sus acciones. Llevan vidas sin examen, como seres autoproclamados superiores. Socialmente, las mayorías parecen proyectar la sensación de que su supremacía sectaria trasciende el orden moral universal al que da expresión el derecho internacional, la ley natural y el Decálogo.
La ley natural es un sistema ético cognoscible a través de la razón, la revelación y la experiencia, según se prefiera. Al estar arraigada en la propia naturaleza existencial del hombre y la realidad, la ley natural es la ley suprema conocida por el hombre y, por lo tanto, es deductivamente verdadera y justa. Un ejemplo es el axioma libertario de no agresión. Por razones obvias, no debería haber diferencia entre cómo los liberales clásicos o los anarquistas entienden el axioma de no agresión, que es el principio rector del libertarismo. Minarquista, anarquista o estatista, el genocidio está prohibido.
El derecho positivo, por otro lado, es creación del estado. El positivismo jurídico equipara la justicia con la ley del estado. Al distinguir el bien del mal, discriminamos entre actos que son criminales porque el estado los ha criminalizado, en contraposición con actos que son universalmente criminales. La mayoría de los sistemas éticos civilizatorios estipulan que nadie tiene derecho a matar a un solo ser humano inocente, y mucho menos a cientos de miles de miembros de un grupo. De nuevo, el saqueo de Gaza por parte de Israel es universalmente perverso.
Para evitar que me acusen de dar vueltas en torno de la definición de genocidio, mencionaré brevemente el genocidio en el contexto del derecho internacional frente al derecho natural. Israel ha superado con creces las barreras del genocidio, concretamente las prohibiciones del Artículo II de la Convención sobre el Genocidio de destruir a un grupo, total o parcialmente, y/o hacerle la vida insoportable. En la jurisprudencia y la filosofía judicial occidentales, la intención es un componente del genocidio.
Si a los palestinos se les concediera igualdad ante la ley, sea nacional o internacional, para finales de 2025, lógica y quizás legalmente, se habría considerado que los israelíes habían expresado sus opiniones y llevado a cabo su intención genocida sobre el terreno. El asesinato en masa nunca es involuntario cuando se sabe que es inevitable e incidental a la misión. Si se sabe de antemano que las acciones causarán la muerte de miles y miles de inocentes, a las acciones criminales se les atribuye la culpabilidad, la intención. Estados Unidos comparte la mentalidad genocida y culpable de Israel. El régimen estadounidense ha sido un fiel cómplice de los vicios de Israel. Ha suministrado municiones para asesinatos en masa. Ha proporcionado cobertura diplomática. Ha emitido siete vetos y abstenciones en el Consejo de Seguridad de la ONU para permitir las continuas atrocidades de Israel. Estados Unidos ha amenazado a países, órganos legales y residentes estadounidenses por querer expulsar, arrestar, protestar o boicotear a los israelíes.
Estados Unidos ha ayudado a la hasbara israelí a invocar la legítima defensa para justificar el castigo colectivo, y ha ayudado a Israel a presentar el terrorismo de estado como legítima defensa, normalizando la violencia estructural que constituye el estado de Israel. El genocidio de los gazatíes fue feliz y voluntariamente respaldado por el gobierno de Estados Unidos, la clase política estadounidense y sus medios de comunicación, que incluso en medio del asesinato en masa describen a los israelíes como víctimas.
En lo que respecta al asesinato en masa a escala industrial, el derecho internacional no está reñido con la ley natural ni con el derecho libertario. Tal es el caso del Artículo Dos de la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio. Articula principalmente un conjunto de derechos negativos. Su aplicación no impone ninguna carga a nadie, salvo a los asesinos en serie sádicos y sociópatas en cuestión.
La mayoría de los libertarios admitirían que el estado actúa ahora extrajudicialmente, y que una vez incorporada a la Constitución estadounidense, cualquier vestigio de la ley natural ha quedado sepultado bajo los escombros de la legislación y los estatutos. Digamos, entonces, que en la medida en que la ley, local, internacional o tribal, no defienda más que los derechos naturales, la ley es válida. En la medida en que la ley viola los derechos a la vida, la libertad y la propiedad, la ley es mala. En la medida en que la ley estatal concuerda con la ley natural, en esa medida es inofensiva. Por extensión, no importa quién defienda los derechos de los palestinos a la vida y a la tierra, siempre que alguien lo haga. No importa qué estado, qué funcionario federal, qué organización internacional o qué pelotón, si Hezbollah o los Houthi, siempre y cuando alguien lo haga.
En Estados Unidos, el federalismo significa soberanía dividida, lo cual, si tomamos en serio a James Madison, debería dificultar que los estados comiencen a ejecutar a sus residentes. ¿Por qué sería una cuestión de respeto a la soberanía de un país permitir que Israel ocupe y subyugue sistemáticamente a una población con la remota posibilidad de que elimine a algunos terroristas, a quienes ya la mayoría considera combatientes de la resistencia? La mayoría debería hacerlo.
No se equivoquen: en el derecho de los derechos humanos, existe la responsabilidad de proteger a una comunidad que está siendo desalojada y erradicada. Existe el derecho a resistir, según las normas de La Haya sobre ocupación beligerante. Ninguna de las dos cosas atenta contra la ley natural. Los combatientes de la resistencia argumentan que están atendiendo a este llamado, la responsabilidad de proteger. Israel debería haber sido detenido por la fuerza, y sus víctimas inocentes, protegidas. No se puede apaciguar a un John Wayne Gacy ni a un Jeffrey Dahmer[*[1]]. Se les detiene, pero no como lo ve el eje del genocidio.
Las sociedades árabes no son sociedades progresistas. El hecho de que Gaza, Cisjordania, Siria y Yemen fueran y sean en gran medida sociedades tradicionales, no cooptadas sociedades woke, sin duda ha ayudado a Occidente a justificar su maltrato. Verán, los amos woke del universo occidental consideran que las sociedades no woke carecen del derecho natural a la resistencia. A su resistencia la llamamos terrorismo.
Dado que nadie ha cumplido eficazmente con la responsabilidad legal de proteger a los palestinos, todo ‒menos el espíritu de Gaza‒ ha desaparecido.
Consideren el gran regreso palestino al norte de Gaza en Enero de 2025. La eliminación de más de 2.000 linajes gazatíes, árboles genealógicos desaparecidos. Un evento épico tuvo lugar a pesar de esa eliminación. Miles de palestinos regresaron a sus hogares en ruinas en el norte de Gaza. Verán, la tierra es fundamental para la identidad palestina. ¿Qué mayor prueba hay de los derechos ancestrales de los palestinos hacia Palestina que esta devoción, esta resiliencia?
Comparemos este arraigo y resiliencia palestinos con las inquietas poblaciones de colonos del norte y del sur de Israel. Los judíos israelíes no han regresado a las ciudades del norte ni del sur de Israel. Más bien, su amor por la tierra se basa en su limpieza étnica. Sólo si su ejército elimina incluso el más mínimo peligro que representan sus vecinos autóctonos, los colonos israelíes regresarían.
Para un mayor contraste, observemos también los repugnantes niveles de destrucción ambiental israelí en Gaza. Entre muchas otras cosas, ésto habla del profundo aislamiento de Israel de un ecosistema que comparte, y por el que dice preocuparse. Los judíos israelíes codician la tierra, no la aman.
Volviendo a nuestra némesis, el estado.
¿Qué hay de la autoridad moral de un estado democrático? Seguramente nuestro aliado Israel comparte nuestros valores democráticos, o eso nos enseñan. Bueno, el asesinato con la aprobación mayoritaria sigue siendo asesinato, sea quien sea el perpetrador. Ya sea por decreto de un dictador o por la voluntad de la mayoría, por actores dentro o fuera del estado, por los buenos designados o por los malos, el asesinato de inocentes siempre es asesinato.
Sin embargo, podría concluirse con razón que este holocausto del siglo XXI es popular.
Grandes mayorías en los sectores público y privado de Israel han justificado, manipulado y mentido sobre la orgía de despoblación y exterminio impulsada por la inteligencia artificial de alta tecnología de su ejército en Gaza. Ansiosos por escribir el obituario palestino en Febrero de 2025, ya en plena etapa de genocidio, 80% de los israelíes judíos manifestaron su apoyo al plan de Trump para Gaza. Solo 3% lo consideró inmoral.
El plan de Trump es una extensión y culminación del genocidio de Joe Biden, que incluyó el desplazamiento interno, la despoblación y el exterminio a gran escala de la Franja y de su gente. Primero, Donald Trump propuso encubrir el crimen de genocidio de Israel, eliminando las lamentables pruebas de la escena del crimen. Después, planeó concluir el genocidio de Joe dispersando a los sobrevivientes por todo Oriente Medio. Israel habría sido rescatado. Los gazatíes habrían dejado de existir como nación. La campaña de liquidación y exterminio en el gueto de Gaza habría concluido.
Debatir y cometer violencia genocida, desplazar por la fuerza a millones de personas, privar de comida a una población subyugada, todo ésto fue calificado por muchos partidarios de Trump como “pensamiento innovador”. ¿Quién dijo que el crimen no paga? Cuando la superpotencia invierte el orden moral del universo, el crimen de todos los crímenes paga, y aún más.
En cualquier caso, el genocidio ha ganado un plebiscito en Israel. No es de extrañar. Recuerden, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) son Israel. Es un ejército ciudadano en el que todo israelí debe servir. Es la voz de la comunidad judía israelí. Los hijos e hijas de Israel son las estrellas en la constelación genocida del país. Los hemos visto arrasar Gaza, vaporizar a jóvenes que se abren paso entre los escombros como en un videojuego, burlarse de las víctimas, disparar a sus hijos, violar a sus hombres, robar sus negocios, hurgar en los bienes íntimos de las personas fallecidas y desposeídas, invadir y hacer estallar edificios residenciales enteros. Es cierto que todos los judíos israelíes son reclutados y deben alistarse en este ejército. Sin embargo, el servicio militar obligatorio no obliga a un recluta a cometer, registrar y jactarse de lo que es un delito institucionalizado y legalizado, propio de un asesino en serie. El orgullo y la alegría vistos, grabados y luego transmitidos al mundo desde miles de teléfonos móviles de las FDI durante meses, han sido voluntarios, espontáneos y orgánicos para el tenor y el proyecto de la sociedad israelí.
Así que, por favor, no escuchemos ninguna defensa de Nüremberg. No se debe tolerar que se diga “Solo cumplía órdenes” para mitigar la responsabilidad de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI). La evidencia es concluyente: la idea de disparar, saquear y bombardear por diversión. Sin duda, el estado de Israel es genocida, pero según las cifras y sus declaraciones, la sociedad israelí es igual de sociópata. Desde el conserje hasta el general, desde los soldados hasta los jueces de la Corte Suprema. Por incómodo que ésto nos resulte, para el individualista libertario los hechos son claros. En cuanto al genocidio de los palestinos de Gaza, los judíos israelíes, la sociedad judía israelí no se distingue del estado judío.
En todo momento, la opinión en las encuestas en Israel no se dividió entre los israelíes judíos a favor del asesinato en masa, y los israelíes en contra del asesinato en masa y la limpieza étnica. No. La división en la sociedad israelí se ha dado entre los israelíes judíos a favor de los niveles actuales de violencia contra los gazatíes, y los que están a favor de una mayor o menor industrialización en lo que ya eran niveles y métodos de asesinato industriales.
Según las encuestas, nada más allá de su santurronería y de su obsesión por sí mismos le importó a la mayoría de los israelíes judíos. Los judíos israelíes, en general, se han convertido en una hermandad de supremacistas judíos, y los palestinos han pagado un precio terrible por la sociopatía social sistémica de Israel.
Pregúntenles a los israelíes sobre los bebés palestinos destrozados, decapitaciones reales, y recitarán la hasbara. “Todo es en defensa propia, y todo es obra de un tercero”. ¿Adivinen quién los obligó a cometer el genocidio? Hamas. “No fui yo”, dice el criminal. “Hamas se comió mi tarea”. “Me refiero a mi … me refiero a mi conciencia”. Ésta es la teoría israelí de la culpabilidad de un tercero. Israel la vomita, Occidente la absorbe.
El non sequitur de “Hamas me obligó a cometer un asesinato en masa” expone la hasbara israelí por su irracionalidad. ¿Desde cuándo se culpa a un tercero por los crímenes que se siguen perpetrando en tiempo real?
Dicho de otro modo, el estado en el que vive no tiene derecho a desalojarle de su casa ni a bombardear su barrio porque sus agentes crean que hay delincuentes escondidos en ese mismo estado. La defensa del crimen pasional ya es bastante mala. La teoría de la culpabilidad de terceros nunca debe reforzarla. Asociamos la defensa del crimen pasional con un sólo suceso, no con un sádico asesino en serie … Asesinos en serie que se desatan durante meses contra millones de inocentes en la Vía Dolorosa que es Gaza.
Sí, Israel tiene una pasión histórica, sí, pero por el metódico asesinato masivo. Mire, la idea de … No es una fuerza de combate, es una fuerza aérea. A juzgar por sus acciones a lo largo del tiempo, los objetivos de esta fuerza aérea no son derrotar a un ejército regular, sino someter a los centros de población en Gaza, en todo el Levante y más allá. ¿Qué otro país ha codificado no sólo las prácticas asesinas en la ley, sino que también las ha denominado …? La Doctrina Dahiya recibe su nombre de los suburbios del sur de Beirut, sobre cuyos civiles chiítas la Fuerza Aérea Israelí ha perfeccionado su depredación. Cortar el césped. Ese es el término que se usa en Israel para señalar las oleadas periódicas de asesinatos contra civiles palestinos para mantener sometida a la población.
Los aficionados a la televisión sobre crímenes reales, como yo, recordarán al asesino en serie de la autopista I-5. Imaginen que su arte asesino es conocido como la Doctrina I-5, y que Wikipedia describe a este infame asesino en serie y asesino de mujeres como el creador de la Doctrina I-5.
Sin duda, en Israel la protesta pública también ha seguido un interés propio solipsista[[2]], estrictamente del tipo “yo, yo”. Hubo poca humanidad trascendente en las protestas israelíes por los rehenes. Recuerden ésto. Según las cifras y sus propias palabras, la mayoría de los judíos israelíes simplemente exigían la devolución de sus rehenes. Un experto israelí dijo: “Israel quiere … quiere … los israelíes quieren que les devuelvan a sus rehenes. No quieren que les devuelvan Gaza”.
Si el estado de Israel es una entidad criminal, ¿qué se puede decir entonces de Estados Unidos? La guerra de Israel contra Gaza, Cisjordania y el Gran Levante es la guerra de Estados Unidos. Nos guste o no, Gaza es un genocidio. Oímos murmullos desinteresados sobre el interés nacional: “No me hables de Gaza. No es de interés nacional para Estados Unidos”. Me temo que es demasiado tarde para evadir el interés nacional. Estados Unidos es una potencia hegemónica intervencionista. Ha ayudado, instigado y participado, mediante reconocimiento, en una campaña de exterminio en Gaza.
Además de ser a menudo inmoral, el argumento del interés nacional es una forma de estatismo. La premisa del pragmatismo político del interés nacional conduce a esta lógica perversa. Si permitir la masacre de gazatíes e iraquíes fuera en el interés nacional estadounidense, entonces esos esfuerzos se habrían justificado de acuerdo con los estándares del interés nacional. En otras palabras, si el gobierno estadounidense consideró el genocidio en el interés nacional, entonces genocidio es. Estados Unidos debería actuar como lo divino … en el … como … en sus derechos divinos como juez, jurado y verdugo global. No, el genocidio no es un asunto de política exterior, es un asunto moral. El enérgico apoyo de Estados Unidos al holocausto de Gaza es un acontecimiento decisivo en los anales de las aberraciones de la política exterior estadounidense y en la vida nacional. Si bien la política exterior estadounidense es un museo de horrores, Gaza es ahora la pieza principal.
¿Por qué Gaza es cualitativamente diferente de las deformidades de la política exterior que la precedieron? En mi opinión, he aquí por qué. Hasta ahora, la política exterior estadounidense ha sido centrada principalmente en un programa de cambio de régimen, en el que los daños colaterales son en gran medida ocultados, pero son presentados como incidentales a un programa político. Una y otra vez, los amos estadounidenses del universo han ido a la guerra para hacer woke al mundo. Es decir, para transformarlo a imagen de Estados Unidos, así como para hacer del mundo un lugar seguro para Israel, por supuesto. El asesinato en masa dentro del marco de la política exterior estadounidense generalmente ha sido secundario a un programa de guerra para que el mundo funcione. Dicho crudamente: “Sé como nosotros o te mataremos”.
En Gaza, sin embargo, Estados Unidos ha participado en asesinatos en masa por el simple hecho de asesinar. En Gaza, el Tío Sam finalmente ha logrado una inversión oficial o formal de todos los valores universales.
Lo que Estados Unidos ha aprobado y apoyado en Gaza es un holocausto del siglo XXI de primera clase. En cierto sentido, Israel ha llevado a cabo una inversión ética radical en Estados Unidos. Las sectas del cristianismo ya no pueden distinguir entre Satanás y Dios, categorías mutuamente excluyentes. Prefieren los edictos supremos al mandato del Príncipe de Paz. Pero uno es lo que hace. El estado de Israel es genocida, no por sus acciones y por la intención declarada que las acompaña, ni porque haya sido denunciado como genocida por supuestos antisemitas y simpatizantes del terrorismo. Jesús dijo: “Por sus frutos los conoceréis”.
Otro de los objetivos de la hasbara es presentar la actual campaña de exterminio de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) contra la población civil acorralada en Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este, como subproductos de la guerra, como algo incidental a una guerra justa librada por valientes combatientes.
Si es presentado como un crimen de guerra, el genocidio puede desestimarse como simple ejemplo de “¡Uy!, en la carnicería de la guerra ocurren cosas malas”. En Gaza, sin embargo, Israel ha perpetrado genocidio, no librado guerra. Disfrazar como guerra a una cacería preparada, es pura hasbara. Genocidio no es guerra. La conceptualización del genocidio como crimen de guerra encubre y otorga autoridad a los criminales y a la criminalidad. El genocidio es mitigado y minimizado al llamarlo crimen de guerra. Verán, el genocidio no es un crimen de guerra al que se puedan aplicar defensas legales atenuantes y explicativas. Entre todos los crímenes para los que no existen defensas legales ni morales, el genocidio es un crimen independiente e indefendible. No existen circunstancias atenuantes, históricas, legales ni de otro tipo, para el genocidio. Es cierto que el genocidio de Israel se ha visto interrumpido por la guerra asimétrica de los combatientes de la resistencia palestina no estatal, pero existe una enorme diferencia de poder entre ocupantes y ocupados.
Que los asesinos en serie se enfrenten a una resistencia regional organizada, no convierte el genocidio en una guerra.
Hasta ahora, he analizado lo que el estado y la sociedad de Israel han hecho a la Franja de Gaza y a su gente desde el 7 de Octubre, pero ¿qué han logrado los gazatíes, tanto los vivos como los mártires? Mucho.
Aparentemente cautivos, los palestinos se han liberado verdaderamente de la propaganda política liberal que se apodera de Occidente. Aquéllos nos ha hecho ver a Israel como una fuerza irreparablemente corrupta, tanto moral y como militarmente. El genocidio de Gaza ha invalidado claramente a Israel, y validado la causa palestina.
Un ser humano moral y consciente no necesita saber mucho sobre la historia de la región para llegar a esta conclusión. He aquí por qué: han visto a Israel como la contradicción que es. Sorprendentemente, Israel se ha involucrado en la madre de todas las contradicciones performativas, negando el genocidio mientras lo perpetra públicamente, afirmando en la práctica su derecho de nacimiento a perpetrarlo. Israel exige existir como una aberración privilegiada y protegida, que lleva a cabo actos satánicos con bendiciones y absolución universales. Piénsenlo. Atrapado en el prolongado y planificado acto de genocidio, el culpable, Israel, persiste en reclamar para sí el derecho a matar y engañar, sin ser considerado ni tratado como asesino y como artista de la estafa. ¡Qué descaro!
No en vano, como nos enseñó von Mises la acción humana es la clave innegable de la realidad creada por el hombre. Israel y Estados Unidos han actuado. Han quedado al descubierto. El etnocidio, la despoblación y el homicidio nunca están justificados ni pueden ser exculpados. Afirmar que se es justo y justificado al llevar a cabo lo que no puede serlo, es encarnar la contradicción más grotesca y ser menos que humano, menos que coherente. Como mínimo, Israel merece la repulsión y el aislamiento reservados para entidades cuya existencia es un engaño y un fraude para todos nosotros.
La misma argumentación hoppeana ahistórica, Dios bendiga a Hoppe, aplicada para invalidar a Israel, servirá aquí para validar la realidad de los palestinos, tal como la han venido contando durante décadas. El genocidio televisado de Israel ha corroborado la realidad de los palestinos, sus motivos de ira y su derecho a la resistencia y a la compensación.
Los palestinos nos han estado diciendo durante décadas que han sido atacados por asesinos y ladrones. Nos han dicho que están siendo asesinados y robados como algo normal. Su realidad ha sido afirmada irrefutablemente desde el 7 de Octubre. Ahora bien, si quienes apoyan el genocidio israelí en Gaza lo niegan, también serían estafadores que viven una mentira. Exponemos la vida de mentiras del mentiroso, al obligar al negacionista del holocausto palestino a vivir su propia mentira.
Los negacionistas de la realidad palestina, Ben Shapiro, Bari Weiss, Biden, Netanyahu, Blinken, Douglas Murray, Dennis Prager, serían lanzados en paracaídas sobre la Gaza ocupada. El genocidio se convertiría en su realidad vivida, no en su realidad retórica.
Corriendo de un lado a otro mientras los tanques avanzarían sobre el negacionista, agachándose y tirándose de cabeza ante los bombardeos desde el aire, como si se pudiera escapar del radio letal de las bombas estadounidenses de 1.130 kgs. Estos negacionistas del holocausto serían grabados buscando migajas, cargando bidones de agua potable contaminada de vuelta a sus viviendas de nylon, trepando kilómetros de estructuras en ruinas entre ruinas y metal retorcido. Nuestra cámara los encontraría haciendo cola con miles de personas para usar un sólo inodoro en funcionamiento, con las tuberías destruidas por los israelíes. El negacionista del holocausto palestino sería grabado de cerca, sufriendo disentería, sepsis y hambre, intubado, amputado o sometido a cesárea sin anestésicos. Retorciéndose en el suelo de un hospital manchado de sangre y desechos. Escuchando el incesante zumbido de los drones cuadricópteros asesinos de Israel. El negacionista del holocausto vivirá por lo tanto esta absoluta verdad, la verdad ontológica de la solución final de Israel a su problema palestino.
La naturaleza de la realidad palestina es, como se ha venido afirmando, dar por probada la proposición QED[[3]].
En conclusión, ahora se escriben más libros sobre la angustia israelí y judía que sobre las víctimas. Ser judío después de Gaza es una de ellas.
La teocracia de Israel, la degeneración moral y militar de Israel, el colapso inminente de Israel. ¿Cuándo empezó? ¿Derecha, izquierda? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? Todo el mundo se golpea el pecho con Israel.
Una respuesta acertada son las palabras de un personaje de la literatura sureña: “Francamente, querida, me importa un bledo”.
Y tampoco debería preocuparse por los perpetradores del genocidio, sólo en la medida en que Israel sea castigado por lo que ha hecho a los palestinos, y en que sean exijidas reparaciones y restituciones a Israel a perpetuidad para los palestinos. Gracias.
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[[1]] NdT: Ambos asesinos en serie estadounidenses.
[[2]] NdT: Solipsismo: doctrina filosófica que sostiene que sólo existe la propia mente, y que la realidad exterior es una ilusión o construcción mental.
[[3]] NdT: Abreviatura de la frase en latín quod erat demonstrandum, lo que se quería demostrar.
Traducción: Ms. Lic. Cristian Vasylenko